lunes, 3 de agosto de 2015
Revelan Detalles Hasta Ahora Inéditos Sobre El Uso Del Ocultismo En La Segunda Guerra Mundial.
Éste ha sido uno de los episodios de
la Segunda Guerra Mundial más frívolamente comentados, pero al
mismo tiempo más oscuros. Como es público y notorio, el Tercer
Reich no solamente tenía un gran interés sino amplios recursos
humanos, logísticos y financieros en el desarrollo de “estrategias
ocultistas”. Lo cuenta Gustavo Fernández en el diario argentino
Uno Entre Ríos.
La mayor parte de las investigaciones
solían ser disimuladas bajo la carátula de “investigaciones
arqueológicas” o “investigaciones históricas” y por ello,
dependía casi completamente de la famosa Ahnenerbe (1). Ciertamente,
demasiado se ha escrito sobre el “ocultismo en el Tercer Reich”
como para cometer el pecado de redundancia aquí y ahora. Simplemente
recordemos que la médula de la películas de Indiana Jones tienen
que ver, precisamente, con los nazis buscando objetos mágicos y
religiosos por todo el mundo.
Por cierto, algún lector escéptico
dirá que tantos conocimientos “espirituales” de poco le valieron
a Hitler para superar el ataque aliado. Sería una lectura quizás
incompleta. Un análisis riguroso de las estrategias de la Segunda
Guerra demuestra que hasta 1942 el avance nazi era literalmente
imparable, y que muchos de los reveses bélicos sufridos a partir de
ese entonces tenían que ver con “casualidades” negativas que los
perjudicaron enormemente.
En segundo lugar, uno tiene que
preguntarse si la derrota “alemana” es lo mismo que la derrota
“nazi”… Recordemos, por ejemplo, que las Waffen SS era, antes
que una agrupación militar, una orden esotérico-militar donde lo
principal era obtener resultados espirituales y proteger a sus
jerarcas. La mayoría de los cuales, ciertamente, huyó a Sudamérica
y vivieron cómodamente… incluso quizás el mismo Hitler. Lo demás,
y siempre siguiendo la extraña lógica esotérica de las “fuerzas
oscuras”, la destrucción del país y el sufrimiento de millones de
personas, tiene todo el aspecto del “sacrificio ritual”, del
padre de familia pagano que entrega el cuchillo del sacerdote a su
primogénito…
Pero de lo que se ha escrito muy poco,
en puridad casi nada, es de su contraparte inglesa. Winston Churchill
(a la sazón primer ministro) ordenó que se reuniera a los
esoteristas más conspicuos de ese país (allí estuvieron Moina
Matters, líder de la orden esotérica Alpha et Omega, hermana del
filósofo Henri Bergson y viuda de Samuel Matters, gran demonólogo
inglés y fundador de la Orden Golden Dawn, donde militaran el poeta
W. Yeats, Conan Doyle y de cuya filial alemana, a comienzos de la
década del 20, surgiera primero la Sociedad “Última Thule”….
De la que fuera secretario de Actas Adolph Hitler; Penry Evans,
también arqueólogo y con quien durante la guerra Dion Fortune,
psicoanalista y escritora; Arthur Machen y Arthur Edward Waite,
creador de un tipo de baraja de Tarot que lleva su nombre- e Israel
Regardie) para contrabalancear el accionar que nacía en la Ahnenerbe
(1).
Muchos discuten si esta decisión de
Churchill tenía más que ver con propaganda y guerra psicológica
que con convicción de resultados. Es posible. Es posible que pensara
que generaría desazón entre los nazis creyentes saber que sus
enemigos manejaban las “mismas armas”. Es posible que fueran un
“señuelo” para que, ordenando a los agentes encubiertos en suelo
inglés obtener más información sobre su accionar, se descubrieran
a sí mismos. Y también es posible que, simplemente, Churchill se
encogiera de hombros, dijera algo como “why not?” (“¿por qué
no?”) y diera luz verde a un proyecto en tiempos angustiosos donde
cualquier ayuda sería bienvenida.
Por supuesto, también es probable que
el hombre fuerte del gobierno británico sí creyera que sería de
utilidad: no olvidemos que él mismo, Churchill, era masón de alto
grado. No es un tema menor, para los conocedores del Ocultismo, que
casi todos los integrantes de ese grupo fueron amigos o discípulos
de Aleister Crowley, considerado en el ambiente esotérico de esos
tiempos (y de la actualidad) como el más poderoso “mago negro”
occidental de todos los tiempos…
A sus miembros, aún años después de
la Guerra, nunca les gustó entrar en demasiados detalles sobre la
intensa actividad que el grupo realizó en esos días. Se sabe, sí,
que solían pasar jornadas completas de encierro, en ocasiones
realizando rituales que podían durar hasta más de 12 horas
continuas. Dion Fortune, por ejemplo, falleció a edad temprana, en
1946, víctima de la leucemia, y sus allegados siempre señalaron que
fue el precio que tuvo que pagar como secuela de los “combates”
que libró como miembro de ese “escuadrón paranormal”.
Lo cierto, por otra parte es que
cualquiera hayan sido los métodos empleados (y los resultados
obtenidos) este grupo, conocido por su nombre en código de “Oficina
M” fue la antesala de los propios esfuerzos norteamericanos y
soviéticos, en los años siguientes, de crear sus propios
departamentos de acción bélica paranormal. Pero eso, es otra
historia.
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