Cipriano era un hombre tranquilo y que vivía muy humilde, tenía
tres hijos y trabajaba de obrero en una fábrica de jabón, como siempre en su
casa escaseaba el dinero, una noche el velador enfermo, su jefe busco entre sus
trabajadores quien podía apoyarlo esa noche, Cipriano dijo que el aceptaba
quedarse.
- Bien Cipriano, se te pagara extra, sé que es pesado dado
que trabajas mucho, pero no me daré por mal servido
- Ya sabe Don Onofre, trabajo es trabajo y pues váyase sin
pendiente
- Te quería decir algo, mira según el velador, me comenta
que espantan, ve a saber si es verdad o no, por si llegas a oír cosas raras, yo
te seré sincero nunca he visto nada
- Pues mire yo cargo siempre mi medallita milagrosa, me la
bendijeron el 12 de diciembre, llámame usted ignorante pero me cuida de todo
mal
- No, no, yo respeto todo eso, bueno, espero tengas una
noche tranquila
Al quedarse solo, saco la linterna y empezó a recorrer toda
la fabrica, si que se veía tétrica, continuo su recorrido, hasta llegar a unas escaleras
viejas de madera que llevaban a un ventanal alto.
- Caray esto no lo había visto, bueno, será porque como solo
llego trabajo en mi lugar y me voy, si que asusta
Regreso al comedor de los obreros ahí, se preparo de cenar,
saco su café y pan de dulce, pasadas unas horas lo vencía el sueño, eran cerca
de las 12 de la noche, cuando oyó unos ruidos, nervioso, linterna en mano se
fue a investigar, casi se infarta al ver un anima de aspecto terrible.
- ¡¡¡¡¡ Madre de Dios ampárame!!!
El ánima lo miro, se acerco con él, mas en lugar de
asustarlo, señalaba un lugar abajo de la escalera vieja, muy aterrado, Cipriano
pregunto:
- ¿Que, que, que quieres? No, no, te, te entiendo
Al parecer había algo oculto debajo de la escalera, sin más
se desvaneció.
Perlado en sudor, Cipriano, fue ahí, al pegar en el piso, se
oía hueco, pero no podría hacer nada, tendría que decirle al patrón.
Se le hizo eterno ese velar ahí, casi no durmió y brincaba
ante cualquier ruido extraño, finalmente llego la mañana, Don Onofre llegaba a
las 7 de la mañana, lo espero y al verlo entrar casi se le va encima.
- ¿Que ocurre Cipriano, te veo muy pálido?
- Patrón, es que bueno, no sé cómo decirle
- ¡¡¡Acaba ya hombre de una vez!!!
- Pues se me apareció el ánima a mí en la madrugada
- ¿No estabas tomado?
- ¡¡No como cree!!! Más sobrio que nunca
- Unos ruidos fuertes me alertaron, así que fui a indagar y ahí
flotando cerca de la escalera la vi, clarito como lo veo a usted, luego se me
acerco, pensé que ahí quedaba, pero no, se alejo y me señalo un lugar abajo de
la escalera, después se desvaneció, entonces yo corrí donde me señalaba y era
bajo el piso, sonaba hueco
- Solo porque ya llevas años acá, sino te corría por
semejante relato, verdad o no, nadie debe saber de esto, me temo que de momento
te pondré de velador nocturno, si las siguientes noches ocurre lo mismo, seguro
hay dinero enterrado
- ¿Pero patrón y si me jala con ella el ánima?
- ¡¡Que barbaridades!! Eso. No te pasara
Siguiendo la orden de Don Onofre, Cipriano, se quedo las
siguientes noches, la escena con el ánima se repitió tres noches más, hasta la
cuarta noche, el ánima con voz lastimera y hueca dijo:
- Aquí están mis restos, dame cristiana sepultura y asi
pueda descansar, excava aquí
-, Si, si animita buena, lo hare, para que descanses, lo
juro por Dios
Al comentarle a Don Onofre, sus ojos se cegaron por la ambición
- Bien Cipriano, esta noche excavaremos solo traeré un
albañil, para sacar los restos de esa anima y quizás sea dinero lo que este ahí,
monedas de plata o de oro
- Don Onofre pero lo importante es hacer la petición del animal
y deba descansar
- ¡¡¡ Cállate!!! ¡¡Y mas te vale no me retes porque te
despido sin nada!!
Así pasaron las horas, hasta caer la noche, Don Onofre llevo
al albañil, Cipriano los llevo al lugar señalado, excavaron profundo hasta dar
con una especie de vasija, Don Onofre la saco, al abrirla vio con desilusión
solo ceniza, huesos de muerto y un cráneo roto.
- ¡¡¡ Me lleva el carajo!! ¡¡ Nada había!! ¡¡ Solo cenizas!!
¡¡ En este instante agarras tus cosas y te me largas Cipriano!!! Dijo
enfurecido Don Onofre
Cipriano triste recogió sus cosas, llevando consigo la
vasija, al salir de madrugada de la fábrica, en un callejón oscuro, se le apareció
el ánima, aterrado se hinco.
- ¡¡¡¡No me hagas nada animita!! ¡¡Ya me quede sin trabajo!!
Pero yo te daré cristiana sepultura
- Cipriano, se que cumplirás tu palabra, en mi vasija hay
monedas de oro, yo viví en la época de la colonia, en vida fui un ser cruel y
despiadado, como castigo enferme de lepra y morí, con esas monedas de oro, tu patrón
solo vio cisco porque no eran para él, yo te las doy a ti que eres un hombre
bueno y limpio de corazón. Dios te bendiga
Llorando Cipriano fue a su casa y le conto a su mujer lo
ocurrido, al dia siguiente, fue a la iglesia y le conto la verdad al párroco,
el cual lo acompaño al camposanto, para darle cristiana sepultura.
Cipriano se fue de ese lugar, su sueño era tener un ranchito
y sembrar verduras, el cual cumplió y contrato gente a la que trataba con
cariño y respeto.
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HECTOR NILA DORANTES
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