sábado, 11 de julio de 2020
El Tunel
Mi abuelita había
enviudado hacia mucho, era la madre de mi papa y cuando él nos
llevaba solíamos pasarla bien porque ella tenía muchos juguetes y
además un gran fondo, pero nosotros nos limitábamos a jugar hasta
lo que sería la mitad de ese fondo, nunca con mis hermanos nos
atrevimos a meternos porque en el lugar lo oscurecía todo una gran
higuera seguida de mucha maleza y un horno de barro al final del
terreno seguido de lo que parecía ser una pieza de adobe que desde
que recuerdo siempre estaba cerrada con candado.
Una sola vez
recuerdo vagamente cuando mi mama le pregunto que había en el fondo,
mi abuela solo contesto “-Que los chicos no vayan para ahí, ahí
vive María”.
¿María? Tal vez se
había equivocado y quiso decir vivía…
Mi papa no recordaba
a nadie con ese nombre, su familia nunca fue acaudalada como para
decir que en una época tuvieron una criada.
Tal vez los años
estaban haciendo mella en la memoria de mi mama. Papa se conformó y
nos dio una supuesta respuesta al misterio y todo concluiría ahí.
Una tarde después
del colegio mi papa me llevo a la casona porque mi abuela se había
caído y necesitaba atención, mientras mi viejo la atendía salí a
jugar un rato a la pelota, ya estaba por oscurecer cuando oí
claramente que desde el fondo alguien caminaba. Primeramente mi
reacción fue de curiosidad, pensé que se trataba de algún animal y
quería verlo.
No pude llegar más
que a estar a medio metro de la higuera cuando escuche la risa de una
niña, no me pregunten si era de mi misma edad o que se yo, la oí y
eso fue todo, sentí una gran necesidad de salir de ahí, menos mal
que tenía mi pelota en mi mano, porque seguramente la dejaba ahí
tirada, solo atine a ir a sentarme al lado de mi papa y quedarme
callado hasta poder retirarnos de ahí. Hasta el día de hoy no sé
porque nunca se lo conté a mi viejo.
Conforme pasaban los
años me di cuenta que cuando sacábamos los juguetes, antes de irnos
mis viejos los guardaban, era algo normal hasta que supe que era por
expreso pedido de mi abuela que no quedasen juguetes en el patio, a
lo mejor le gustaba tenerlo todo ordenado.
Ya un poco más
grande y solo si necesitaba dinero me acercaba a la casa de mi
abuela, ella siempre nos consentía bastante y no le sobraba, pero mi
abuelo le había dejado sus ahorros de toda la vida y la pensión que
cobraba era para los impuestos, el resto podía darse el lujo de
pagarnos lo que quisiéramos.
Una noche, cuando yo
estaba de novio, me acerque a su casa para pedirle algo y así poder
invitar a mi novia al boliche y pasar un rato juntos, no piensen mal,
no era que entraba y le pedía de una, estaba un buen rato hablaba
con ella le hacía compañía y como siempre, se daba cuenta de la
situación no me preguntaba cuanto necesitaba, siempre bajo su
almohada estaba su monedero, sacaba la plata y me la entregaba con el
puño cerrado para que yo no viese el importe y también era como
nuestro juego, yo lo agarraba y ni miraba, lo metía en mi bolsillo y
recién podía ver cuando salía de su casa.
Esa misma noche, me
senté en la cocina y miraba para la sala, donde estaban los
juguetes, luego, casi como acto reflejo me di vuelta para mirar al
patio y su gran fondo. Pude observar claramente una figura con ropa
blanca y de ojos rojos se perdía en la oscuridad. Me había estado
observando.
No voy a negar que
sentí miedo, pero como no era la primera vez que me pasaba algo así
solo me levante y me fui a la pieza de mi abuela para preguntarle qué
pasaba allí.
Comenzó contándome
historias de duendes, ustedes ya saben, que viven en los hornos y sus
jugarretas, nada de mucha importancia, hasta que antes de comentarle
lo que vi en la higuera. Ella solo comenzó su relato con lo que
según las creencias, la planta de higos, se cree que es una planta
del diablo, lugar de juego de los duendes, si alguien quiere pactar
solo debe presentarse ahí a las 12 en punto, a esa altura ya sabía
que algo no andaba bien.
Me conto que
antiguamente, cuando la casa ya estaba casi terminada, mi abuelo
solía tener como una especie de cantina adelante y una noche, el con
varios de sus clientes y amigos se embriagaron hasta casi perder el
conocimiento, en esa época el baño era un pozo ciego en el fondo de
la misma, casi al lado de la higuera, si, debía ser terrorífico ir
al baño de madrugada en aquellos años. Pero en la noche que me
estaba contando resulta que al otro día una persona amaneció muerta
al pie de la higuera, nunca supieron que paso, si fue por el alcohol,
una enfermedad o qué, pero esa persona yacía ahí.
Desde aquella
oportunidad mi abuelo le haría contado que varias veces le pareció
ver a una persona parada al lado de la higuera, vestido de negro y
con los ojos totalmente rojos. Ella prefería hacer sus necesidades
dentro de la casa, conto que le silbaban, desde la oscuridad le
tiraron el cabello y hasta le susurraron su nombre.
Yo estaba a punto de
decirle lo que había visto cuando ella me dijo: “-Ese mismo año
apareció María”
¿Otra vez ese
nombre? ¡Pero quien era!
No me quiso contar
mucho al respecto, tal vez a propósito obviaba situaciones o
personas, lo hacía casi como si desvariara en lo que contaba.
Concretamente la
historia es la siguiente: María se apareció al pie de la higuera,
era muy bonita y mi abuela quien nunca tuvo la dicha de tener una
hija la adopto como suya, además en su infancia nunca tuvo juguetes,
por lo que muy a pesar de ser ya grande, si bien no jugaba con ella
le hablaba como si se tratase de algo normal, no dormía con ella
pero se podía pasear por toda la casa.
Por si no se dieron
cuenta, María era una muñeca, pero algo no cuadraba en lo que me
acababa de contar. ¿Cómo podía una muñeca pasearse por la casa?
La deje descansar,
me di cuenta de que mientras hablaba, a cada rato miraba a la ventana
que casualmente da hacia el patio, como esperando ver a alguien y no
era una mirada de esperanza, más bien le preocupaba.
Ya esta situación
me estaba molestando pero como todo joven lo olvidé pronto. Pasaron
varios años y mi abuelita comenzó a enfermar, mi viejo no tuvo otra
que hacerla internar. Con mis hermanos nos turnábamos para
acompañarla, yo ya me había casado y mi hija acababa de cumplir los
4 años. En sus ratos de lucidez hablábamos de la infancia de mi
viejo, de mi abuelo, al que si bien conocí de muy chico nunca pude
recordarlo.
Todavía recuerdo la
última noche con mi abuela, había mejorado notablemente, estábamos
charlando muy animadamente, nos reíamos de sus anécdotas, era todo
en un ambiente muy tranquilo. Antes de que nos quedemos solos había
estado mi mujer con mi niña, la hicimos sentar en su falda, ella se
sentía muy feliz de tener una nena en sus brazos, lo podía ver en
sus ojos, casi con lágrimas se despidió y ya se acostó, yo comencé
a acomodarme en la silla, no iba a dormirme en seguida, así que
empecé a leer una revista.
No tuve en cuenta
que ella seguía despierta, tenía una mirada como de preocupación,
le pregunte que le pasaba pensando que ya tenía ganas de que le
dieran el alta. Esta vez, ella comenzó el relato.
Primero me pidió
que conserváramos la casa, el recuerdo valía más que cualquier
dinero, después hablo que en sueños vio a su esposo, quien le pedía
que vaya con el (en ese momento me sumí en una gran tristeza, aunque
no lo dije, sabía que se estaba despidiendo) por ultimo me dijo que
María está muy triste, porque ya no era su consentida y que ella no
quería a los chicos, por eso la tuvo que encerrar en el fondo, por
eso nadie llega hasta ahí.
No tuve tiempo de
procesar lo ocurrido, al otro día ella no reacciono, estuvo una
semana y cuando el doctor nos dijo que era cuestión de tiempo, esa
misma noche dejo de luchar.
Días después del
velorio, con mis hermanos nos pusimos de acuerdo para ir a limpiar la
casa, como no podíamos ir todos juntos el mismo día, nos turnábamos
y asignábamos sectores para limpiar.
El último día
estuvimos todos, menos mi viejo, obviamente por el dolor que le
causaba todo lo ocurrido recientemente.
Empezamos
macheteando lo que era maleza íbamos por los bordes para dejar lo
más pesado para el ultimo, cuando vi la piecita se me erizo la piel,
no quise decir nada, solo esperaba a que alguien la quisiera abrir,
porque yo no me animaba y también la curiosidad me mataba.
La puerta no tenía
manija. Solo la rodeaba una cadena con un gran candado del que
seguramente no habría llave, además de que por el paso de los años
estaba muy viejo.
Uno de mis hermanos
se dispuso a abrir la pieza, pero yo tímidamente le dije que lo
dejara así, tal vez las cosas guardadas allí eran tan viejas que ya
ni servirían o a lo mejor sería un nido de ratas o vaya uno a saber
qué.
No se rieron de mí,
pero ellos también sabían que no nos dejaban acercarnos a ese
lugar, mi abuela también se los había dicho (después sabría que
no todo) ya somos grandes como para andar con chiquilinadas dijeron y
con un golpe seco forzaron el candado.
Lo único que pude
hacer fue pararme de frente para ver que había ahí, mis hermanos
comenzaron a sacar todo del interior. Ropa vieja, cajas con muchas
cosas inservibles herramientas, pero una destacaba del resto, era
vieja, llena de tierra pero a diferencia del resto no estaba rota,
solo había acumulado tierra, pareciera que ni las cucarachas la
hubieran tocado. Como cazadores de tesoros mis hermanos empezaron a
abrir las cajas, a buscar algo valioso ahí dentro después de años
de encierro, yo solamente agarre la caja grande pero no podía
abrirla.
Me miraban como si
yo escondiera algo o como si supiera que dentro de esa caja hubiera
lo único valioso de esa pieza.
No sé cómo, no lo
recuerdo, pero nuestras mujeres se acercaron a ver qué pasaba, de la
mano de mi esposa mi hija me abrazo la pierna y señalaba la caja,
ante la insistencia de todos tuve que abrirla. Dentro estaba una
muñeca de porcelana, el tiempo no había pasado para ella, la ropa
presentaba algunas manchas pero lo que era el pelo, la pintura y los
detalles estaban impecables.
Juro que no me
detuve a pensar en la muñeca, mi hija solo la señalaba y me la
pedía, por supuesto nadie se opuso a que ella la tuviera, pero no
podía dársela así nomas, había que lavar la ropita, limpiar la
muñeca y recién entregársela.
Mi esposa hizo el
trabajo, la llevamos a mi casa, no pasó nada, la alegría de mi hija
era inmensa. Pasaron meses hasta que me percaté de que las llaves de
mi auto no estaban donde las dejaba usualmente, mis cosas
desaparecían y volvían a aparecer rato más tarde pero en otro
lugar. Soy una persona muy meticulosa con sus cosas, por lo que estos
detalles no los pasaba por alto, un día medio cansado le reclame a
mi mujer lo sucedido, ante su negativa so lo quedaba retar a mi hija,
ella por supuesto se negó en todo momento.
En una oportunidad,
me había quedado con unos compañeros a tomar unas cervezas después
de un partido, no, no estaba pasado de copas, usualmente no soy de
tomar hasta emborracharme, llegue a mi casa y al entrar oí risas que
venían de la pieza de mi nena, abrí la puerta pero no pasaba nada,
ella estaba profundamente dormida.
En otra oportunidad
deje mis llaves donde siempre, no pasaron ni 10 minutos que tuve que
salir de urgencia a mi trabajo, las llaves ya no estaban en su lugar,
las busque por todos lados, ya me estaba desesperando al mismo tiempo
que comenzaba a enojarme. Me dirigí hacia donde estaba jugando mi
hija, ella estaba jugando a la cocinita ensimismada en su mundo, solo
pude ver mis llaves al lado de la muñeca de porcelana. No pensé en
nada más, solo en ir rápido a donde me necesitaban.
Habían noches en
las que podía escuchar como si alguien caminara como recorriendo mi
casa.
La cosa se puso peor
cuando vi como mi hijita tenía una marca en la pierna como si
alguien o algo la hubiera arañado, primero pensé que había pasado
en el colegio pero no, hable con mi señora y estaba tan sorprendida
como yo, no me quedo otra que hablar con ella, mientras la
interrogaba note como se ponía nerviosa, pensé en 10.000 cosas y me
asustaba pensar en lo que estaba pasando, con lo que uno ve en las
noticias realmente pasaron muchas cosas por mi cabeza.
Mi hija eludía las
preguntas, me ponía cada vez peor hasta que dijo algo en voz baja
que me dejo helado… “- No quiero que la Mari me escuche”.
¿Mari? ¿Quién es
Mari? Solo miro para el rincón donde estaba la muñeca, en ese
momento recordé todo. Mi abuela, sus historias, porque no debíamos
abrir la pieza de adobe y por sobre todas las cosas, Mari… María…
No iba a quitarle la
muñeca a mi hija, solo espere a que ella se durmiera para poder
sacarla y así evitaría que ella llorara o lo que sea que pase, la
metí en una bolsa de tela y la ate, acto seguido la deje en el baúl
de mi auto, al otro día la llevaría a donde tenía que quedarse.
Apenas Salí de mi
trabajo llame a mi esposa y le dije que tardaría unos 20 minutos por
otras cosas que tenía que hacer, fui a la feria y compre un candado
y me fui a la casa de mi abuela, afortunadamente tengo un duplicado
de la puerta, por lo que entrar no era problema. Al bajar de mi auto
abrí el capó, juro haber atado la bolsa. Pero sin embargo ahí
estaba la muñeca sentada, fuera de la bolsa ya hasta me daba miedo
tocarla. Sentí mucho más miedo al entrar a la casa, sentía una
presencia, me asusta decir que probablemente era mi abuela, trate de
no mirar a ningún lado, podía percibir que me estaban mirando, lo
más rápido que pude agarre a esa cosa, la volví a meter en la
bolsa ajuste el nudo con todas mis fuerzas y la tire dentro de la
pieza.
Me temblaban las
manos, escuchaba ruidos, pensaba que se estaba desatando, que algo me
estaba asechando el corazón me latía casi como queriendo salirse de
mi pecho, no sé cómo, pero logre pasar la cadena de lado a lado y
cerré todo con el candado, como un acto reflejo tire las llaves del
candado para que nadie pudiera abrirlo, tenía las manos sucias de
tanta tierra pegada producto de mi intenso sudor, apenas le di la
espalda al lugar supe que no debía mirar hacia atrás, tenía que
salir lo más rápido posible, recuerdo que pensaba en salir
corriendo pero del miedo solo caminaba, juro por Dios que podía
sentir a alguien o algo que estaba a punto de agarrarme. Me sentí
aliviado de llegar a la calle, cerré la puerta y jure nunca volver
solo a la casa. En ese momento no sabía que me estaba equivocando…
Esa noche no dormí
nada bien, tuve pesadillas, todas relacionadas con María (si, era
una muñeca pero a estas alturas ya no sabía cómo llamarla) podía
escuchar pasos en mi casa, primero pensé que era producto de mi
sueño o la terrible vivencia me hacía retumbar todo en mi cabeza,
no estaba tranquilo, no hacia otra cosa más que pensar.
Me levante al baño,
quería pegarme una ducha, tal vez así conciliaría el sueño,
podría descansar, en el momento que me disponía a quitarme la ropa
escuche que alguien caminaba y se reía. Salí con mucho miedo y
comencé a recorrer mi casa, no alce la voz porque dentro mío ya
asumía lo que pasaba. Camine por todos lados y no encontré nada,
por un instante me tranquilice, ya no pensaba en bañarme, volví a
apagar la luz del baño y pude ver con claridad como del agua en el
piso salían huellas como de pisada de un niño.
Corrí hasta la
pieza de mi hija y ella está dormida, le toque los pies para
asegurarme que no fuera ella y no había forma de que fuera ella,
después de unos segundos me percaté de que las huellas eran más
pequeñas de las que podría hacer mi hija. En ese momento se oyó
como caía un juego de llaves, en el piso de la cocina estaban las
llaves de mi vehículo pero en el llavero había dos llaves más que
yo nunca tuve. Todavía recuerdo el escalofrío que me recorrió todo
el cuerpo al ver que esas llaves eran del candado donde había
encerrado a la muñeca.
Tenía mucho miedo,
pero no podía permitir que la situación siguiera. Agarre un rosario
bendecido que mi señora tiene y agua bendita que le había dado mi
suegra, con todo y eso no me sentía protegido, me sentía como si
tuviese 10 años. Me arme de valor y volví a la casa de mi abuela,
sabia a lo que me enfrentaba, pero como dije antes, no podía dejar
que esto siga. Entre rezando, prendí todas las luces, para ir al
fondo lleve una de mis linternas más potentes, recuerdo haber estado
más de 5 minutos intentando meter la llave en el candado, recuerdo
oír pasos a mi alrededor. Cuando por fin pude abrir la puerta, ahí
estaba, nuevamente fuera de la bolsa, mientras la insultaba comencé
a cavar un pozo ahí nomás, rezaba, la miraba y la insultaba.
Una vez logrado el
objetivo me dispuse a rezarle como si de un entierro se tratase, esta
vez, la bolsa la dejaría abajo como una especie de colchón y con
mucho cuidado la puse en el pozo, seguía rezando y no le sacaba la
vista de encima, para terminar con todo de una maldita vez le tire un
poco de agua bendita mientras le rezaba, en ese preciso momento se
escuchó claramente como si la porcelana se rajara, no me atreví a
alzarla para ver donde se había roto. Segundos antes de comenzar a
enterrarla pude ver como de entre su ropa salían muchas hormigas
negras, me impresiono ver eso, pero interiormente sabía que todo
había terminado.
Volví a mi casa y
me dormí ya del cansancio, pasaron los días y ya no pasaba nada en
especial, con el tiempo me auto convencí de que nada había pasado
hasta hace unos días, en el que fui a visitar la tumba de mi abuela.
Mientras le dejaba
flores y limpiaba el lugar llego justo una vecina, me saludo con
mucho afecto, charlamos de lo amigas que eran y de lo mucho que se
hacía extrañar.
No recuerdo como
salió el tema de conversación, pero yo escucho tu programa todos
los viernes y esta señora casualmente también, en el momento que
hablábamos del programa, justo un momento antes de despedirme esta
señora me dijo que le pase misa a mi abuela, porque en estos últimos
días ella escucha como que una mujer llora, el sonido proviene de la
casa de mi abuela, algunas veces el llanto es más fuerte en la
madrugada y proviene del fondo...
La Perra Que Pario Una Niña
Allá en el pueblo,
un apuesto joven y una muchacha encantadora del lugar se enamoraron
locamente, y luego con el tiempo, se casaron.
Tras el matrimonio
iniciaron los problemas, pues la esposa no cedió desde el primer
momento a las exigencias amorosas que en la vida íntima le hacía su
esposo, movida quizás por la falta de orientación de sus padres en
lo concerniente a las relaciones sexuales.
La vida se fue
agudizando en aquel matrimonio porque la muchacha no cedía en ningún
momento, a pesar de las caricias y ternura que le prodigaba el esposo
anhelante y desesperado.
Transcurría el
tiempo y él, valiéndose de las mañas masculinas, fracasaba en sus
intentos.
La invitaba al lugar
donde trabajaba, pero aún fuera de la casa siempre se negaba a las
insinuaciones amorosas de su marido.
El muchacho tenía
una perra, que fiel con su amo lo acompañaba por todas partes, en
las mañanas, las tardes y las noches.
Un día, impulsado
por la necesidad biológica, enmmmmmmmmmmmmmsesperado,tuvo relaciones
sexuales con la perra.
Transcurrió el
tiempo y el mozo siguió practicando las relaciones contranaturales.
Pasaron los meses, y
a pesar de la anormalidad de los sucesos y de la intranquilidad
hogareña, los jóvenes esposos seguían amándose a su manera.
Una tarde, mientras
la pareja paseaba por el campo, la madre del muchacho, que estaba
ocupada en la cocina, escuchó con sorpresa que debajo de la cama de
los jóvenes esposos lloraba un niño.
El estupor llenó el
corazón de la noble anciana cuando vio que la perra envolvía con una
de sus patas a una recién nacida, lamiéndola y arrullándola
mimosamente.
La buena señora,
después del gran susto, cubrió la niña con una sábana blanca y la
depositó en la cama que se encontraba vacía.
Cuando llegó la
pareja, sin salir aún de su sorpresa, la anciana les contó lo
ocurrido.
¡Casi me muero
cuando vi que la perra había parido esa niña!
¡Nopuedo explicarme
ese fenómeno! El muchacho, agobiado por el peso de las
circunstancias, bajó la cabeza avergonzado.
Sin decir nada
encaminó sus pasos hacia la iglesia del pueblo para confesar su
culpa.
El sacerdote, al
escuchar la extraña confesión, manifestó: “Hijo mío, grande es
tu pecado”, Vea tu casa y trae a tu esposa, que tengo algo que
decirle.
Al comparecer la
muchacha ante el sacerdote, éste la contempló detenidamente con el
rostro severamente contraído, y dijo: “Mujer, tú tienes que
cargar con parte de esta terrible culpa, porque esto ha sucedido al
no complacer los deseos legítimos de tu esposo”.
Esto es un castigo
divino…, ahí está esa criatura…
¡llévatela!
Es tuya y tienes que
quererla y cuidarla como si fuera el fruto de tus entrañas.
Pasaron los años,
los verdes parajes seguían mostrando la opulencia natural y las
campiñas se revestían de singular policromía.
Nada parecía
recordar el extraño suceso que llenó de consternación a los
personajes de nuestra historia.
La niña se
convirtió en una hermosa mujer, con la belleza sumisa y agreste de
la hembra del campo.
Muchos hombres la
enamoraban insistentemente, pero ella ya tenía novio, al que amaba
profundamente y con el que pronto se casaría.
Cierto día un joven
campesino se encaminaba hacia la casa de su novia para visitarla.
Una vecina dada al
chisme y acostumbrada a meterse en lo que no le importaba, lo llamó:
Hijo, ven acá.¿Qué desea, doña?.
Sólo quiero
preguntarte una cosa.!!
Pregunte pues. ¿Es
cierto que te vas a casar con aquella muchacha bonita que vive en la
otra casa?
Sí, es cierto.
Pues te aconsejo que
no lo hagas.
¿Por qué?
La mujer tardó
intencionalmente en proporcionar la respuesta al apuesto joven, y
luego destiló el veneno:
¡Porque esa
muchacha es HIJA DE UNA PERRA!
El joven, preso de
furor, empujo fuertemente a la vieja, disponiéndose a castigar a
quien ofendía en forma tan grosera a su prometida.
Pero la perversa
mujer, sin perder la calma, gritó:
¡Suéltame
ignorante! Si no crees lo que te digo, te lo voy a demostrar.
El mozo, trastornado
y sin poder ordenar sus ideas, se sumió en un largo silencio.
La vieja lo
observaba con calma, saboreandose de antemano los acontecimientos que
llegarían.
El campesino pidió
a la vieja que le demostrara lo que aseguraba con sus palabras.
Nada más fácil.
Espera a que llegue
la noche y espía por la cerradura del cuarto de tu amada, y vaya que
te convencerás!
Así lo hizo, se
asomó por la cerradura observando atentamente los movimientos de la
muchacha que se preparaba para acostarse; la belleza imponente de la
virgen se expuso a la vista penetrante del muchacho, al caer del
cuerpo femenino las ropas que cubrían sucuerpo de diosa.
Poco después, y
ante el asombro del hombre, ella dio varias vueltas antes de
acostarse plácidamente en el fresco petate de su cama.
No había duda, su
novia tenía la misma costumbre de los perros, de dar vueltas antes
de acostarse.
Las lágrimas lo
traicionaron y abandonó el lugar precipitadamente.
Así pasaron los
días y ella, llena de inquietud, notaba la ausencia de su prometido.
Extrañada por
aquella conducta, decidió escribirle exigiéndole una explicación
por haber suspendido sus visitas intempestivamente.
La respuesta no se
hizo esperar.
Creí estar
enamorado, pero mi amor no llega al grado de casarmecon un ser
irracional, ya que me di cuenta por mis propios ojos de que tú eres
una perra.
El golpe emocional
fue tremendo, la agarró por sorpresa y desde aquella fecha su vida
fue de sufrimiento.
El mal de la
tristeza, el llanto y el profundo dolor de un frustrado amor
produjeron en la bella joven una prolongada enfermedad que culminó
en la agonía, y con ella una muerte lenta.
Antes de morir, la
buena muchacha, que sólo irradió bondad durante su vida, viendo la
proximidad de la muerte, dijo a sus afligidos padres:
Concédanme un
deseo, mi último deseo.
Quiero que lleven mi
cadáver a la iglesia para que allí me velen; quiero que la vecina
de enfrente sea la única persona que acompañe mi cuerpo, las
puertas deben estar cerradas.
Eso es todo.
Y diciendo esas
palabras, murió.
En las primeras
horas de la noche la trasladaron a la pequeña iglesia del pueblo, y
su acongojado padre se dirigió a la casa de su vecina,
convenciéndola para que acompañara el cadáver de su hija; pero la
vieja sólo se dejó convencer cuando le ofrecieron una fuerte suma
de dinero para que desempeñara tan misterioso acto.
La malvada mujer
sintió que el temor la asaltaba, pero el interés por el dinero la
obligó a dirigirse a la iglesia.
Cuando quedó junto
al cadáver, las puertas de la iglesia se cerraron a su espalda
produciendo un sonido seco, lejano, como si viniera de otro mundo.
Pasaron las horas,
el silencio apenas era interrumpido por el silbido del viento que
penetraba en el recinto sagrado moviendo suavemente las pequeñas
llamas que coronaban siniestramente las candelas rodeando el ataúd.
Doce campanadas se
dejaron escuchar, haciendo vibrar la iglesia; eran las doce de la
noche.
Poco después, la
puerta principal de la pequeña iglesia se abrió, dando paso a una
monja que sin detenerse se dirigió al féretro, se arrodilló ante
la muerta y luego se dirigió a la sacristía.
Pocos minutos
después apareció un sacerdote que hizo una reverencia ante el
ataúd, desapareciendo en igual forma que la monja.
Nuevamente se
escucharon unos pasos firmes, y por la puerta principal apareció un
obispo, llegó hasta donde estaba el cuerpo inerte e hizo lo mismo
que la monja y el sacerdote, desapareciendo detrás de la sacristía.
Fue entonces cuando
el ataúd empezó a moverse y se alzó un brazo de la muerta, luego
el otro, hasta que la mujer se incorporó lentamente dirigiéndosea
la vieja que le causara tanto mal, hablándole con voz lejana,
impersonal y fría.
Mala mujer, ¿viste
pasar ante mí a una monja, un padre y un obispo?
El cuerpo de la
interrogada se convulsionaba, el color escapaba de su rostro mientras
sus ojos reflejaban un terror indescriptible.
Sí… sí… lo…
los vi pe… pero…
Esos eran los hijos
que Dios me había destinado en el matrimonio que con tu maldad
impediste.
Ahora que estoy
muerta por tu culpa, los he perdido.
Diciendo esto, se
abalanzó sobre la vieja y, abriéndole la boca, le arrancó la
lengua.
Después volvió al
ataúd, quedando nuevamente sin vida.
Llegó la luz del
nuevo día.
Cuando abrieron la
iglesia, el pánico fue general entre dolientes y curiosos cuando
comprobaron que en vez de una muerta, había dos.
Al aproximarse,
observaron con estupor que la joven difunta sostenía en su mano la
lengua de la vieja.
¿Qué es esto, Dios
mío?
No podemos quitarle
la lengua de la mano para meter el brazo dentro del ataúd.
Pues tenemos que
llevarla así al cementerio.
Así fue.
El cortejo fúnebre
salió de la pequeña iglesia hacia el cementerio llevando a la joven
mujer que murió de tristeza con un brazo de fuera, exhibiendo la
lengua como un ejemplo para la humanidad, y especialmente para las
personas que acostumbran meterse en donde no les importa.
Pero lo más extraño
del caso fue que al llegar al camposanto, la mano soltó la lengua y
el brazo bajó lentamente, hasta quedar dentro del ataúd.
En Las Penumbras de La Noche.
Todo era tan normal
como siempre y Andrés, el profesor de literatura de la primaria,
había encargado a los niños de tercer grado unos poemas para la
próxima clase, poemas de todo tipo, y tal vez este fue su gran error
desde un principio ya que hay todo tipo de poemas en este mundo.
El día lunes
comenzó aburridamente, como todo inicio de semana, la diversión
comenzó hasta el recreo, tiempo esperado por todos los niños pues
es donde tienen tiempo para comer, para reír y jugar con compañeros
y amigos. Ricardo, Ana y Esteban jugaban a las escondidas y
observaron que Iván, su otro amigo estaba muy extrañado por algo
que tenía en la mochila fijando unos ojos muy grandes como
escondiendo algo, a lo que Ricardo le preguntó:-Iván ¿Qué
tienes?, ¿Quieres jugar con nosotros?-, e Iván le respondió:-
¡¡Olvidé mi poema!! Tal vez se me cayó.
¿Quieres que te
ayudemos a buscarlo?-, preguntando Ana. -No, mejor no, yo lo buscaré,
ustedes jueguen, debe estar por aquí.
Así, se acabo la
hora del recreo y tenían que volver al salón de clase, Ricardo, Ana
y Esteban entraron y observaron que a lo lejos se encontraba su amigo
caminando muy feliz, a lo que Estaban le preguntó:-¿Encontraste tu
poema?-. -No, pero he encontrado otro tirado en el jardín de atrás-
respondió Iván, -¡¡Excelente noticia!!- dijo Ana, -De prisa Iván
o te quedarás afuera del salón-; -¡¡Ya voy!!-, dijo Iván
caminando un poco más rápido.
Al entrar todos los
compañeros de la clase el profesor les pidió a los alumnos que
juntaran sus poemas por equipos de 5 y elegirían cual poema lo
dirían en voz alta. Iván un poco extrañado preguntó a sus
compañeros si entendían lo que quería decir ese poema tan raro que
encontró tirado en el jardín, algunos de ellos se reían, otros se
asustaban, a lo que el profesor Andrés les dijo:-Muy bien, terminó
el tiempo de organizarse el equipo 1 pase al frente y digan en voz
alta el poema que eligieron, y así lo hicieron equipos por equipos,
el equipo de Iván escogió su poema por la extrañeza que tenía
desde el título, pues no era muy común, todos los poemas de sus
demás compañeros tenían nombres hermosos pero el de Iván era
raro, el poema se titulaba: “En las penumbras de la noche”
Había llegado el
momento de decir en voz alta el poema del equipo 5 en este se
encontraba Iván, pero no estaban seguros de dejar ese poema o
cambiarlo por otro, al final decidieron dejarlo y comenzaron a
recitarlo, lo que todos escucharían en esos pocos minutos los
dejaría petrificados y sin habla:
“En las penumbras
de la noche”
En las penumbras de
la noche nos escondemos,
Tú no nos verás,
pero nosotros si te vemos,
En la oscuridad nos
encanta vivir, pero también en el día podemos existir,
Nos encanta cuando
sientes miedo en la noche,
Ir solo al baño, o
conducir solo en el coche,
-Esperen un momento
muchachos ¿Qué clase de poema es ese?- preguntó el profesor
-Es que así va el
poema profesor- le respondieron los niños
-Vaya, de acuerdo
sigan trataré de no interrumpirlos de nuevo-
Y los niños
continuaron:
Cuando te escondes
en las sábanas, nosotros no escondemos contigo,
Y si intentas
ocultarte de nosotros, las pesadillas que sueñes serán tu castigo,
Nos encanta tu miedo
cuando se va la luz, cuando estas solo en casa,
Pero sobre todo
cuando jalamos tus pies acostado en tu cama,
Y tú solo intentas
relajarte imaginando que alguien te abraza,
No te esmeres en
orar, persignarte o predicar,
No funciona, nos
hace reír solo verte fracasar,
Tu ángel no te
cuida, nadie te mirará si no quieres,
Solo finge que no te
vimos,
Nuestro mejor truco
es que creas que no existimos,
¡¡¡Muchachos!!!-
dijo el profesor molesto -¿No se dan cuenta que asustan a sus
compañeros?, -lo sentimos- ,dijeron los niños, – pero así dice
el poema, – de acuerdo dejare que terminen el poema ahora sí pero
por favor no estén diciendo mentiras, -no profesor- dijeron los
niños, así pues continuaron con el poema:
Poco es el miedo por
bichos o una araña,
Al miedo que
causamos quedarás paralizado,
Créenos tu mente
siempre te engaña,
Tal vez eres
valiente o muy cobarde, pero no estarás a salvo,
Nuca esperes a que
los demás escuchen algo,
Pero no estarás
solo, no te estoy mintiendo,
Tan seguro es esto
que ahora mismo te están viendo,
Tal vez estés
nervioso, aburrido o asustado
Pero no lo evitaras,
ahora ya están a tu lado
No te detengas ahora
no importa que estés asustado,
Nosotros no nos
detendremos, más vale estés interesado,
Si el perro ladra no
lo calles, le grites o golpees,
Te estará
advirtiendo algo, yo sé que no me crees,
Si te encuentras
trabajando, en la escuela o en el coche,
Cuando oscurezca ten
cuidado,
Yo te cuidaré en
las penumbras de la noche.
El silencio en todo
el salón de clase era increíble, los niños no sabían que decir,
no se escuchaba ni una sola risa ni un solo susurro y fue en ese
momento cuando el profesor le preguntó a Iván lo siguiente: -Iván,
¿Me podrías decir de quién es ese poema?-, a lo que Iván le dijo
que no lo sabía pues el poema no tenía autor; el profesor entonces
se molestó mucho porque creyó que era una broma de Iván hacia
todos sus compañeros, le quitó el horroroso poema y lo castigó por
el resto de la clase y le dijo que cuando sus padres vinieran por él,
quería que hablaran con el profesor a cerca de lo sucedido.
Y así pasó cuando
Pedro y Sonia llegaron por Iván hablaron con el profesor Andrés a
cerca de lo sucedido y aunque quiso explicar las cosas no pudo evitar
los regaños de sus padres, ni mucho menos el castigo.
Acabado el día
lunes 4 de Mayo de 2008 el profesor llegó a su casa con un fuerte
dolor de cabeza, mientras en la casa de los compañeros de Iván,
también padecían fuertes dolores de cabeza, todos excepto Iván,
pero ¿A qué se debió semejante cosa?, no lo sabrían hasta el
viernes 8 de Mayo de 2008 cuando las cosas estuvieran peores.
En la madrugada del
día martes Andrés se levanto con muchas nauseas, revisó el reloj,
eran las 3:30 am pero aun permanecía despierto, somnoliento, mareado
y con aquellos dolores que no cesaban tuvo que ir al doctor de
emergencia…
Los dolores
empeoraron y Andrés comenzó a convulsionar, los doctores estaban
horrorizados por ver que aquel vomito que emanaba de la boca de
Andrés no era más que lodo, un lodo negro, como si fuera aceite
podrido y en el nadaban asquerosos bichos como lombrices y
cucarachas; además sus ojos se extraviaban hacia arriba como si
entrara de pronto en una especie de hipnosis y comenzó a hacer
chirridos con su voz, sonidos como el ruido que hacen las ratas al
chillar. Los doctores no podían creer lo que estaban viendo, muchos
salieron corriendo de la habitación donde se encontraba aquel
profesor que nunca imaginó que un poema podría ser la evidencia de
algo más macabro que estaba por manifestarse en su cuerpo en pocos
días y que no solo provocaría cambios físicamente, sino también
espiritualmente, Andrés no sería el único que padecería estos
síntomas, también sus alumnos, todo aquel que haya escuchado
aquella invocación infernal estaría perdido, pues de en las
penumbras de la noche algo abrió paso a este mundo y era seguro que
no regresaría a la oscuridad jamás.
A la mañana
siguiente cuando Iván llegó a la escuela se encontró con una
asombrosa noticia, ningún miembro de su salón de clase había
llegado ese día, ni siquiera el profesor Andrés, ¿a qué se
debía?, bueno pues, por así decirlo, estaban enfermos pero, ¿de
qué? No lo sabían, ¿ qué cosa escondía el famoso poema?, ¿Por
qué precisamente fue Iván el que se encontró el dicho poema y no
otra persona? Esas fueron preguntas que se hizo así mismo.
Cuando Iván llegó
a su casa, la familia de Ana, la compañera de Iván, llamó por
teléfono para decir que Ana estaba muy enferma y querían saber si
Iván había ido a la escuela para que le dijera que habían dejado
de tarea. A lo que Pedro afirmó, pero les mencionó que nadie de su
salón de clase había ido.
Los padres de Iván
llevaron a ver a Ana que se encontraba en su casa descansando, al
llegar Mónica y Ángel, los padres de Ana le dieron la bienvenida a
su casa como si fuera la primera vez, – Buenos días Iván, nos da
gusto que vengas a visitar a Ana, ella enfermó de pronto pero no
sabemos que le pasó, ¿Tú sabes si comió algo que le haya hecho
daño, o alguien de tus compañeros la contagió de alguna
enfermedad?-.
– No, nadie estaba
enfermo hasta ayer, pero cuando llegué hoy a la escuela nadie de mi
salón llegó a clase, por lo que la directora me dijo que me
retirara, mis padres me llevaron al doctor antes de venir aquí pero
no encontraron nada raro, por lo que yo no les contagié de ninguna
enfermedad- Mónica y Ángel no sabían qué decir por lo que
solamente le dijeron donde estaba su hija para que Iván la visitara,
mientras él iba al cuarto de Ana los padres de Iván platicaban con
los de Ana de cosas relacionadas al extraño misterio que ocurrió.
Al entrar Iván en
su habitación observó que Ana estaba muy pálida y sus ojos estaban
medio abiertos, sus manos un poco arrugadas y cuando respiraba
parecían los ronroneos de un gato.
Iván le preguntaba
que porque había enfermado, pero ella le dijo que no sabía, pero
que tal vez se debió a su poema, aquel que había encontrado tirado
en el jardín de la escuela, Ana le dijo que había escuchado que
todos los niños del salón habían enfermado, menos él, a lo que
Iván se asustó y le dijo a Ana que haría todo lo posible por que
mejorara, pues Ana era la niña que había robado su atención desde
el primer grado de primaria. Dicho esto Iván se despidió de Ana
dándole un beso en la frente, salió de su recámara y se despidió
de sus padres.
En camino a casa en
auto, los padres de Iván le preguntaban cosas a cerca de porqué
habían enfermado los demás excepto el, dando mal a entender de que
él había provocado que los demás enfermaran, el niño les decía
una y otra vez lo que sabía pues no se explica porque pasó lo que
pasó, fue entonces cuando Iván le dijo a sus padres que había
encontrado un poema tirado en el jardín de la escuela y que lo
leyeron y que después de haberlo leído todos se quedaron sin habla
incluso el profesor, los padres de Iván no le creyeron. Fue una
lástima para Iván, pues aquellos, aquellos que en las penumbras de
la noche habitaban comenzarían a manifestarse con el paso de los
días.
Hasta la fecha
ninguno de sus compañeros había mejorado, más bien empeoraron, y
en las noticias de las diez de la noche se mencionaba que un hombre
llamado Andrés Rivas había fallecido de un ataque al corazón, y
que cinco niños que iban en el salón de Iván también murieron de
la misma manera. Los padres de Iván al darse cuenta de esto llamaron
a su hijo a la sala de su casa y le preguntaban qué era lo que había
encontrado ese día, Iván subiendo los hombros no dijo ni una sola
palabra, solo agachaba la mirada, Pedro le volvió a preguntar, Iván
le dijo que ese poema lo había hallado tirado en el jardín, Sonia
le sugirió a Pedro que investigaran con alguien lo que ese tal poema
decía, pero Iván no estaba muy convencido de tal cosa, pues el
poema se lo había quedado su profesor y este ya había muerto.
En ese momento una
llamada por teléfono interrumpió la plática de Iván y sus padres
diciendo que Ana su compañera de clase había enfermado aún más y
que estaba hospitalizada en urgencias. Iván y sus padres se
apresuraron al hospital, mientras Pedro, su padre llamaba a la
policía por si habían encontrado ese tal poema que su hijo llevó
ese día a la escuela, ya que Pedro tenía un hermano llamado Héctor
que era policía o algo así pero se encargaba de investigar cosas
que ayudaran a la policía a encontrar evidencias de algo para
arrestar criminales o cosas así.
Los policías
entraron a la casa del profesor Andrés y encontraron una hoja tirada
en el suelo con varias manchas de sangre que decía un raro título:
“En las penumbras de la noche”, Pedro les dijo que no lo leyeran
por lo que más quisieran, pero uno que otro policía estúpido lo
leyó creyendo que se trataba de una broma. La llamada se había
cortado, una fuerte estática bloqueo la llamada, cortándola en un
instante, por lo que las respuestas que buscaban tuvieron que
esperar, ya que aquellos policías idiotas murieron dos horas después
de haber encontrado semejante hallazgo.
Al llegar al
hospital Mónica y Ángel los estaban esperando, pero ya fue tarde
cuando llegaron, Ana había muerto.
Iván lloraba
desconsolado pues no pudo hacer nada para evitar que su amiga que
veía con ojos del primer amor infantil ya no estaba entre ellos. Se
realizó el funeral, y los padres de Iván los acompañaron junto con
su hijo, pero aún el misterio de ese poema no se había descubierto
y los compañeros de Iván seguían muriendo uno por uno en una
espantosa agonía.
Entonces fue cuando
la pesadilla se agrandó a un grado de ser insoportable.
Miércoles 6 de Mayo
de 2008
Esa noche como a las
tres de la madrugada Iván escuchó unos ruidos raros en su ventana
las ramas del árbol rascaban el vidrio como si tuvieran vida propia
y lo hicieran para intimidar a Iván, de pronto las sábanas de aquel
niño asustado comenzaron a deslizarse hacia abajo como si estuviesen
siendo tiradas por alguien debajo de la cama, Iván se asustó tanto,
preguntando quien era, pero de respuesta solo recibió un extraño
silencio, Iván trató de dormir nuevamente.
Cuando Iván ya se
estaba quedando dormido escuchó un fuerte: ¡¡¡¡Iván!!!!! ÉL se
levantó con un gran salto, miró hacia toda su habitación, pero no
había nadie, un viento tenebroso soplaba sin cesar, los arboles se
movían al ritmo del viento como si estuviesen bailando esa danza
macabra, Iván caminó despacio a la puerta, la abrió suavemente y
se dirigió a la recámara de sus padres, y ahí estaban
profundamente dormidos pero escuchaba ruidos debajo de la cama, a lo
que él sin hacer ruido para no despertar a sus padres. Iván se
agacho lentamente y mientras lo hacía un escalofrío recorrió la
planta de sus pies, subiendo hasta sus rodillas y terminando en sus
hombros, al mirar bajo la cama, no observó nada extraño, de pronto
sintió que alguien estaba a su espalda, el cerró los ojos
apretándolos haciéndose creer que era solo su imaginación y fue en
ese momento cuando recordó las palabras que mencionaba el poema
responsable de la muerte de muchas personas. Iván se abrazó a sí
mismo, pues el frío que sentía era demasiado, en ese momento,
escuchó que la cama rechinaba, a lo que él se retiro lentamente
para que sus padres no supieran que se encontraba ahí, fue en ese
momento cuando sintió los pies helados de alguien, era una presencia
un poco borrosa pero aterradora de una niña con los ojos
profundamente negros y una mueca espantosa, en ese momento Iván se
dio cuenta de que se trataba de su amiga Ana.
Se asustó tanto
pero hizo lo posible por no gritar, se levantó y corrió a su
recámara para hacer lo típico que hace un niño asustado y pocas
veces también la gente adulta, ocultarse en las sábanas.
Así lo hizo y
mientras se quedaba allí escuchaba los pasos de una persona
acercándose lentamente hacia su habitación, Iván se moría del
miedo y por un momento sintió que mojaría la cama.
Poco después Iván
fue descubriéndose la cara lentamente para ver que había pasado,
pues ya no se escuchaban aquellos pasos. Convencido, se levantó
lentamente de la cama y cuando estaba por dar el primer paso la
puerta de su habitación se cerró lentamente haciendo un ruido
horrendo, nuevamente el nerviosismo se hizo presente, pero esta vez
algo le impidió ocultarse en las sábanas, una mano despellejada
salió debajo de la cama tomando su pie izquierdo, Iván se empujaba
hacia atrás intentando de alguna manera soltarse de aquello que lo
sostenía. De alguna manera logró soltarse y en ese momento una cara
salió de entre las sabanas con una mueca espantosa avisándole:-¡¡No
debiste quedarte dormido!!-. Iván se asustó tanto que no pudo
evitar gritar del horror.
En ese momento los
padres de Iván entraron a su habitación y encontraron a su hijo con
los ojos cerrados retorciéndose y gritando de miedo, al parecer Iván
estaba teniendo una pesadilla.
Cuando lograron
despertarlo aquel chiquillo lloraba sin parar y pedía ayuda a sus
padres, pues aquella cosa que vió se veía tan real que por un
momento eso lo creyó. Pedro y Sonia tomaron al niño y subieron al
auto, en camino al hospital, una llamada por celular le informó a
Pedro que su hermano estaba muerto, lo habían encontrado en un poste
a las afueras de la casa del profesor de Iván, la forma en que lo
encontraron fue horrible.
Pedro bajó el
teléfono lentamente, y Sonia le preguntó: -¿Qué pasó? Y Pedro le
respondió con voz temblorosa: -Mi hermano, mi… mi…
hermano…es…está… muerto-.
Iván sostuvo la
mano de su padre mientras la oscura noche gobernaba las calles y una
niebla espesa las cubría con un silencio. No se escuchaba ni un solo
perro ladrar ni el chirrido de los grillos ni un solo sonido del
viento, solamente oscuridad.
Confundido y
adolorido por la noticia Iván y sus padres doblaron la esquina hacia
una iglesia que se encontraba frente a una librería para saber si
ellos podían darles información a cerca de dicho poema.
Al llegar, Pedro
bajó del auto y se dirigió a la puerta de la iglesia, Iván estaba
muy nervioso y Sonia trataba de calmarlo.
-Disculpe padre que
lo moleste a estas horas de la noche pero hay algo que tiene que
saber- dijo Pedro
-¿De qué se
trata?- pregunto el padre Martin, -De algo sobrenatural que ha estado
pasando estos últimos días- le respondió Pedro.
-Será mejor que
entren a la iglesia y de esa manera me cuentas con más calma lo que
está pasando- le recomendó el padre Martín.
Así pues entraron a
la iglesia y fue en ese momento cuando Pedro le comentó todo lo que
había ocurrido desde aquel lunes 4 de Mayo, desde que su hijo Iván
encontró un poema que al parecer era el responsable de los eventos
paranormales, el padre un poco curioso pregunto de que poema se
trataba, Iván le dijo que el nombre de tal era “en las penumbras
de la noche”, el padre Martín se paralizó y sus manos temblaban,
Sonia le preguntó que ocurría con ese dicho poema y el padre Martín
pregunto si este estaba en las manos de Iván pero él le dijo que
no, que su profesor se lo había quedado, el padre Martin les dijo
que tenían que encontrarlo y dejarlo en el sitio donde lo habían
visto por primera vez, pues ese no era solo un poema, era la
invocación al ejercito de un poderoso demonio llamado “Legión”,
las escrituras dichas en esta invocación se narraban en forma de
poema porque simulaba una burla al oprimido dañándole cuerpo y alma
al leerlo provocándole una desesperación y desesperanza alguna
porque aquel que lo leyera sería testigo de la muerte de las
personas más apegadas a él y sería atormentado por ellas por toda
la eternidad.
Jueves 7 de Mayo de
2008
La búsqueda
desesperada por encontrar aquella infernal invocación no daba fin,
aquel poema no se encontraba por ningún lado y el tiempo era poco
pues si no lo encontraban, el tormento de Iván sería peor y lo
perseguiría por toda su vida y después de ella por toda su infinita
muerte condenado a ser parte de una prisión obscura atormentado por
todas esas almas.
Viernes 8 de Mayo de
2008 (9:30 pm)
Un pordiosero había
encontrado una extraña hoja de papel arrugada en la calle con
manchas rojas, el hombre ya viejo no se dio cuenta del gran hallazgo
que había encontrado y así puso en peligro su vida, al caminar por
la calle con tal hoja de papel, un camión lo arrolló aplastándole
la cabeza, un brazo y una pierna.
La familia de Iván
se encontraba sentada en la sala de su casa viendo la televisión
cuando su programa se interrumpió por las noticias de último
minuto, en estas noticias se mencionaba a un hombre de 60 años de
edad más o menos que fue arrollado por un camión, no se sabía su
nombre, lo único que encontraron fue una hoja de papel sostenida con
fuerza en su mano, a los padres de Iván se les hizo raro la forma en
que se mencionó la descripción de lo que contenía la hoja y
dedujeron que se trataba del poema.
Pedro llamó a la
policía para saber si aún contaban con aquella hoja de papel y el
jefe de policía le dijo que si pues podía ser una evidencia.
Tras varios minutos
de hablar con el jefe de policía Pedro lo convenció de que le
permitiera tal evidencia. Mientras el padre de Iván fue a la
comandancia, Sonia llevó a su hijo a la iglesia y ahí se
encontrarían con el sacerdote. Teniendo todo en su mano Pedro,
Sonia, Iván y el sacerdote se dirigían al lugar donde Iván había
encontrado el poema, pero un fuerte choqué evitó llegar a su
destino.
Levantándose
lentamente salieron del auto y corrieron a la primaria donde
estudiaba Iván, los perros ladraban y aullaban sin cesar, Iván se
acordó de lo que decía el poema, “los perros tratan de advertir
algo”.
Pedro saltó la
rejilla de la escuela e intentó de alguna manera abrir la puerta
para que el sacerdote pudiera entrar. Una vez hecha tal hazaña todos
se dirigieron al jardín y mientras se acercaban al lugar escuchaban
murmullos de varias personas, Iván agarrado de la mano de su madre
se acercaron al lugar junto con Pedro y el sacerdote.
-Ahora el que haya
encontrado el poema por primera vez debe de dejarlo en el lugar
exacto donde lo vió- dijo el padre Martín.
Iván se enfrentaría
a uno de los momentos más tensos de su corta vida, al acercarse al
lugar, observó que el suelo que pisaba se hacía flojo como lodo, el
padre Martin comenzaba a orar y fue en ese momento cuando del suelo
un estruendo interrumpió sus oraciones, bajo el jardín se revelaron
varios esqueletos de personas que se acercaban extendiendo la mano
pero junto con ellas las almas de aquellos fallecidos por el poema
revelaron al demonio causante de las desgracias alrededor de
setecientas almas junto a él.
Iván se asustó
demasiado y temblaba al caminar, el padre Martín estaba impactado al
ver semejante escena que su corazón no pudo más y se desplomó
cayendo muerto al instante.
Pedro y Sonia
comenzaron a sentirse un poco mal y comenzaron a perder el
equilibrio, en eso de esas setecientas almas mencionaban en coro: No
estarás a salvo, no estarás a salvo, permanecerás con nosotros,
Sonia corrió y sujeto a su hijo, aquellas almas estaban furiosas y
los perseguían, Pedro, Sonia e Iván se ocultaron en diferentes
salones, Pedro en un salón de la planta baja, Sonia en un salón del
segundo piso e Iván se ocultó en su salón, aterrorizado se quedó
oculto sentado debajo del escritorio donde alguna vez su profesor le
impartía clases, en ese momento lloraba sin cesar de terror y se
lamentaba haber tomado aquel poema, de pronto escuchó que su madre
gritó y a lo lejos observó a su padre acercándose al salón donde
estaba su madre, de pronto escucho que ambos gritaban, fue entonces
cuando el corrió al salón y observó una horrible imagen de sus
padres que nunca olvidaría.
Iván no podía
creer lo que veía, las cabezas de su padre y padre estaban en un
mesa banco y aún podía ver que su cuerpo aún escupía grandes
chorros de sangre por doquier que incluso salpicaron sus pies.
A lo lejos observó
a un hombre parado dándole la espalda a Iván y de pronto le
dijo:-¡¡Excelente Iván te felicito, es el mejor poema del mundo!!
Y fue entonces cuando Iván le dijo: -Profesor Andrés creí que
había muerto, lo habían dicho en las noticias, en ese momento
observó que una niña se ponía a su lado y también lo felicitaba,
el no tardó en descubrir que se trataba de su amiga Ana, al fondo
también estaban Ricardo y Esteban, sus otros dos amigos, todos los
felicitaban, entonces el comenzó a tranquilizarse un poco, en ese
momento vio que todos sus compañeros de clase estaban sentados en
sus lugares como si no hubiese pasado nada. De pronto el profesor le
dijo:-Ha, por cierto iban se me olvidaba algo- , -¿Qué profesor? –
le preguntó Iván, En seguida el profesor le dijo:-Todos queremos
desearte que tengas muy buenas noches-.
En ese momento el
profesor se dio la vuelta dando a conocer su aterrador aspecto, Iván
no dio ni dos pasos y se desvaneció, mientras él estaba tirado, el
espectral rostro de Ana sonreía, pues sabía que el fin de Iván
había llegado....
Nunca en la vida se
supo lo que realmente pasó aquella semana de Mayo, pero… tú ahora
lo sabes…y ahora que lo sabes entiendes que el terror existe y que
no debes de adentrarte en cosas que no conoces….pues pueden haber
graves consecuencias solo por sentirte orgulloso contigo mismo de
investigar lo que otros prefieren dejarlo como un misterio…ten
cuidado…créeme…es un consejo de aquellos que recidimos….En las
penumbras de la noche…
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