lunes, 11 de mayo de 2015
Descenso De Innanna Al Inframundo
Inanna, la reina del cielo y de la
tierra decidió un día bajar al inframundo. Siendo consciente del
peligro que implica dicha empresa, incluso para una diosa tan
poderosa como ella, lo prepara todo bien antes de partir. Dejó
instrucciones muy precisas a su visir Ninshubur sobre que hacer si al
cabo de tres días desde su partida, ella no regresaba. Además se
atavió con sus insignias reales y sus amuletos mágicos; los "siete
me":
- El shugurra, una corona de estepa.
- El collar de cuentas de lapislázuli.
- La vestidura real.
- El ungüento de ojos "Que venga
él, que venga él".
- El pectoral "Ven hombre, ven".
- El aro de oro.
- La vara y la cuerda de medir de
lapislázuli.
A las puertas del inframundo, Inanna
pide ser recibida por su hermana Ereshkigal, con la excusa de
organizar el funeral de su cuñado. Cuando el vigilante de la puerta
hace saber a la reina del inframundo esta petición, ésta monta en
cólera y ordena que se cierren las siete puertas con llave y que se
deje pasar a Inanna con la condición de que antes de pasar cada
puerta debe desprenderse de una de las siete insignias.
De esta forma, Inanna se presenta
delante de su hermana desnuda e indefensa, y con sus intentos
desesperados de apoderarse del trono no consigue más que los jueces
del inframundo dicten su condena a muerte y acuerden que su cuerpo
sea colgado de un gancho sujeto a la pared.
Cuando se cumplió en plazo de espera e
Inanna no había regresado, Ninshubur decidió actuar. Realizó
lamentaciones y apeló a otros dioses para que ayudaran a la reina
del cielo y la tierra. Tanto Enlil como Nannar se niegan alegando que
ha sido la ambición de la diosa la que la ha llevado a la situación
en la que se encontraba.
Solo Enki se apiada de ella y decide
ayudarla. De la mugre de sus uñas crea dos seres (sus nombres
reflejan los de oficiantes de cultos o travestidos relacionados con
los rituales de Inanna). Estos seres consiguen ser recibidos por
Ereshkigal fingiendo sentir conmiseración por sus sufrimientos.
Adulada, Ereshkigal decidió ofrecer
una recompensa y éstos, instruidos por Enki, piden el cuerpo de
Inanna, el cual rociaron con el Agua de la Vida que les otorgó el
dios. sin embargo, los jueces del inframundo exigieron que ella
aportara a alguien que la supliera. Una hueste de demonios la
acompañó en su camino de regreso, y al salir a la tierra, detienen
a Ninshubur. Inanna se negó e impidió que ningún dios que hubiera
guardado duelo por ella fuera apresado.
Pero al ver a su esposo Dumuzi ataviado
con esplendorosos ropajes y sentado sobre un gran trono de oro, lo
señala encolerizada y lo entregó a los demonios para que la
supliera en el inframundo. Al final, la hermana de éste, se apiadó
de él y decidieron que cada uno pasaría medio año en el inframundo
y el otro medio en la tierra.
Sedna
Sedna era una muchacha que al llegar a la edad casadera, había rechazado a todos sus pretendientes. Para castigarla, su padre la casó con un perro y la envió a vivir a una isla cercana. Un día, cuando su marido-perro se hallaba fuera de la casa, arribó en la isla un barco a bordo del cual viajaba un apuesto joven. Éste la llamó y seduciéndola con palabras llenas de promesas y tesoros, consiguió que la muchacha subiera al barco y se escapara con él.
Tras un largo viaje, llegaron a las tierras del joven y tras contraer matrimonio, Sedna descubrió quién era en realidad su nuevo marido; un petrel, un ave marina, con la capacidad de adoptar forma humana. Sedna, asustada, quiso escapar.
Resultado de imagen de petrelEntretanto, el padre de Sedna, había emprendido la búsqueda de su hija, desesperado. Al fin, llegó a las tierras del petrel y encontró a su hija, a la que escondió detrás de unas rocas y esperó a que su marido se fuera de casa en busca de pesca. cuando éste hubo abandonado su morada, Sedna y su padre huyeron.
Sin embargo, el petrel llegó a tiempo para ver como ambos huían y comenzó una persecución, en la que además provocó una gran tormenta que hacía peligrar la embarcación. Ante esta situación, el padre de Sedna arrojó a su hija por la borda.
Sedna, agarrada al costado del barco, suplicó a su padre que la salvara, mientras la violencia de la tormenta iba en aumento. Su padre no solo no la ayudó a salvarse sino que fue cortando uno a uno los dedos de su hija, que según caían al mar, iban convirtiéndose en focas, ballenas y narvales. Antes de que Sedna cayera al mar, su padre le arrancó un ojo. La muchacha descendió al mundo inferior del fondo del mar, convirtiéndose en dueña y señora de todos aquellos mamíferos marinos que habían sido sus dedos.
Por lo general, Sedna suele ser generosa con los seres humanos y cuidadosa con los animales marinos, pero en ocasiones, cuando los cazadores causan daño al alma de los animales, ella los retiene, provocando escasez de caza para los humanos. Cuando se dan estas situaciones, un chamán debe viajar a la morada de Sedna y rogarle que suelte a los animales.
A veces, los mamíferos marinos se quedan prendidos en la cabellera de Sedna, enredada debido a la violación de los tabúes por parte de los humanos y ante esta situación, el chamán debe viajar hasta las profundidades del mar para peinar a Sedna, puesto que ella no tiene dedos, y así liberar a los animales que servirán de alimento de los humanos.
Tras un largo viaje, llegaron a las tierras del joven y tras contraer matrimonio, Sedna descubrió quién era en realidad su nuevo marido; un petrel, un ave marina, con la capacidad de adoptar forma humana. Sedna, asustada, quiso escapar.
Resultado de imagen de petrelEntretanto, el padre de Sedna, había emprendido la búsqueda de su hija, desesperado. Al fin, llegó a las tierras del petrel y encontró a su hija, a la que escondió detrás de unas rocas y esperó a que su marido se fuera de casa en busca de pesca. cuando éste hubo abandonado su morada, Sedna y su padre huyeron.
Sin embargo, el petrel llegó a tiempo para ver como ambos huían y comenzó una persecución, en la que además provocó una gran tormenta que hacía peligrar la embarcación. Ante esta situación, el padre de Sedna arrojó a su hija por la borda.
Sedna, agarrada al costado del barco, suplicó a su padre que la salvara, mientras la violencia de la tormenta iba en aumento. Su padre no solo no la ayudó a salvarse sino que fue cortando uno a uno los dedos de su hija, que según caían al mar, iban convirtiéndose en focas, ballenas y narvales. Antes de que Sedna cayera al mar, su padre le arrancó un ojo. La muchacha descendió al mundo inferior del fondo del mar, convirtiéndose en dueña y señora de todos aquellos mamíferos marinos que habían sido sus dedos.
Por lo general, Sedna suele ser generosa con los seres humanos y cuidadosa con los animales marinos, pero en ocasiones, cuando los cazadores causan daño al alma de los animales, ella los retiene, provocando escasez de caza para los humanos. Cuando se dan estas situaciones, un chamán debe viajar a la morada de Sedna y rogarle que suelte a los animales.
A veces, los mamíferos marinos se quedan prendidos en la cabellera de Sedna, enredada debido a la violación de los tabúes por parte de los humanos y ante esta situación, el chamán debe viajar hasta las profundidades del mar para peinar a Sedna, puesto que ella no tiene dedos, y así liberar a los animales que servirán de alimento de los humanos.
El milagro de la multiplicación del arroz de Olivenza
Todo sucedió un frío 23 de enero de 1949. El hambre y la pobreza de la posguerra está presente en toda España y, sobre todo, en las provincias más rurales donde miles de personas subsisten gracias a los comedores benéficos regentados por religiosas. Entre estos lugares está la Institución Benéfica de San José, en Olivenza, pequeño pueblo de la provincia de Extremadura.
En la institución pacense hay muchas niñas hospedadas y al mediodía, los más pobres de los alrededores acuden hasta allí con la intención de llevar algo caliente hasta sus estómagos.
Leandra Rebollo, la cocinera del hospedaje, no está hoy de buen humor. Las donaciones a la institución en los últimos días han sido prácticamente inexistentes y se encuentra ante la tristeza de tan solo tener tres tazas de arroz (750 grs) para verter en la enorme olla. Hoy los pobres no comerán y para las niñas internas, apenas llegará para engañar sus estómagos.
En la institución pacense hay muchas niñas hospedadas y al mediodía, los más pobres de los alrededores acuden hasta allí con la intención de llevar algo caliente hasta sus estómagos.
Leandra Rebollo, la cocinera del hospedaje, no está hoy de buen humor. Las donaciones a la institución en los últimos días han sido prácticamente inexistentes y se encuentra ante la tristeza de tan solo tener tres tazas de arroz (750 grs) para verter en la enorme olla. Hoy los pobres no comerán y para las niñas internas, apenas llegará para engañar sus estómagos.
sábado, 9 de mayo de 2015
La Piel Del Venado
Los mayas cuentan que hubo una época
en la cual la piel del venado era distinta a como hoy la conocemos.
En ese tiempo, tenía un color muy claro, por eso el venado podía
verse con mucha facilidad desde cualquier parte del monte. Gracias a
ello, era presa fácil para los cazadores, quienes apreciaban mucho
el sabor de su carne y la resistencia de su piel, que usaban en la
construcción de escudos para los guerreros. Por esas razones, el
venado era muy perseguido y estuvo a punto de desaparecer de El
Mayab.
Pero un día, un pequeño venado bebía
agua cuando escuchó voces extrañas; al voltear vio que era un grupo
de cazadores que disparaban sus flechas contra él. Muy asustado, el
cervatillo corrió tan veloz como se lo permitían sus patas, pero
sus perseguidores casi lo atrapaban. Justo cuando una flecha iba a
herirlo, resbaló y cayó dentro de una cueva oculta por matorrales.
En esta cueva vivían tres genios
buenos, quienes escucharon al venado quejarse, ya que se había
lastimado una pata al caer. Compadecidos por el sufrimiento del
animal, los genios aliviaron sus heridas y le permitieron esconderse
unos días. El cervatillo estaba muy agradecido y no se cansaba de
lamer las manos de sus protectores, así que los genios le tomaron
cariño.
En unos días, el animal sanó y ya
podía irse de la cueva. Se despidió de los tres genios, pero antes
de que se fuera, uno de ellos le dijo:
?¡Espera! No te vayas aún; queremos
concederte un don, pídenos lo que más desees.
El cervatillo lo pensó un rato y
después les dijo con seriedad:
?Lo que más deseo es que los venados
estemos protegidos de los hombres, ¿ustedes pueden ayudarme?
?Claro que sí ?aseguraron los genios.
Luego, lo acompañaron fuera de la cueva. Entonces uno de los genios
tomó un poco de tierra y la echó sobre la piel del venado, al mismo
tiempo que otro de ellos le pidió al sol que sus rayos cambiaran de
color al animal. Poco a poco, la piel del cervatillo dejó de ser
clara y se llenó de manchas, hasta que tuvo el mismo tono que la
tierra que cubre el suelo de El Mayab. En ese momento, el tercer
genio dijo:
?A partir de hoy, la piel de los
venados tendrá el color de nuestra tierra y con ella será
confundida. Así los venados se ocultarán de los cazadores, pero si
un día están en peligro, podrán entrar a lo más profundo de las
cuevas, allí nadie los encontrará.
El cervatillo agradeció a los genios
el favor que le hicieron y corrió a darles la noticia a sus
compañeros. Desde ese día, la piel del venado representa a El
Mayab: su color es el de la tierra y las manchas que la cubren son
como la entrada de las cuevas. Todavía hoy, los venados sienten
gratitud hacia los genios, pues por el don que les dieron muchos de
ellos lograron escapar de los cazadores y todavía habitan la tierra
de los mayas.
Leyenda De Los Temblores
Por estas tierras se cuenta que, hace
mucho tiempo, hubo una serpiente de colores, brillante y larga.
Era de cascabel y para avanzar
arrastraba su cuerpo como una víbora cualquiera. Pero tenía algo
que la hacía distinta a las demás: una cola de manantial, una cola
de agua transparente.
Sssh sssh… la serpiente avanzaba.
Sssh sssh… la serpiente de colores recorría la tierra. Sssh sssh…
la serpiente parecía un arcoiris juguetón, cuando sonaba su cola de
maraca. Sssh sssh…
Dicen los abuelos que donde quiera que
pasaba dejaba algún bien, alguna alegría sobre la tierra.
Sssh sssh… ahí iba por montes y
llanos, mojando todo lo que hallaba a su paso. Sssh sssh… ahí iba
por montes y llanos, dándoles de beber a los plantíos, a los
árboles y a las flores silvestres. Sssh sssh… ahí iba por el
mundo, mojando todo, regando todo, dándole de beber a todo lo que
encontraba a su paso.
Hubo un día en el que los hombres
pelearon por primera vez. Y la serpiente desapareció. Entonces hubo
sequía en la tierra.
Hubo otro día en el que los hombres
dejaron de pelear. Y la serpiente volvió a aparecer. Se acabó la
sequía, volvió a florecer todo. Del corazón de la tierra salieron
frutos y del corazón de los hombres brotaron cantos.
Pero todavía hubo otro día en el que
los hombres armaron una discusión grande, que terminó en pelea. Esa
pelea duró años y años. Fue entonces cuando la serpiente
desapareció para siempre.
Cuenta la leyenda que no desapareció,
sino que se fue a vivir al fondo de la tierra y que ahí sigue. Pero,
de vez en cuando, sale y se asoma. Al mover su cuerpo sacude la
tierra, abre grietas y asoma la cabeza. Como ve que los hombres
siguen en su pelea, sssh… ella se va. Sssh sssh… ella regresa al
fondo de la tierra. Sssh sssh… ella hace temblar… ella
desaparece.
La Mujer Xtabay
Los mayas de Yucatán son sin duda
alguna, quienes mejor han conservado su idioma. Si no pueden
interpretar, como tampoco lo ha hecho nadie en el mundo, sus
complicados jeroglíficos, verdaderos retos ideográficos, si
mantienen vivo su idioma lleno de firos y genuflexiones
extraordinarios y en su fonética han sabido copiar el vuelo del
murciélago dzib y lo que dice el pájaro Puhuy. Temen al temible
Kahazbal y a los Aluxes, pequeños duendecillos del bosque y de las
siembras, porque ellos, los mayas, no han permitido aún la
corrupción idiomática que introdujeron los hispanos que vinieron a
hacer confuso todo lo relativo al suelo que en mal día hollaron.
De esta forma se ha conservado intacta
la hermosa leyenda, una de las más lindas, bellas leyendas yucatecas
de las miles y miles que flotan como el perfume de la flor Xtabentún
en el viento tibio de Mayab, o se esconden en las profundidades
cavernosas de los cenotes de donde sale el agua fresca y clara y los
cuentos que perduran en el alma yucateca. Esa leyenda es la que se
refiere a la mujer Xtabay.
Bajo la luna del antiguo Mayapan, al
socaire de los asombrosos templos de los itzaes, he oído repetida
esta leyenda sin que nadie le quite o le aumente a su albedrío, sin
que ninguno ose deformarla y así, como joya de milagrería se
conserva para deleite de quien oye o de quien lee esta historia que
como muchas no se ha borrado, no se borrará jamás, porque ha
quedado inscrita en los libros antiguos y en las páginas sagradas
del recuerdo Maya.
Dice pues la leyenda que la mujer tabay
es la mujer hermosa, inmensamente bella que suele agradar al viajero
que por las noches se aventura en los caminos del Mayab. Sentada al
pie de la más frondosa ceiba del bosque, lo atraé con cánticos,
con frases dulces de amor, lo seduce, lo embruja y cruelmente lo
destruye.
Los cuerpos destrozados de esos
incautos enamorados aparecen al día siguiente con las más horribles
huellas de rasguños, de mordidas y con el pecho abierto por uñas
como garras.
Muchos ladinos, gentes que desconocen
el origen verdadero de la mujer Xtabay, han dicho que es hija del
Ceibam que nace de sus torcidas y serpentinas raíces pero eso no es
verdad, la auténtica tradición maya dice que la mujer Xtabay nace
de una planta espinosa, punzadora y mala y si es que la Xtabay
aparece junto a las ceibas, es porque este árbol es sagrado para los
hijos de la tierra del faisán y del venado y muchas veces en cobijo
y sombra, se acogen bajo sus ramas, confiados en la protección de
tan bello y útil árbol.
Vivían en un cierto pueblo de la
península yucateca dos mujeres siendo el nombre de una de ellas
Xkeban o mejor decir su apodo ya que Xkeban quiere decir prostituta,
mujer mala o dada al amor ilícito. Decían que la Xkeban estaba
enferma de amor y de pasión y que todo su afán era prodigar su
cuerpo y su belleza que eran prodigiosos, a cuanto mancebo se lo
solicitaba. Su verdadero nombre era Xtabay.
Muy cerca de la casa que ocupaba esta
bellísima mujer, habitaba en otra casa bien hecha, limpia y
arreglada continuamente, la consentida del pueblo que llamaban
Utz-Colel, que en la traducción hispana sería mujer buena, mujer
decente y limpia. Erase esta mujer la Utz-Colel, virtuosa y recta,
honesta a carta cabal y jamás había cometido ningun dezlis ni el
mínimo pecado amoroso.
La Xtabay tenía un corazón tan
grande, como su belleza y su bondad la hacía socorrer a los
humildes, amparar al necesitado, curar al enfermo y recoger a los
animales que abandonaban por inútiles. Su grandeza de alma la
llevaba hasta poblados lejanos a donde llegaba para auxiliar al
enfermo y se despojaba de las joyas que le daban sus enamorados y
hasta de sus finas vestiduras para cubrir la desnudez de los
desheredados.
Jamás levantaba la cabeza en son
altivo, nunca murmuró ni criticó a nadie y con absoluta humildad
soportaba los insultos y humillaciones de las gentes.
En cambio bajo las ropas de la Ut-Colel
se dibujaba la piel dañina de las serpientes, era fría, orgullosa,
dura de corazón y nunca jamás socorría al enfermo y sentía
repugnancia por el pobre.
Y ocurrió que un día las gentes
odiosas del pueblo no vieron salir de su casa a la Xkeban y
supusieron que andaba por los pueblos ofreciendo su cuerpo y sus
pasiones indignas. Se contentaron de poder descansar de su
ignominiosa presencia, pero transcurrieron días y más días y de
pronto por todo el pueblo se esparció un fino aroma de flores, un
perfume delicado y exquisito que lo invadía todo. Nadie se explicaba
de dónde emanaba tan precioso aroma y así, buscando, fueron a dar a
la casa de la Xteban a la que hallaron muerta, abandonada, sola.
Más lo extraordinario era que si la
Xkeban no estaba acompañada de personas, varios animales cuidaban de
su cuerpo del que brotaba aquel perfume que envolvía al pueblo.
Entrada la Utz-Colel dijo que esa era
una vil mentira, ya que de un cuerpo corrupto y vil como el de la
Xkeban, no podía emanar sino podredumbre y pestilencia, más que si
tal cosa era como todos los vecinos, decían, debía ser cosa de los
malos espíritus, del dios del mal que así continuaba provocando a
los hombres.
Agregó la Utz-Colel que si de mujer
tan mala y perversa escapaba en tal caso ese perfume, cuando ella
muriera el perfume que escaparía de su cuerpo sería mucho más
aromático y exquisito.
Más por compasión, por lástima y por
su deber social, un grupo de gentes del poblado fue a enterrar a la
Xkeban y cuéntase que el día siguiente, su tumba estaba cubierta de
flores aromáticas y hermosas, tan tapizado estaba el túmulo que
parecía como si una cascada de olorosas florecillas hasta entonces
desconocidas en el Mayab, hubiera caído del cielo. La tumba de la
Xkeban duró todo el tiempo florecida y olorosa.
Poco después murió la Utz-Colel y a
su entierro acudió todo el pueblo que siempre había ponderado sus
virtudes, su honestidad, su recogimiento y cantando y gritando que
habia muerto virgen y pura, la enterraron con muchos lloros y mucha
pena.
Entonces recordaron lo que había dicho
en vida acerca de que al morir, su cadáver debería exhalar un
perfume mucho mejor que el de la Xkeban, pero para asombro de todas
las gentes que la creían buena y recta, comprobaron que a poco de
enterrada comenzó a escapar de la tierra floja, todavía, un hedor
insoportable, el olor nausabundo a cadáver putrefacto. Toda la gente
se retiró asombrada.
En su idioma maya dicen los viejos que
aún cuentan la historia con todos los detalles que debió ocurrir en
la leyenda, que hoy la florecilla que naciera en la tumba de la
pecadora Xkeban, es la actual flor Xtabentún que es una florecilla
tan humilde y bella, que se da en forma silvestre en las cercas y
caminos, entre las hojas buidas y tersas del agave. El jugo de esa
florecilla embriaga muy agradablemente, como debió ser el amor
embriagador y dulce de la Xkeban.
Tzacam, que es el nombre del cactus
erizado de espinas y de mal olor por ambas cosas, intocable, es la
flor que nació sobre la tumba de la Utz-Colel, es la florecilla si
bien hermosa sin aroma alguna y a veces de olor desagradable, como
era el carácter y la falsa virtud de la Utz-Colel.
Esto es lo que ha dicho el maya y lo
sigue repitiendo a través del tiempo, sin cambiarlo, sin ponerle ni
quitarle, como deben conservarse las cosas nuestras, intactas, con
las mismas palabras con que nacieron en el mito, en la leyenda, en el
alma de quienes tan dulcemente han tejido estas historias.
No es pues la Xtabay, la mujer mal que
destruye a los hombres después de atraerlos con engaños al pie de
las frondosas ceibas, pero puede ser otro de esos malos espíritus
que rondan por la selva al acecho del peregrino que cruza los caminos
aún poblados de superstición y de leyenda.
Puede ser el ama errante de una de
tantas vírgenes sacrificadas a la orilla del cenote sagrado, puede
ser la vaporosa figura de una mujer que llora el engaño del amado.
Pero la Xtabay, jamás.
Esto dicen las mayas, esto han contado
y seguirán contando los hombres de esa tierra en donde conservan el
ritual de un relato y defienden sus costumbres de una intromisión
que aniquilo su cultura.
jueves, 7 de mayo de 2015
Mitos del África Negra
En los últimos tiempos han surgido
numerosas reflexiones, estudios e informaciones, sobre el Africa
negra. Parece como si existiera un acuerdo tácito para poner de moda
a la negritud. Tal vez se trate, por otro lado, de hacer justicia,
puesto que hasta épocas muy recientes apenas se había hablado de
Africa, ya fuera por la dejadez de muchos investigadores, o porque
apenas se sabía gran cosa de su historia y su cultura.
Sin embargo, en la actualidad, muchos
historiadores y etnólogos nos hablan de Africa con verdadera pasión.
Explican que para la mejor comprensión del mundo negro se hace
necesario conocer sus aspectos geográficos y físicos, puesto que
ambos inciden sustancialmente sobre lo histórico, y lo determinan.
Y así, interpretan el mundo africano
de forma minuciosa y desde una perspectiva nueva hasta entonces
-aunque acaso sus estudios y reflexiones puedan conducirles a una
especie de determinismo geográfico-, e inédita, puesto que se
concede prioridad al estudio, por ejemplo, de datos climáticos,
orográficos e hidrográficos sobre consideraciones de tipo
histórico. Todo lo cual conduce a la consideración del continente
negro como un espacio cerrado, en el que sus pobladores rechazarían
cualquier amago de influencia ajena a ellos; con lo que se hallarían
abocados a cierta clase de impenetrable ostracismo étnico. No
obstante, los distintos pueblos, y tribus, que se encontraban
desperdigados por el territorio africano, ciertamente que tenían
limitado su espacio por una especie de muro de arena que señalaba,
de forma expeditiva, la frontera norte del Africa negra: se trataba
del hoy célebre desierto del Sáhara.
Fronteras de arena
Pero, esto, no siempre fue así, puesto
que esa franja desértica denominada “desierto del Sáhara”,
antaño era un verdadero vergel, pleno de abundante vegetación, con
árboles y prados, y feraces llanuras y colinas. Mas ello sucedió
hace ya seis mil años, cuando ya en otras zonas de Africa los
primeros homínidos habían dejado grabados -en las paredes rocosas
de las cuevas que usaban para guarecerse- signos mínimos cargados de
simbolismo emblemático; y pinturas esquemáticas, cuyo valor como
documento social, político, ritual y estético es incalculable.
Esa especie de jardín natural, que fue
el actual desierto del Sáhara, quedó agostado por una gran sequía
que tuvo su origen cuatro milenios antes de nuestra era. La gran
desecación perduró por espacio de casi dos mil años, y las
consecuencias directas de sus efectos están ahí, en esa enorme
franja desierta que se extiende de occidente a oriente en la zona
norte del continente africano y que, según algunos historiadores,
constituye el límite que la propia naturaleza ha impuesto al mundo
negro.
Ya en tiempos de las glaciaciones, a
finales del período terciario -hace aproximadamente seiscientos mil
años-, el territorio africano había sido lugar de residencia de los
primeros homínidos. En algunas partes de su zona sur se han hallado,
junto a útiles de piedras sin labrar y cantos rodados o eolitos,
restos humanos de gran antigüedad. También se han conseguido datos
y pruebas que han permitido, a los especialistas e investigadores,
afirmar que aquellos primeros homínidos conocían el fuego. Esas
zonas africanas están consideradas, en la actualidad, como centros
de importantes hallazgos prehistóricos.
Una nueva tierra
Los pobladores de las zonas desérticas
se extendieron, y emigraron, hacia el norte, el sur y el este. En su
afán por buscar una nueva tierra en la que echar raíces, por así
decirlo, se toparon con otras tribus que, desde épocas remotas,
habitaban en las zonas tropicales del continente africano.
Ante la ausencia de pruebas fidedignas
para catalogar con exactitud los distintos pueblos que se hallaban
diseminados por tierras africanas, se han adelantado hipótesis que
afirman que existieron tribus primitivas “paleo-negríticas” que
practicaban la caza y conocían técnicas rudimentarias para trabajar
la tierra; especialmente se esforzaban en lograr que le terreno pobre
y yermo de zonas extremas y montañosas llegara a ser fértil y
feraz. Para ello, contaban con el conocimiento del cultivo intensivo,
mediante el que conseguían, además del total abastecimiento de todo
tipo de productos hortícolas, algo más importante, a saber, la
cohesión social necesaria para hacer posible el auge poblacional y,
por ende, el asentamiento definitivo en una determinada zona; de este
modo llegarían a la formación de núcleos o grupos sociales con una
densidad de casi cincuenta habitantes por kilómetro cuadrado.
Pueblos y culturas
Algunos de estos grupos poblacionales
ocuparon la región norte del territorio africano, lugar cercano a la
ribera oriental del Nilo; tal es el caso de la tribu de los dogones,
que se caracterizaba porque entre sus miembros y el propio entorno
geográfico se estableció un vínculo tribal difícil de romper.
También, el grupo de los basari es
otro de los denominados “pueblos desnudos” de Africa, los cuales
se hallaban desperdigados por diferentes zonas. Su antigüedad se
remonta a cerca de seis mil años y terminaron asentándose en
Guinea. En la Costa de Marfil se establecieron los “lobis”. Los
“sombas” ocuparon la región de Togo. Y las tierras de Nigeria se
vieron pobladas por tribus de “angus” y “fabis”. Todos los
grupos enumerados fueron conformando las grandes zonas étnicas de
Africa.
Mas también en los territorios
desérticos y en las zonas ecuatoriales se fueron asentando
poblaciones de raigambre étnico como los “mandinga” y los
“bambara”. También los “yoruba”, en unión de los “hausa”
y los “ibos”, se irían asentando por la zona de Nigeria hasta
constituirse en la masa de población más rica de todo el continente
africano.
Según todos los investigadores, las
distintas tribus señaladas mantenían entre sí una clara
diferenciación social, y otro tanto sucedía en el terreno político
o religioso. La autonomía estaba garantizada, lo mismo que las
costumbres milenarias de cada tribu y su idiosincrasia propia. La
variedad de creencias, de historia, de leyendas y de mitos, que
confluyen en las poblaciones reseñadas, hace que el continente
africano se muestre atractivo e interesante en grado sumo. Si a todo
ello se añade que fue en Nubia -territorio situado en el fértil, y
maravilloso, valle del Nilo- en donde tuvo su origen una de las
primeras civilizaciones del continente africano, que recibió
precisamente el nombre de civilización de los nubios -en la
actualidad casi toda la zona es territorio sudanés-, la cual
provenía probablemente de Asia, puesto que el color de su piel era
muy similar al de los pobladores de ese continente y, durante un
milenio, mantuvo todo su esplendor.
El sur
La región situada más al sur del
lugar de asentamiento de los egipcios era denominada por éstos con
el nombre de “Kus” ; los nativos de esta zona tenían la
pigmentación de su piel más oscura que los del norte, eran de raza
negra. Habían establecido la capital de toda la región en una zona
muy próxima a un enorme recoveco del río Nilo y, en su subsuelo, se
hallaban las más fabulosas reservas de oro de todos los tiempos.
Esta capital recibió el nombre de
Napata y tuvo dirigentes que la hicieron crecer en demasía, hasta el
punto de que Egipto mismo fue sometido. Los márgenes del Nilo
también fueron conquistados por los reyes de Napata. En aquel tiempo
-hace casi tres mil años- toda la extensa ribera de ambos lados del
Nilo estaba formada por valles y pastizales siempre fértiles;
actualmente hay grandes zonas yermas y terrenos eriales.
La riqueza de la población de la zona
del Kus -los “kusitas”- se vio incrementada por el
descubrimiento, en el subsuelo más próximo a la ciudad de Napata,
de gran cantidad de mineral de hierro. A todo ello habrá que añadir,
además, las productivas transacciones de marfil que los pueblos
limítrofes les suministraban.
Pero, este gran imperio “kusita” se
hallaba sometido a la rapiña y al hurto de numerosas tribus nómadas.
Ya desde el siglo III, antes de nuestra era, los ladrones esquilmaban
las caravanas “kusitas” que transportaban oro y marfil por las
rutas comerciales abiertas al efecto.
El resultado final es que el emperador
del poderoso reino de “Axum”, situado más al sur, en las
cercanías de la meseta de Etiopía, someterá a todas las
poblaciones del “Kus” y se apropiará de sus ricas minas de
hierro y oro.
Artesanos y herreros
Todo lo antedicho ha servido para que
algunos investigadores expresen, con contundencia, sus tesis
favorables a la más que probable influencia de las grandes
civilizaciones norte africanas sobre las culturas desarrolladas en el
mundo negro, y sobre su estructura social. Algunos hallazgos
relevantes vienen a avalar la tesis expuesta. Por ejemplo, se han
encontrado perlas de cristal egipcio en áreas del territorio de
Gabón, y también pequeñas representaciones y efigies del dios
Osiris en zonas situadas al sur del río Zumbeze y en los territorios
del oriente del Congo. Tal vez no suponga todo ello una prueba
concluyente de la incidencia de la civilización egipcia en el mundo
negro pero, sin embargo, sí que se abren expectativas por mor de las
cuales puede afirmarse que en el campo artístico y técnico existió
cierta relación; el caso más claro es la utilización, por ambos
pueblos, de la técnica de la fundición con cera. No obstante, ya
desde el año 3000 (a. C.), las tribus de la zona del Níger, por
ejemplo, conocían la metalurgia del hierro y, desde épocas muy
remotas, ya habían formado una especie de gremios, o sociedades, de
herreros, que se constituían en castas y trabajaban el estaño y la
metalurgia del hierro.
Zonas de refugio
Dos grupos étnicos, firmes exponentes
de la negritud, se hace necesario destacar: los bantú y los negros
sudaneses.
A pesar de ciertas diferencias, más
bien debidas a determinados avatares históricos que a la voluntad de
los protagonistas, ambas etnias mantienen su unidad cultural y
lingüística. La raza bantú es originaria de los grandes lagos
africanos y no se ha visto mezclada con otros grupos, tales como los
beréberes islamizados, moros, o cualesquiera otros pueblos de
raigambre islámico-semita.
Los bantúes se regían por monarcas
que pretendían, en todos los casos, lograr la paz para su pueblo. Se
les denominaba “kakabas” y la relación con el resto de la
población, o con otros territorios circundantes, no se hacía
directamente, sino que utilizaban tambores para comunicarse. También,
según las proporciones del sonido, o las variaciones del ritmo de
los tambores, se podía deducir el poder de los reyes bantúes. Los
tambores -algunos tenían hasta dos metros de radio- se depositaban
en el interior de lugares sagrados y templos. Quienes los custodiaban
y se encargaban de hacerlos sonar formaban una casta privilegiada y
eran muy considerados por las tribus y reinos de los grandes lagos.
Actualmente, los bantúes se hallan asentados en la isla de
Madagascar y, en opinión de etnólogos y geógrafos, deben
considerarse “fuera del continente negro”. Se considera a los
pigmeos como descendientes de los primeros pobladores del continente
africano. Permanecen en las “zonas de refugio, constituidas por
extensas tierras selváticas, donde el agua de lluvia se mantiene en
el mismo lugar sobre el que ha caído para, así, formar una inmensa
selva virgen, una selva-esponja, saturada de agua, con los macizos
espesos de árboles gigantes, con el monte embrollado, oscuro y
silencioso, resistente a cualquier roturación, hostil al
establecimiento humano e, incluso,a la circulación, salvo la que se
hace por los ríos; región de vida precaria, aislada, basada en la
pesca y en la caza”.
Fuerzas poderosas
Recientes excavaciones han dejado al
descubierto figuras de terracota -como las halladas en la zona de Nok
(Nigeria)- cuya antigüedad se remonta a casi dos mil quinientos
años. Algunas de estas estatuas están realizadas de tal modo que la
cabeza es mucho mayor que el cuerpo; semejante desproporción era una
característica de los artistas africanos y con ello querían dar a
entender que no sólo representaban seres humanos sino que también
su arte pretendía llamar la atención sobre cierta clase de
significación simbólica, alejada de todo naturalismo.
En este sentido, el hallazgo de las
denominadas “figuras de Jano” -llamadas así porque recuerdan a
la deidad romana Jano, que aparecía representada con dos cabezas
contrapuestas, puesto que personificaba la vigilancia y la custodia-,
llevado a cabo en el valle de Taruga, es un claro ejemplo pleno de
connotaciones míticas y emblemáticas. Además, algunas de las
estatuas encontradas en la aldea de Nok representan, y simbolizan, a
las fuerzas sobrenaturales y poderosas que aparecían relacionadas
con la producción de alimentos y la satisfacción de las primeras
necesidades.
Otros hallazgos, en los que aparecían
hasta media docena de cabezas, de terracota, se han relacionado con
la existencia de santuarios, templos o lugares de culto y rito, en
los bosques considerados, por lo mismo, como sagrados.
Se afirma, además, que “la técnica
de la fundición guarda cierta relación mítica y ritual con las
figuras de terracota de los hornos del valle de Taruga”.
Otro tanto acaece con el arte
estatuario de Benin, que alcanzó su plenitud entre los siglos XI y
XV de nuestra era. “En tal sentido las figuras de animales, como el
leopardo, simbolizan el poder de sus reyes que, a veces, portaban
máscaras realizadas en marfil, las cuales llevaban incrustadas, a su
vez, pequeñas figurillas de los colonizadores europeos con el objeto
de apropiarse de su saber y su inteligencia y, de este modo, no ser
dominados por ellos”.
Sagrada naturaleza
Los pueblos africanos tenían hacia los
fenómenos naturales, hacia el Sol, la Luna,las estrellas, hacia las
montañas, los ríos, mares y árboles, cierto respeto sacro. Todo
estaba personificado y vivo -asimismo-; y, por doquier, surgían
ídolos, fetiches, talismanes, brujos, hechiceros y magos.
El primitivismo de las leyendas de los
pueblos de Africa meridional entronca con una especie de animismo,
que les hace adorar a los árboles porque pensaban que, en un tiempo
muy lejano, fueron sus antepasados. Lo mismo sucedía con los
animales; con el añadido, además, de que se les asociaba con cierta
clase de esoterismo que conducía a la creencia de que los muertos se
aparecían a los vivos, precisamente, en forma de animales. El culto
a los muertos se hallaba muy extendido, y se consideraba obligatorio
hacerles ofrendas. De este modo, la muerte que siempre era tabú -es
decir, algo que no debía ni mencionarse ni mentarse pues, de lo
contrario, podrían sobrevenir terribles castigos a los infractores
de tales preceptos-, adquiría una importancia capital entre los
componentes de una determinada tribu y su modo de comportarse. Cuando
alguien moría, todos los demás abandonaban el lugar de marras, para
que la desgracia no les alcanzara como al finado. Son muy frecuentes,
por lo demás, las leyendas sobre la muerte, y existen varios mitos,
acerca del origen de tan tremendo mal, en algunas tribus africanas de
la zona que estamos describiendo.
En el valle del río Níger, el
fetichismo se halla muy extendido y, de entre sus pobladores, surgen
muchos magos y hechiceros que son los encargados de dirigir el culto
al ídolo y de ofrecerle los distintos sacrificios; también tienen
el don de predecir el futuro y de pronunciar oráculos.
Mito de la creacion
Muchos pueblos africanos cuentan,
también, con numerosas leyendas para explicar el origen de la
especie y, al propio tiempo, han elaborado curiosos mitos sobre la
creación del primer hombre y de la primera mujer. La narración de
los hechos aparece repleta de inventiva y fantasía:
Hubo un tiempo en que el ser superior
Mulukú -en las poblaciones centroafricanas, a la deidad suprema se
la conocía con el nombre de Woka- se propuso hacer brotar, de la
tierra misma, a la primera pareja de la que todos descendemos.
Mulukú, que dominaba el oficio de la siembra o, por mejor decir, era
el sembrador por excelencia, hizo dos agujeros en el suelo. De uno
surgió una mujer, del otro surgió un hombre. Ambos gozaban de la
simpatía y el cariño de su hacedor y, por lo mismo, decidió
enseñarles todo lo relativo a la tierra y su cultivo. Les proveyó,
además, de herramientas para cavar y mullir el suelo y para cortar,
o podar, árboles secos, y para clavar estacas. Puso en sus manos
semillas de mijo para sembrar en la tierra y, en fin, les mostró la
manera de vivir por sí mismos, sin dependencia alguna de
cualesquiera otras criaturas.
Sin embargo, cuenta la leyenda que la
primera pareja de nuestra especie desatendió todos los consejos que
la deidad les había dado y que, por lo mismo, abandonaron las
tierras, las cuales terminaron convirtiéndose en eriales y campos
yermos. Y, así, la primera pareja consumó su desobediencia, con lo
que su hacedor los trastocó en monos. El mito -o, por mejor decir,
la fábula-, relata que Mulukú montó en cólera y arrancó la cola
de los monos para ponérsela a la especie humana. Al propio tiempo
ordenó a los monos que fueran humanos y a los humanos que fueran
monos; depositó en éstos su confianza, mientras que se la retiraba
a los humanos. Y dijo a los monos: “Sed humanos”. Y a los
humanos: “Sed monos”.
La cuna del “Australopithecus”
La figura de un padre protector y
poderoso también aparece entre los pueblos africanos. Y, respecto a
su cosmología, numerosas leyendas jalonan la propia idiosincrasia de
las diferentes tribus. Todos los pobladores del Africa negra han
creído que la tierra no tenía edad, y que existía desde siempre.
Y, según opinión de muchos historiadores insuficientemente
documentados, es decir, que basaban más sus asertos y conclusiones
en fatuas declaraciones de eruditos pensadores, que en una labor de
investigación y estudio personales, se ha llegado a decir que los
africanos forman parte de los denominados “pueblos sin historia”.
Lo cual quiere decir que no han contribuido al desarrollo de la
humanidad, ni mucho ni poco; y que entre los negros africanos ha sido
desigual su evolución y, desde luego, ninguno ha creado una cultura
autóctona que lo caracterice. Sin embargo, descubrimientos
arqueológicos de gran importancia -entre otros el del primer
homínido, conocido con el nombre de “australopithecus”, pues sus
restos fueron hallados, hace poco más de medio siglo, concretamente
en el año 1924, en la zona austral del continente africano-, así
como el profundo estudio de las innumerables muestras de arte
rupestre, que se encuentran en toda Africa, han llevado a
reconsiderar los erróneos criterios que hasta hace muy poco se
tenían del continente negro.
Nuestra propia historia
Hoy, por mor de las excavaciones, y
estudios, que se llevan a cabo en toda Africa -muy especialmente en
zonas que hasta el presente, no se sabe a causa de qué criterios,
habían sido relegadas-, se han detectado pruebas suficientes para
concluir que fue en este territorio en donde comenzó el proceso de
hominización. En cualquier caso, los hallazgos de los especialistas
e investigadores nos llevan a concluir que Africa fue uno de los más
importantes focos de cultura pre homínida. Los eslabones de la
cadena que nos une a nuestros más ancestrales antepasados, se
encuentran en el continente negro. Otro factor a tener en cuenta, a
la hora de enjuiciar el escaso avance de los estudios llevados a cabo
en el continente negro, es aquel que se refiere a las condiciones
adversas de su suelo; la acidez del suelo africano desgasta con
prontitud todo vestigio, especialmente los restos fósiles. Sin
embargo, hoy se sabe que fueron los primeros homínidos del
continente africano quienes, debido a sus peculiaridades físicas y
somáticas -por ejemplo su piel sin vello, su producción de melanina
que les dará la adecuada pigmentación, su abundancia de glándulas
sudoríparas, su cabello rizado, etc.-, iniciaron el denominado
proceso de adaptación al medio, con el que comenzará, sin ninguna
duda, la hominización propiamente dicha. La importancia de este
proceso es capital pues, en un principio, el homínido se caracteriza
por su actitud práctica, ya que primordialmente pretende construir
toda una serie de artilugios que le llevan a dominar las técnicas de
la pesca, la caza, la agricultura y la ganadería. Como para ello
debe contar con herramientas diversas, se transformar en “homo
faber” y “homo habilis”, de aquí a constituirse en nuestro
seguro antepasado, el “homo sapiens”, apenas media una mínima
distancia.
Costumbres ancestrales
El largo camino de la hominización no
fue, sin embargo, tan lineal como pudiera parecer a primera vista.
Muchos horrores, que el acceso de las civilizaciones iría
corrigiendo, jalonaron el tiempo y el espacio históricos. Algunas de
las tribus que pueblan los territorios del occidente africano
conservaron, hasta épocas muy recientes, costumbres que muy poco
tienen que ver con el programa social y político de otros grupos
humanos.
A este respecto, el gran investigador
Frazer, en su cualificada obra La Rama Dorada, se hace eco de las
siguientes palabras que un misionero dejó escritas -cuando ya el
siglo XIX tocaba a su fin- después de convivir con algunas tribus
del Africa negra: “Entre las costumbres del país, una de las más
curiosas es incuestionablemente la de juzgar y castigar al rey.Si él
ha merecido el odio de su pueblo por excederse en sus derechos, uno
de sus consejeros, sobre el que recae la obligación más pesada,
requiere al príncipe para que se vaya a dormir, lo que significa
sencillamente envenenarse y morir”.
Al parecer, en el último momento,
algunos monarcas no estaban dispuestos a quitarse la vida de un modo
tan expeditivo, lo cual era interpretado por los súbditos más
allegados como una falta de valor. Entonces, se recababa la ayuda de
un amigo que en el instante supremo se encargaría de darle un último
empujón, por así decirlo; lo importante era que el pueblo no
llegara a enterarse de la falta de valor de su soberano. En cuanto al
sujeto elegido para llevar a cabo tan abominable magnicidio, se loaba
su predisposición y se agradecía el servicio prestado a su tribu.
Geniecillos y gigantes
La variedad de leyendas del Africa
negra se debe a la diversidad de tribus que la habitan. En muchas
poblaciones se tenía en gran estima todo el ancestro de sus
antepasados y, aun cuando su territorio fuera invadido por otros
pueblos de costumbres e ideas diferentes, nunca dejaron que sus ritos
y mitos se perdieran. Tal es el caso de algunas tribus de pescadores
y campesinos que moraban en las riberas del Níger, que vieron
anegada su propia idiosincrasia por otros pueblos, especialmente
musulmanes. Sin embargo, las creencias y la fuerza de sus mitos no
perdieron apenas prestancia. Siguieron adorando a los espíritus y
genios que moraban en la naturaleza, y a los que se hacía necesario
aplacar, y mantener contentos, para que las cosechas no se agotaran y
para que la pesca fuera abundante.
El aire, la tierra y el río, estaban
plagados de espíritus -lo cual implica el concepto animista que de
la naturaleza tenían los negros africanos-, a quienes se acudía, y
se invocaba, cuando se necesitaba una ayuda superior. Había también
ciertas leyendas en las que aparecía el polífago gigante Maka que,
para satisfacer su voraz apetito, necesitaba devorar animales tan
enormes como los hipopótamos; y cuando se disponía a saciar su sed,
algunos de los lagos cercanos se veían seriamente mermados.
Ciudades bajo el agua
También había una hermosa mujer que
aparecía plena de juventud y lozanía. Se llamaba Haraké, y su
poder de atracción era tal que no se sabía si era diosa o si
pertenecía a la especie de los humanos mortales. La leyenda más
extendida afirmaba que Haraké tenía los cabellos tan transparentes
como las propias aguas que le servían de morada. Al atardecer, la
hermosa muchacha tenía por costumbre descansar al borde mismo del
Níger, y esperar así hasta que llegara su amante. En cuanto éste
se reunía con ella, ambos se adentraban en las profundidades de
aquellas aguas encantadas y profundas; la muchacha llevaba al elegido
en su corazón a través de maravillosos caminos que conducían a
fastuosas y desconocidas ciudades. En sus espléndidos recintos, y
entre el sonido del tantán y de los tambores, tendría lugar la
ostentosa ceremonia que uniría a la feliz pareja para toda la vida.
Todas las narraciones de la fábula
expuesta hacen hincapié en que fue Haraké quien condujo a su
amante, y no viceversa. Con ello se quiere dar a entender que la
mujer era muy respetada entre ciertas tribus del Africa negra. Sus
privilegios provenían de su consideración como madre y esposa.
Aunque, al mismo tiempo, aparecen
representaciones femeninas en actitud sumisa pero, si uno se fija en
su rostro, observará cierta clase de serenidad que, al decir de
investigadores y antropólogos, indicaba la importancia concedida a
esa especie de mundo anímico, o vida interior, con que debía
arroparse la mujer negra, so pena de poner en entredicho su condición
femenina.
Mito de las dos luminarias
De entre las numerosas leyendas del
continente africano sobresale la de los negros de Senegal, puesto que
acaso sean los únicos que tienen una cosmología digna de tal
nombre.
Sus fábulas muestran que las dos
luminarias, es decir, tanto el Sol como la Luna, estaban ya
consideradas como superiores a los demás astros. El mito cosmogónico
pretende establecer las diferencias de ambos cuerpos astrales, y se
propone explicar -de una manera muy simple, aunque cargada de
connotaciones míticas y emblemáticas- las grandes diferencias entre
la Luna y el Sol. El brillo,el calor y la luz que se desprenden del
astro-rey impiden que seamos capaces de mirarlo fijamente. En cambio,
a la Luna podemos contemplarla con insistencia sin que nuestros ojos
sufran daño alguno. Ello es así porque, en cierta ocasión, estaban
bañándose desnudas las madres de ambas luminarias. Mientras el Sol
mantuvo una actitud cargada de pudor, y no dirigió su mirada ni un
instante hacia la desnudez de su progenitura, la Luna, en cambio, no
tuvo reparos en observar la desnudez de su antecesora. Después de
salir del baño, le fue dicho al Sol: “Hijo mío, siempre me has
respetado y deseo que la única, y poderosa deidad, te bendiga por
ello. Tus ojos se apartaron de mí mientras me bañaba desnuda y, por
ello, quiero que desde ahora, ningún ser vivo pueda mirarte a ti sin
que su vista quede dañada”.
Y a la Luna le fue dicho: “Hija mía,
tú no me has respetado mientras me bañaba. Me has mirado fijamente,
como si fuera un objeto brillante y, por ello, yo quiero que, a
partir de ahora, todos los seres vivos puedan mirarte a ti sin que su
vista que dañada ni se cansen sus ojos”.
La Furia Del Dios De La Tormenta
El dios del Sol preparó una gran
fiesta a la que invitó a todos los dioses. No faltaba de nada en
esta ceremonia, comida, bebida, música, danza… pero los invitados
comían y bebían, pero no satisfacían ni su hambre ni su sed.
Apareció entonces un anciano, quien explicó el extraño suceso y
les comunicó que todo se debía a la furia de su hijo, el dios de la
Tormenta, quien había desaparecido llevándose consigo todo lo
bueno.
Todos los dioses decidieron buscarle
para invitarle y así recuperar los placeres, pero no le encontraron.
Desesperado, el padre del dios de la Tormenta recurrió a la gran
diosa Kamrushepa. Esta le comunicó que su hijo se había enojado y
por eso estaba todo seco. Le ordenó traer una abeja a la que dio
instrucciones para que retomara la búsqueda.
La abeja encontró al dios buscado
dormido en un bosque y lo despertó con la picadura de su aguijón.
El dios enloqueció de ira y éste se vengó con una fuerte lluvia
torrencial, acompañada de rayos y centellas contra los humanos. El
resto de dioses, estupefactos, imploraron a la diosa Kamrushepa, que
era la única capaz de apaciguar al dios.
El Nacimiento Del Primer Shaman
Adja era un joven persa que enfermó en
extrañas circunstancias. Su cuerpo perdió toda fuerza y fue dado
por muerto. Pero, realmente lo que le sucedió es que cayó en un
sueño tan profundo como desconocido. Los pájaros negros lo tomaron
y lo elevaron al cielo, mundo superior regido por las aves.
Allí fue criado y educado por ellos.
Cuando adquirió el grado de conocimiento deseado por dichos pájaros,
lo redujeron al tamaño de un embrión y lo depositaron en el vientre
de una mujer. Así, volvió a nacer en el seno de una nueva familia
sin tener recuerdos de su pasado. Según crecía, iba descubriendo
que tenía poderes curativos y su ingenio crecía, según crecía su
cuerpo. Se dedicó a curar a los enfermos, a crear ungüentos, a
recuperar las almas perdidas y, en fin, a utilizar todos los recursos
que la naturaleza ponía a su alcance con la ayuda de los pájaros.
En su larga vida pudo enseñar sus
conocimientos a varios pupilos, y éstos, a otros tantos,
desarrollándose así la tradición shamánica oriental. Sólo unos
pocos elegidos pudieron demostrar sus dotes y desarrollar todos los
conocimientos e ingenios necesarios para convertirse en un auténtico
shamán. La propia naturaleza se encargó de comunicarse con las
personas elegidas para ser el enlace entre ella y los hombres, para
que la humanidad nunca olvide que ella está ahí y que si nos
portamos bien con ella revertirá en beneficio propio.
Así, los shamanes son médicos, guías
espirituales y suelen estar dotados con el don de la poesía. Basan
su energía en el poder de la naturaleza y en su conocimiento. Son
respetados y adorados como dioses, siendo un referente vital para sus
pueblos.
martes, 5 de mayo de 2015
Santa Vehme
Durante siglos esta espeluznante
sociedad secreta impartió justicia con toda impunidad. Sus juicios,
amparados por las secretas sombras de las noche, implicaban casi
siempre la muerte de los acusados, muchas veces inocentes. Los grados
de corrupción y el secretismo de la Santa Vehme acompañaron durante
centurias a los aterrorizados habitantes de la Alemania medieval.
Nosotros, los secretos vengadores del
Eterno, los jueces implacables de los crímenes, y los guardianes de
la inocencia, lo citamos de aquí a tres días ante el tribunal de
Dios. ¡Apareced!, ¡Apareced!”. Descubrir estas palabras erizaba
los vellos de los destinatarios, desencadenaba los sudores del miedo,
provocaba los más terribles temblores. No era para menos: recibir
esas palabras era prácticamente sinónimo de muerte, de una muerte
atroz. Era la carta de presentación ante el acusado de la Santa
Vehme, un acusado que casi siempre iba a ser culpable, aunque no
hubiese cometido delito alguno.
El modus operandi era siempre el mismo.
La notificación, la advertencia, había de hacerse en la más
absoluta de las tinieblas. El miedo habita en la oscuridad. Y la
sociedad secreta que nos ocupa, la Santa Vehme, trabajaba con la
opacidad como aliada. No podía ser de otro modo en una realidad tan
tenebrosa como ella. Un miembro de la misma, sigilosamente, se
acercaba a la casa del acusado. Era preciso que fuese de noche. Sin
un solo testigo. Una vez en la puerta del hogar, clavaba en ella un
sobre cerrado con un sello de cera roja en el que se reproducía la
figura de un caballero con armadura. Un puñal ritual incrustado en
la madera de la cancela servía para sujetar la nota. No es difícil
imaginar el terror que invadiría a quien recibiese dicha nota. Ese
puñal y la imagen del sello identificaban al remitente. Y era casi
inviable escapar de él. Abrir el sobre implicaba, a buen seguro, un
corazón dislocado. La nota seguía un modelo. Primero, se
presentaban los delitos que se imputaban, todas las faltas que, en
caso de ser confirmadas en un juicio que sería poco justo, a buen
seguro que acabarían con su muerte, después, la frase que
escribíamos a comienzos del artículo. Tres días tenía para poner
en orden todos sus asuntos, a la espera de la llegada del terrible
juicio… O para intentar huir, cosa harto improbable habida cuenta
de que los tentáculos de la sociedad alcanzaban todo el país… Y
después, en un juicio que hoy podría calificarse como sumarísimo,
a esperar la sentencia, que muy probablemente no estaría bien
relacionada con su supervivencia… Por eso, durante siglos, la Santa
Vehme se convirtió en el tribunal secreto más temible de lo que es
hoy Alemania. Pero, ¿cómo, cuándo y por qué dieron comienzo sus
extravagantes y crueles desmanes?
Orígenes inciertos
No existe acuerdo acerca del origen del
terrible tribunal. Algunos estudiosos apuestan por unos comienzos que
bien parecen legendarios y que tienen al no menos mítico Carlomagno
como principal impulsor. El ejército del reconocido como emperador
de Occidente a finales del siglo VIII entabló una dura guerra contra
los sajones a los que consiguió vencer e intentó cristianizar. Sin
embargo, un pequeño clan de rebeldes renegó de su autoridad,
suscitándole no pocos contratiempos. Este grupúsculo estaba
liderado por un personaje terco, líder de las conocidas como guerras
sajonas, de nombre Vidukindo y al que el monarca no sabía muy bien
cómo doblegar. Según reza este relato, Carlomagno, por medio de uno
de sus más fieles seguidores, decidió pedir consejo al papa León
III. Acudió el emisario a Su Santidad y le describió la situación
que preocupaba a su jefe. León III escuchó sin hacer
aspavientos, callado, meditabundo. En un momento determinado, se
levantó y comenzó a caminar por su jardín. El representante de
Carlomagno lo siguió. El Papa se dedicó a cortar las malas hierbas
que crecían en su terreno, y una vez amontonadas, las colgó para
que quedaran secas. No dijo palabra en todo el encuentro. El
embajador regresó y detalló la reunión a su soberano. Es fácil
imaginar cuál fue la interpretación de Carlomagno del
comportamiento papal: había que acabar con las malas hierbas, había
que exterminar a todo aquel que se rebelara contra su poder. Con este
fin, en torno al año 770, Carlomagno crea los tribunales secretos de
Westfalia, lo que para algunos suponía el arranque de la Santa
Vehme.
Carlomagno otorgaría a dichos
tribunales, que comenzarían a funcionar al modo de las sociedades
secretas, toda una serie de prebendas que le permitirían actuar
libremente, sin cortapisas. Es lo que se dio en llamar “poder sobre
la vida y la muerte”. Y lo que empezó siendo un modo de luchar
contra los elementos más indómitos de los sajones, no tardó en
convertirse en una forma de castigar, primero, a quien no cumpliese
las normas carolingias; al poco, a todo el que se mostrase desafecto,
desobediente o simplemente mantuviese mala relación con algunos de
los miembros de la organización. Lo que empezó siendo una forma
alegal de acabar con los adversarios de Carlomagno, trocó en
ejecuciones promovidas por el capricho de alguno de los miembros de
la Orden.
Misteriosa llum (Misteriosa luz)
El Milagro de la luz es una leyenda de
la tradición manresana que explica cómo una misteriosa luz
proveniente de Montserrat atravesó las vidrieras de la antigua
iglesia del Carmen el 21 de febrero de 1345, provocando que se
pusiera fin a la excomunión que pesaba sobre la ciudad llevada a
cabo por el obispo de Vic a causa del paso de La Sèquia (acequia) de
Manresa por tierras del obispado. La acequia canalizó el agua del
Llobregat desde Balsareny hasta Manresa y, con su construcción, se
acabó la escasez de agua que padecía el pueblo.
En 1339 los consejeros de la ciudad
decidieron que tenía que hacerse una acequia que trajera el agua a
la ciudad para poder asegurar su recogida, a fin de que ésta no
dependiese de la lluvia. Sobrepasando las posibilidades de la ciudad
pidieron ayuda al rey obteniéndola el 23 de agosto de 1339, cuando
Pedro III concedía el permiso de realización de la acequia junto
con una rebaja de impuestos para favorecer su construcción.
Así, en 1339 se decidió su trazado y
empezaron los trabajos de nivelación. La obra fue encargada al
barcelonés Guillem Catà y a los hermanos Simó y Pere de Rodener.
Los primeros pleitos procedieron del
obispo de Vic y de los habitantes de Sampedor que se negaron a pagar
impuestos para su construcción.
Seguramente a últimos del año 1340,
el obispo de Vic, Galzeran Sacosta, como señor de la jurisdicción
de Sallent, se opuso a que la acequia pasara por su municipio que
podía provocar, además, una bajada del caudal del Llobregat a su
paso por Sallent.
Tras un año de negociaciones y
discusiones, llegó la excomunión del obispo a los obreros y
consejeros de Manresa, suspendiendo la práctica de todos los
sacramentos y de toda la liturgia en el territorio de la ciudad.
Pese a todo, los obreros de la acequia
continuaron trabajando en la construcción del canal. Se sabe que, en
el año 1344, se estaba trabajando en la construcción del puente del
Vilar en el término de Sallent.
El conflicto con el obispo duró hasta
el año 1345, y se solucionó cuando, una vez muerto el obispo
Galzeran Sacosta, su sucesor, Miguel de Ricomar, mantuvo una actitud
más dialogante aceptando las compensaciones que le ofrecía la
ciudad.
La tradición
Según la tradición, el final del
conflicto fue debido, sin embargo, al milagro de la Misteriosa Luz:
una luz resplandeciente llegó, proveniente de la montaña de
Montserrat, hasta la iglesia del Carmen, entrando por una ventana de
la fachada principal, al mismo tiempo que las campanas empezaban a
tocar solas. Un vez dentro se situó debajo de la llave de la bóveda
del ábside central dividiéndose en tres rayos de luz que se
repartieron entre el ábside, la capilla de la Santísima Trinidad y
la de San Salvador. Después se volvieron a reunir los tres haces en
uno solo que salió de la iglesia en dirección, otra vez, hacia
Montserrat.
La explicación de este hecho fue la
siguiente: ante el conflicto entre la ciudad de Manresa y el obispo
de Vic, Dios se ponía al lado de la ciudad de Manresa. Por eso, una
vez que el obispo supo la existencia de este milagro, se arrepintió
de su actitud y quiso rectificarla, pero no le dio tiempo porque,
como ya se ha dicho, murió el 5 de abril de 1345, antes de que
pudiera levantar la prohibición. Por esta razón, también, el nuevo
obispo Miguel de Ricomar, que tomó posesión del obispado el 12 de
mayo de ese mismo año, se apresuró a levantar la excomunión y
solucionar el conflicto.
Por último, el desenlace del conflicto
se produjo con la redacción, aprobación y firma de los capítulos y
condiciones de la concordia entre el obispo y la ciudad, firma que
tuvo lugar el día 19 de noviembre de 1345 en Vic.
En 2001 el Orfeón Manresano produjo un
musical, con música de Manel Camp y dirección de Teti Canal.
La Leyenda Negra Del Cortijo Jurado
No se sabe a ciencia cierta la fecha de
construcción del Cortijo pues no existieron planos oficiales hasta
muchas décadas después de su construcción, pero vamos a suponer
que fue levantado a mediados del siglo XIX, aunque personalmente creo
que debió de construirse durante la segunda y tercera década.
El
enorme edificio es de un claro estilo gótico-anglosajón, de doble
planta y de unas dimensiones bastante desproporcionadas incluso para
las familias adineradas de la época. Se dice que tenía la friolera
de 365 ventanas, algo que parece ser cierto aunque viendo las fotos,
no me salen las cuentas. Adosado al edificio está la capilla y,
según la rumorología local, sus entrañas están horadadas por
profundos sótanos y siniestros túneles y pasadizos. El cortijo y lo
que antaño fueron sus terrenos, están situados en las afueras de la
ciudad de Málaga, en el barrio de Campanillas.
La leyenda del cortijo maldito
Según se cuenta, en este lugar
acontecieron una serie de hechos oscuros en la época en la que en el
cortijo vivían los primeros Heredia, en los macabros acontecimientos
también estarían involucrados los Larios, residentes en el cercano
cortijo Colmenares, que en nuestros días es un club de golf. Ambas
familias mantenían una estrecha amistad, pues ambas llegaron a
Málaga desde la rioja. (El apunte del origen es verídico, aunque el
de la amistad es un punto dudoso que trataré más adelante). En fin,
según cuenta la leyenda, en una fecha indeterminada, todavía en el
XIX, comenzaron a ocurrir en Málaga una serie de extrañas
desapariciones de niñas que, sistemáticamente fueron asesinadas
tras ser objeto de las más diversas vejaciones y de rituales de
índole satánico. La familia Heredia no tardó en ser el punto de
mira de las acusaciones de estos asesinatos, pues se les suponía
perteneciente a la masonería y presuntamente, habrían importado
estas prácticas satánicas de sus amistades en Francia y en
Inglaterra. Algunos de los cuerpos de estas niñas aparecieron en la
rivera de un río que corría cercano a la finca y que los mismos
integrantes de la familia, habrían llevado hasta allí por los
túneles secretos que comunicaban el cortijo con el río. En los
sótanos, habría máquinas de tortura que eran usadas en dichos
rituales.
Otro túnel secreto comunicaría el
cortijo Jurado con el de Colmenares, por donde los invitados a estas
lúgubres celebraciones podrían pasar sin ser vistos.
Esta, más o menos, es la leyenda
original, pero como las leyendas suelen estar vivas y evolucionan con
el paso de los años, la del cortijo Jurado no es una excepción.
Durante la mayor parte del siglo XX, el cortijo y su leyenda queda
bastante olvidado por todos, hasta que ya en la década de los
noventa vuelve a tomar fuerza adornada con todo un despliegue de
datos de índole parapsicológico. Curiosamente, los fenómenos
comienzan a ocurrir cuando el cortijo entra en el ruinoso estado de
abandono que se puede observar en las fotos, confiriéndole un
aspecto ciertamente tétrico. En las publicaciones especializadas y
más tarde, en la red, comienzan a circular fotografías de supuestos
espíritus en sus ventanas, orbes y figuras que toman forma en los
vapores de las noches frías, más tarde, las sesiones de ouija de
supuestos adolescentes atrevidos, confirman e incluso dan nombre y
apellidos de las pobres criaturas que allí fueron asesinadas,
señalando en algunos casos el lugar exacto del patio donde están
enterradas. Parapsicólogos de reputación graban psicofonías,
algunas de ellas estremecedoras y algunos médiums salen sin
respiración del cortijo tras sentir en sus entrañas la terrible
presión de los hechos que allí acontecieron.
Cuando se llega a este punto, una marea
de historias se desatan confundiendo ya la realidad y el tema tratado
con seriedad con la broma fácil de las mentes aburridas que se
dedican a inventar y a adjudicar historias y apariciones ficticias a
la historia del cortijo y que todavía, muchas de ellas, son tratadas
como verídicas por muchos. Cadáveres emparedados, personajes
fantasmales que aparecen intermitentemente en el cortijo, extrañas
luces, ruidos y golpes de origen desconocido, etc…
La historia de los Heredia y los Larios
Ciertamente, como comenté más arriba,
las dos familias eran oriundas de la Rioja, los Larios de Laguna de
Cameros y los Heredia de Rabanera de Cameros, ambos pueblos de la
misma comarca, aunque esto no sea sinónimo de obligada amistad.
En el caso de los Larios, D. Pablo
Larios, padre de Martin Larios (I Marqués de Larios), se
establecería en Málaga tras quedar viudo en los comienzos del siglo
XIX, donde comenzaría sus florecientes negocios con exportaciones a
través de Gibraltar y mucho más tarde con las bodegas y otras
sociedades financieras. Martin, que se supone protagonista de esta
historia junto a Manuel Agustín Heredia, no se establecería en
Málaga hasta 1831, contando con 30 años, tras la muerte de su
hermano Manuel Domingo. Hasta entonces vivía en Cádiz o Gibraltar,
controlando allí in situ los negocios familiares. En este punto,
tras conseguir el Marquesado y tras los enormes beneficios
comerciales que le aportó la guerra contra Napoleón, los Larios se
convierten en una de las familias más notables de la ciudad.
Familias Larios Y Heredia
Manuel Agustín Heredia, llega a Velez
Málaga con quince años, en 1801 (Año en el que nació Martín
Larios) y ya huérfano, en busca del progreso y del futuro que no
puede conseguir en su provincia natal. Con empeño y tesón consigue
empleo en una tienda de ultramarinos que no funcionaba demasiado bien
y que a base de mucho trabajo consigue enderezar en no demasiado
tiempo. Pasados unos años, y con Málaga tomada por los franceses,
Heredia se introduce en el floreciente mundo del contrabando a través
de Gibraltar. Sus idas y venidas de Málaga a Gibraltar son continuas
y es más que posible que en esta época conociese e hiciera gran
amistad con Martín Larios, que se encontraba también en Gibraltar y
que posiblemente también tuviese bastante que ver con el comercio
sumergido.
La cuestión es que Heredia no tarda en
tomar una buena posición y comienza a formar parte de sociedades
industriales, consiguiendo concesiones de explotaciones mineras en
diversos lugares. Su carrera industrial sube como la espuma y en poco
tiempo posee explotaciones agrícolas y mineras en tierras
sudamericanas y una enorme flota naval con la que promover todo su
comercio.
Su entrada en la burguesía Malagueña
es cuando se casa con Isabel Livermore, familia de noble casta de
dicha ciudad. Con lo cual, ya tenemos la conexión deseada. Heredia y
Larios, en la misma ciudad, adinerados y con negocios y orígenes
comunes. Es bastante lógico que incluso decidieran establecerse
cerca el uno del otro.
La similitud en la arquitectura de
ambos cortijos da que pensar que fueron diseñados por un mismo
arquitecto, llegando a la conclusión de que la decisión de
construir los cortijos en las afueras de Málaga fue conjunta, pese a
que en el enclave del Colmenares, ya se tenía constancia de
edificación desde 1747, apareciendo en el catastro del Marqués de
la Ensenada. Posiblemente se remodelaría el edificio original.
Hechos y conclusiones
Es difícil llegar a conclusiones
acertadas cuando se tratan temas que acontecieron hace un siglo, pues
se puede imaginar que el boca a boca tras tantos años puede llegar a
deformar la realidad hasta darle un giro de 180º. Pero intentaré ir
por partes, en primer lugar, es cierto que en Málaga ocurrieron una
serie de asesinatos. Entre los años 1890 y 1920, cinco mujeres de
edades comprendidas entre los 18 y los 21 años, fueron encontradas
asesinadas en la orilla del río cercano a la casa, aparte de esto,
no existen casos de desapariciones sistemáticas en los archivos
policiales de la época. Los cuerpos mencionados aparecían tras
varios días de desaparición, aunque no hay constancia de que
tuviesen algún tipo de signo de rituales satánicos o abusos
sexuales. En este punto hay que indicar que tanto Heredia como Martín
Larios ya habían muerto en estas fechas. Con lo cual, de ser alguna
de las acusaciones ciertas, ya pasarían a sus descendientes.
El siguiente punto es el de los
supuestos túneles. Esta leyenda se basa en el testimonio de un
vecino de la zona llamado Manuel Martín, que según cuenta, siendo
él un mozo en el año 1932, se coló en el Cortijo cuando no estaban
sus moradores, como signo de valentía ante sus amigos. En la
valiente incursión topó con un extraño pozo en el patio trasero
que le condujo a una especie de caverna subterránea de la que
partían túneles en varias direcciones. Según su testimonio,
recorrió un túnel de más de dos kilómetros hasta que llegó a una
puerta cerrada a cal y canto, (supuesto cortijo de los Larios), en la
vuelta se introdujo en otros pasadizos en los que encontró todo tipo
de máquinas y aparatos de tortura, nichos y huesos desperdigado; una
escena realmente aterradora.
También según su testimonio, nadie le
creyó cuando contó lo que había visto en las entrañas del cortijo
aunque su testimonio sin duda, ha sido la base de ésta leyenda.
Décadas después y siguiendo sus indicaciones, con pico y pala se ha
intentado buscar la entrada a ese túnel sin encontrar absolutamente
nada. Se cuenta que durante las obras de remodelación del cortijo
Colmenares, un camión cayó en el interior de un socavón en el
mismo patio. Antes de que el dueño del Cortijo mandase rellenar
dicho socavón, algunos de los trabajadores pudieron ver que aquello
era un sótano artificial del que salía un túnel en dirección al
cortijo. Este reporte me resulta un tanto raro, pues los que vieron
dicho socavón siempre son el hermano del primo de un amigo, y no
existe ningún testimonio directo.
Caballerizas
El paisaje ha cambiado mucho en los
alrededores del Cortijo en los últimos tiempos, una autovía,
canalizaciones, construcciones… en ninguna de ellas se ha topado
nadie con el supuesto túnel. Se cuenta que durante las obras de
remodelación Siendo un poco lógicos, sería una tremenda estupidez
construir este tipo de túneles que no tienen ningún sentido. En
primer término, cometer asesinatos y dejar los cuerpos a las puertas
de tu casa no se puede decir que sea demasiado inteligente y mucho
menos, trasladarlos hasta allí por un túnel secreto para que no te
vea nadie hacerlo… vamos, que no tiene la cosa ni pies ni cabeza.
Por otro lado, los dos Cortijos se
podrían catalogar como residencias esporádicas de los Larios y de
los Heredia, pues la enorme cantidad de negocios que tenían ambas
familias hacían que los hombres tan apenas pasaran en ellas breves
periodos de tiempo, y menores todavía eran las coincidencias de
ambos. En los cortijos, los niños y sus mujeres vivían de un modo
plácido y sin complicaciones, más allá de los asuntos locales y de
la administración de la propia hacienda. Creo que el ambiente de
estas familias estaba bastante alejado de los oscuros temas de misas
negras y ritos satánicos. Es muy posible que fuesen masones, pues
era casi que una obligación para según qué estratos sociales en
aquellos años, pero de ahí a que fuesen seguidores de Satán va
todo un mundo.
Cierto que alguna muerte aconteció en
el edificio, es lógico tras casi un siglo de ocupación, pero nada
más allá de lo normal y natural.
Toda la leyenda creada en torno a este
edificio se basa en el testimonio más que dudoso de un joven que se
coló en su interior para mostrar su valentía ante sus amigos. No
hay ningún dato que implique a ninguna de las dos familias en los
asesinatos que acontecieron durante el cambio de siglo en Málaga y
tampoco existen datos de las innumerables desapariciones y asesinatos
que se les atribuyen. No existe constancia verídica de la existencia
de los túneles mencionados, pese a que han sido buscados con
insistencia en los últimos tiempos y pese a que en los alrededores
de la finca se han removido las tierras para la construcción de
carreteras y otros edificios. Cierto es que se han grabado numerosas
psicofonías en este lugar, pero tampoco demuestra gran cosa y en
ningún caso, las sesiones de ouija o las psicofonías son prueba
demostrativa que implique que algunos de los Heredia fueran terribles
asesinos. Las fotografías que se pueden encontrar en la red, de
supuestas figuras y luces, no tienen la claridad suficiente para
poder tomarlas por válidas. La sugestión es grande cuando se
investiga este tipo de lugares y las pareidolias juegan malas
pasadas. Los extraños ruidos y luces que observan los vecinos de la
zona no son difíciles de explicar, pues el cortijo, antes de estar
la entrada prohibida y vigilada, era un centro de peregrinación de
los jóvenes malagueños en busca de aventura y de muchísimos grupos
de investigación paranormal.
Esta ha sido mi opinión personal sobre
la leyenda de éste cortijo, basándome en todos los datos que he
podido recopilar al respecto. Tengo fe en el mundo paranormal y no
soy un escéptico cabreado con los investigadores, pero todo lo que
rodea a los mitos del cortijo Jurado son datos demasiado volátiles y
de poca fiabilidad, lo que me hace pensar que nada oscuro ocurrió
allí.
El Cortijo fue vendido en las
primeras décadas del siglo XX por los Heredia a los Larios. Más
tarde estos lo revenderían a terceros. A finales de los 80 el
cortijo fue comprado por los Jurado, de donde tomó el nombre. En el
año 2000, el cortijo es vendido a una empresa hotelera que tiene la
intención de remodelarlo completamente y construir allí un complejo
turístico, desde entonces, el proyecto está congelado y el cortijo
está totalmente abandonado.
domingo, 3 de mayo de 2015
El Fantasma De La Casa De Las Siete Chimeneas
Invierno en Madrid, el retumbar de
truenos lejanos y el sonido del viento azotando los vidrios de los
ventanales terminan por deshacer mi placentero sueño y me desvelan.
Mi despertador digital marca la 03:31. Perezosamente me levanto de la
cama y tras beberme un vaso de agua me siento junto a la ventana del
salón para fumarme un cigarro, con la esperanza de poder volver a
conciliar el sueño.
La noche fuera está de lo más
desapacible, en la plaza del rey, las ramas de los árboles flamean
al viento violentamente devolviendo crujidos lastimeros. Algunas
bolsas y cartones huidos de los contenedores de basura, se
arremolinan al final de la calle y parecen cobrar vida en sus
acrobáticos vuelos, imitando los juegos infantiles y al amparo de
la intimidad que se les presenta en una noche como ésta, con las
calles desiertas y a salvo de miradas juzgadoras.
En el cielo, una masa de nubes rojizas
avanza hacia el este a toda velocidad, presagiando la tormenta
inminente que no tardará mucho en descargar sobre la ciudad. De vez
en cuando, un rayo lejano tiñe las nubes de gris eléctrico y a los
pocos segundos, los cristales vibran con su correspondiente trueno.
Arrimo más mi sofá a la ventana… siempre me gustaron las
tormentas y esta noche parece que el sueño me ha abandonado por
completo. En una de las pausas entre trueno y trueno, mientras prendo
mi segundo cigarrillo, me parece escuchar el tañir de unas campanas
a lo lejos, quizás sean las de la iglesia de los Calatravas, en la
calle de Alcalá, pero me parece muy extraño… esos tañidos no son
los que marcan la hora… son monótonos… repetitivos, parece que
las campanas tocan a muerto. Pero no es posible, a estas horas de la
madrugada iglesia de Madrid está abierta y muchísimo menos suenan
las campanas, más allá de los mecanismos automáticos de los
relojes.
Son las 03:54, de repente, unos enormes
goterones impactan contra las ventanas como pequeños kamikazes,
produciendo ruidos sordos que rebotan por el salón, perdiéndose en
ecos suaves por el pasillo del fondo. Un enorme relámpago
serpenteante se dibuja ante mis ojos a unas pocas cuadras de mi casa
y prácticamente al instante, al tiempo que suena un estruendoso
trueno, se va la luz en la calle y todo queda sumido en la oscuridad.
Las campanas siguen sonando entrecortadamente en la letanía…
Me levanto y me pego mi cara contra los
fríos y empañados vidrios para comprobar que todo el barrio está
completamente a oscuras. La amarillenta luz de otras zonas alejadas
de la ciudad que no han sufrido el apagón rebota en los nubarrones
inundando la plaza y la calle Infantas con tenues tintes rosáceos.
La lluvia comienza a ser más perceptible y mientras alzo mi mirada
al cielo, sobre el edificio que tengo en frente, sede del ministerio
de cultura… la veo.
Siento como mi cuerpo queda paralizado
ante la visión que estoy contemplando en éste momento. Una mujer,
alta, con el pelo largo y negro que ondea flácido en las azarosas
ráfagas de viento, camina segura entre las chimeneas del tejado del
edificio. Ataviada con un camisón blanco que cubre su cuerpo hasta
los tobillos, se dirige cabizbaja y decidida por el alero del
palacete hacia la zona que da al Alcázar. En una mano porta una
especie de antorcha, en la que una débil llama lucha a muerte contra
la lluvia.
Cuando llega al extremo del tejado, cae
de rodillas y alzando su rostro al cielo, comienza golpear con fuerza
su pecho. Otro relámpago estalla a escasa distancia y su fantasmal
perfil se dibuja perfectamente mientras que el sonido del trueno se
funde con un alarido que hace que todos los pelos de mi cuerpo se
tensen como alambres de acero.
Tras el fogonazo del relámpago y
cuando mis retinas vuelven a enfocar en la oscuridad, la extraña
mujer ya no está. Parece que se ha evaporado ante mis ojos…
Dando lentos pasos inconscientes hacia
atrás me derrumbo sudoroso en el sillón. Todavía no me puedo creer
lo que acaban de ver mis ojos; toda la vida escuchando la vieja
leyenda de la casa de las siete chimeneas y yo siempre tomándomelo a
broma y hoy, la mismísima Elena Zapata ha paseado por su tejado para
mí.
Y ésta amigos es la leyenda de éste
famoso palacete Madrileño, La popularmente conocida como “Casa de
las siete chimeneas”. Edificio mítico y misterioso como pocos en
Madrid y que desde su construcción, allá a finales del siglo XVI,
siempre ha estado rodeado de hechos un tanto oscuros. Conspiraciones,
amores prohibidos, muertes en extrañas circunstancias e incluso un
motín tan famoso como el de Esquilache han sucedido en su interior.
Se cuenta que la bella Elena fue una de
tantas amantes del controvertido Felipe II y que éste, como solía
hacer cuando alguna de sus amantes se ponía en exceso pesada,
arregló su boda con militar del noble linaje de los Zapata. El nuevo
matrimonio estrenó el palacete, que por otro lado fue la única
construcción civil que realizó Felipe II, aunque también se
comenta que fue construido por el padre de Elena, que era montero del
rey, y que éste se lo regaló a su hija tras la boda. En fin, la
cuestión es que poco les duró el matrimonio, pues el capitán
Zapata partió a la guerra de Flandes pocos meses después de
contraer matrimonio con Elena y allí falleció en las primeras
contiendas.
En este punto Elena queda sola en el
enorme caserón, las malas lenguas y los chismorreos de la corte
contaban que por las noches, un Felipe II embozado para pasar
desapercibido, acudía puntual a la cita con su amante. Estos rumores
se extendieron como la pólvora cuando una mañana Elena apareció
muerta en su alcoba.
Hay que tener en cuenta que en la época
de los sucesos, Ana de Austria se encuentra en la corte para
convertirse en la cuarta esposa de Felipe II. ¿Sabía Ana de la
existencia de Elena y decidió eliminar el problema cortando por lo
sano? ¿Presionó Elena al rey para ser algo más que una simple
amante y fue él quien acabó con ella? La respuesta a estas
preguntas siempre será un misterio. Para más inri, el cadáver de
Elena desapareció en extrañas circunstancias y a los pocos días,
el padre de ésta apareció colgado de una viga (aunque este hecho es
un poco dudoso según las fuentes consultadas).
En este punto fue cuando comenzó la
leyenda tras los rumores de que en noches oscuras se veía el
fantasma de la doncella en el tejado de la casa, aunque en aquel
entonces todavía no era conocida por sus chimeneas. Esta
remodelación fue ordenada por Baltasar Cattaneo unos años después
tras comprar el inmueble, algunos atribuyen un significado simbólico
a sus siete chimeneas, y dicen que simbolizan los siete pecados
capitales.
Aunque la historia de esta casa no
acaba aquí, ni mucho menos. Años después, todavía con Felipe II
como monarca, otra joven muere en su misma noche de bodas con un
viejo hacendado Indio. Parece ser que la joven esposa también tenía
ciertos encuentros con el pendenciero rey. La joven apareció en los
sótanos del palacete con un puñal clavado en el pecho y las arras,
regalo del rey, esparcidas a su alrededor. No son pocos los que
aseguran que esta doncella también vaga todavía hoy en día por los
sótanos de la casa.
Una última muerte se produjo en la
casa durante el motín de Esquilache, ministro de Hacienda de Carlos
III en el año 1766. El pueblo, enfurecido por las medidas represoras
del marqués, acudió en turbamulta hasta la casa con la sana
intención de lincharlo. Por suerte para él, no se encontraba en la
casa y el populacho la tomó con uno de sus mayordomos que ofreció
cierta resistencia, muriendo el pobre a garrotazos.
Durante casi cuatrocientos cincuenta
años, la casa ha pasado por muchas manos, siempre de familias
nobles. Embajadores, terratenientes, mercaderes… a finales del
siglo XIX, la casa fue reformada para convertirse en sede del Banco
de Castilla y durante éstas reformas el cadáver de una mujer, junto
con una bolsa con monedas de la época de Felipe II, fue descubierto
entre los muros de los sótanos, volviendo a poner de moda las viejas
leyendas de éste mítico y legendario edificio de la capital
española y, para que la cosa no se olvide en nuestros días, en el
año 1960, otras reformas volvieron a desenterrar los restos de otro
esqueleto emparedado, ésta vez masculino y hasta día de hoy,
anónimo. En la actualidad el edificio se usa como sede del
ministerio de cultura, está en perfecto estado de conservación y
todo indica que, por lo menos, la leyenda seguirá viva durante
muchísimos años más.
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