Se cuenta que hace muchos años atrás en la Oficina salitrera
Coya Sur, una animita se transformó en leyenda, era la de un hombre que se
había quedado dormido en la línea del tren pues estaba bebido, siendo
encontrado al día siguiente totalmente
destrozado. Así contaba una dueña de
casa de esta misteriosa y desolada pampa.
Allí vivía un matrimonio y sus hijas, las niñas eran muy
inquietas y le gustaba salir a jugar a la pampa. A pesar de que sus padres les
recomendaban siempre volver temprano y no alejarse mucho del campamento, una noche muy oscura se les hizo tarde,
estaban muy asustadas y temiendo un gran
castigo, por su desobediencia, al
encontrarse con la animita de aquél hombre se encomendaron a él, prometiéndole
cuidar y regar su lugar todos los días,
si a cambio llegaban bien a su casa y sus padres no se enojaban por su
rebeldía.
La madre al ver que sus hijas no llegaban las esperaba
nerviosa en la puerta, de pronto divisó a lo lejos a las niñas, pero vio que no
venían solas, había alguien más que venía con ellas, aparentemente era un
hombre, se preocupó mucho pero al ver que estaban bien su impaciencia se calmó.
Cuando entraron a la casa la madre les preguntó, quién era la otra persona que
las acompañaba, y ellas manifestaron que venían solas.
En las siguientes noches al aprestarse a dormir, las muchachas empezaron a escuchar pasos a su
alrededor, pasos que iban de un lugar a otro, se levantaron de la cama para ver
si había alguien, pero no había nadie. Se acostaron nuevamente y al rato de
nuevo los mismos pasos se hacían más
rápidos. Las jóvenes recordaron la promesa, y a la mañana siguiente tomaron
unas botellas con agua, buscaron flores y se fueron a la animita.
Desde ese día el lugar se veía cada vez más hermoso, y las
niñas se sentían muy protegidas. No sólo
a ellas las protegía, la animita, sino a todos los que pasaban por allí de
noche. Era el guardián de las noches obscuras.
Fuente: "PAMPA, CUENTOS, LEYENDAS, HISTORIAS".
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