viernes, 5 de junio de 2020
El Portero Del Prostíbulo
¿Pero qué otra
cosa podría hacer aquel hombre? El nunca había aprendido como leer
ni escribir, no tenía ninguna otra actividad u ocupación.
Un día, entró como
gerente del burdel y llamó a los empleados para dar las nuevas
instrucciones.
Al portero le dijo:
-A partir de hoy,
usted, además de estar en la entrada, va a preparar un informe
semanal donde registrará la cantidad de personas que entran y sus
comentarios y quejas sobre los servicios.
El portero dijo–Yo
adoraría hacer eso, señor, balbuceó. - Pero no sé leer ni
escribir.
- ¡Ah! ¡Cuanto lo
siento! Pero si es así, ya no puede seguir trabajando aquí.
- Pero sr, no puede
despedirme, he trabajado en esto mi vida entera, no sé hacer otra
cosa.
- Mire, lo entiendo,
pero no puedo hacer nada por usted. Le daremos una buena
indemnización y espero que encuentre
algo que hacer. Lo siento y que tenga suerte.
Dicho esto, se dio
la vuelta y se fue. El portero se sentía como si el mundo se le
derrumbara. ¿Qué hacer?
Recordó que en el
prostíbulo, cuando se rompía alguna silla o una mesa, él las
arreglaba, con esmero y cariño.
Pensó que esto
podría ser una buena ocupación para conseguir un trabajo.
Pero sólo contaba
con algunos clavos oxidados y una pinza mal cuidada.
Usaría el dinero de
la indemnización para comprar una caja completa de herramientas.
En el pueblo no
había casa de herramientas, debería viajar dos días en mula para
ir al pueblo más cercano para comprar. Y así lo hizo.
A su regreso, un
vecino llamó a su puerta:
- Vengo a preguntar
si tiene un martillo para prestarme.
- Sí, acabo de
comprarlo, pero lo necesito para trabajar, ya que...
- Bueno, pero yo se
lo devolveré mañana muy temprano.
- Si es así, está
bien.
A la mañana
siguiente, como había prometido, el vecino llamó a la puerta y
dijo:
- Mire, yo todavía
necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende?
- No, lo necesito
para trabajar y además, la ferretería más cercana está a un viaje
de dos días, en mula.
- Vamos a hacer un
trato - dijo el vecino.
Le pagaré los días
de ida y vuelta, más el precio del martillo, ya que está sin
trabajo en este momento. ¿Qué piensa?
Realmente, esto le
daría trabajo por dos días más. Acepto.
Volvió a montar su
mula y viajó.
A su regreso, otro
vecino lo esperaba en la puerta de su hogar.
- Hola, vecino.
Usted vendió un martillo a nuestro amigo.
Necesito algunas
herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus días de viaje y una
pequeña ganancia más para que me las compre, porque yo no tengo
tiempo para viajar para hacer las compras.
¿Qué piensa?
El ex portero abrió
su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un
destornillador, un martillo y un cincel. Pagó y se fue. Y nuestro
amigo guardó las palabras que escuchaba: " No tengo tiempo para
viajar a hacer las compras”.
Si esto es así,
muchos requerirán de él para viajar y traer herramientas.
En el próximo
viaje, arriesgó un poco más de dinero, trayendo más herramientas
de las que había vendido.
De hecho, podría
economizar un poco de tiempo en los viajes.
La noticia comenzó
a esparcirse por el pueblo y muchos, queriendo economizar el viaje,
hacían encomiendas.
Ahora, como vendedor
de herramientas, una vez por semana viajaba y traía lo que
necesitaban sus clientes
Con el tiempo,
alquiló un galpón para almacenar las herramientas y unos meses más
tarde, se compró una vitrina y un escaparate y transformó el galpón
en la primera ferretería en el pueblo. Todos estaban contentos y
compraban allí.
Ya no viajaba, los
fabricantes le enviaban los pedidos. Él era un buen revendedor. Con
el tiempo, la gente de los pueblos cercanos preferían comprar en la
ferretería, que tener que gastar días en viajes.
Un día se acordó
de un amigo suyo que era tornero y herrero y pensó que él podría
fabricar las cabezas de los martillos.
Y entonces, por qué
no, los destornilladores, los pinzas, los cortadores, etc. ...
Y después estaban
los clavos y los tornillos...
En pocos años, se
convirtió, con su trabajo, en un fabricante de herramientas rico y
próspero.
Un día decidió
donar una escuela al pueblo.
En ella, además de
la lectura y la escritura, los niños aprendían algún oficio.
En el día de la
inauguración de la escuela, el alcalde le entregó las llaves de la
ciudad, lo abrazó y le dijo:
- Es con gran
orgullo y gratitud que le pedimos que nos conceda el honor de poner
su firma en la primera página del libro de actas de esta nueva
escuela.
- El honor sería
mío, dijo el hombre. Sería una cosa que me daría mucho gusto,
firmar ese libro, pero no sé leer ni escribir, soy analfabeta.
- ¿Usted? Dijo
incrédulo el alcalde. ¿Construyó un imperio industrial sin saber
leer ni escribir? ¡Esto es increíble! Y le preguntó:
- ¿Qué hubiera
sido de usted si supiese leer y escribir?
- Eso lo puedo
contestar, el hombre dijo con calma: - Si yo supiese leer y
escribir... seguiría siendo el PORTERO DEL PROSTÍBULO.
Esta historia se
refiere a un gran industrial llamado... Valentín Tramontina,
fundador de Industrias Tramontina, que hoy cuenta con 10 fábricas,
5.500 empleados, produce 24 millones de unidades varias al mes y
exporta bajo su propia marca a más de 120 países - es la única
empresa brasileña en esta condición. La ciudad que se menciona es
Carlos Barbosa, y está en el interior de Rio Grande do Sul.
Si alguien le
bloquea la puerta, no gaste energía en la confrontación, busque las
ventanas.
Recuerde la
sabiduría del agua: " El agua nunca discute con sus obstáculos,
sino que los rodea”.
Que su vida sea
llena de victorias, no importa si son grandes o pequeñas, lo
importante es celebrar cada una de ellas.
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