sábado, 3 de octubre de 2020
El caballero Negro: La Encarnación de la Noche más Oscura
Durante siglos, la
humanidad se vio sumergida en el fondo de lo que hoy día conocemos
como la edad media; una etapa de la humanidad en las que las luchas
por el territorio, las constantes peleas y matanzas eran el pan de
cada día para hombres, mujeres y niños por igual.
Durante estos
tiempos era igual de común ver caballeros deambulando por las calles
o peleando en sangrientas batallas, como lo era ver a un niño
jugando en la calle. Durante estos tiempos belicosos y difíciles,
las leyendas proliferaron tanto como la espuma del mar, y un
caballero en particular se convirtió en el blanco de todas ellas.
La leyenda del
caballero negro es tan conocida que ha llegado a nuestros oídos
hasta el día de hoy, y en base a ella se han realizado juegos,
series, películas y libros. Un ser poderoso, que dependiendo de la
historia que se cuente, cómo se cuente y dónde se cuente, puede ser
un ser benévolo, un enviado del mismísimo diablo, de la muerte o un
vengador. En este post conoceréis más a fondo la leyenda de este
caballero, su vida, su historia y las leyendas que se han formado en
torno a este misterioso personaje.
Primero enfoquémonos
en la leyenda
El caballero negro
es un ser que a muchos de nosotros podría parecernos mitológico, un
ser místico con poderes sorprendentes que podría venir únicamente
del reino de los mitos y las leyendas. La verdad, es que justamente
así es como lo pintan los mitos, las leyendas, las películas, los
libros y la televisión. No obstante, la verdadera historia afirma
que sí existió este caballero, aunque no era ni de lejos tan
impresionante, fuerte y atemorizante como lo fuera en las leyendas
que hoy día conocemos.
Fue un caballero
como cualquier otro, pero poseedor de una armadura de un color
totalmente negro, que se afirmaba que era tan negra como la noche más
oscura. Su posición, era la de guardia real; su trabajo, era el de
proteger nada más y nada menos que al rey del castillo.
El color de su
armadura servía precisamente para crear miedo y pavor en las
personas que estuviesen cerca, y una de las cosas que debía tener
muy presente, era que no debía mostrar su cara demasiado, para que
la gente se acostumbrara a temer al yelmo oscuro que llevaba.
El traje era
inmenso, precisamente porque debía albergar al guerrero más fornido
y fuerte que existiera en el reino. Este guerrero era sometido a un
estricto régimen, en el cuál se suponía que debía de ser el
mejor, más poderoso, ágil e inteligente guerrero de entre todos los
que habitaban y trabajaban en el lugar. No debía existir otro como
él, y para este empleo no bastaba la fuerza bruta; el caballero
negro debía de saber pensar si quería tener el trabajo.
Quien era designado
comprendía de idiomas, de estrategia, de medicina y muchas otras
cosas que pudiera llegar a necesitar, además que era diestro con el
manejo de espadas, mazas, flechas, cuchillos y cualquier otra arma
que se le apareciese; al tiempo que debía ser capaz de enfrentar una
batalla desigual con sus manos desnudas. Debido a todo esto, la
figura de un caballero negro estaba siempre ribeteada de misterio, y
es por ello que tantas leyendas se conocen alrededor de este
personaje.
El caballero negro:
La leyenda de Sir Percy
Se cuenta que
durante el reinado del rey Ricardo, en Camelot, la misión de ser el
caballero negro se le encomendó a un joven conocido como Sir Percy.
Este hombre era un prometedor alumno del poderoso hechicero Merlín,
y había sido designado por este mismo para tan honrosa misión.
Sir Percy fue
entrenado en el arte de la espada, la lanza, la justa, el arco y la
flecha, el lanzamiento de hachas y de cuchillos; pero también fue
entrenado en las profundas artes de la medicina, la botánica, la
lectura, la historia y la estrategia. Una vez que su entrenamiento
hubo concluido, y que el joven ya había crecido, se le envió con el
propósito de proteger al rey siempre que fuese necesario, y de ser
la mano de este cuando el rey lo requiriera.
Percy no podría
haber estado más orgulloso; cumplía su deber a cabalidad y con
presteza, al punto en que era elogiado por ser el mejor caballero de
la corte. No obstante, entre los enemigos del rey se supo quien era
el caballero, pues el pobre hombre reveló a una doncella su
identidad.
Como si nos
encontráramos en la historia de Sansón, esta hermosa Dalila lo
traicionó, y reveló a Mordred la identidad del caballero. No pasó
mucho tiempo antes que este se aprovechase de la información
obtenida.
Envió a Sir Percy
una carta, en la cual se le informaba que su madre estaba gravemente
enferma, y que moriría pronto. Se le pedía que fuese a verla, pues
lo único que la mujer hacía cuando estaba convaleciente en su cama,
era llamar desesperadamente el nombre de su hijo. Sir percy partió a
buscarla, al pueblo donde vivía que se encontraba considerablemente
lejos.
Al llegar, encontró
a su madre pletórica de salud, y al enterarse de esto, se despidió
apresuradamente de la mujer y partió de regreso a su pueblo, con su
caballo azabache.
Al llegar, tomó
nuevamente su armadura, se la colocó y salió hacia el castillo, a
cumplir con su deber. Se cuenta que en esas horas tardías de la
noche, nadie podía ver al caballero que se dirigía hacia su
trabajo. Lamentablemente, al llegar era demasiado tarde: Mordred
había ganado. El rey estaba muerto, y Sir Percy, herido en su
orgullo, se quitó la vida.
Se cuenta que vaga
en las noches de luna nueva, con su espada del mismo color de su
traje, y del mismo color de la noche, asesinando a todo aquel que
lleve maldad en su alma. Se dice que este espíritu puede leer el
alma de las personas, y las juzga personalmente, ejecutándolas para
evitar que hagan daño de la misma forma que lo hizo Mordred.
La leyenda de Ashor
La leyenda de Ashor
cuenta que él era el caballero negro de la época, (cerca del año
800d.c). su trabajo consistía en estar únicamente a las órdenes
del rey. Un buen día, el rey le llamó a su castillo, a una
habitación secreta que solo ellos dos conocían, pues una regla
importantísima afirmaba que no podía verse la cara del caballero
negro por nadie que no fuese el rey.
El monarca le pidió
que se descubriera, y este lo hizo. El rey, luego de esto, le ordenó
que cumpliese una misión para él. Su trabajo, a partir de ese
momento, sería el de terminar con la vida de un rey tirano que
gobernaba un reino vecino.
Ashor aceptó, pero
primero le dijo al rey que iría al reino a comprobar que aquel
soberano era tan malvado como lo planteaba su monarca. Quedó
convenido, y Ashor partió.
Luego de pasear por
el lugar, Ashor pudo comprobar, por la forma en que vivían sus
habitantes, que el rey sí era un hombre malvado, que exprimía a sus
súbditos para poder vivir en la gloria y la opulencia. Al mismo
tiempo, se enteró de que tenía encerrado en un calabozo a un viejo
sacerdote que se oponía a sus políticas.
Ashor ejecutó al
rey de una manera fácil, limpia y rápida; pero decidió también
que debía liberar al anciano sacerdote.
Al bajar a la celda,
encontró al hombre desnutrido y muy maltratado, razón por la cual
lo llevó cargado en el hombro, como un saco de patatas. Salió del
castillo, entre una carga de soldados que lo perseguía, pero debido
al peso de la armadura, combinado con el del sacerdote, no tuvo más
remedio que relentecer su paso. Una flecha le hirió un costado antes
que pudiese montar.
Sin saber cómo,
consiguió las energías necesarias para hacer cabalgar al animal,
dejando atrás a los soldados. Lamentablemente, sangrando y en el
estado en que estaba, sabía que les dejaría una pista a los
soldados que los perseguían si dejaba un rastro de sangre. Se apeó
del caballo, y envió al sacerdote y al animal muy lejos. El anciano
sacerdote le bendijo, le agradeció y se fue de ahí, feliz de haber
salvado la vida.
Ashor se apoyó en
un árbol, y se desplomó en el suelo, semiinconsciente. En el
momento en que sentía el frío abrazo de la muerte, un demonio se
apareció ante él; acto seguido, un ángel hizo lo propio, y ambos
se miraron por espacio de unos segundos.
―Este hombre ha
cometido actos malvados ―dijo el demonio―. Me pertenece.
―También ha hecho
mucho bien ―le respondió el ángel; sus ojos refulgían como las
llamas eternas del mismo sol, y Ashor sintió miedo―. Viene
conmigo.
Cuando ambos
parecían dispuestos a enfrentarse en batalla, una tercera entidad,
que no pudo ver de quién se trataba, apareció. Era una especie de
ser indiferente, con porte y poder, y que lo único que llevaba
encima era una túnica con una capucha negra. Nada podía verse de la
cara de la entidad.
Esta era una entidad
conocida como Il Separatio (la expresión mágica y perfecta de
neutralidad)
―Este hombre ha
hecho tanto bien, como mal ―rugió. Su voz verdaderamente era como
un susurro, pero el caballero negro sintió como si hubiese tronado
en todo el lugar―. Por lo tanto, me pertenece a mí.
Tanto el ángel como
el demonio se esfumaron, y Ashor quedó solo con la figura.
―A partir de ahora
tu vida es tuya ―le dijo―. Podrás vivirla como te plazca, vivir
cuanto te plazca y morir cuando te plazca. Podrás dedicarte bien sea
a hacer el bien o el mal. No obstante, decidas lo que decidas, tus
acciones jamás harán diferencia alguna en lo que suceda en el
universo.
Dicho esto,
desapareció.
Se cuenta desde
entonces que Ashor se ha dedicado a hacer el bien, aunque sus
decisiones y acciones no tengan trascendencia, siempre, metido en su
traje, buscará la manera de hacer el bien, y de ejecutar a los
malvados con su negra espada.
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