Plutón es fruto de la unión entre Saturno (Crono), dios de la agricultura, y Ops (Rea), diosa de la fertilidad. La parte más conocida de su historia es aquella en la que rapta a Proserpina (Perséfone), nacida de Ceres (Démeter), diosa hermana suya, y la convierte en su esposa.
Cuentan que Ceres, llena de dolor, acudió ante el padre de ambos, Saturno, para pedirle que intercediera ante el dios de lo oculto para que le devolviera a su hija. Tan inmenso era el dolor de la diosa de la fecundidad y de las cosechas que se olvidó por completo de bendecir la tierra y ésta prácticamente llegó a secarse provocando una gran hambruna entre los mortales. Entonces Saturno no tuvo más remedio que intervenir.
Pero Plutón no podía dejar marchar, así sin más, a su amada Proserpina así que le hizo comer pepitas de granada, semillas venenosas, para que no pudiera regresar al mundo de los vivos. La única solución posible fue el compartir la compañía de la bella joven. Pasaría entonces 6 meses con su madre, los meses de la primavera y del verano en los que todo nace y florece, y los otros 6 meses en el inframundo, los del otoño y el invierno, esos en los que la naturaleza se marchita y duerme en espera de que regrese la primavera.
Plutón vivía en el Tártaro, el cual se encontraba bajo el Erebo o entrada al inframundo, y allí recibía y juzgaba con mano dura e inflexible las tristes sombras de los que allí acababan debido a sus malas acciones en vida. Si el alma provenía de una persona buena iba a parar al Elíseo.
En cuanto a su apariencia, se le describe como de aspecto terrible, facciones duras y sombrías, con una espesa barba y generalmente coronado con un casco mágico fabricado en piel animal, regalo de los cíclopes, que tenía el poder de otorgarla invisibilidad. A menudo, en diferentes ilustraciones, también se le puede ver con un cetro negro y acompañado, en su trono de ébano, de cuatro caballos del color de la noche y del temible can Cerbero, el perro guardián de las tres cabezas.
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