La psicokinesia se manifiesta generalmente por el movimiento o el lanzamiento de objetos, además de la capacidad de materializarse los conocidos como poltergeists.
Hay documentadas numerosas levitaciones, especialmente de los santos. Por ejemplo, las de San José de Cupertino, quien incluso gritaba antes de levitar, y en una ocasión se mantuvo levitando durante dos horas. Santa Teresa de Jesús también experimentó la levitación en sus arrebatos místicos. Se dice que levitaba un pie y medio por encima del suelo alrededor de media hora. Santa Teresa tenía miedo de estas levitaciones, ya que no lograba controlarlas. Ella misma veía cómo se elevaba.
También se conocen casos de levitación en el hinduismo, el islam, el budismo, los brahmanes, los fakires y los ninja. Dentro de las tradiciones orientales, la levitación se logra por medio de técnicas de respiración y visualización, que se conocen como Akashi, Prana, Ch’i y Ki.
Durante la época medieval y el renacimiento, la levitación se consideraba un símbolo del mal, un fenómeno generado por la brujería, los demonios, los fantasmas o las hadas. Hoy en día, la levitación adquiere signos de posesión demoníaca, y puede ocurrir durante un exorcismo.
Uno de los médiums más conocidos en la historia, David Hume, realizó actos de levitación durante cuarenta años. Una vez llegó a levitar de un edificio a otro, desde las ventanas de un tercer piso. Hume levitaba en estado de trance. Aformaba que sentía como algo de electricidad en los pies. Sus brazos estaban rígidos, y señalaban hacia su cabeza, como si estuviera agarrando un poder oculto que lo levantara.
Existen escépticos que hablan de la levitación como un fraude. Sea o no un fraude, siempre será uno más de los misterios sin resolver de nuestra mente.
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