Endimión, también de origen divino y nieto de Zeus, era un pastor de Caria. Había ocupado el trono de Elida, pero luego de ser destronaron, busco refugió en el monte Larmos y se dedicó a al campo y a los astros, enamorándose de la luna, la única compañía además de su soledad.
Todas las noches, después de realizar sus tareas diarias, dormía profundamente dentro de la cueva que le servía de morada. Pero si el tiempo era bueno, se tumbaba desnudo junto a la puerta de la cueva a dormir al aire libre. Endimión contemplaba a Selene y su corazón se nutría de un amor silencioso, hasta caer dormido.
Selene no sabía nada del gran amor que había inspirado en el pastor, pero una noche bajó a la tierra, le vio dormido y desnudo y le amó. Desde entonces le visitó todas las noches, le encontró siempre dormido, y se recostó junto a él sin despertarle. Así, dormido él y ella despierta, se amaron por mucho tiempo.
La diosa ignoraba la fascinación del pastor hacia ella, y él tampoco sabía que durante sus sueños se volvía objeto de amor de la diosa. Hasta que una noche Endimión despertó en pleno amor y se enteró de que era el amante de la diosa. Ambos se confesaron su amor secreto y la felicidad los envolvió. Pero entonces entró un temor en él, ya que había pasado el tiempo y su cuerpo comenzaba a marchitarse. Le pidió a Selene que le concediera juventud eterna con su poder divino. Ella recurrió a Zeus y éste decidió que Endimión no sufriría el paso del tiempo mientras estuviese dormido; sólo envejecería durante la vigilia.
Endimión le hizo prometer a Selene que lo acompañase siempre con él durmiera. De ese modo, él no envejecería y siempre que se despertaría feliz. Pero entonces, cuando estuviese despierto, ella no estaría.
No se conoció ni explicó un final para ninguno de los dos. El mito hace creer que Selene y Endimión continúan amándose en silencio en algún rincón remoto de la tierra.
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