Atención Por Favor.

Ante todo nos dirigimos y agradecemos a todos por la ayuda que nos dan con este blog ya sean seguidores, oyentes del programa de radio y por sobre todo a todos aquellos propietarios de webs, blogs, libros y todos los lugares donde han obtenidos la información y nos han acercado a nuestro mail para que podamos publicarlas en este humilde blog, para que todas las semanas desde hace ya 7 años podamos compartir en dos emisiones las tantas historias, enigmas y misterios del universo que se van pasando de generación en generación y así reflejar esas viejas leyendas, historias, enigmas y misterios que de niños oímos mas de una vez y que nos asustaban en algunos casos como también en otras nos enseñaban a valorar y respetar esas narraciones.

Desde ya les agradezco a todos y pido disculpas si no se agrega la fuente por que muchos correos no la poseen y para no cometer errores no se agrega pero en este pequeño equipo estamos muy agradecidos para con todos. Muchísimas Gracias a todos en general por su valiosa información y por su cordial atención.

Equipo Infinito.



jueves, 11 de junio de 2020

Supervivencia


En Berlín, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el dinero escaseaba, los suministros se agotaban, y parecía que todo el mundo moría de hambre. 

Durante este período, las personas contaron la historia de una joven que decidió ayudar a un hombre que caminaba a ciegas entre una multitud.

La leyenda cuenta que ambos comenzaron a conversar y el hombre le preguntó si podía hacerle un favor: “¿Podrías entregar esta carta en la dirección escrita en el sobre?” Bueno, el lugar le quedaba de camino a su casa, por lo que ella acepto sin más.

La chica comenzó su camino para entregar el mensaje, cuando notó algo en la dirección, un número que no podía distinguir, no sabía si se trataba de un “4″ o “9″. 

Se volvió de nuevo hacia el hombre ciego y se dio cuenta de que había emprendido una huida entre la gente sin sus gafas oscuras ni su bastón, como si estuviera huyendo.

Ella, por supuesto, encontró aquella actitud sospechosa, y en lugar de ir a casa fue a la policía. La policía, que tenía sospechas de que algo estaba pasando en la región por los incidentes registrados, visitó la dirección para comprobar si existía alguna conexión con sus sospechas. Una vez allí, hicieron un descubrimiento aterrador, tres carniceros cortaban carne humana y la vendían a la gente hambrienta por un precio amigable.

¿Sabes lo que había en la carta que el hombre le dio a la joven? Una nota, apenas se limitaba a decir: “Esta es la última que mando para ustedes hoy.

Dulce Venganza


Mi novio y yo hemos estado juntos durante 6 años, en este tiempo me he dado cuenta de cada una de sus infidelidades, en total han sido 4, por cada una he planeado una venganza...

La primera fue a los 8 meses, me engañó con una amiga mía que fingia una amistad, los descubrí porque yo en el trabajo salía a altas horas de la madrugada, lo que le permitía a mi novio llevar a sus amantes sin ningún problema, ese día llegué a las 2:30 a.m y lo vi acostado en nuestra cama con mi "amiga", no quise despertarlos porque pensé que una venganza sería muchísimo mejor.

La segunda fue al año y medio, esta vez fue con mi compañera de trabajo. Le dije a mi novio que me podía dar una escapada del trabajo para así poder verlo y almorzar juntos, le dije que llegaría al parque a las 12:30 pero en realidad llegaría a las 12:00 para darle una sorpresa; cuando yo llegué al parque, en el pasto acomodé una canasta con su comida favorita y unas flores, casi en la entrada del parque, lo vi, lo vi besándose con mi compañera de trabajo, yo fingí no verlos porque pensé que una venganza seria muchísimo mejor.

La tercera fue a los dos años tres meses, fue con mi hermana, creí que ella no me traicionaría por el simple hecho de ser mi hermana, pero me tenía mucha envidia y odio por lo que no hubiera permitido no aprovechar una oportunidad como esta. Yo presentía esto, por lo que invité a mi hermana a comer a nuestra casa, cuando llegó, comimos casi enseguida. Invente ir al baño pero me escondí, al ya no verme, los dos se besaron, yo regresé y seguimos normal; al caer la noche, vimos una película y los dos estaban abrazándose cariñosamente, no les diría nada porque pensé que una venganza seria muchísimo mejor.

Y la cuarta fue hoy, planeé mi venganza perfectamente, queria que me ayudará mi mejor amiga así que organice una fiesta donde invité a mi hermana, mi amiga falsa, mi novio, mi compañera de trabajo y obviamente yo y mi mejor amiga.

A mi mejor amiga le conté todo mi plan, le dije que le iba a poner somníferos a las copas de vino de todos menos a la mía y a la de ella.

Yo fui al baño, confiada en que no iba a pasar nada, regresé muy rápido y vi a mi novio besándose con mi mejor amiga, ella pensó que no la había visto, así que le agregué un somnífero a su copa; no tardo mucho en que todos se durmieran y ahí comencé mi venganza.

Cuando despertaron, les expliqué todo detalle por detalle y empecé:
La primera fue mi amiga falsa, a ella le corté las piernas, gritaba como loca.
La segunda fue mi compañera de trabajo, a ella le corté los labios y los brazos y la hice beber alcohol etílico.

La tercera fue mi hermana, a ella le corté los labios y los brazos, los mutilé e hice que se lo comiera.
El cuarto fue mi novio, a el le saqué el corazón del pecho y lo corté en dos partes, yo me comí una parte y aunque mi novio ya estaba muerto, pusé la otra mitad de su corazón en su boca.
Y la última fué mi mejor amiga, a ella la hice comer las piernas de mi amiga falsa y los labios de mi compañera de trabajo.

Para no dejar rastro de nada, al salir de la casa, la quemé; cuando llegaron los bomberos ya era muy tarde, sus cuerpos se habían consumido y nunca sospecharon nada de mí...

El Hijo De La Bruja y El Diablo


Mis padres me abandonaron cuando tenía ocho años, mi abuela, la única pariente que tengo, siempre me contaba historias de fantasmas cuando era niño, era una mujer bastante dulce y me trataba con mucha ternura, yo era su único nieto, por eso me consentía bastante. Ella tenía un brazo amputado con marcas feas, como cortes, me contó que en nuestra familia existe una maldición hecha por una bruja hace muchas décadas, debido a que un antepasado, mato a su hijo por ser diferente a los demás niños del ese entonces poblado.

El niño que mataron había nacido con malformaciones producto de un encuentro sexual que había tenido la bruja con un demonio, a cambio de sus poderes, al menos eso comentaban los pobladores, no tenía ojos, tampoco nariz, solo una gran boca con enormes dientes que cubrían todo su rostro, tenía problemas para respirar debido a su condición, por lo que cuando lo hacía, emitía un sonido parecido al de un chancho, espantando a los demás niños con su horripilante cara.

Una noche todos los pobladores se pusieron de acuerdo para matarlo junto a la bruja, hacía meses que la tierra no daba ningún fruto y todos le echaron la culpa a ella, entonces fueron hasta la casa donde vivían, pero la bruja no se encontraba en ese momento por lo que el primero en morir fue su hijo; fue perseguido por todo el lugar, luego fue amarrado y lo metieron de cabeza en un barril lleno de agua donde murió ahogado. En ese momento apareció la bruja, gritando y conminando a los pobladores, sin embargo, poco pudieron hacer sus poderes en ese momento, amarrándola de igual modo de manos y pies, pero antes de ser metida al barril donde se encontraba su hijo sin vida, ella, con sus últimas palabras les lanzo una maldición a todos los presentes, el cual decía:

“en la octava primavera de tu primogénito, un diente pondrás, o él vendrá” –mira mi brazo, y recuerda, el día que tu primer hijo cumpla la edad de ocho años, la edad que tenía el hijo de la bruja, un diente te sacarás y pondrás junto a ti al dormir, sino su hijo vendrá– me decía mi abuela, cada vez que terminaba de contarme historias de fantasmas.

Recordé esa historia porque hoy mi hijo, cumple ocho años, la misma edad en la que murió el hijo de la bruja, pero yo nunca creí en esos relatos, siempre creí que mi abuela solo me las contaba para asustarme a la hora de dormir. Ella antes de morir, me dijo que cuando mi hijo cumpliera los ocho años, revisara su diario, pero por el trajín del día se me olvidó por completo. Esa misma noche, luego de la celebración del cumpleaños de mi primogénito, yo y mi esposa estábamos recostados cómodamente en nuestra cama, y empecé a contarle la historia de la bruja, asustándola mucho. Aun así, ninguno de los dos quiso sacarse un diente.

Pasada la medianoche, me despertó unos chillidos parecidos al de un chancho, y pude verlo, era real, no tenía ojos, tampoco nariz, con enormes dientes que cubrían todo su rostro de oreja a oreja, mientras se devoraba mi pierna derecha, sentía como podía romper mis huesos con sus muelas, intenté moverme, pero mi cuerpo no respondía, quise gritar, tampoco podía hacerlo, el horror se apoderó de mí y terminé desmayándome de la impresión.

En la mañana, sin mi pierna derecha y con mucho dolor, me levanté como pude, y vi el espantoso cuerpo de mi mujer sin cabeza al pie de la cama, con su pijama toda rasgada, mientras la sangre aún goteada de su cuello, grité como un loco desquiciado al ver semejante sangrienta escena.

Luego de ser hospitalizado y pasar meses de terapia psicológica, regresé a mi casa, y recordé lo que mi abuela me había dicho de que buscase su diario cuando mi hijo cumpliera los ocho años. Registré todas las pertenencias de mi abuela guardadas en cajas, hasta que al fin di con el dichoso diario, al abrirlo una hoja cayó al suelo, al levantarlo y leerlo decía: “No olvides sacarte un diente, mi brazo, tu abuelo y tus padres, fueron engullidos por el hijo de la bruja.

martes, 9 de junio de 2020

Los Caníbales De Escocia, La Verdadera Historia de"El Despertar del Diablo"


La película “El Despertar del Diablo” trata de una familia que viaja por una carretera de Nuevo México, cuando de pronto quedan varados en medio del desierto y comienzan a ser cazados por mutantes. Lo que muchos desconocíamos de este filme es que fue basado en hechos reales, aquí les escribo la aterradora historia…

Todo comenzó en el siglo XVI, cuando un hombre llamado: Alexander “Sawney” Bean, cansado de trabajar y llevar una vida normal, decide junto a su novia marcharse rumbo a la costa de Bennane Head, Escocia. Encontraron una cueva junto al mar, donde decidieron que sería su nuevo hogar, sobrevivirían de los viajeros que pasarían por la carretera, los matarían para robarles su comida y demás pertenencias.

Conforme fueron pasando los años, tuvieron hijos con quienes cometían incesto, pues todos tenían relaciones entre ellos y nuevas vidas nacían… se hacía tan grande la familia que con lo que robaban ya no era suficiente, por lo que comenzaron a comer carne humana de sus victimas; los restos que no les gustaban, los tiraban al mar, algunos eran encontrados pero las autoridades nunca daban con los verdaderos asesinos, por el contrario muchas inocentes victimas murieron al ser acusados falsamente.

Durante 25 años esta salvaje familia mató brutalmente miles de personas, hasta que un día su suerte cambiaría al atacar a una joven pareja. Cuando los caníbales atacaron, el hombre se defendió con una pistola y una espada, aunque no fue suficiente para que se salvara su esposa, pues a ella la despedazaron y comieron frente a el… Mientras el hombre se resistía, pasaba un grupo de 30 turistas por la zona y vieron la sangrienta escena a la orilla de la carretera, los caníbales se asustaron y se fueron a esconder a su cueva.

Los soldados del Rey James VI de Escocia no tardaron mucho en llegar, gracias a los perros de rastreo pudieron dar con la cueva de los caníbales, en donde encontraron a los 48 miembros de la familia rodeados de incontables restos humanos.

Al final la familia Bean pagó por sus atrocidades, los hombres fueron castrados hasta morir desangrados y las mujeres fueron quemadas en la hoguera.

La Madre Descuidada


Natalia era una madre feliz, trataba a sus tres pequeños con gran ternura y comprensión aunque más de una vez la pudieran sacar de sus casillas. Los dos primeros de sus retoños vinieron casi seguidos 6 y 7 años y la tercera, una preciosa niñita de siete meses, que aunque inesperada, fue recibida con el mayor cariño y amor que una familia le puede entregar.

El único “pero” que le podía poner Natalia a su abundante familia era que su marido casi no pisaba su casa. Su aburrido trabajo como contable les daba una cómoda posición social pero le mantenía ocupado todo el día, e incluso cuando estaba en casa siempre estaba rodeado de papeles del trabajo. Por lo que Natalia tenía que ocuparse de sus hijos sin ninguna ayuda y en algunos momentos eso podía ser extenuante.

La noche anterior al fatídico día la más pequeñita de la casa había decidido celebrar un concierto nocturno y Natalia casi no pudo pegar ojo. Agotada y casi arrastrándose llegó a la cama a las cuatro de la mañana tras dejar a la niña en la cuna.

Cuando se empezó a quedar dormida escuchó el grito de su segundo hijo en la habitación contigua, de un salto se levantó y fue corriendo a la habitación que compartían sus dos hijos mayores y se encontró a Mario (el mediano en edad) visiblemente asustado y llorando sobre su cama. Parece que había tenido una pesadilla y del susto se había hecho pis encima, algo que por desgracia se había vuelto muy habitual desde que nació sus hermanita. El niño se había convertido en un príncipe destronado y su comportamiento dejaba mucho que desear y era capaz de cualquier cosa con tal de llamar la atención. Natalia agotada y sin pensarlo mucho, comenzó a regañar a Mario delante de su hermano Julián.

– ¡Como te vuelvas a hacer pis en la cama te voy a cortar el pipi!, ¡Ni siquiera tu hermanita me da tanto trabajo como tú!

El niño lloraba desconsoladamente mientras su madre cambiaba las sábanas y le daba la vuelta al colchón. Casi sin darse cuenta eran ya las cinco de la mañana y Natalia aún no había podido pegar ojo. El biberón de las seis de la mañana y preparar el desayuno a su marido e hijos hizo el resto. No pudo dormir en toda la noche.

Lo peor de todo es que los niños pasarían todo el día en casa, ya que estaban de puente. Una festividad que parece que no respetaban en la empresa de su marido, él cual fue a trabajar como cualquier otro día dejándola al cuidado de los pequeños durante todo el dia.

A media tarde y aprovechando que Mario, agotado por la noche anterior, se había quedado dormido en su habitación. Comenzó a bañar a la pequeña Clara. Era el momento ideal pues Mario estaba insufrible y si no le vigilaba a cada paso era capaz de incendiar la casa con tal de llamar la atención. Esa pequeña siesta le daría un respiro y la permitiría bañar al bebé un poco antes del horario habitual. Con un poco de suerte hoy podría mandarlos a dormir un poco antes y descansar.

Cuando ya sólo le quedaba lavar la cabecita a la pequeña Clara un grito desgarrador se escuchó en el pasillo. Era sin duda Mario que seguro que había vuelto a hacer otra de las suyas. Gritando y sin soltar a Clara preguntó:

– ¡¿Qué pasa?! ¡¿Mario estás bien?! ¡Julián! ¡¿Qué le pasa a tu hermano?!

Estaba a punto de envolver en una toalla a la bebé, que aún continuaba enjabonada en la bañera cuando Julián entró por la puerta y lo que vio la dejó sin habla.

– Mamá, Mario se ha vuelto a hacer pis en la cama así que le he cortado el pipi como dijiste.

El mayor de sus hijos tenía el pene ensangrentado de su hermano en una mano y unas tijeras manchadas de sangre en la otra.

Natalia pálida por lo que acababa de suceder se levantó de un salto olvidándose que estaba bañando a la pequeña y salió corriendo hacia Julián que, al ver la furia de su madre en los ojos, escapó a toda velocidad buscando un sitio para esconderse.

Aturdida, conmocionada y agotada por la noche en vela Natalia no sabía como actuar cuando llegó a la habitación de los niños y vio a Mario sobre la cama desangrándose. Tras abrazar fuertemente a Mario le cargó en brazos y bajó las escaleras camino al coche, su única opción era llevarle al hospital inmediatamente. Cada grito de dolor del niño bajaba en intensidad, la pérdida de sangre le estaba debilitando y sabía que tenía pocos minutos antes de que muriera desangrado.

Arrancó el coche y pegó un acelerón saliendo el vehículo impulsado como si diera un salto al pisar un fuerte bache y sonó una fuerte explosión. El salto pareció sacar a Natalia de su estado de shock y de repente recordó que la pequeña Clara seguía aún dentro de la bañera. En ese momento se dió cuenta de la mortal imprudencia que acababa de cometer y bajó del coche sin mirar atrás para buscar a su hija.

Por desgracia cuando llegó era demasiado tarde, la bebita de apenas siete meses no tenía la fuerza suficiente para aguantar tanto tiempo sentada sin perder el equilibrio y yacía inerte boca abajo en el agua. Los intentos de reanimar a la niña fueron inútiles y Natalia, gritando desesperada, bajó nuevamente las escaleras de su casa con su bebé en brazos camino del vehículo que la llevaría al hospital.

Pero aún le quedaba una última y macabra sorpresa, al acercarse al vehículo todo terreno que conducía, se dió cuenta de que había un brutal charco de sangre en el suelo, al principio pensó que sería la sangre de Mario, pero al acercarse pudo constatar que bajo el coche estaba el cuerpo inerte de Julián, que al parecer se había escondido bajo el todoterreno para evitar que su madre le pegase. Con tan mala fortuna que al arrancar ésta a toda velocidad una de las ruedas le aplastó el cráneo, reventándolo y desparramando sus sesos por todo el suelo y causando la terrible explosión que Natalia había escuchado un par de minutos antes.

Natalia cayó al sueño de rodillas, su cara no reflejaba ninguna expresión. Solamente se mantuvo en esa posición durante unos minutos hasta que sin mediar palabra se levantó, abrió la puerta de su coche y cargó nuevamente el cuerpo ya inerte de Mario junto al de su hermanita. Entró nuevamente en su casa.

Un minuto después bajó de nuevo, cargó el cadáver de Julián y volvió a entrar en la casa cerrando la puerta tras de si.

Por la noche, cuando el marido de Natalia llegó a su casa que estaba a quince minutos de la ciudad, se encontró el todoterreno con la puerta abierta y a medio camino del garaje, lo que le impedía aparcar su vehículo. Se acercó al coche de su mujer y se manchó el zapato con lo que parecía una viscosa mancha de aceite, cerró su puerta y se dirigió a casa en la que todas las luces estaban apagadas.

Al entrar gritó:

– ¡Natalia! ¿Dónde estáis? ¿Por qué tienes el coche en mitad del garaje?

Al dar la luz se dio cuenta de que había un reguero de sangre seca en el suelo que subía las escaleras y dirigía a la planta superior. Asustado corrió tanto como pudo para quedar totalmente impactado cuando al entrar en el baño.

Sus tres hijos flotaban sobre el cadáver de su madre que los había reunido en la bañera justo antes de cortarse las venas.

Causar la muerte de sus tres hijos fue mucho más de lo que pudo soportar.

Macabro Cirujano Plastico


El cirujano plástico Tomás era un genio en lo que hacía. Cientos de ricachonas satisfechas que salían de su clínica más tersas que la superficie de un melón le dejaban una buena factura y sus lorzas en sus manos. Desfiguraciones por accidente, injertos de quemados, trasplantes de piel, liposucciones… Era un buen maestro en todo lo que hacía…

Su carrera no le había dejado espacio para tener hijos, pero lo compensaba con cochazos de competición, mansiones, chalets a pie de playa.

Su mujer era la más bella de la ciudad según las revistas de moda… Claro que la belleza no escondía secretos para el buen doctor e hizo de su mujer la musa de muchos y la envidia de muchas.

Tomás sentía como el reloj de la vida no se podía detener. Arrugas, flaccidez, caída de las carnes y recolocamiento natural de las grasas. Cada vez que la miraba sentía la necesidad de completar su obra, de ganar en el pulso al paso del tiempo.

Una buena mañana, después de que la cafeína del café se hubiera ido por el retrete para que su pulso como siempre fuera perfecto, volviendo a operar la nariz de su esposa se percató que con cada respiración, con cada latido, las microimperfecciones de cada golpe de bisturí afeaban el acabado de su trabajo.

Al terminar la nariz se dio cuenta que la operación de orejas realizada unos años atrás estaba desplazada de la proporción exacta con sus ojos tal y como la había dejado, así que decidió repuntarlas.

Las venas y capilares de su cuello, por muy lento que bombearan no dejaban de hacerlo, y con cada latido el cirujano se ponía aún más nervioso, tan nervioso que en un ataque de ira la apuñaló con el bisturí muy firmemente y varias veces en el corazón, hasta que este dejó por fin de latir.

… Que maravilla… Todo salía perfecto, cada corte, cada puntada, cada injerto… Fría como el mármol y ya sin ningún tipo de sábana protectora de infecciones o tubos de mantenimiento vital era como la jodida arcilla de Donatello antes de finalizar sus obras de noble bronce…

No tenía que limpiar después los cortes ni las heridas con yodo y la falta de sangrado hacía que el trabajo fuera impecable.

Gracias al rigor mortis de los músculos pudo moldearlos a placer y sujetarlos en su posición perfecta al hueso. Cuando el rigor mortis pasó podía doblar las articulaciones para dejar un acabado perfecto.

De pies a coronilla. Su esposa de 40 años parecía tener 20.

La completó con tejidos desechados de otras pacientes que guardaba congelados en la cámara de donantes. Ni se notaba las puñaladas en el corazón, no se veía ni un solo punto de sutura… pero que haría ahora con su obra.

Otro genial momento de inspiración rápida, le llevó a conservarla con nitrógeno en su clínica.

Tenía una cámara estanca que podía albergar un cuerpo entero. Tomás era consciente de que un solo fallo en aquella cámara supondría el fin de su obra maestra.

A sí que con las mismas decidió encontrar el método de conservación perfecto y estático que colocara a su obra a la altura de la Gioconda o El David.

Desgraciadamente la ciencia aún no podía darle lo que buscaba. Ningún método la mantendría para siempre así de perfecta. Con la fortuna ganada de toda una vida extirpando impurezas empezó a recorrer el mundo hablando con científicos de buena y mala praxis. Químicos, físicos, otros médicos…

Incluso matemáticos… Nada. Nadie tenía respuesta.

Cada vez más agotado y más loco debido a los años de intensa búsqueda de su obsesión, empezó a consultar antiguos manuscritos. Y otra mañana, en la que la cafeína del café se fue evaporada por la arena del desierto, la expedición arqueológica que financiaba dio su fruto en Egipto.

Unas momias perfectas le llevaron a la pista de un antiguo manuscrito, más antiguo que las pirámides. Era difícil de traducir por los expertos pero era muy claro.

Una vez reunidos los ingredientes que llevaron varios años en reunirlos, sacó del congelador a su mujer perfecta y una vez descongelada embadurnó su cuerpo con el extraño potingue…

Nada. No pasaba nada. Como podía haber caído tan bajo. Fiarse de un mejunje de vieja brujería había estropeado el logro que lo completaba, el logro de su orgullo.

Con el cuerpo empezándose a descomponer en la mesa de operaciones envuelto en una masa azul que olía a cilantro, el buen doctor Tomás se reía a carcajadas totalmente borracho en la esquina de la sala de operatorios.

Se reía de como se había dejado seducir por un cuento de hadas, y con las mismas, riéndose notó que tenía en el bolsillo una copia traducida del antiguo manuscrito.

Con la carcajada de su metedura de pata se levantó tambaleante y medio vomitando y puso las manos encima del cuerpo de su esposa mientras recitaba a modo de chiste las palabras traducidas del manuscrito.

Ya daba igual todo, ahora era un hombre destrozado.

Tomás perdió el equilibrio cuando la masa azul se calentó tanto que empezó a humear y a convertirse en una especie de resina negra que empezaba a derretirse en el cuerpo de su difunta esposa que empezaba a convulsionarse.

El doctor estupefacto retrocedió muy despacio hasta dar con la pared y luego se dejó caer sentado en el suelo mientras no dejaba de mirar lo que pasaba y de escuchar los grotescos sonidos de un cuerpo que parecía estar empezando a funcionar de nuevo.

Así es como su esposa con movimientos suaves y gráciles volvió a ponerse en pié con su cuerpo cubierto de humeante materia negra que goteaba.

Tomás no se lo podía creer… Su esposa era la mujer más bella y hermosa que el mundo jamás podría copiar.

El doctor estaba sentado en el suelo tranquilo, sonriente, realizado mientras su mujer se acercaba a él con los pasos más lindos jamás vistos por el ser humano y dejando unas huellas negras como el alquitrán, y en su oído, con la voz más dulces que unas cuerdas vocales perfectas pueden ofrecer, muy pegada a la yugular, le dijo:

“… Gracias por darme la vida de nuevo… Ahora necesito la tuya para seguir viviendo…

domingo, 7 de junio de 2020

La Enfermera Malvada


En el séptimo piso ocurrió una tragedia que sucedió realmente, luego de esto los acontecimientos paranormales tuvieron que dar lugar a que en el hospital de Monterrey no haya manera de entrar en el séptimo piso, este se encuentra totalmente clausurado para el paso de enfermeros, tanto como de personas o pacientes, esto es Leyenda urbana del séptimo piso debido a la historia que les contaremos, pero desde ya les decimos que no hay manera de ingresar, el elevador no para en dicha planta y las escaleras están clausuradas con una puerta para que no se pueda pasar.

Resulta que una enfermera atendía en el séptimo piso y era muy buena en su labor de salvar a los enfermos, pero entonces en un momento recibió la noticia mientras estaba en su jornada laboral que sus hijos tanto como su marido habían fallecido en un accidente, ella no pudo hacer nada para impedirlo porque se encontraba intentando que otras personas desconocidas no pierdan la vida, por eso es que los culpó para siempre por lo ocurrido en su ausencia.

Con el tiempo todas las personas que ella atendían comenzaban a perder la vida, ella les suministraba mal sus medicamentos y esto duró un tiempo hasta que un médico que pasaba la vio lo que estaba haciendo y la detuvo, se negó a detenerse y entonces como él le quitó el medicamento, ella salió corriendo hasta el área de limpieza y allí se cortó las venas cometiendo un suicidio.

Luego de que la enfermera malvada se quitó la vida, todo aquel que estaba en el séptimo piso moría de igual manera, pero lo peor es que en varias ocasiones se encontró a los pacientes gritando sin consuelo diciendo que estaban viendo a una enfermera pálida que les quería quitar la vida, también los médicos la habían visto, todo esto hizo como consecuencia que se clausure el piso para siempre.

Amor De Madre


Juan camilo era un niño bueno y obediente, de unos 8 años de edad que vivía con su padre y su madre de crianza.

Esta historia comienza con una bella familia, Alberto y Johanna ya llevaban dos años de casados y por fin Dios los bendijo con un hermoso bebé; durante el embarazo Alberto estuvo muy emocionado con su primogénito, Él y su esposa eran contemporáneos, Alberto tenía 27 años y Johanna 25.

Estaban felices y llenos de mucha emoción, Alberto no paraba de comprar todas las cosas necesarias para su pequeño varoncito.
El día llegó y al bebé lo llamaron Juan Camilo…. Que más le podían pedir a la vida?, solo le agradecían a Dios por tal bendición.

Pero las cosas un día tomaron otro rumbo cuando Johanna empezó a sentirse mal con fuertes dolores en su vientre; al parecer durante el embarazo se le desarrolló un pequeño quiste en su matriz el cual no se trató debido a que su emoción por ser madre la mantuvo distraída.

Johanna fue diagnosticada con cáncer de matriz, ya que su quiste era maligno, el problema era que cuando era posible estirparlo, Johana estaba en sus primeras semanas de embarazo y los médicos le hubieran puesto una condición… La condición era stirparle su quiste maligno o perder a su hijo.
La elección fue evidente y Johanna hubiera preferido la vida de su primer hijo sin importar cualquier condición que le daba la vida.

Lamentablemente para Johanna su tiempo no fue muy prolongado y al cabo de unos meses después del parto murió; Alberto quedó totalmente devastado ya que había perdido a la mujer que amaba y a la madre de su primer hijo varón.

Pasaron unos días y aun profundo en la tristeza, Alberto aun lloraba la muerte de Johana hasta que en su apartamento en las noches se escuchaban ruidos extraños. En el cuarto donde dormía el bebé, se escuchaban pasos y ruidos como si las cosas se movieran pero lo curioso es que cuando Alberto entraba a la habitación no había nada, solo el bebé durmiendo tranquilamente.

Pasaron varias noches y siempre se escuchaban los mismos ruidos pero lo más curioso es que el bebé casi nunca lloraba, ya que es muy extraño en un bebé de poco tiempo de nacido.

Alberto decidió dormir en el cuarto donde el bebé dormía y una noche estando en profundo sueño, sintió de nuevo el ruido de los pasos, Alberto de pronto sintió que no podía moverse, sentía la sensación de parálisis de sueño, solo podía entre abrir los ojos pero no lo suficiente, lo que pudo identificar fue una figura femenina que cargaba a su bebe, acariciándolo y los más raro de todo es que lo amamantaba.

Esta mujer brillaba con una luz de paz y transmitía mucho amor.

El bebé sonreía y era sumiso ante esta figura, la cual lo arrullaba y lo cuidaba todas las noches;
Alberto quedo estupefacto y no podía creer que se trataba de un espectro que cuidaba a su hijo por las noches pero no sintió nada maligno.

Al día siguiente cuando Alberto despertó, vio a su hijo durmiendo tranquilamente; su hijo se veía bello y sano, lleno de vida y radiante…su bebe se veía mejor alimentado que cualquier otro bebe.

Esta experiencia fue para Alberto algo extraña pero extrañamente no sentía nada desagradable.

Pasaron varios años y Alberto se casó de nuevo, su nueva pareja Alicia adoraba a Juan camilo y lo estaba criando como su propio hijo, lo adoraba muchísimo, para Juan Camilo esto fue una dicha.

Juan Camilo creció bello y radiante; era un niño bueno y obediente, que honraba a su padre y a su nueva mamá.

Pero algo curioso sucedió…en las noches se escuchaban de nuevo los ruidos en el cuarto de Juan Camilo; esto preocupó un poco a Alberto ya que anteriormente había vivido esta sensación.

Ya el niño tenía conciencia y podría saber lo que pasaba, por eso Alberto esta vez quería saber que era lo que en verdad sucedía.
Una noche en la habitación de juan camilo se sintió una fuerte presencia y de su cuarto salió un abundante resplandor. Pero la familia inexplicablemente quedó paralizada y no pudo averiguar de qué trataba esa radiante luz hasta el día siguiente.

Alberto le pregunto a su pequeño hijo que había pasado en su habitación la noche anterior.

No podía creerlo cuando el niño muy feliz le dijo a su padre que su madre Johanna venía a visitarlo todas las noches para cuidarlo y protegerlo, solo que esta vez vino a despedirse.

La figura humana que venía todas las noches era Johanna, que a pesar de no estar viva, ella seguía cuidando de su bebé.

“Hijo pero porque esta vez vino a despedirse?”

Juan camilo le contesta “ lo que pasa es que Alicia está embarazada, voy a tener un hermanito”.

Johanna le dijo a su hijo: “hijo mío, te amo y siempre estaré a tu lado, no puedo darte un hermanito pero Alicia si lo hará, mi labor en este mundo ha terminado, quería cuidar de ti hasta este momento, estaré siempre en tu mente y tu corazón”

Esta historia describe que el amor de madre es tan grande que supera cualquier cosa, incluso hasta la muerte.

Recuerdos


Una madre decidio un hacer un paseo por su antiguo vecindario donde aun se encontraba la vieja casa en la cual ella crecio, llena de hermosos recuerdos y anecdotas que queria contarles a sus dos pequeños hijos gemelos, un varon y una niña de apenas unos años, asi que los llevo consigo.

Al entrar al barrio, ya eran mas de las 6 de la tarde, pero su memoria se llenaba de recuerdos, de como ella caminaba por esas calles, y de como pasaba el dia con sus dos muñecos, curiosamente, un varon y una niña, al parecer siempre habia sido su sueño tener hijos gemelos, y esos dos muñecos los representaban en su infancia, y ahora sus hijos eran una realidad.

Sin embargo, no todos sus recuerdos eran hermosos, tambien habia uno que la aterraba, y no fue hasta que llego a su antiguo hogar, cuando todo regreso a su mente. Al llegar ella le pidio a sus hijos que la esperaran en el auto, mientras ella entraba a la vieja casa, ahora abandonada y descuidada por la familia, al subir las escaleras para llegar hasta su habitacion, con cada paso que daba, podia ver sombras de ella misma corriendo y jugando con sus muñecos por todas partes, era como ver imagenes transparentes que le contaban una historia, se recordaba feliz, pero ademas tambien empezo a recordar una figura oscura de pequeño tamaño, algo que parecia seguirla en su infancia, parecia ser otra niña mas o menos de su misma edad, pero alguien que no existia porque ella era hija unica.


Esta figura misteriosa tenia la costumbre de esconderle sus muñecos, era como si ella tambien queria jugar, pero al ver que la madre siendo una niña muy recelosa de sus cosas no le gustaba, comenzo a volverse violenta, a mover las cosas, a golpearla, y hasta darle pesadillas, tanto asi que un dia estando ella sola en casa jugando con sus muñecos, esta figura, la cual pudo determinar que era otra niña como ella, la saco del cuarto con una gran fuerza, haciendola dejar sus dos muñecos solos, para cuando logro entrar devuelta, los dos muñecos habian desaparecido, nunca mas los volvio a ver, ni a ellos ni a la sombra, y asi crecio, y su familia se fue de aquel lugar, nunca mas volvio hasta ahora, ya siendo una mujer adulta y con familia propia.

El recordar eso la puso un poco incomoda y algo nerviosa, no era normal haber vivido eso, asi que retrocedio para salir de su vieja habitacion, y regresar a buscar a sus dos hijos, al salir del cuarto, le parecio ver aquella vieja sombra, pero fue como ver un relampago, tan solo paso frente a ella, y ya no era tan pequeña como antes, esta vez podia ser de su mismo tamaño, esto le helo la sangre y se apresuro a bajar y al llegar a la sala, ali en el suelo estaban aquellos dos muñecos que perdio en la infancia, misteriosamente se los habian alli dejado, para que los recuperara, visiblemente estaban muy maltratados, estaban rotos, desgarrados, como si en vez de manos hubieran sido navajas las que los cuidaron todo este tiempo, incluso uno no tenia cabeza y al otro le faltaban los ojos.

La madre se agacho para recogerlos, asombrada y aterrada por lo que veia, pero al levantarlos habia una nota escrita con una letra muy fea y extraña, como si fuera una persona con problemas para comunicarse, o alguien que jamas escribio antes, pero la madre pudo leer lo que decia:

-Gracias por dejarme jugar con ellos!

La madre dejo caer los muñecos y la nota de la impresion, y por fin reacciono para salir de aquel lugar, solo que al levantar su cabeza, afuera, cerca de su auto donde estaban sus hijos, su verdadera pareja de gemelos, habia esta figura siniestra, que ya no era una niña, ahora parecia ser tambien una adulta, era como si se manifestara exactamente igual a la atormentada madre, que aunque corrio con todas sus fuerzas para llegar hasta el auto junto a sus hijos, al abrir la puerta, solo encontro otra nota que le decia:

-PUEDO AHORA JUGAR CON ELLOS?

La madre busco por todas partes pero nunca encontro a sus hijos, asi que solo le queda sufrir por su perdida y su error en regresar para revivir recuerdos, aprendio que aveces es mejor dejar ciertas cosas en el olvido.

Aunque, lo mas seguro, es que alguna vez le devuelvan a sus hijos cuando ya no se pueda jugar con ellos, tal vez en el mismo estado en el que devolvieron sus viejos muñecos.

viernes, 5 de junio de 2020

El Hijo Que Regreso Del Mas Allá


En una ranchería del municipio de Cuauhtémoc, muy cerquita ya de las tierras de Jalisco, vivía Doña Chonita, una viejecita viuda y muy querida que, en esos días, por enorme desgracia estaba moribunda. Su comadre, doña Panchita, era la única que la acompañaba, con una vela de sebo encendida en sus manos y con rezos, la dura agonía de aquella, su comadrita querida, a quien en cada sollozo y resoplido se le escapaba un pedacito de su cansada vida, y pedía con sus ultimas fuerzas, enorme fe y lagrimas en los ojos, que alguna vez fueron tan claros como la mielecita silvestre, lo siguiente:

- ¡Por favor dios mío! ¡déjame verlo por última vez! ¡Déjame tocar su cara, ver sus ojos traviesos! ¡Decirle cuanto le quiero es lo único que te pido dios mío!… ¡Solo eso!… ¡Nadita más!… ¡Solo así, me podré ir en paz!…

Así pasan dos días mas, los dolores, en el estomago de aquella mujer ¡cada vez son mas fuertes!, los olores que salían de su boca ¡cada vez mas fétidos!, sus ojos, ¡día a día reconocían menos a la gente que entraba a su jacal a visitarle! Y, ahí, en un rincón, como siempre, su comadre Panchita, pidiendo, con rosario en mano, un poco de piedad para que ella, su comadrita, pueda morir en paz:

- ¡Tú sabes que ella fue siempre buena! ¡tú sabes que jamás hizo daño alguno! ¡por favor señor mío déjala verlo por última vez! ¡déjale partir en paz!… ¡Quítale este enorme sufrimiento!...

Esa tarde, mientras doña Chonita sufría más y más dolores, de esos que restriegan las tripas a las costillas y a los huesos de la espalda, un hombre, montado a caballo llego al pueblo…

El sol se escondía entre los cerros coloreando de un rojo sangre los montes y los valles del lugar, las patas del enorme alazán, retumbaban en el empedrado levantando remolinos de polvo en su andar firme y seco. El viento, comenzó a silbar una canción triste, como melodía andina, como música de violín o canción de “quena”…

Los perros, de forma extraña, por no ser noche, recibieron con lánguidos, agudos y lastimeros aullidos, que se perdían entre los ecos de las casuchas de aquel pueblo, a aquel hombre, que con su sombrero negro galoneado con piezas que parecían de oro, se abría paso entre las calles…

Iba decidido, sabia cual era su destino, y el cuaco, parecía saberlo también, a su paso, mientras los perros seguían aullando y una que otra gallina, apesadumbrada, escapaba “cacaraquera” entre la polvorienta calle, la gente, que en ese momento estaba en las callejuelas, como cuando por la cabeza pasa un peine y los piojos huyen a esconderse, se resguardaron, se metieron a sus casas ¡como si algo maldito los llenara de miedo y les robara la tranquilidad!, y es que, el ventarrón y el polvo que precedían a aquel hombre no era nada normal, ¡todo lo movían!, ¡todo lo tiraban!… ¡lo arrebataban!… ¡lo ensuciaban!…

El hombre, siguió avanzando arropado por el sarape negro con bordaduras de plata que le cubría el pecho y la espalda, y así, con paso firme y en medio de un halo de misterio y terror, llego frente a la casa de aquella pobre mujer agonizante…

Se bajo de su enorme cuaco, que resoplaba y resoplaba nervioso, se ladeo el sombrero para cubrirse del polvo y entro arrastrando sus espuelas gastadas a aquella casita de pajarete, lodo y otate…

Nadie estaba presente, ningún ojo curioso fue testigo cuando el extraño, llevando entre sus manos un ramo de flores silvestres sin gracia, secas de su endeble y breve tallo por donde el fuereño las sostenía, se postro de hinojos, frente aquella mujer que, en las oscuridades de su agonía, solo atino a tocarle el rostro y quitarle el sombrero…

Al sentir aquellas facciones que la oscuridad y los claroscuros de un “aparato” de petróleo a medio acabar ocultaban, musito emocionada y con los ojos anegados:

- ¡Eres tu Tomas! ¡Eres tú!... ¡Gracias dios mío!... ¡Gracias santo señor de la expiración!... ¡Gracias por hacerlo regresar para verlo por ultima vez antes de morir!... ¡Ahora si puedo partir en paz!...

El extraño, sin decir ni una palabra, tomo las manos de la viejecita entre las suyas y, besándolas, espero un instante, luego, agacho sus labios sobre la frente de la mujer y, con sus callosas manos, cerro sus cansados ojos…

El hombre, se levanto entonces, dio media vuelta y descubrió en el fondo del jacal, postrada en sus rodillas y con la cara desgajada de la impresión, a su madrina Panchita, el extraño la acaricio con su mirada profunda y triste, y le dijo con una voz cavernosa y hueca:

- ¡La fe, el amor y las suplicas de una madre mueven montañas, infiernos e imposibles!… Adiós madrinita…

En ese instante, cuando el fuereño montaba su caballo, la orquesta de perros famélicos le acompaño de nuevo con sus tristes y patéticos aullidos, así, entre chillidos y una nube de polvo oscuro, el fuereño se marcho, tal como llego…

Al otro día, a doña Chonita la enterraron, su cajón fue sencillo, de madera de pino y asegurado con clavos de tres por un peso.

Mientras la última palada de tierra caía sobre aquella tumba, su comadrita, confesaba con voz apagada, como ida, al sacerdote del lugar:

- ¡Se lo juro padre! ¡Era mi ahijado el Tomas!... ¡El mismo que hace mas de tres años mataron queriendo asaltar a la cuadrilla que llevaba la “raya” de los trabajadores del ingenio!... ¡Yo lo “vide” padrecito! ¡Se lo juro por mi madrecita que no miento! ¡era él! ¡Hasta me llamo madrinita!...

Como suele suceder en estos casos, nadie creyó a la pobre mujer…

Lo que sí, es que, dicen los que acomodaron en la caja a doña Chonita, que una leve, pero inmensa sonrisa de paz iluminaba su rostro a la hora de partir…

Otra cosa que cuentan los que saben de esta historia, es que esa misma noche que doña Chonita falleció, unos arrieros que venían de Tonila, por el camino real, vieron a un extraño jinete que entre las sombras de la noche ¡parecía irse descarnando! ¡Dejando ver entre la luz de los cocuyos un rostro parecido al que dicen que carga la muerte calaca!…

Pero lo más impactante, a decir de los arrieros, fue que el mentado jinete iba montado en un potro alazán que, bufando, aventando fuego por las narices y con el hocico espumeante, ¡parecía no tocar el suelo! ¡Sino que iba suspendido entre una nube de oscuro polvo!…

¿Verdad o mentira? ¿Sueño o solo ilusión de una desesperada madre?… No lo sabremos… El secreto se lo llevara a la tumba la comadre Panchita, que una noche, entre miles de estrellas como testigo, me relato esta apasionante y misteriosa historia…