Atención Por Favor.

Ante todo nos dirigimos y agradecemos a todos por la ayuda que nos dan con este blog ya sean seguidores, oyentes del programa de radio y por sobre todo a todos aquellos propietarios de webs, blogs, libros y todos los lugares donde han obtenidos la información y nos han acercado a nuestro mail para que podamos publicarlas en este humilde blog, para que todas las semanas desde hace ya 7 años podamos compartir en dos emisiones las tantas historias, enigmas y misterios del universo que se van pasando de generación en generación y así reflejar esas viejas leyendas, historias, enigmas y misterios que de niños oímos mas de una vez y que nos asustaban en algunos casos como también en otras nos enseñaban a valorar y respetar esas narraciones.

Desde ya les agradezco a todos y pido disculpas si no se agrega la fuente por que muchos correos no la poseen y para no cometer errores no se agrega pero en este pequeño equipo estamos muy agradecidos para con todos. Muchísimas Gracias a todos en general por su valiosa información y por su cordial atención.

Equipo Infinito.



jueves, 11 de octubre de 2018

Reencarne En Mi Nieta Para Vengarme

Jamás conocí a mis padres y a estas alturas, ya ni me interesa.

Crecí en un orfanato, siendo víctima de innumerables malos tratos y abusos, por parte de mis compañeros como de mis tutores.


Soñaba cada noche entre lágrimas con tener una familia, un esposo amable que me protegiera e hijos, a quienes poder proteger.


De niña jamás supe lo que era una palabra de cariño o una caricia de amor, solo las asquerosas manos que me tocaban de forma inapropiada. Vivían en el infierno.
A los quince años conocí a Leonel, él hijo del señor que llevaba las verduras al orfanato. Acompañaba a su padre y se notaba que era muy trabajador.


De él fue la primera vez que recibí un cumplido y una palabra de cariño. Se sentía tan bien.
Lo esperaba cada martes que llegara con el pedido y así nos fuimos enamorando.
Al cumplir los dieciocho ya podía salir del orfanato, Leonel vino por mi con un ramo de rosas y me recibió con mi primer beso de amor.
Por fin era libre de ese infierno.


A las semanas nos casamos y nos fuimos a vivir a un terreno que había comprado con mucho esfuerzo, solo tenían una pequeña pieza construida, por lo que poco a poco con esfuerzo de ambos logramos construir nuestra hermosa casa.


A los dos años llegó nuestro único hijo, debido a los constantes abusos recibidos en el orfanato desde niña, tuve problemas para embarazarme, pero aún así lo conseguí.
Oliver nació a los siete meses por lo cual era algo débil, desde ese momento me dedique cien por ciento a él, dejando de lado a Leonardo, y enfocándome solamente a ser madre olvidandome de ser mujer.


Mi vida entera era Oliver, me había dedicando tanto a él, que no me hubiese importado si Leonel se hubiera buscado una amante, de echo muchas veces lo hubiese preferido para que dejara de buscarme en las noches.


Mi hijo era mi orgullo creció y se convirtió en un destacado abogado, sentía que todo mi esfuerzo había dado frutos.


Me sentía tan dichosa hasta que llegó Ignacia.
Era una mujer prepotente y arrogante, y no lo digo con celos de madre, pero ella no se merecía a Oliver, pero para no perderlo tuve que aceptar su matrimonio.
Al poco tiempo falleció Leonel, una tristeza enorme invadió mi corazón se había ido mi fiel compañero y con el mi tranquilidad.


Al fallecer me dejó un testamento la totalidad de los bienes los cuales solo consistían en nuestra casa y un antiguo vehículo.


Ignacia estaba indignada y me reclamo que Oliver se merecía la mitad de los bienes, amenazandome que si no se los entregaba jamás volveria a ver a mi hijo.
Y así fue.


Le dijo que tenía una grave enfermedad que sólo un tratamiento en una gran ciudad en donde hubieran buenos médicos se podría recuperar, así se alejaron de mi y jamás los volví a ver.


Le escribía cartas a diario, sin ninguna respuesta, cuando mis cansados y viejos ojos ya no podían ver le pedía a una de las cuidadoras de una casa de reposo, que le escribiera las cartas que yo no podía.


Mis últimos días fueron tristes, terminé de la misma forma que comencé mi vida, sola rodeada de extraños y todo mi esfuerzo por mantener una familia quedo en nada.


Cuando llego mi momento de partir, no sufrí, me fui con el recuerdo del nacimiento de mi hijo y al final de ese túnel, cuando llegue a la luz me estaba esperando mi amado Leonel.
Me arroje a sus brazos y le pedí perdón por no dedicarle el tiempo que se merecía.


El no dijo nada solo sonrió y volví a sentir su amor. 


Entendí que me había perdonado.
Llegó mi momento de trascender pero había algo incluso que me tenía inquieta, mi hijo.
Le hablé a Leonel que no quería irme con él y que nuevamente debía optar por mi hijo, él nuevamente entendió y me dejó partir.


Solo se me concedieron doce años más, en ese tiempo debía cumplir con mi tema inconcluso.
Volví nuevamente a la vida, pero ya no en mi viejo cuerpo, ahora era un bebé a punto a nacer.


Llegué a la familia de Oliver nuevamente pero ya no como su madre, ahora era su hija.
Crecí al lado de Oliver el cual era un padre muy amoroso y preocupado de mi.
En cuanto a Ignacia, fue siempre fría y distante, talvez sentía quien era yo, pero a mi no me importaba.


Un día al volver del colegio, llegué a casa y no había nadie, por curiosidad revise las cosas de Ignacia que tenia ocultas en una caja en el sótano.


Ahí estaban todas las cartas sin abrir que le había enviado a Oliver más una de la enfermera en la cual daba aviso de mi muerte, junto a otras de dirijas a ella las cuales habían sido enviadas por su amante.


Desde ese momento creció aún más mi odio hacia ella, engañaba a mi hijo y además había ocultado todas mis cartas.


Le hice la vida imposible, la trataba mal y eso la hacía sufrir después de todo era su hija la que la despreciaba, ahora ella sentía lo mismo que sentí yo como madre.
En una ocasión la humille tanto al punto de hacerle perder la paciencia me golpeó duramente. Ahí tome la decisión de hablar con Oliver y contarle todo.


Cuando llegó a casa le pregunté por mi abuela, a lo que me contestó que no quería saber nada de ella y mostró una carta en la que decía que ya no quería volver a verlo, que con su llegada había arruinado mi vida, que nunca había querido tener un hijo y nunca había amado a su padre, que con su muerte se había liberado y que desde ese momento se olvidaría que tenía un hijo.


No lo podía creer mi hijo me odiaba por culpa de una mentira de esa mujer.
Le dije padre eso no es lo que sucedió, mi madre te ha engañado toda tu vida, y le entregué las cartas.
El las leyó en silencio, mojando cada carta con sus lágrimas, hasta que llegó a la última en la que anunciaban mi muerte.


Oliver tomó las cartas y en un ataque de ira destruyó las cosas que habían en la sala.
Lloraba y gritaba de impotencia, lo abrace y le dije que se calmara que estaba todo bien y que su madre no le guardaba rencor.


Lloro en mis brazos como tantas veces lo hizo cuando niño.


En ese momento, llega Ignacia y al ver lo que ocurría no contuvo su rabia, fue a la cocina y sacó un cuchillo el cual clavo en mi corazón sin que Oliver pudiera evitarlo, nuevamente había terminado mi vida, pero esta vez no me iba sola. 


Pude despedirme de mi hijo el cual me tenia en sus brazos, le dije que no estuviera triste, que se liberará pues yo era su madre que había vuelto para abrirle los ojos y que ya había cumplido con mi misión y era mi momento de dejarlo vivir su vida, y el momento en que yo debía partir al lado de su padre.
Vi por su mirada que me había entendido bien y me dejó partir.


Al llegar nuevamente a esa luz, estaba Leonel esperándome como siempre.
Le dije que ya estaba lista para quedarme a su lado, Leonel el amor de mi vida, siempre compresivo me recibió con tanto amor, con ese amor que estará con nosotros por toda la eternidad.


Ahora de vez en cuando visito a Oliver, pude ver que Ignacia terminó en la cárcel por parricidio, le dieron cadena perpetua.


En cuanto a mi hijo, encontró una buena mujer que me dio dos hermosos nietos.
Tiene una buena vida se ve que está en paz.


Cada vez que podemos con Leonel nos presentamos en sus sueños para darle un abrazo así como también lo hacemos con nuestros nietos a los que les cuentos historias de fantasía, ellos ya nos reconocen como sus abuelitos, lo sé por los dibujos que nos han hecho y que tienen pegado a la pared de su habitación.


A pesar que ya no estoy en vida conseguí cumplir mi sueño de tener una familia, ahora descanso en paz junto a mi Leonel.

La Esposa Del Carnicero.

Esta historia pasó en un pequeño pueblo de Cataluña, se trataba de una familia de clase media baja en que el padre era un carnicero muy violento que se emborrachaba con gran frecuencia, la madre tenía un pequeño retraso mental y era maltratada continuamente, tenía un hijo que se llamaba Isidro que a pesar de su familia era bastante normal.

Cada día la carnicería del padre iba de mal a peor y también su carácter y alcoholismo, el hombre se trastornó tanto que mató a su mujer y la hizo en caldo.


Esa noche el hombre y el hijo Isidro comieron el caldo, el hijo preguntó: ¿Dónde está mamá? la respuesta del padre fue contundente: Está en tu barriga, te la acabas de comer en el caldo.
Esas duras palabras trastornaron seriamente al chaval, esa misma noche el padre de ahorcó en un descampado.


El niño tuvo que vivir solo por años y en su cabeza no paraba de sonar las palabras que le dijo su padre y en su mano tenía el cuchillo jamonero con el que su padre mató a su madre.


Lo que le sucedió sumado a los largos años de soledad lo volvieron completamente loco. Decidió continuar el negocio de su padre pero esta vez con carne humana, Isidro salía cada noche con su cuchillo jamonero en busca de vagabundos, siempre los mataba igual, les rajaba la barriga y les sacaba las tripas con las que los asfixiaba aún vivos.


La carnicería tuvo empezó a tener éxito entre la gente del pueblo porque la carne que ésabl vendía era la sabrosa, Isidro no pudo matar más gente que vivía en la calle porque ya no quedaban vagabundos así que decidió matar a ancianas, precisamente por eso le descubrieron, un vecino descubrió un anillo de la abuelita Carmen en una morcilla.


Isidro lo confesó todo y huyó del pueblo, aunque él sigue estando en todas las mentes y pesadillas de los vecinos ¿Quién sabe dónde y que estará haciendo en este momento?...

La Viejita

Una tarde ya para cerrar la puerta del cementerio, el velador dio un recorrido para avisarles que ya cerraría, la gente empezó a salir y en una tumba muy abandonada que ni siquiera el nombre de quien estaba enterrado allí se distinguía bien, miro a una viejecita de rebozo y un vestido largo ya muy viejo con un bastón, tratando de abrir el cancel donde meten las veladoras a sus muertitos, el velador llegó y le preguntó! Buenas tardes señora, que está haciendo? Ya es tarde voy a cerrar el panteón.

La viejita le contestó, tienen mucho que no visitan a este familiar, no tiene veladora está a oscuras, quiero prenderle una, pero no traigo cerillos, no tendrá uno que me preste? buen hombre!
Por supuesto que si, pero están en mi cuartito donde me quedo a velar, los olvidé allí, si gusta démela para ir a prenderla, pero antes dígame porqué la dejaron venir sola? Cómo se llama?

Bueno es que ya tiene mucho tiempo que no visitan está tumba, mire cómo está abandonada, necesita una limpiadita, me llamo Hilaria Rojas y mis hijas quedaron de venir pero yo me les adelante, creo que ya no vinieron tampoco hoy.

El velador no dijo más, se fue a prender la veladora para que no se le hiciera más tarde a la viejita pensando como era posible que sus familias no la procurarán, cuando regresó- para su sorpresa ya no estaba por ningún lado la viejecita, puso la vela en su lugar y dio un rondin por si la miraba pero no había nada, se encogió de hombros y siguió en lo suyo.

Al día siguiente dando su recorrido acostumbrado, miró a 3 mujeres en la misma tumba limpiándola y poniendole otra veladora, llegó y saludo, una de ellas le dijo, vinimos mis hijas y yo a visitar a mi madre que está aquí enterrada, andábamos fuera ya teníamos mucho tiempo sin venir, pero veo que alguien vino a traerle una veladora antes,
Si, les contestò el velador, yo estuve con ella ayer era una señora ya mayor, le ayudé a prender la vela, dijo que Uds vendrían para alcanzarla aquí, se me hizo raro que anduviera sola, y más raro me pareció que cuando regresé con la veladora, ya no la encontré, se había marchado.

Cómo era esa mujer? Le preguntó la señora,
Traía un reboso negro y un vestido largo, por cierto ya muy viejo, además caminaba con un bastón, a!!! y me dijo que se llamaba Hilaria Rojas, les dijo el hombre, las 3 mujeres se miraron asombradas entre si, no puede ser le contestaron, así se llamaba mi madre y esa ropa acostumbraba a usar, el bastón aún lo tenemos en casa, como es posible que La Haya visto?

El velador quedó más asombrado la piel se le erizó, al recordar lo que había vivido un día antes, había platicado con un fantasma, las mujeres le rezaron y prometieron ir más seguido su madre se había anticipado a su visita.

martes, 9 de octubre de 2018

El Triste Destino De Daniel

Daniel era un hombre hermoso, a sus escasos 20 años poseia la altura y los rasgos de un galan, tenia una gran voz y ojos azules deslumbrantes, amaba el ejercicio y tenia muchas amistades, daniel era muy conocido por ser un entrenador personal, se caracterizaba por ejercitar mujeres mayores de 40 años y muy adineradas, quienes ademas de ejercicio buscaban tener sexo con daniel, ya que tenia algo que seducia a cualquier mujer, Daniel lo sabia sin embargo nunca se aprovechaba de eso, en algunas ocasiones era muy profesional pero en otras trataba de complacer a sus clientas desboradando sus mas intimas pasiones.

Una vez daniel recibio una llamada, era de leticia una mujer adinerada que habia llegado a la ciudad y le habian recomendado a daniel como entrenador personal, daniel acsedio y pronto estaba dandole clases a leticia en su casa, pronto leticia le pidio que se quitara la camisa y derrepente agarro la entrepierna de daniel y le dijo al oido que queria que le hiciera el amor, daniel la llevo a su habitacion la desnudo y comenzo a penetrarla, leticia sentia dentro de si el enorme mienbro de daniel y gemia de placer, desde entonces daniel y leticia vivieron un romance apasionado, hacian el amor en cualquier lado y viajaban juntos, estuvieron en europa en asia y cruzaron el mar mediterraneo viviendo su inmenza pasion, pero pronto las cosas cambiarian, Daniel nunca sospecho que aquella hermosa dama a la que tanto queria tenia un gran pasado oscuro.

Los dias posteriores desde que llegaron a la casa, las cosas no estaban fluyendo bien, daniel con los dias iba enflaqueciendo y parecia que su belleza varonil desaparecia, no se sentia enfermo pero su cuerpo huesudo y apariencia de muerto hacian sentir a daniel un escalofrio cada vez que se miraba al espejo, por su parte leticia seguia igual o mas bella que de costumbre, daniel le pedia que por favor lo llevara al medico pero ella se negaba, llegando incluso a encerrarlo en el zotano para que nadie se diera cuenta de lo que sucedia, confundido con lo que sucedia daniel, comenzo a buscar entre el zotano y encontro un extraño libro donde contaba la historia de la familia de leticia, pertenecia a una familia ancestral de brujas y brujos quienes en su afan de la eterna juventud habian desarrollado poderes, para absorver la belleza y la virilidad de los hombres con los que estaban llevandolos a parecerse muertos vivientes, quienes luegon morian esqueleticos y luegos eran quemados para cerrar el ciclo, Daniel quedo paralizado no podia creerlo, trato de escapar pero en su loco afan, callo muerto entre la penumbra del zotano, leticia cumplio su cometido e incinero el cuerpo bajo la luz de la noche.

Pasaron muchos años y la gente nunca supo lo que le ocurrio a daniel, solo yo leticia, quien camino por el mundo hace mas de 500 años, buscando entre las gentes hombres bellos para absorverle su hermosa juventud, jamas te percataras de mi maldad porque soy tan bella como las doncellas de un harem. Y jamas me detendran, en mi gran recorrido he asesinado a mas de 200 hombres, son tan ingenuos creyendo en el amor, pero lo que ellos no saben es que ser bellos no es una virtud, si no una esclavitud, bajo esta hermosa piel , soy el ser mas repugnante del planeta, pero soy un espejismo para aquellos hombres que solo ven la belleza externa.

Errado.

No podía llorar, no hacer nada contra mis adversidades traídas por dios. Yo no merecía perdón ni ser salvador, había nacido para pecar.

Quería tener una voluntad tan fuerte que destruyera mi inseguridad personal.


Simplemente tenía que engañar a los niños con mi joven apariencia que nunca desvanecerá, odiaba esto pero poco me empezó a gustar mi engañosa apariencia, supongo que ese sentimiento de satisfacción empezó a nacer cuando comencé a probar la carne fresca.


“El rico se cansa de comer la mejor carne todo los días”
Yo ya me había hartado de comerme a los ancianos. A raíz de esto empecé a ir por mejores presas, más frescas y más jóvenes y como si el mismísimo dios las hubiera puesto frente de mi empezaron a caer las jóvenes en mis colmillos llenos de veneno. La lista local de desaparecidos creció muy rápido, así como mi profesión creció.


“Si vas a hacer las cosas por lo menos hazlas bien.”
“Vuélvete en el mejor en aquello que te guste hacer”


Esas era las líneas que repasaba todos los días en mi cabeza, era mi voluntad, tan fuerte que mi camino hacia el cielo tenía elevador asegurado. Yo quería ser el vampiro más temeroso que había existido, y lo estaba logrando. Quien pensaría que un niño llorón como yo terminaría siendo un matón en serie.


Mi última víctima dijo:
“Todos jalamos el gatillo en algunas ocasiones, esa es la maldición que tenemos de nacimiento”
Ahora era mas fuerte pero al mismo tiempo me sentía más vacío al haber entendido a la perfección sus palabras penetradoras. Ella siempre hablaba con una verdad innegable. Yo había comido mi propia carne solo para terminar con mi inseguridad.


“Pronto seré perfecto?”- Le pregunte a mi víctima, a mi maestra.

Sarita

Sarita es una dulce niña de apenas 12 años que recién se ha mudado a un nuevo pueblo, ella esta acostumbrada a mudarse cada cierto tiempo, es algo habitual para su madre, que lastimosamente siempre esta enferma debido a un extraño padecimiento.

Esto le causa problemas a Sarita, ya que cada vez que logra hacer amigos, debe despedirse de ellos, sin embargo, Sarita es una niña que es criticada por algo exagerada y un poco mentirosa, en su afán por ser aceptada, inventa historias, aveces muy extrañas.

Sarita logro hacer amistad con 3 niños, que les había parecido muy graciosas las historias de Sarita, así que empezaron a frecuentarla y visitarla.

Gracias por venir a visitarme amigos, me aburro mucho aqui en casa, mi madre como saben esta descansando en su cuarto y nunca sale, así que tratemos de no hacer mucho ruido….dijo Sarita a sus amigos.

No te preocupes, no lo haremos. tu eres una niña muy agradable Sarita, pero nos preguntamos porque aveces dices tantas mentiras?…. preguntó uno de los chicos.

Yo mentiras? Todo lo que les digo es verdad, nosotras somos millonarias, pero no nos gusta presumir, y actuamos como si no lo fueramos, además, aunque no me crean, mi madre esta enferma, porque unos extraterrestres la secuestraron y experimentaron con ella, y tambien……..pero Sarita fue interrumpida por la voz de su enferma madre.

Hija, por favor, ya te he dicho que dejes de decir mentiras, vas a asustar a tus amiguitos, recuerda lo difícil que es conseguir amigos nuevos, dijo su madre con una voz débil que salia de la habitación.

Lo vez Sarita, hasta tu madre te descubre tus mentiras, ya no te creemos nada, si sigues así, no seremos mas tus amigos….dijeron los 3 amiguitos.

Y así paso el tiempo, y Sarita seguía inventando historias, hasta decía que ella era un fantasma, y que sólo la veian los que ella quería, los amigos reían y se burlaban de ella, y su madre la corregía desde la habitación, los chicos se empezaron a preguntar, que pasaba con la madre de Sarita, la cual nunca habían visto, cuando visitaban a Sarita, habían galletitas horneadas, hechas por la madre, pero hasta ahora sólo conocían la voz de la señora.

Chicos, para mi que lo de la madre de Sarita, es otra de sus grandes mentiras, yo creo que ella vive sola, y la que habla debe ser algún tipo de grabación o un truco de Sarita, alguna vez han visto a su madre acaso? ¿Y no les parece raro que siempre dice lo mismo?

Tienes razón, podría ser que ni siquiera existe, esta noche iremos a casa de Sarita, y la obligamos a que nos presente a su madre, estoy cansado de sus mentiras, vamos los tres…….dijeron los chicos.

Esa noche en casa de Sarita, los chicos conversaron, comieron sus galletitas, escucharon mas historias, y decidieron poner en marcha su plan.

Oye Sarita, queremos ver a tu madre para agradecerle, todo este tiempo que nos a recibido aqui en su casa… dijeron.

Oh lo siento, no es posible, ella esta muy enferma y no sale de su habitación, pero yo le doy el mensaje.. replicó Sara.

Vamos Sarita, ya no te creemos nada, estamos seguros que tu madre no esta aquí, tu no eres más que una mentirosa, y si te hemos soportado todo este tiempo, es porque nos causa risa la cantidad de tonterías y mentiras que dices, por eso no tienes mas amigos, ¿creés que tu nos interesas?, eres solo una mentirosa, nosotros entraremos a ese cuarto….dijeron los chicos riendose de Sarita, la cual rompió en llanto, cuando vio la falsa amistad que le daban sus amigos.

No chicos, no pueden entrar allí, por favor siéntense, que les voy a contar algo….dijo Sarita

Mira Sarita, como empieces con tus mentiras, entraremos a esa habitación, y veremos que ocultas allí, entiendes…..respondieron los chicos, que no sentían remordimiento por lo que sufría la niña.

No lo haré, la verdad es que mi madre esta en esa habitación, esta muy enferma, ella necesita de algo en especial para mejorar, pero una vez que mejora, debemos mudarnos, y repetir lo mismo, ya llevamos muchos años haciéndolo, mas de los que puedo recordar, podrían ser 200 años tal vez….dijo Sarita.

Te lo advertimos Sarita, ya empezaste con las mentiras, vamos a entrar a esa habitación…..dijeron los chicos muy molestos, pero antes de llegar a la habitación, se escucharon unos pasos que venían de adentro, muy lentos, lo que asusto a los chicos, luego suavemente la puerta comenzó a abrirse rechinando, pero Sarita siguió contándoles.

Chicos, como les decía, mi madre y yo tenemos una relación muy especial, yo la cuido, y le consigo su remedio, la verdad es que ella come niños, es lo que la hace sentirse mejor, y una vez que lo hace, debemos irnos al siguiente pueblo, y yo?, bueno yo no envejezco jamás, hace mucho que soy una niña de 12 años…

Mientas Sarita hablaba, las luces de la casa empezaron a parpadear, mientras de la habitación salía la madre, una anciana de cabello blanco, que venia arrastrándose por el suelo, era imposible ver su rostro por el cabello blanco que se lo cubria, los chicos estaban petrificados, llorando y temblando, intentaron correr, pero las puertas no habrían.

¿Sarita, que sucede? dejanos salir, no volveremos a dudar de ti, perdonamos, por favor….

Sarita: ustedes no tienen idea de quien soy realmente, ya no lloren, mi madre a salido a comer…al decir esto todas las luces se apagaron, dejando la casa en la mas profunda oscuridad, en la cual solo se escucharon unos pasos, y una voz débil y tenebrosa que dijo:

Hija, me alegra que por fin digas la verdad….

Enseguida se escucharon los gritos de dolor y desesperacion de los chicos, mientras eran devorados por la madre de Sarita, la cual hacia unos sonidos como si fuera una bestia alimentándose.

Bueno madre, mientras terminas de comer, yo voy a empacar las cosas, creo que ya es hora de mudarnos al siguiente pueblo.

domingo, 7 de octubre de 2018

No Le Seques El Sudor

Víctor es un amigo que tiene muchos años trabajando en el Semefo (Servicio médico forense), no se si aún se acuerda de mí , pero era común que nos viéramos por chamba, por que llegaba a recoger cadáveres a veces a la misma escena donde yo recogía a los que sobrevivían de algún accidente o situación.

Hace algunos años, tuvieron bronca con su unidad para trasladar cadáveres y nos pidieron de favor que si no podíamos llevar a la chica que había muerto.


Ella, había fallecido en un accidente vehicular; su cuerpo pequeño y ebrio, había salido disparado por el parabrisas, caído a unos 6 metros de su sentra, después de haber chocado contra un poste. Impactó de cráneo y se arqueó tanto su cuello, que sus vértebras no soportaron la presión y falleció al instante.

Llegamos y no había nada que hacer, ella estaba tumbada al piso con la mirada perdida, con la boca abierta con sangre, pero, con su pequeño cuerpo de apenas unos 17 años en una posición indolente.


Se le revisó por protocolo y no había nada que hacer.
Pero esa mirada fría, y quieta que tenía, perturbaba.
Le atendías y ella te devolvía la mirada, sin parpadear, sin vida, ella ya no estaba ahí, pero su cuerpo te respondía.


Se le cubrió con una sábana en espera del peritaje.
Llegó Víctor, le pasaron los papeles y procedió a levantar el cuerpo, se embolsó y nos pidió el favor.


Él se subió a la unidad con nosotros, mientras nos decía el parte de la noche, había estado algo movida.


Llegamos al Semefo.
Descargamos y la colocamos en la plancha.
Su cuerpo,de menos de 1.40 se veía como una isla en medio de toda esa placa de mármol... E igual de blanca.


Vic se quedó ahí, a hacer la necropsia de ley.
Preparó sus instrumentos y el papeleo.


Empezó a inspeccionar el cuerpo desnudo de la niña; algunos moretones y algunas cortadas por el impacto con el parabrisas le abrió la piel.
Inspeccionó como lo dice el protocolo cada órgano de la niña con la delicadeza y el respeto que merece un muerto.


Hacía frío y recuerdo que esas salas tienen un olor particular que se acentuaba con éste.
Al momento de llegar a los pulmones de la niña, se detuvo.
Algo no estaba bien.


Se sentía "eso" en el ambiente.
Se recorría por su cuello hasta llegar a las nalgas esa sensación.
Sus manos, la izquierda en el pulmón de ella, la derecha en el cuchillo de disección estaban totalmente quietas.


Su mirada, directo al pulmón; no quería voltear a ningún sitio más.
No estaba bien, no había algo bien en ese momento.
Sus ojos querían voltear al rededor, pero sabía que algo sucedería.
Con miedo, apretaba el cuchillo, mientras su dedo pulgar jugaba suave con la pleura del pulmón de la niña.
Respiró profundo. Y se dio valor.
Volteó.
Y...
No había nada malo.
Respiró de nuevo e hizo un corte en el pulmón para ver como estaba, y seguir el procedimiento.


Cuando iba a checar la laringe, la vio.
Ella, con los ojos abiertos, viéndolo.
Sus ojos no iban a otro punto más que a él.
La mano de Víctor en la garganta de la niña.
Ella con la vista en él.


No supo en que momento el cuerpo realizó ese efecto de que el cuerpo abriera los ojos, pero, es algo que pasa, se repetía a si mismo.
Le cerró los ojos y siguió revisando todo.


Cuando le tocó revisar el cráneo, empezó cortando el cuero cabelludo y jaló éste hacia el frente de la cara de la niña, ésta, quedó tapada hasta la nariz por el cuero.
Tomó el serrucho para cortar y abrir el hueso., cuando estuvo a punto, usó un formón para hacer presión y fracturarlo y exponer el cerebro.


El cráneo pequeño se movía suavemente mientras trataba de fracturarlo adecuadamente. Cuando lo hizo, se le ocurrió mirar a los labios de la niña.
Estaba sonriendo.


Estaba sonriendo con los dientes expuestos levemente.
Le estaba sonriendo a Víctor.


No pudo seguir con el procedimiento y salió del lugar.
Cuando llegó el otro médico, le comentó lo que había pasado.
Ambos fueron.


La niña estaba ahí. Sin expresión alguna.


Blanca, como el color del mármol debajo, con un lago hemático que quedó, rastro de la sangre y agua que se había encharcado.


-No pasó nada, sólo lo imaginaste Vic.
Le dijo el otro Doctor.


-¿Ves? Tus mamadas.
El otro doctor se puso los guantes y junto con Vic, siguieron el procedimiento, terminaron, y al momento de regresar el cuero cabelludo a su lugar, se dieron cuenta de que los ojos de la niña, los estaban mirando, aún ahora que se encontraban del otro lado de la plancha.
Sólo hubo silencio.


Cerraron el cuerpo y llenaron los formularios.
Al regresar a ver el cuerpo, éste, sudaba.
Cuando llegó el Doctor Pereira, el más viejo del grupo le comentaron ésto.
Él sólo les dijo, "No la limpien, no le quiten el sudor, la niña no quiere irse sola, si la limpian, al ratito se sentirán mal, déjenla, está buscando a quien llevarse, algún familiar verá esto y la limpiará, es mejor que se vaya uno de ellos para que la acompañe".
Vic no dijo nada.


Cuando llegaron a reconocer al cadáver, su mamá y su papá fueron los que vieron.
El Doc Pereira era quien les mostró el cuerpo. mientras Vic los veía a lo lejos.
Al final, vio como su papá, le limpiaba el sudor de la frente.
Después de todo, la niña, no se fue sola.


Es tarde, a mi me tocó ir a sacar a su padre de entre los fierros de su explorer.
Y a Vic, de nuevo, a hacer la necropsia, pero esta vez del papá.
Benditas, benditas coincidencias......

La Leyenda De Los Niños

Es la historia que sucedió en un pueblo de los alrededores del concejo de aller, hace 60 años aproximadamente, dos niños pequeños cogieron una extraña enfermedad bastante contagiosa, una niña de 8 meses y un niño de 4 años.

los vecinos del lugar entraron en la casa sacando a los padres a la fuerza obligando a estos a dejar a sus hijos en la casa, cerrando puertas y ventanas con tablas y puntas, los llantos del bebe se oían día y noche. pasaron 3 semanas y el bebe dejó de llorar, pero aún se veía una cabecita asomada por uno de los huecos de una ventana que había quedado sin tapar.

al cabo de 5 meses ya se suponía que el niño estaba también muerto, los vecinos del lugar subieron a la casa y clavaron una cruz de madera en una de las paredes exteriores de la casa en símbolo de los niños fallecidos, aún está esa cruz en la casa.

yo la veo cada vez que subo a ese pueblo, los vecinos cuentan que por las noches se oyen los llantos desesperados de un bebé, incluso un vecino hace poco se aventuró a entrar en la casa y... salió de allí como si hubiese visto un fantasma porque asegura que la cuna, aunque vieja estaba allí y al acercarse se empezó a mecer sola, y lo más sorprendente y aterrante es que...aseguran que a las 3 de la mañana, se ve a un niño pequeño bajar por la cuesta de la casa y al llegar abajo desaparece sin dejar el menor rastro...

El Tajo De Roldán


Frente a la costa de Benidorm se sitúa una pequeña isla. Da la casualidad de que justo en frente, en la península, se encuentra la montaña Puig Campana, a la cual le falta un pedazo de roca en su cima. Este hecho ha dado lugar a diversas leyendas.

Una de esas leyendas cuenta que hace muchos siglos vivía en aquellos solitarios parajes un gigante llamado Roldán. Éste era el dueño y señor del lugar; si los animales le atacaban, en dos zancadas Roldán se había puesto a salvo, y cuando el calor era sofocante, llegaba rápidamente al mar. A pesar de todo, el gigante no era feliz. Había algo que faltaba en su vida, algo que diera sentido a su existencia.

Un día, cuando se dirigía al mar para bañarse, cuando vio a una joven jugando despreocupada con el agua. Cuando percibió la presencia de Roldán, se volvió y en vez de asustarse y salir huyendo, ésta le ofreció un cuenco de agua. La joven rió y el gigante hizo lo mismo, sintiéndose por primera vez feliz. Desde ese momento no se separaron.

Los dos vivieron en la cabaña que el gigante había adecuado para que la joven estuviera cómoda y dormían juntos bajo las estrellas. Pero la dicha no duró mucho. Un día, cuando Roldán volvía a la cabaña, se cruzó con un ser extraño, parecido a una sombra. El gigante le preguntó por su identidad, pero el ser no respondió. Lo único que dijo fue:

Corre si quieres encontrar viva a tu compañera pues cuando muera el día acabará también su vida. Cuando el último rayo de sol abandone tu cabaña, morirá.

Roldán partió veloz hacia su cabaña y efectivamente encontró a la joven moribunda. El gigante se quedó petrificado, sin saber como reaccionar. Tenía miedo de que un pequeño movimiento pudiera romper el frágil hilo que la unía a la vida. Lo único que se atrevió a hacer fue amenazar al astro rey para que frenara su carrera. El gigante se repetía una y otra vez la profecía:

"Cuando se oculte el sol, cuando su último rayo desaparezca de la faz de la tierra, morirá, morirá, MORIRÁ..."
El sol seguía su camino, ocultándose cada vez más tras el Puig Campana. Enloquecido, Roldán corrió a la montaña y de un puntapié arrancó un enorme pedazo de piedra, que fue a parar al mar. Por el hueco creado, el sol continuó iluminando la cabaña, lo que concedió unos instantes más de vida a su amada. Pero el sol despareció por completo, sin que el gigante pudiera hacer nada, y la joven murió.
Roldán la cogió en brazos y caminó guiado por el plateado resplandor de la luna. Atravesó la playa y se adentró en el mar. Así fue como llegó al islote recién creado y depositó allí a la joven, de la que nunca se separó.

viernes, 5 de octubre de 2018

El Roble Y El Pescador


Cuenta la leyenda albanesa que una vez existió un pescador muy pobre, llamado Eduardo, que para mantener a su esposa y a sus cinco hijos, partía todos los días al mar en busca de alimento. Pero la mala fortuna quiso, que durante diez días Eduardo no consiguiera pescar siquiera un pez.

Una mañana, cuando Eduardo se dirigía al mar, se encontró con el rey Julián, que al conocer su historia, decidió ayudarle y le dijo:

-Cada vez que atrapes algo con tus redes, tráelo a palacio. Yo te pagaré su peso en oro.

Ante esta  perspectiva, Eduardo salió feliz a la mar, pero para su desesperación, al final del día no había conseguido atrapar nada con sus redes. Triste, regresó a su casa, no sin antes probar suerte por última vez cerca del muelle. Al sacar las redes, lo único que había pescado era una pequeña hoja de roble dañada por el agua. Dio la casualidad de que por allí pasaba un amigo y le animó a ir a palacio con la hoja, ya que era lo único que había atrapado con sus redes. Eduardo, que no tenía nada que perder, se presentó delante del rey. Al verlo, el rey se echó a reír y dijo:

-Esa hoja es tan liviana que ni siquiera moverá la balanza.

Aún así, el rey puso la hoja en el platillo, y ante el asombro de los presentes la balanza reaccionó como si estuviera cargada de plomo. El tesorero comenzó a equilibrar la balanza con monedas de oro. Aquella pequeña hoja de roble pesaba lo mismo que sesenta monedas de oro.

Con ese dinero, Eduardo compró todo lo necesario para su familia y el rey convocó a todos los sabios del reino con la intención de saber cual era el misterio de la hoja de roble. Pero ninguno encontró la respuesta. Ni siquiera Eduardo supo jamás lo que había pasado.

El secreto de la hoja tenía su origen en la infancia de Eduardo. Cuando éste tenía cuatro o cinco años, un labrador había arrancado un pequeño roble que crecía en los límites de su propiedad. Eduardo lo había recogido y lo había plantado en unas tierras sin dueño. Así, el roble había podido continuar viviendo, y encontró la posibilidad de recompensar al pescador por su buena obra.

Los Chorros De Epina Y La Leyenda De Gara Y Jonay


Cuenta la leyenda guanche que el agua que mana de la fuente de siete caños situada en la isla de La Gomera, es milagrosa. Una de las leyenda conocidas sobre los Chorros de Epina, como es conocida esta fuente, dice que el agua es capaz de descifrar el destino amoroso de aquellos que se miren en ella; si el reflejo que devuelve el agua es nítido, significa que esa persona tendrá suerte en el amor, pero si, por el contrario, el reflejo es turbio, esa persona estará condenada al sufrimiento y al desamor.

Y es aquí donde la leyenda de los Chorros de Epina se mezcla con otra leyenda guanche; la historia de amor entre dos jóvenes, Gara y Jonay. Todos los años, el día del “Beñesmén” (fiesta guanche en la que celebraban la llegada del nuevo año y en la que honraban a sus dioses, que coincidía con la fecha de la recogida de la cosecha), las jóvenes en edad casadera se acercaban a esta fuente para ver que les deparaba el futuro en el tema amoroso. Cierto año, una de esas jóvenes era Gara, la princesa de Agulo. Al llegar a la fuente, Gara se miró en el agua para conocer su avenir y pese a que en un primer momento el agua se mostró nítida, rápidamente ésta empezó a enturbiarse y a agitarse y de pronto, en medio de todo, apareció un sol abrasador. Gerián, el encargado de interpretar los símbolos mágicos, advirtió: “Lo que ha de suceder ocurrirá. Huye del fuego, Gara, o el fuego habrá de consumirte”.

Por esa época llegaron a La Gomera desde Tenerife los Menceyes (reyes de los guanches), acompañados de sus familiares y de otros nobles. Entre ellos, viajaba el Mencey de Adeje junto con su hijo Jonay. Desde el primer momento, Gara se quedó prendida de este apuesto joven y él no tardó en corresponderla. A los pocos días se anunció su compromiso, y en ese mismo momento, el Teide, conocido como Echeyde (infierno), empezó a escupir lava y fuego de una forma tan aterradora, que era posible verlo desde la isla de La Gomera. Es aquí donde el presagio anunciado por el sabio Gerián toma forma:

                Gara, princesa de Agulo, lugar del agua.

                Jonay, procedente de la Isla del Infierno, fuego.

Este amor era por tanto, imposible. Las familias de ambos decidieron romper esta unión que solo podría traer desgracias a las gentes del lugar. Cuando el vínculo entre Gara y Jonay estuvo roto, el volcán tinerfeño recuperó la calma. Jonay volvió a Tenerife aunque no se resignó a perder a Gara e inflando dos vejigas de animal se echó a la mar en plena noche. Cuando las fuerzas le flaqueaban, las vejigas le ayudaban a mantenerse a flote y así, a la salida del alba arribó a las costas de La Gomera y fue en busca de su amada. Juntos decidieron escapar por los bosques de laurisilva. Pero el padre de Gara se enteró de la huida de su hija y fue en su busca acompañado por un numeroso grupo de hombres. No tardaron en encontrarlos, y éstos en su afán de huir subieron al monte más alto de La Gomera donde se dieron cuenta de que no tenían escapatoria. En ese momento decidieron que preferían morir juntos que vivir separados por lo que cogieron una vara de cedro y la afilaron por los dos extremos. Cuando estuvo lista, apretaron sus pechos contra la punta y se fundieron en un abrazo eterno, mientras la vara se clavaba en sus corazones. De esta forma consiguieron estar juntos para siempre.

Actualmente, en la isla de La Gomera se sitúa el Parque Nacional de Garajonay, nombre que proviene de esta vieja leyenda guanche.

Otras leyendas:
-“Si bebes de los siete caños te casa en un año”.

-Para encontrar el amor, las mujeres deben beber de los caños pares empezando por la izquierda y los hombres, de los impares y sólo las brujas beben del caño de los hombres.

-Los dos primeros caños corresponden a la salud, los dos siguientes al amor, otros dos a la fortuna y el séptimo queda reservado para las brujas.

Las familias adineradas de Vallehermoso enviaban a sus criadas a Epina con el fin de coger agua de esta fuente, y para cerciorarse de que realmente se trataba del agua de los Chorros de Epina, debía aportar, además, una hoja de aderno, un árbol que sólo crecía cerca de esta fuente mágica.

La Leyenda Del Dragón De Wawel


Hace muchos siglos, en la colina de Wawel (Cracovia), vivía un dragón tan fiero, que tenía aterrorizadas a todas las poblaciones cercanas.

Los caballeros más valientes habían intentado vencerlo por todos los medios, pero todos encontraron un trágico final; antes de que pudieran siquiera desenvainar sus espadas, el dragón los abrasaba con sus bocanadas de fuego.

Ante estas circunstancias, el rey proclamó un bando en el que anunciaba que aquel que fuera capaz de vencer al dragón se desposaría con su hija, la princesa, y heredaría el trono.

Fueron muchos los caballeros que intentaron matar a la fiera, pero ninguno logró su cometido. El rey empezó a pensar que jamás podrían acabar con aquel dragón y su hija creyó que no se casaría nunca.

Un día, un zapatero llamado Krak, decidió probar suerte e ideó una estratagema; elaboró un suculento plato a base de sulfuro y lo dejó en la entrada de la cueva en la que vivía el dragón. Éste, que nada sospechaba, se lo comió. En ese momento la garganta le ardía tanto que corrió hasta el río Vístula para apagar su dolor. En cuanto el agua llegó a su cuerpo, el dragón estalló y el pueblo quedó liberado.

El zapatero se casó con la hija del rey y a la muerte del rey, heredó el trono. El pueblo adoptó el nombre de su salvador y la vieja capital de Polonia es conocida como Cracovia (Kraków), en honor también a este zapatero.

miércoles, 3 de octubre de 2018

Eros Y Psique


Había en una ciudad un rey y una reina que tenían tres hijas. Las dos mayores, aunque hermosas y bien proporcionadas, no resistían la comparación con la más joven, cuya belleza sobrepasaba la elocuencia humana. Tanto es así que era adorada como Venus humana no sólo por sus conciudadanos sino también por cuanto forastero llegaba a la ciudad atraído por su fama.

Esta reputación se extendió más allá de las islas y de las provincias próximas, y al poco tiempo nadie navegaba a Pafos, ni a Gnido, ni siquiera a Citerea para contemplar a la verdadera diosa Venus. Así sus sacrificios se fueron espaciando; sus templos deteriorando; sus lechos sagrados, olvidando; su culto, descuidando; y sus estatuas sin coronas y sus aras sin cenizas eran mancilladas. En cambio, a la muchacha se dirigían plegarias, se la honraba a su paso con flores, sueltas o en guirnaldas, por ella se juraba y en los banquetes se brindaba por ella. Esta usurpación de las horas divinas incendió el ánimo de Venus.

-"¡He aquí que a mí, la madre de toda la naturaleza, el origen de los elementos, el alma del orbe entero, una muchachita- rugía Venus desde el alto Olimpo agitando su cabellera- me arrebata no sólo mis honores sino incluso mi nombre! En vano el pastor aquel me señaló como la más bella de las diosas. Pero no ha de durar mucho el gozo de esta usurpadora: yo haré que se arrepienta de su ilícita belleza!"

Llamó a su hijo alado, el que, travieso y de malas costumbres, se mete de noche con sus antorchas y sus flechas por cualquier casa y no hace más que corromper matrimonios y otras maldades semejantes. Apelando a su condición filial, lo incitó y exhortó a que visitara a Psique –pues así se llamaba la muchacha- y la enamorase del más feo, cruel y pésimo de los hombres, de modo que no pudiera encontrar en todo el mundo a nadie comparable en desdichas con ella.  No hubo de insistir mucho, pues Cupido era de carácter demasiado procaz como para no aceptar el encargo con entusiasmo.

Entre tanto Psique no obtenía ningún beneficio de su belleza: todos la contemplaban, todos la admiraban, todos la ensalzaban, pero nadie, ni rey, ni de estirpe regia, ni siquiera de la plebe, la pedía en matrimonio. Ciertamente era admirado su aspecto divino, pero como se admira una estatua artísticamente modelada. En cambio, sus hermanas, cuya discreta belleza ninguna fama les había reportado, se habían casado tiempo ha con pretendientes regios.

Sufriendo por esta situación y temiendo que fuera su hija objeto de envidia o inquina por parte de los dioses, su padre decidió consultar el oráculo que Apolo, como fundador de la ciudad, tenía en Mileto. La respuesta del oráculo fue la siguiente:

En la roca más alta del monte, rey, coloca a tu hija
para una boda funeraria vestida y adornada.
y no esperes un yerno de estirpe mortal nacido,
sino cruel, malo como una serpiente y fiero,
que a todos atormenta volando por el cielo,
todo debilita a sangre y fuego,
por quien tiembla el propio Júpiter,
y las divinidades, y los ríos, y las tinieblas Estigias.

El rey, nada más recibir la respuesta, triste regresó a su reino y allí se entregó al llanto y al lamento hasta que cayó en la cuenta de que nada ganaba demorando la cruel boda, y ordenó iniciar sus preparativos. Se decoró todo con motivos funerarios, se encendieron débiles antorchas ennegrecidas con ceniza, la flauta cambió su tonada nupcial por el quejumbrosos modo lidio, y el alegre canto himeneo acabó en un lúgubre aullido. Una vez todo dispuesto, comenzó el funeral para un vivo: una lacrimosa Psique, acompañada por todo el pueblo, marchaba no a su boda sino a su entierro en medio de la tristeza de sus padres. La joven, ante tanto dolor, intentó animarlos:

-"¿Por qué atormentáis vuestra vejez con llantos continuos? ¿Por qué fatigáis vuestro ánimo, y más el mío, con tan numerosos lamentos? ¿Por qué maltratáis vuestras canas? ¿Por qué golpeáis vuestros pechos? Todo ello será para vosotros el premio a mi egregia hermosura. Por la letal plaga de la envidia os veis golpeados ahora, demasiado tarde ya, pues os deberíais haber lamentado, y llorado, y haber guardado luto como si me hubiera muerto cuando como a una nueva Venus las gentes me adoraban. Ya me doy cuenta de que por el solo nombre de Venus muero. Pero llevadme al monte, que tengo prisa por afrontar estas felices nupcias y por conocer a mi marido."

Y animando el paso llegaron al monte y a su cima. Entonces la dejaron sola, temblando de miedo y llorando tan copiosamente que sus lágrimas apagaban las antorchas. De repente, una suave brisa del Céfiro la arrebató y la llevó con toda suavidad a un valle de césped florido donde apaciblemente se quedó dormida.

Cuando se despertó con ánimo revitalizado, se encontraba en un bosque denso y vasto cerca de una fuente de aguas muy cristalinas. No muy lejos, en un claro del bosque, divisó un palacio de amplias dimensiones al que Psique, invitada por el deleite del lugar, no dudó en acercarse y entrar.

Este palacio no parecía obra humana sino de factura divina, pues sin duda había de ser refugio de algún dios: los mosaicos de piedras preciosas formaban todo tipo de dibujos en el pavimento; por todas partes brillaba el oro con tanto fulgor que allí no era necesario el sol para iluminarlo: era suficiente luz el brillo de las habitaciones, de los pórticos y de las mismas puertas. En fin, aunque fuera obra de un dios o incluso del propio Júpiter, no por ello era menos admirable.

Mas para Psique, en tanto que contemplaba a su gusto todas las riquezas y bellos objetos de la mansión, lo más sorprendente era no encontrar cadenas, cerraduras o vigilantes que custodiasen tan gran tesoro. Absorta ante las ricas bellezas, de repente oyó una voz que no provenía de cuerpo alguno:

 -"¿Por qué, ama, te asombras de estas riquezas? Todo esto es tuyo, igual que nosotras, las voces que oyes, somos tus sirvientas y encargadas de proveerte de cuanto requieras. Si gustas, puedes ahora descansar y tomar un baño."

Atendió Psique el consejo de la voz incorpórea y se tendió en un lecho, y después se bañó. Así desapareció su cansancio.

Cuando llegó la hora de comer, se encontró con vino perfumado de néctar y copiosa comida que le eran servidos no por sirviente alguno, sino que parecían venir impelidos por el aire; tampoco se veían músicos ni cantores, mas en el aire sonaba música de cítara y hermosos cantos. Terminada la comida, como cayera ya la noche, se retiró a dormir.

Avanzada la noche, de repente un ruido la despertó. Entonces empezó a temer por su virginidad dada la soledad del lugar y la ignorancia del origen del ruido, mas era su esposo que en la oscuridad venía a consumar el matrimonio. A la mañana siguiente, cuando despertó, estaba sola en el lecho; su marido se había marchado oculto todavía por la noche.

De este modo se sucedían los días, y con el paso del tiempo se acostumbró a que su única compañía durante la jornada fueran las voces sin cuerpo y a que su esposo sólo apareciera de noche y por el día estuviera ausente, de modo que aún no conocía ni su rostro.

Durante este tiempo los padres de Psique envejecían entre el luto y la tristeza de haber enviado a su hija a la muerte. Sus hermanas mayores, al propagarse su historia, decidieron rápidamente acudir a la casa paterna.

Una noche el marido así habló a Psique: 

-"Psique, dulcísima y querida esposa, he de advertirte de una grave amenaza: tus hermanas, pensando que has muerto, pronto se acercarán a la roca donde te dejaron y te llamarán con grandes quejas y lamentos. No las escuches ni atiendas sus ruegos, pues, si así lo hicieras, ciertamente me causarías un gran dolor, mas para ti sería la más completa perdición."

Psique así lo convino y le prometió que obraría según le había aconsejado. Mas se pasó el día siguiente llorando, lamentándose y sin probar bocado. Incluso por la noche, cuando compartía lecho con su esposo, no podía dejar de llorar pensando en su desdichada familia y en que se hallaba en una cárcel dorada donde con nadie era factible conversar ni a nadie ver. Ante tal situación su cónyuge creyó necesario repetirle su advertencia.

-"Psique, ¿qué es esto? Ni de día ni de noche ni entre mis brazos dejas de atormentarte. Haz lo que quieras, mas recuerda: sólo te acordarás de la seriedad de mis avisos cuando comiences, demasiado tarde, a arrepentirte."

Entonces Psique comenzó a rogar a su esposo con insistencia que le permitiera ver a sus hermanas para mitigar su luto. Al fin consiguió no sólo permiso para verlas sino también para poder enseñarles el palacio y regalarles oro y alhajas, no sin ser advertida previamente de que no respondiera a pregunta alguna sobre su aspecto físico ni cediera a la curiosidad sacrílega de querer ver su rostro, pues tal acción supondría la ruptura del matrimonio. A todo esto repuso Psique, ya con ánimo dichoso, que cien veces moriría antes que poner en peligro su matrimonio ya que era él el mejor de los maridos, preferible incluso al propio Cupido; así que no debía preocuparse por ello.

Así, al día siguiente, como oyera a sus hermanas lamentarse desde la roca, ordenó al Céfiro que las recogiera y salió a esperarlas fuera del palacio.

-"Hermanas- les dijo cuando las tuvo, aún lacrimosas por su luto y asombradas por el viaje, ante su vista-, entrad dichosas en ésta que es vuestra casa y reanimad vuestro ánimo decaído con vuestra Psique."

Y hablando así les abrió las puertas del palacio y comenzó a mostrarles todas las riquezas que atesoraba. Deslumbradas por todas las sorpresas, las hermanas no tardaron en preguntarle por su marido. Psique, atenta a los consejos de su cónyuge, lo describió vagamente como un joven al que apenas apuntaba la barba y les dijo que andaba ocupado en cacerías y asuntos rústicos, pero temiendo más preguntas les hizo escoger joyas y alhajas, y con varios pretextos consiguió que rápidamente se marchasen.

Mas las hermanas, lejos de quedar contentas por hallar a su hermana viva y en inmejorable situación, fueron presas de la mayor de las envidias.

-"¡Qué cruel e injusta es la Fortuna!– exclamó una en cuanto cruzó el umbral de su casa-. ¿Cómo es posible que a nosotras, mayores por nacimiento, nos haya tocado tener maridos extranjeros que nos tienen por esclavas y nos hacen vivir como exiliadas, y a la menor, nacida cuando nuestra madre estaba ya harta de parir, corresponda un dechado de belleza y tesoros?"

Pues ya has visto cuántas gemas, alhajas y tesoros tiene y cómo es de hermoso el cónyuge que tiene. Si no miente, sin duda no hay ni nunca habrá mujer más feliz en todo el orbe. En cambio, yo he de soportar a un viejo calvo y más débil que un niño, y obsesionado por cerrar todo bajo siete llaves.

-"Además, fíjate en que la obedecen los vientos. Sin duda, su esposo ha de ser un dios. ¡Igual que el mío, encorvado y tan enfermo que el único placer que de él recibo es la caricia de sus dedos rasposos y torcidos, y aun a duras penas! Y ahí ves a tu hermana perdiendo su belleza y lozanía y soportando con buen ánimo las malolientes cataplasmas y remedios, que más parezco enfermera que esposa. Mas lo que me duele es la jactancia y la desmesurada ostentación con la que nos ha enseñado sus riquezas, el ridículo que nos ha hecho pasar. Pero sé qué podemos hacer para evitar que nos considere sus esclavas en lugar de sus hermanas mayores: nada diremos de esto a nadie, ni a nuestros padres ni a sus paisanos. Pues no hay felicidad para un rico si se desconoce su riqueza."

Acordado este plan, escondieron los regalos y, para que todos pensaran que seguía desaparecida, volvieron a tomar el luto: cabellos desordenados, lamentos constantes, lloros continuos.

Esa noche de nuevo el marido desconocido advirtió a Psique:

-"¿Aún no ves cuán gran peligro te amenaza? Sólo si te mantienes callada lograrás evitar a la cruel Fortuna. Pues tus hermanas, pérfidas como viles zorras, te están preparando trampas, y la mayor de ellas es persuadirte de que veas mi rostro, cosa que si haces, como ya te he avisado, supondrá no volver a verlo nunca más. Así que, si vinieran –y sé que vendrán-, no digas ni oigas nada sobre mi aspecto, pues si guardas silencio el niño que en tu vientre crece será divino; si hablas, mortal nacerá."

Con la alegría de esta noticia pasaban los días y los meses de feliz gestación, y al mismo ritmo la belleza de Psique iba creciendo, hasta que una noche su esposo volvió a referirse a sus hermanas.

-"Psique –le dijo con tono admonitorio-, esas mujeres nefandas y criminales que osan llamarse hermanas tuyas ya han preparado nuestra ruina. Mañana, dulcísima esposa, al igual que las Sirenas, tus hermanas lanzarán sus voces funestas desde los riscos del monte. No las escuches ni vayas a verlas, y líbranos a todos, a mí, a ti y a nuestro retoño ya próximo de esta inminente calamidad."

-"Queridísimo y dulce esposo –le respondió su mujer entre lágrimas-, ¿acaso no te he demostrado ya mi reserva y mi parquedad en el hablar? ¿Acaso no me has indicado y sé qué debo decir y qué callar? Sólo te pido que, ya que no puedo verte, me sea lícito ver a mis hermanas. Y no temas por la firmeza de mi ánimo. Por tu linda y perfumada cabellera, por tu amor, por el niño que llevo en mi seno y que me mostrará en él tu belleza te suplico que me concedas ver y hablar con mis hermanas, y te prometo que desde ahora ya no me preocuparé más por ver tu rostro ni por estas tinieblas; tú serás mi luz en esta oscuridad."

Ablandado por estas palabras y por las caricias y lágrimas que las acompañaban, su marido cedió al fin a su petición y le otorgó su permiso.  A la mañana siguiente, tal como se lo había anunciado, aparecieron sus hermanas en el risco.

Psique les envió a Céfiro y en un momento las tuvo en su presencia. Tras aliviar su cansancio con un vaporoso baño, pasaron al salón y se acomodaron en un riquísimo triclinio y, mientras saciaban su hambre con manjares delicados y fiambres exquisitos, la música de flautas y cítaras acariciaba sus oídos y relajaba sus ánimos. Entonces las hermanas comenzaron con su maquinación.

-"En verdad- dijo aduladora una de las hermanas-, Psique, ya no pareces una muchacha sino una verdadera madre. No sabes cuánta alegría va a proporcionar tu hijo a nuestra familia. Además, si su padre es tan hermoso como dices, sin duda va a nacer un niño más bello que el propio Cupido."

-"Sí, porque de un joven tan apuesto y de una mujer como tú, el fruto ha de ser superlativo"- continuó la otra hermana.

-"Por cierto, ¿hoy tampoco podremos verlo?"

-"¿Sigue de caza o está con asuntos de tierras?"

-"¿De dónde nos habías dicho que era?"

Ante tal acoso, a Psique, fuera por el contento de ver a sus hermanas, fuera por la atmósfera feliz del momento, fuera por zanjar el tema, se le ocurrió comentar que su marido era un hombre ya de mediana edad, de pelo cano, con grandes negocios y que se hallaba fuera de la provincia por unas cuestiones de trabajo. Y en cuanto pudo se deshizo de ellas y las envió cargadas de costosos presentes de vuelta a casa. Mas ellas, mientras Céfiro las llevaba en volandas al monte, iban comentando con malignidad la visita.

-"¿Qué te parece, hermana, este prodigio? –comentó la mayor-. Quien era ayer joven y sin barba, hoy es maduro y ya peina canas. ¿Cómo se explica esta maravilla? Para mí que o ésta nos engaña como una bellaca o no ha visto nunca a su marido. Y bien cierto es que está casada, pues buena preñez lleva. ¡Imagínate si fuera un hijo divino! Por de pronto, conviene que hagamos como la otra vez: no digamos nada a nadie."

Su hermana asintió a todo y entre ambas iban pensando cómo podían aprovechar estas circunstancias para apoderarse de su riqueza y quitarle su felicidad, y así, inflamadas de envidia, llegaron a su morada.

A la mañana siguiente ya tenían un plan. Corrieron al risco del monte y al punto el viento las llevó al palacio de Psique. Ésta, cuando se las encontró llorando unas lágrimas forzadas y lamentándose falsamente, como era joven y de noble condición, al punto creyó que algo grave ocurría.

-"¡Ay, hermana! –comenzaron las dos mujeres más falaces y criminales del mundo-. ¡Ay
Psique, feliz e ignorante de tan gran calamidad! ¡Ay, hermana!, te hallas en el más grave de los peligros. Pues nosotras, que nos desvelamos por cuidar de ti y de tu prole, hemos sabido que aquel con quien yaces y crees que es tu marido es una serpiente grande y plena de veneno. En seguida hemos recordado que el oráculo pitio profetizó que serías mujer de una cruel bestia. Sin duda ese monstruo, que ha sido visto por labradores de la región y es buscado por muchos cazadores, tiene la intención de devorarte a ti y a tu niño en cuanto nazca. Es más, dicen que todas las regalías de las que ahora disfrutas no tienen otro fin que engordarte y hacerte más opípara. Por eso hemos venido. Ahora decide si te quedas con él y su deleitosa y peligrosa vida, o si regresas con tus hermanas a la salvación; lo que hagas nos parecerá bien, porque ya hemos cumplido con nuestro deber de hermanas avisándote."

La pobrecita Psique, atontada y alterada por tan grave parlamento, cayó en el enredo que le habían preparado sus hermanas y, desoyendo las advertencias de su marido, replicó:

-"Hermanas queridas, que con tanto desvelo cuidáis de mí, ni puedo dudar de la sinceridad de vuestras palabras ni de lo que habéis escuchado de boca de los labriegos. Debéis tener razón, y así se explica que nunca mi marido me haya permitido ver su rostro ni saber detalle alguno de él, ni su origen ni nación. Es más, siempre me dice que vendrán grandes males si intento verlo. Mas, ¿qué puedo hacer yo? ¿Cómo podéis ayudarme?"

-"No te preocupes – repuso una hermana-. Que nosotras, siempre temerosas de ti y de tu seguridad, ya hemos pensado un plan para librarte de este monstruo. Esconde bajo la cama una navaja de buena hoja y bien afilada, oculta en un extremo del cuarto una lámpara bien llena de aceite y encendida de manera que su luz no se vea, y esta noche, cuando la bestia llegue a tu cama y la sientas resoplar con el sueño, levántate descalza, alza la lámpara y con la mayor fuerza que puedas clávale en el cuello la navaja y córtale la cabeza; y no pienses que te faltará nuestra ayuda. Una vez muerto, vendremos y te ayudaremos a cargar con todas estas riquezas, y te buscaremos, siendo tú humana, un marido humano."

Tras decir esto se despidieron sus hermanas que, temiendo recibir algún mal por un consejo tan taimado, regresaron precipitadamente con sus maridos.

Psique pasó toda la jornada entre dudas y vacilaciones: aunque odiaba a la serpiente, seguía amando a su marido, y tal lucha la fatigaba y la llevaba ora a desear su muerte, ora a tachar de mendaces a sus hermanas; recordaba las advertencias del marido y vacilaba; desconfiaba de él y quería apresurar su fin. Mas, mientras caía la noche, decidió hacer caso de sus hermanas y lo aparejó todo tal como le habían aconsejado. Así, cuando si marido dormía profundamente, descubrió la lámpara y a duras penas ahogó un grito de sorpresa porque la luz le revelaba el cuerpo de la fiera más dulce y agradable de todas: Cupido.

Una vez recuperada de la sorpresa, Psique se acercó al cuerpo dormido y comenzó a recrearse en su hermosura: sus cabellos de oro todavía estaban húmedos por la ambrosía; sus mejillas rosadas y su piel blanca refulgían de puro inmaculado; de sus hombros brotaban unas alas brillantes de rocío, quietas a pesar del leve temblor de sus plumas. En fin, en todo era un cuerpo digno de haber sido engendrado por Venus.

Delante del lecho halló Psique el arco y el carcaj y las flechas. La joven, en su afán por mirar y curiosear todo, cogió una de ellas y en un descuido se pinchó con su aguzada punta. Entonces se enamoró locamente de Cupido, en su frenesí inclinó sin querer la lámpara sobre el dormido de modo que cayeron unas gotas de líquido ardiente sobre su hombro y se despertó. Cupido, al verse así descubierto, emprendió el vuelo hablándole a la desdichada Psique que, espantada por el desastre, yacía en el suelo:
-"Ahora en verdad, simplicísima Psique, recuerdo las órdenes de mi madre: que te enamorara del peor y más cruel de los hombres, sin embargo, cuando te vi, herido por mis propias flechas, cometí el acto más irreflexivo e insensato, el error de amarte. Y todo para que me desobedezcas y creas que soy una bestia digna de muerte. Mas ahora todo lo que predije sufrirás y, aunque han sido esas tan buenas consejeras tuyas quienes me han causado esta pena, sólo a ti castigaré con mi huida."

Y sin añadir nada más remontó el vuelo mientras Psique, aún postrada en el suelo, lo seguía con la mirada llena de lamentos y lágrimas. Perdida ya su vista y con ella toda esperanza, decidió arrojarse a un río cercano. Pero el río, conocedor del poder de Cupido, no consintió su muerte y llevándola sobre sus ondas la depositó en el césped florido de la ribera.

Entonces por casualidad la vio el dios rústico Pan, que sentado allí cerca abrazaba a la montesa Eco y la enseñaba a repetir todas las voces, en tanto que sus cabritillas dispersas jugaban a desordenar la cabellera del río. Como no ignoraba lo sucedido, la llamó y le dijo:

-"Graciosa jovencita, aunque siempre haya habitado en la agreste floresta, mi edad provecta me concede la sabiduría de la experiencia. Por ella sé que tu andar titubeante, tu excesiva palidez, tu suspiro frecuente y tus ojos lastimeros hablan de penas de amor. Préstame atención y deja de buscar la muerte; depón tu tristeza y dirige las mayores preces y súplicas a Cupido, el más poderoso de los dioses, y quizá te ganes de nuevo a ese joven delicado y lujurioso."

Sin más contestación que el saludo, Psique emprendió un andar errático que por los bosques y sendas la llevó sin saberlo a la ciudad donde residía su hermana mayor. Cuando supo dónde estaba, pidió que la llevaran a la casa fraterna. Poco después se encontraron entre abrazos y efusiones las dos hermanas, y Psique no tardó en darle razón de sus desdichas:

-"¡Ay, hermana! ¿Recuerdas el consejo que me disteis? Pues cuando me disponía a matar con la navaja de doble filo a quien parecía una bestia dispuesta a devorarme, me encontré con que mi marido era el propio Cupido, el hijo de Venus en persona. Mas, ¡ay!, embebida en el goce de su belleza en un descuido aceite hirviendo de la lámpara cayó en su hombro y se despertó dolorido. Entonces me dijo: “¡Ah, pérfida! Por esta fechoría vas a dejar de ser mi mujer, y me casaré con tu hermana”. Y mencionó tu nombre. Así que, ya ves, me expulsó y allí te está esperando."

No bien hubo acabado de hablar cuando su hermana, inflamada por su loco deseo y su envidia, pretextando noticias preocupantes sobre la salud de sus padres dejó a su marido, llegó presurosa al risco donde solía recogerlas el Céfiro y sin más dilación se lanzó al vacío mientras gritaba: “¡Recíbeme, Cupido, como tu diga esposa, y tú, Céfiro, recoge a tu nueva señora!”. Pero quien la recibió fue la muerte entre las peñas.

No tardó la venganza en alcanzar a la segunda hermana, pues una vagabunda Psique llegó a la ciudad donde moraba ésta. Allí, repetida la misma historia, tampoco se demoró la hermana en buscar el funesto matrimonio y de igual modo se encontró la muerte en el precipicio.  Cumplida ya su venganza, Psique, recorriendo pueblos y regiones, se dedicó a buscar a su amor. Mientras tanto Cupido yacía doliéndose de su quemadura y gimiendo en la cama de su madre, sin cuidarse de lanzar sus flechas de amor; y de esta guisa las gentes, animales y la naturaleza toda languidecía carentes de pasión amorosa.

Entonces un ave que suele volar sobre el mar y que recibe el nombre de gaviota informó a Venus del estado de su hijo y de que todo el mundo se quejaba del abandono que sufrían tanto por parte de Venus como de Cupido.

-"Sin duda mi hijo anda en amores-replicó enfadada Venus-. Dime quién es su amiga, aunque sea una de las Horas, o de las Musas, o incluso de las mismísimas Gracias."

-"No lo sé con seguridad-replicó el ave-, pero creo que se llama Psique."

-"¡Pues claro que es esa Psique, ésa que se creía igual a mí en belleza!-estalló Venus en grandes voces coléricas-. Pero en verdad lo que más rabia me causa es haber sido yo improvisada alcahueta, quien se la puso ante los ojos."

Dicho esto, rauda se marchó al encuentro de su hijo. Cuando lo vio herido y sufriente, aun se acrecentó su cólera y, pese a los esfuerzos de Juno y Ceres por calmarla, decidió hacer pagar muy caro a Psique todo el daño causado.

Entre tanto, la joven esposa día y noche vagaba por montes y llanos con el ánimo inquieto y dispuesta a todo tipo de súplicas, sin cesar de preguntar por su marido. Así llegó a un templo erigido en la cima de un abrupto monte. Al entrar se tropezó con espigas de trigo trenzadas en guirnaldas y en montones, espigas de centeno y hoces y otros útiles de siega tirados por el suelo, como arrojados tras la faena. Con diligencia lo arregló todo conforme al rito, pensando que ningún templo ni deidad debían ser descuidados por el piadoso.

La diosa Ceres, que la vio tan hacendosa y mirada, se apiadó de ella y se le mostró en forma humana.

-"Psique desdichada-dijo-, ¿sabes que Venus fuera de sí te está buscando, quiere para ti el mayor de los tormentos y solicita sin cesar a todos los dioses venganza contra ti mientras tú te cuidas de mi templo?"

Entonces la joven se lanzó a sus pies llorando copiosamente y tocando con sus cabellos el suelo, y le pidió con las súplicas más conmovedoras su ayuda. Pero Ceres, aunque afectada en lo más íntimo por su dolor y sus preces, le contestó que no podía ayudarla y que bastante hacía con no entregarla a su pariente Venus. De este modo, con doble tristeza Psique abandonó el santuario y prosiguió su errático caminar hasta que encontró un nuevo templo de exvotos y ofrendas que mostraban el nombre de la diosa a quien estaban consagrados.

Entonces se acercó al ara y arrodillándose se abrazó a ella.

-"¡Hermana y esposa del gran Júpiter!-exclamó-, que presides las ilustres ciudades de los Argivos, que recibes adoración de todo Oriente bajo el nombre de Zigia y de Occidente bajo el de Lucina, sé para mí Juno Salvadora y libérame de todo peligro, tú que de buen agrado acostumbras a socorrer a las mujeres encintas. 

Así invocada, Juno al instante se le hizo visible con toda su majestad divina, pero también le señaló la imposibilidad de su ayuda, pues tanto el respeto hacia su nuera como las leyes, que prohibían poseer esclavos prófugos sin consentimiento del dueño, lo vedaban.

Ante esta situación, viéndose incapaz de encontrar a su marido alado e imposibilitada de recibir ayuda divina, Psique perdió toda esperanza de salvación y decidió cambiar su decisión. No intentaría escapar de Venus; al contrario, decidió presentarse ante ella con la esperanza de que este gesto pudiera mitigar en parte el odio de la diosa y suavizar su castigo.

Mientras tanto Venus, harta de buscar sin éxito a Psique, ordenó que para regresar al cielo le aparejasen el carro refulgente de oro que su marido Vulcano con gran arte le había fabricado como arras de matrimonio. Enjaezadas cuatro palomas blanquísimas, remontó el vuelo el carro con su pasajera mientras multitud de aves gorjeando y cantando felices formando un largo séquito la escoltaban.

En cuanto la diosa llegó al palacio de Júpiter, le pidió que Mercurio, como mensajero de los doses, pregonase por todo el orbe el siguiente bando:

-“Si alguien capturase o mostrase dónde está Psique, hija de rey y esclava de Venus, se presente ante Mercurio, mensajero que esperará tras el templo de Venus Murcia y recibirá de la diosa Venus siete besos suaves y uno de tornillo mucho más dulce”.

Este anuncio pronto llegó a oídos de Psique, quien se apresuró a presentarse ante el dios. El mensajero divino la condujo a palacio pero, cuando ya se acercaba, fue apresada y a rastras, aunque no se resistía, fue llevada ante Venus.

-"Al fin –le espetó nada más verla Venus- te dignas conocer a tu suegra, aunque creo que realmente lo haces por ver a tu amado. Pero no te preocupes, que te trataré como conviene a una buena suegra."

Llamó a sus esclavas Costumbre y Tristeza, y les ordenó que la golpeasen y maltratasen. Poco después, cuando ya hartas de atormentarla se retiraron las esclavas, volvió a dirigirle la palabra la diosa.

-"Si crees que el fruto de tu vientre te va a salvar, estás muy equivocada. Pues has de saber que en absoluto me gusta la idea de que me llamen abuela estando como estoy en la flor de la juventud, y aún menos tener por nieto al hijo de una esclava, al fruto de un matrimonio ilegítimo por haberse realizado entre personas desiguales sin mi consentimiento ni el de su padre, sin testigos y en medio del monte; por todo eso, si te permito parir, nacerá un bastardo."

Y mientras hablaba le rasgaba los vestidos, le daba trompadas y le arrancaba el pelo a estirones.

-"Me parece –le dijo cuando dejó de lastimarla- que eres una esclava tan poco agraciada que debes de contentar a tus amantes por ser muy hacendosa. Ea, demuéstrame tu diligencia."

Ordéname en montones todos esos granos antes de la noche. Y la llevó ante un montón confuso de lentejas, garbanzos, trigo, cebada, habas y adormidera.

Psique, medio muerta tanto por los golpes como por la labor ímproba que la esperaba, no tenía fuerzas ni para emprender la tarea, pero he aquí que una hormiga se apiadó de ella, de modo que, regresando rauda al hormiguero, persuadió a todas sus compañeras para realizar la labor impuesta. Así, al caer la noche, cuando regresó Venus de un banquete con los dioses, se encontró con los granos clasificados pulcramente en montones diversos, pero, lejos de contentarse, la colmó de reproches, la acusó de no haber realizado sola la tarea y la encerró en una celda tras darle un mendrugo para cenar.

Al día siguiente Venus la llamó de nuevo y le señaló una nueva prueba.

-"¿Ves el bosque que llega hasta aquel río de anchas orillas? Pues allí moran unas ovejas de lanas de oro. Ve y tráeme un vellón de ellas."

Psique se puso en marcha dispuesta no a cumplir la orden, sino a buscar la muerte en el río y con ella la paz. Pero, cuando se encontraba en la orilla, un verde junco, sin duda inspirado por algún dios le dijo:

-"Desdichada Psique, experta en sufrir calamidades, no pretendas mancillar con tu muerte estas santas aguas y atiende mi consejo, pues así lograrás tu propósito. Espera a la caída de la tarde, cuando los animales, ya cansados buscan el sueño, y no te acerques ahora a estas feroces ovejas, pues suelen atacar con su frente de bronce, con su agudo cuerno, e incluso pueden matar con uno de sus mordiscos envenenados."

Psique, conmovida por la humanidad que mostraba la planta, así lo hizo. Más tarde, débil ya el sol, se escondió tras un árbol y consiguió fácilmente cortar de una oveja un hermoso vellón de oro.

Pero Venus no se dio por vencida y, tras volver a increparla por haber recibido ayuda, le ordenó que cogiera un pozalito de agua de una fuente que nutría la Laguna Estigia y el infernal río Cocito.

Cuando llegó Psique ante el monte donde nacía la fuente, se encontró con laderas lisas y riscos imposibles de escalar, y con las aguas encajadas en un canal muy angosto y vallado por grandes árboles. Además, unos ferocísimos dragones custodiaban el agua. Hasta tal punto la situación era peligrosa e imposible que las propias aguas advirtieron a la joven de los graves riesgos y le aconsejaron huir de allí. Mientras Psique, quieta como una estatua, dudaba, un águila, viéndola en situación tan apurada y recordando el gran servicio que Cupido prestó a Júpiter con motivo de Ganimedes, decidió ayudarla. Así que se presentó ante ella y volando sin peligro llenó el pozal para la joven.

Pero de nuevo Venus, amenazándola más que nunca, se mantuvo en sus trece y le ordenó una nueva tarea más: que bajase al infierno con una bujeta para llenarla con un poco de hermosura de Proserpina, pues, perdida parte de su belleza por las últimas desgracias, la necesitaba para ir al teatro de los dioses.

Entonces Psique sintió que su muerte era inminente, pues creía que sólo muerta se podía bajar al reino de Plutón y decidió arrojarse desde una torre muy alta, pero, cuando se disponía a saltar, la torre la interpeló así: 

-"¿Qué locura vas a cometer, desdichada? ¿Acaso crees que tu alma, separada del cuerpo, podrá regresar de los infiernos? Escúchame y te explicaré cómo realizarás tu deseo. Dirígete a una ciudad cercana, la muy noble Lacedemonia, y allí busca el monte Ténaro, donde hay una puerta del infierno que con camino directo te llevará al palacio de Orco. Has de entrar con dos monedas en la boca y en cada mano un pastelillo de polenta. Cuando hayas avanzado un buen trecho, te encontrarás un asno cojo cargado de leña y a una especie de mulero que te pedirá unos palos que se le han caído, mas tú no digas nada ni pares, y así llegarás ante el río de los muertos que controla Caronte. La avaricia también reina en el infierno, y tanto Caronte como Plutón nada hacen gratuitamente: si al barquero el muerto no paga el viaje, no cruza el río y queda perpetuamente errante y sin descanso su alma. Por eso, aunque alguien te pida dinero, no le respondas ni se lo des, ya que lo necesitarás. Acércate al barquero, un viejo escuálido, y págale, mas hazlo de manera que él coja el dinero de tu boca. Una vez cruzado el río, hallarás unas ancianas tejedoras que te rogarán que toques la tela; sigue tu camino sin atenderlas, ya que es una de las muchas trampas que te ha tendido Venus, pues si pierdes alguno de los pastelillos que llevas en tus manos te será imposible salir de los infiernos. Por último, ante las mismas puertas del palacio de Proserpina un perro gigantesco, temible y de fauces colosales está siempre vigilante. Ofrécele un pastelillo y podrás pasar. Entonces te recibirá amablemente Proserpina y te invitará a tomar asiento y opíparos manjares, mas tú siéntate en el suelo y prueba sólo un trozo de pan. Completado tu encargo, dale al perro el otro pastelillo y a Caronte la moneda restante, deshaz el mismo camino por el que llegaste y lograrás volver a ver la bóveda del cielo. Un último consejo me resta: no abras ni mires el contenido de la bujeta.

Psique, tras escuchar los consejos de la torre, abandonó su idea suicida y emprendió el camino a los infiernos. Cumplió escrupulosamente las recomendaciones recibidas, mas, cuando regresaba, su insana curiosidad pudo más que ella y abrió la bujeta. Pero dentro no había hermosura, sino un sueño infernal en todo semejante a la muerte que se extendió rápidamente por los miembros de la joven y la hizo caer al suelo como muerta.

Entretanto Cupido, ya restablecido de su herida y sin poder soportar por más tiempo la ausencia de su amada, se había escapado de la habitación donde había sido recluido por su madre y volando la buscaba. Cuando la vio, la socorrió y cerrando la bujeta consiguió sacarla de su letargo mortal. De este modo se presentó Psique ante Venus con la tarea cumplida.

Pero Cupido, deseoso de que concluyeran tantas fatigas y tormentos para ambos, compareció ante Júpiter y le suplicó que resolviera la situación. El padre de los dioses y hombres accedió a ello y mediante su heraldo Mercurio convocó a los dioses a una asamblea.

-"Dioses conscriptos- comenzó una vez reunidos los dioses-, todos conocéis a Cupido. Pienso que ha llegado la hora de refrenar sus ímpetus de juventud, pues es demasiado grande su fama de corruptor y adúltero. Por ello, y porque ha elegido a una doncella y la ha privado de su virginidad, he decidido que la tenga, la posea y abrazado a Psique siempre goce de su amor. Y tú Venus – añadió dirigiéndole la mirada-, no te entristezcas ni temas un matrimonio desigual ni ilegítimo."

Dicho esto, ordenó a Mercurio que trajera a su presencia a la joven. No se demoró el dios alado y poco después Júpiter, mientras le acercaba una copa rebosante de ambrosía, le dijo: 

-"Toma eso, Psique, sé inmortal y no te separes nunca de tu querido Cupido. Este será un matrimonio perpetuo."
Y sin más dilación se celebró el banquete nupcial. Presidía Cupido con Psique sentada en su regazo; a su lado estaban Júpiter y los restantes dioses por orden. Todos bebían y brindaban por la feliz pareja, servidos por Baco, salvo Júpiter, atendido por su joven copero. Vulcano se encargaba de cocinar, las Horas esparcían por doquier rosas y flores de todo tipo, y las Gracias, perfumes. Las Musas, con el acompañamiento de Apolo a la cítara y de Sátiro y Silvano a la zampoña, cantaban mientras con su gran encanto bailaba Venus. De este modo según el ceremonial Psique fue desposada por Cupido y pudo nacer a su tiempo su hija, llamada Voluptuosidad.