Necesitaba encontrarlo e iluminaba insistentemente todos los rincones. Tal fue su desesperación, tanto deseó con toda su alma que se hiciera la luz, que desdobló su espíritu alzándose por encima de la tierra, iluminando todo el planeta. Pero todavía no lo había encontrado. Cada mañana, se alza majestuosa e irradia todo lo que encuentra a su paso, en un esfuerzo titánico por verle. Empero, sus fuerzas flaquean, y cuando necesita descansar se posa sobre la tierra para dormir unas horas. Y vuelve la oscuridad…
Esta leyenda australiana, concretamente, del sudoeste de Australia, expone visualmente la profunda vinculación de la cosmología aborigen con la madre naturaleza. Esta diosa del sol salvó de una muerte segura a los primeros pobladores, que morían de frío o de inanición, según cuenta la historia. Evidentemente, es la explicación al movimiento rotatorio del planeta: cuando Gnowee se despierta, reanuda su infatigable búsqueda (el día), hasta que necesita descansar y cae la noche.
La serpiente del arco iris
También relacionado con la creación, la serpiente del arco iris es otra curiosa e importante figura en la mitología australiana. En pleno “Tiempo de los sueños” (denominación de la creación del mundo) salió de un charco una serpiente que con su serpenteante movimiento creó los cerros, los ríos y los valles. Igualmente, se le puede ver en el arco iris, que es cuando forma un arco sobre el firmamento. No sólo tras la lluvia, también aparece por la noche al reflejarse la luz en el agua o en las gotas de una cascada.
Su importancia en la cultura aborigen australiana es tan importante, que se dice que él emanan los poderes que necesitan los chamanes para ejercer sus funciones. Para invocarlo, utilizan cristales de cuarzo.
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