En algunas posee un hermano gemelo llamado Heleno y se cuenta que para festejar el nacimiento de los niños sus padres ofrecieron una fiesta en el templo de Apolo Timbreo, ubicado en las afueras de Troya. Se marcharon por la noche olvidándose de los pequeños. Por la mañana los encontraron totalmente dormidos en el santuario mientras dos víboras los purificaban pasando sus lenguas por los “órganos de los sentidos” de los mismos. Los padres gritaron aterrados y los animales se retiraron. A causa de este suceso los hermanos obtuvieron el don profético.
Otra versión de la leyenda, quizás la más popular, indica que Apolo se había enamorado de Casandra y le propuso un trato el cual consistía en otorgarle el don de la profecía si se entregaba a él. La joven aceptó, pero una vez iniciada en las artes de la adivinación, no cumplió con lo pactado. Entonces, el colérico y despechado dios la maldijo, en sueños le escupió en la boca, quitándole no el don de la clarividencia, sino el de la persuasión. Por ende, ella siempre sabría antes lo que iba a suceder pero no podría siquiera intentar cambiar las tragedias que azotarían a su pueblo ya que nadie le creería, ni la escucharía nunca.
Por otra parte, cuenta la mitología que, cada vez que Casandra profetizaba, algo Apolo tomaba posesión de ella provocándole fuertes espasmos, como si su cuerpo no le perteneciera. Sus vaticinios fueron de gran importancia en la historia de Troya, e incluso hay especialmente tres que de ser escuchados habrían cambiado los hechos:
- El primero, sucede cuando ella predice que Paris trae la ruina a la ciudad y también le salva la vida al reconocerlo como hijo de Príamo.
- El segundo, acontece cuando ve a Helena, allí afirma que esta será la causa del fin de todo y de todos.
- El tercero, ocurre cuando rechaza fervientemente junto con el adivino Lacoonte que el inmenso caballo de madera ingrese a la ciudad, debido a que sabía que era una trampa y el escondite perfecto de los guerreros aqueos. Por supuesto, nadie le cree y Apolo se encarga de que unas serpientes devoren al adivino, que sí poseía cierta credibilidad, y a sus hijos.
Durante la batalla dentro de la ciudad de murallas impenetrables, Áyax, que luchaba junto a Héctor en esta contienda, intentó ultrajar a la sacerdotisa, la cual además se encontraba desesperada al ver tornarse realidad todo lo profetizado sin que pudiera servirle su don para evitarlo.
Finalmente, cuando los aqueos se reparten el botín en el cual se incluían las mujeres del clan vencido, es entregada a Agamenón, quien se siente profundamente atraído por ella. Una versión sobre el fin de Casandra indica que al llegar con el rey a Micenas, Clitenmestra, su esposa los asesinó a ambos por celos.
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