Obedecía las órdenes de la diosa Hera, para quien era el vigía perfecto. De todas las tareas encomendadas, dos fueron las que más han trascendido: terminar con la Equidna, monstruo con cuerpo de mujer y cola de serpiente devorador de transeúntes, y controlar a la sacerdotisa en la que Zeus, marido de Hera, había puesto toda su atención.
La vigilancia de Argos era tan perfecta que el dios no podía acercarse a la deseada Io. Naturalmente, esto lo enfureció tanto que Zeus ordenó a Hermes que terminara de una vez por todas con el perfecto centinela y la vida de este llegó efectivamente a su fin.
¿Cómo fue asesinado Argos?, se preguntarán muchos de ustedes. Existen distintas versiones sobre el mismo hecho. En algunas, Hermes lo ejecuta con varias pedradas. Personalmente creo que esta es la menos creíble ya que coincide con la versión de Argos de cuatro ojos, mencionada al comienzo del artículo.
En otras, Hermes, por la noche, mientras Argos descansaba. habría dormido a los ojos que permanecían en estado de alerta utilizando la flauta de Pan o su propia vara. Una vez que Argos se encontraba totalmente inmerso en un sueño inducido, lo asesinó decapitándolo.
Hera al enterarse de que su esposo se encontraba detrás de la muerte de su más fiel guardián decidió vengarlo y vengarse castigando a la joven doncella Io. Luego, se acercó al cadáver de Argos, arrancó todos sus ojos y los depositó en el plumaje del pavo real para que todos los que lo vieran desplegarlo recordaran al fiel sirviente, ahora inmortal, y el injusto final que el destino le tenía reservado.
Por cierto, el cuadro que ilustra este texto es de Rubens. Podemos observar en él una de las escenas de la mitología que más conmovió al artista, el momento en el que Hera con dedicación y con ayuda de un cortejo, deposita ojo por ojo de su leal asistente en las plumas de un pavo real.
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