Sin embargo, ningún secreto puede ser tan bien guardado y al final, una princesa allá por el siglo III d.C., lo vendió a Japón con lo que el monopolio de la seda acabó para China. Lógicamente, aquella princesa fue acusada de alta traición. Aún así, el secreto siguió sin llegar a Occidente, y no fue sino hasta tres siglos después cuando hubo un primer contacto.
Corría el año 536 cuando dos monjes nestorianos escondieron unos cuantos huevos de gusanos de seda dentro de unas cañas de bambú, y buscaron caminos poco conocidos para llegar desde China hasta Bizancio con el fin de entregarle el tesoro a Justiniano, emperador de Constantinopla. No pasó demasiado tiempo para que empezara a extenderse el comercio de la seda por la India y otros países musulmanes.
La Ruta de la Seda se convertiría en un lugar de encuentro, no sólo para el comercio de la seda, sino un cruce de caminos culturales y religiosos que fue recorrido por grandes personajes de la Historia.
Aún así, no hay constancia de cuando comenzó a considerarse aquel camino como encrucijada para desplazarse por todo Oriente. Los chinos consideran que fue Zhang Qian el padre de la Ruta de la Seda, quizás porque fue el primero que dejó constancia de todo aquel camino que recorrió en el año 138 a.C., describiendo lugares y tradiciones de los 36 reinos que componían aquel trayecto. Zhang Qian había sido enviado por su emperador, Han Wudi, para buscar aliados contra las invasiones de los Xiongnu. Sin embargo, fue capturado por éstos y retenido durante 10 años. Cuando consiguió escapar huyó hacia Asia Central, y aunque el peligro de invasiones ya había pasado y por lo tanto, la misión para la que había sido enviado ya no tenía sentido, la información que suministró sobre todo el centro de Asia quedó a buen recaudo hasta que comenzó a utilizarse primero como ruta de conocimientos entre Oriente y Occidente, y luego como ruta para el comercio, que sería inaugurado precisamente con la seda.
La clasificación actual la describe perfectamente Thomas O. Höllmann cuando habla en su libro de los sectores que la componen: el valle del Wei, el corredor del Hexe, el Gobi, el Takla Makan, las montañas del nudo de Pamir, la depresión turiana, el altiplano iranio, Mesopotamia y el desierto sirio.
Finalmente, fue a finales del siglo XIX, en el año 1877, cuando Ferdinand Von Richtofen acuñó el término con el que la conocemos: “La Ruta de la Seda“.
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