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Equipo Infinito.



lunes, 4 de enero de 2010

El Nacimiento de las Aguas Termales de Cacheuta


La leyenda de Cacheuta se sitúa en el corredor andino, al oeste de la ciudad de Mendoza, en Argentina, y transcurre en los tiempos de la conquista del Perú. En ese entonces, Francisco Pizarro se había apoderado del Cuzco y apresado al Inca Atahualpa, por el que pedía un fabuloso rescate en oro. La noticia llegó a todos los rincones del imperio y conmovió a sus habitantes. Todos los indios se pusieron a trabajar para conseguir el oro que pedía al conquistador, y aquél pedido que más bien era una orden fue llevado por los chasquis a todas las poblaciones, para que aunaran esfuerzos en salvar la vida del Señor Inca.

En los confines del vasto territorio imperial, hacia el sur, habitaba la nación huarpe en un valle llamado Cuyo, e incluso allí las tribus pusieron su empeño en conseguir el oro para llevarlo a la sede del Imperio. Una tribu, comandada por el cacique Cacheuta, asentada en la precordillera andina a orillas del río Mayumpoto se dispuso a subir a lo alto de la sierra para poder extraer todo el mineral posible. Al poco tiempo bajaban las llamas cargadas con el precioso metal.

Luego de reunir toda la riqueza posible, las llamas, cargadas con los sacos henchidos de oro estaban prestas a obedecer las órdenes de la caravana. Después de la invocación religiosa de rigor, se emprendió el viaje por los tortuosos caminos cordilleranos. Fue necesario bordear abismos, vadear arroyos y ríos caudalosos y sortear muchos espacios peligrosos en la cordillera andina.

Cacheuta dirigía a su gente, que iba protegiendo la marcha de los animales y del oro. De pronto, un pájaro negro sobrevoló la tropa. A este le siguió otro, y luego otro, hasta que una oscura bandada hizo presagiar el peligro. El cacique quiso apresurar el paso en aras de llegar pronto al valle de Uspallata, donde residía el cacique Coinincha, amigo de la tribu.

Sin embargo, de pronto, un tumulto de polvareda y gritos de guerra se oyó venir desde el fondo de la quebrada. A galope tendido, animales montados por hombres con rayos de muerte se abalanzaron sobre la pacífica caravana de Cacheuta. Este ordenó el adelantamiento de los lanceros para proteger a las llamas y a la preciada carga que transportaban, pero la mayoría cayó muerta antes de que ninguno de los indios pudiera hacer nada, fulminadas por los rayos de fuego que lanzaban los hombres desconocidos. Cacheuta ordenó entonces retirar las llamas a un lugar seguro para proteger el cargamento.

La arremetida de los conquistadores fue feroz, e hizo estragos entre los pacíficos huarpes. Cacheuta, junto a un pequeño grupo a su mando logró retirarse encaramándose en una cornisa que zigzagueaba peligrosamente en una barranca muy profunda. Los españoles cargaron contra ellos, pero una gran nube les impidió la visión y gruesos chorros de agua hirviendo cayeron sobre los soldados montados, quemando a hombres y a bestias, las que se abalanzaron aterradas al abismo de la barranca profunda del río Mayumpoto.

Nunca más se supo del cacique y del cargamento de oro que transportaban las llamas. Lo que sí puede verse en ciertas noches de luna llena, es la silueta recortada contra el cielo andino, en los cerros, de una veintena de llamas que caminan cargadas, repechando una cuesta rumbo al norte. ¿Serán las llamas con el oro, camino al Cuzco?

Mientras tanto, las aguas calientes siguen manando por siempre de las entrañas de la montaña. Pero ahora lo hacen para curar las heridas de los hombres y restablecer la salud a los enfermos. Este es el origen – según la leyenda – de las aguas termales de Cacheuta.

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