Juan de Jerusalén fue uno de los fundadores de la Orden de los Caballeros del Temple. Nacido en 1040 o 1042 en Vezelay, Francia, y muerto en 1119 o 1120.
Es autor del libro de profecías “Protocolo secreto de las profecías”, que sirviera de inspiración a Nostradamus
Juan de Jerusalén visitó Jerusalén en 1099, donde se encontró con rabinos, sabios musulmanes, iniciados, místicos y cabalistas, astrólogos y adivinos.
Su libro de profecías estuvo oculto hasta la Segunda Guerra Mundial, en que fue hallado por la SS, en una sinagoga de Varsovia, para desaparecer nuevamente luego de la caída de los nazis. Para redescubrirse recientemente en los archivos secretos de la KGB.
Sus profecías se ubican en el año dos mil, poseen una belleza poética, y hacen referencia a otros textos proféticos.
Las profecías de Juan de Jerusalén:
“Veo y conozco Mis ojos descubren en el cielo lo que será, y atravieso el tiempo de un solo paso. Una mano me guía hacia lo que ni veis ni conocéis... veo y conozco lo que será. Soy el escriba.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...
El hambre oprime el vientre de tantos hombres y el frío aterirá tantas manos, que estos querrán ver otro mundo. Y vendrán mercaderes de ilusiones que ofrecerán el veneno... Pero este destruirá los cuerpos y pudrirá las almas; y aquellos que hayan mezclado el veneno con su sangre serán como bestias salvajes caídas en una trampa, y matarán, y violarán, y despojarán, y robarán; y la vida será un Apocalipsis cotidiano.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...
El padre buscará el placer en su hija; el hombre en el hombre; el viejo en el niño impúber, y eso será a los ojos de todos... Pero la sangre se hará impura; el mal se extenderá de lecho en lecho, el cuerpo acogerá todas las podredumbres de la Tierra , los rostros serán consumidos, los miembros descarnados... el amor será una peligrosa amenaza para aquellos que se conozcan solo por la carne...
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...
Todos sabrán lo que ocurre en todos los lugares de la Tierra ; se verá al niño cuyos huesos están marcados en la piel y al que tiene los ojos cubiertos de moscas y al que se da caza como a las ratas. Pero el hombre que lo vea volverá la cabeza, pues no se preocupará sino de sí mismo; dará un puñado de granos como limosna, mientras él dormirá sobre sacos llenos. Y lo que dé con una mano lo recogerá con la otra...
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...
Los hombres ya no confiarán en la ley de Dios, sino que querrán guiar su vida como a una montura; querrán elegir a los hijos en el vientre de sus mujeres y matarán a aquellos que no deseen. Pero qué será de estos hombres que se creen Dios?...
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...
El hombre habrá cambiado la faz de la Tierra ; se proclamará el señor y el soberano de los bosques y las manadas. Habrá surcado el sol y el cielo y trazado caminos en los ríos y en los mares... Pero la Tierra estará desnuda y será estéril. El aire quemará y el agua será fétida... La vida se marchitará porque el hombre agotará las riquezas del mundo...
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...
Las enfermedades del agua, del cielo y de la Tierra atacarán al hombre y le amenazarán; querrá hacer renacer lo que ha destruido y proteger su entorno; tendrá miedo de los días futuros. Pero será demasiado tarde; el desierto devorará la tierra y el agua será cada vez más profunda, y en algunos días se desbordará, llevándose todo por delante como en un diluvio, y al día siguiente la tierra carecerá de ella y el aire consumirá los cuerpos de los más débiles.
El hombre se obstinará porque el orgullo es su locura; no escuchará las advertencias repetidas de la Tierra , pero el incendio destruirá las nuevas Romas y, entre los escombros acumulados, los pobres y los bárbaros, a pesar de las legiones, saquearán las riquezas abandonadas...
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...
El sol quemará la Tierra ; el aire ya no será el velo que protege del fuego, no será más que una cortina agujereada, y la luz ardiente consumirá las pieles y los ojos.
El mar se alzará como agua enfurecida; las ciudades y las riberas quedarán inundadas y continentes enteros desaparecerán; los hombres se refugiarán en las alturas y, olvidando lo ocurrido, iniciarán la reconstrucción.
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