Sacó algunos órganos del científico para su estudio y descifrar las causas de la muerte, entre ellos, su cerebro. Cegado por la curiosidad, se guardó este órgano para sí y lo conservó en líquidos especiales, entregándoles el resto del cuerpo a la familia sin que decirles nada de lo que había hecho.
Harvey tenía la intención de robar el cerebro de Einstein para estudiarlo. Cuando se conoció el escándalo, la suerte de Harvey pendió de un hilo hasta que la familia del genio le permitió seguir con sus investigaciones.
Pasó un tiempo hasta que la comunidad científica le pidió a Harvey resultados de sus estudios, pero no tenía respuestas a sus preguntas simplemente porque éstos nunca se habían realizado. Sabiendo que nuevamente corría peligro, desapareció.
No se supo nada de él hasta que viajó en busca de la nieta de Einstein para devolverle el cerebro robado y así volver a su vida normal. Actualmente este órgano está bien cuidado en la Universidad de Princeton.
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