Además, una gran cruz de oro corona la torre de la iglesia y tiene una gran campana, cuyo tañido podría oirse en todo el mundo. Existe también allí un mapuchal (terreno plantado con tabaco) que no se agota jamás.
Sus habitantes son altos, blancos y barbados; visten capa y sombrero con pluma y usan armas de plata. En esta ciudad, nadie nace ni muere y nada puede igualar a la felicidad de sus habitantes. Los que allí llegan pierden la memoria de lo que fueron, mientras permanecen en ella, y si un día la dejan, se olvidan de lo que han visto. Si algún viajero la anda buscando, la tarea se hace difícil, ya que una espesa niebla cubre la ciudad y la corriente de los ríos que la bañan aleja las embarcaciones que se aproximan demasiado.
Algunas personas aseguran que el día Viernes Santo se puede ver, desde lejos, cómo brillan las cúpulas de sus torres y los techos de sus casas. Según la leyenda, solo al fin del mundo se hará visible la fantástica ciudad; se desencantará, por lo cual nadie debe tratar de romper su secreto
No hay comentarios:
Publicar un comentario