Proviene de un huevo blanco grisáceo, redondo, de aproximadamente un centímetro de diámetro, de cáscara gruesa y rugosa. puesto por un gallo colorado o una gallina vieja. De este huevo nace un gusano que corre como lagartija.
Su cuerpo tiene forma de ave, con pequeñas alas y patas, con las cuales apenas puede andar arrastrándose, y generalmente se esconde o habita debajo de los establos o pequeños espacios de las casas de los campesinos.
En ese lugar permanece hasta que se transforma en Basilisco.
Por las noches sale de su escondrijo para chupar la flema o aliento de las personas dormidas.
La víctima pierde el apetito y va enflaqueciendo cada vez más y más. Aparece una fuerte y persistente tos, y la palidez invade su rostro para luego morir.
La única forma de acabar con el terrible Basilisco es incendiar el edificio. Este ser mitológico mata, también, con sólo mirar.
Aquella persona que viese tan sólo una parte del cuerpo, quedará paralizada por el resto de su vida.
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