La Leyenda Del Carbunclo

Es Un animal fantástico es aquél que procede de la fantasía, que es fruto de la imaginación del ser humano, pero también es aquél animal al que se le ha atribuido cualidades “paranormales” o se le ha dotado de contenido simbólico, por ejemplo, el águila es representante de San Juan evangelista. Estos animales fantásticos han estado presentes desde la antigüedad clásica en autores como Plinio, hasta prácticamente hoy día, pues en la literatura fantástica siguen apareciendo este tipo de seres, por ejemplo, en Harry Potter y la Cámara Secreta el protagonista debe enfrentarse a un gigantesco Basilisco. Por lo tanto, se puede decir que estos animales aunque no hayan existido físicamente sí que han existido en la cultura popular pues todos tenemos presentes en nuestra memoria el Unicornio con su gran poder curativo de venenos o el Fénix capaz de resurgir de sus cenizas.

Sin embargo, en mis lecturas de estos días me he encontrado con un animal que me ha llamado terriblemente la atención y me resultaba totalmente desconocido. Se trata de un dragón en cuya frente tenía una piedra preciosa denominada carbunco o carbúnculo. El primer autor que hace referencia a este “animal” es Plinio en su Historia Natural (Lib. XXXVII, cap. 7.). Éste se centra largamente en la piedra preciosa explicando que toma su nombre del carbón, por la semejanza que tiene con los carbones encendidos, siendo los machos los más resplandecientes y las hembras las que alumbran más flojamente. Sin embargo, no habla nada del animal. Posteriormente algunos viajeros que marcharon a América, daban fe de que algunos reyes del reino del Perú poseían uno, así como el Emperador de China. Gonzalo Fernández de Oviedo en su Historia General y Natural de las Indias, situará a este animal en el Estrecho de Magallanes haciéndose eco de una historia relatada por un clérigo que había estado por dicho estrecho. Según éste, en el puerto de San Jorge había visto “dos animales en tierra, de noche, los quales decían que eran carbuncos, cuyas piedras alumbraban como sendas canelas resplandecientes” (Lib. XX. Cap. X). Del mismo modo explica que Isidoro de Sevilla en su Etimologías hablará de estos carbuncos: “dice que hay ciertos dragones que tienen en el cerebro una piedra preciosa, que si seyendo vivo el dragon no le es quitada, no resplandece, por lo qual los mágicos usan cierto engaño y cebo, que el dragon come de grado, con que se duerme, y dormido, súbito se la quitan”. (Lib. XX. Cap. X.). Sin embargo, Fernández de Oviedo niega haber visto este animal.

También se hará eco de esta historia Feijóo en su Teatro Crítico Universal en el Discurso Segundo del Tomo II. En él hablará de Historia Natural dedicando un apartado a los animales fantásticos. De nuevo entre estos animales nos hallamos con este curioso dragón. Feijóo también citará a Plinio y hablará de las Historias del nuevo mundo. Pero señalará que en Europa ningún príncipe –tan dado a coleccionar cosas prodigiosas- poseía tal piedra. Así mismo contará que en el Diccionario Histórico de Moreri se contaba la historia de un hombre de Dolomieu, Aldea del Delfinado, que había matado a un dragón volador en cuya frente halló una piedra preciosa, es decir, un carbunco. Y en el mismo artículo, se habla de un Carbunclo que había en España también sacado de un dragón. Pero Feijóo niega totalmente su existencia.

Resulta curioso, por tanto, que a pesar de que muchos animales procedentes de la mera imaginación del ser humano sí llegaran a nuestros días, otros, como el carbunclo, quedaran en el olvido.