sábado, 3 de agosto de 2013
La Doncella y el Dragón en la Festividad del Corpus
La hazaña emprendida contra un dragón que más influencia ha
tenido en los rituales festivos, especialmente los del Corpus Christi, se debe
a una mujer, santa Marta, hermana de María Magdalena y Lázaro. Tras huir de
Palestina y desembarcar en la costa provenzal, le hablaron de un fiero dragón
anfibio, que moraba en un bosque cercano al Ródano y que aterrorizaba a la
población. Marta lo encontró y lo roció con agua bendita, consiguiendo
amansarlo como a un corderito. Este dragón era llamado el tarascón, y a partir
de entonces se denominó con tal nombre el lugar, y allí Marta erigió un
convento en el que sería enterrada. Los restos de la santa fueron descubiertos
en 1187, y pocos años más tarde se consagró una iglesia sobre su tumba.
Por aquel entonces la Provenza francesa pertenecía a los
catalanes. En Tarascón, a mediados del siglo XV, sacaban por el Corpus un
monstruo llamado vieja abuela o tarasca, que poseía una gran joroba escamada
erizada de pinchos y una cabeza móvil, manejada por un hombre escondido en su
interior. Debió ser tan ingenioso el mecanismo —capaz de atrapar los sombreros
de los espectadores incautos— que este artilugio fue imitado en otras ciudades.
Consta que ya en 1457 salía en Tortosa una bestia procesional con aspecto de
tortuga con cuello extensible, conocida como cuca fera, que todavía hoy día
interviene, por lo que es tenido como el ejemplar más antiguo de Europa. Por
otro lado, en el ayuntamiento de Zamora se sigue colocando en Corpus una
tarasca atravesada por la lanza de santa Marta. He aquí un exponente del
anti-mito: la doncella vence al dragón.
En estas procesiones era frecuente que se representara
cabalgando sobre el monstruo a una bella joven, alegoría de la fe dominando al
demonio, pero también podía representar a la meretriz de Babilonia o a una
sensual mujer negra, depositarías de los vicios sexuales (en Toledo encama a
una lujuríosa Ana Bolena, causante de la pérdida de Inglaterra para el
catolicismo). Por tanto, la figura de la mujer en este rítual semi-litúrgico
era ambivalente, simbolizando, tanto a la Virtud, que vencía al monstruo, como
al Vicio, una réplica o alter ego del dragón infernal. Más adelante se la
representó como rídícula y presuntuosa damisela, ataviada con las ropas que se
suponía iban a constituir la moda femenina.
Para iluminar su significado inicial, se puede acudir a
Galicia. En documentos del siglo XVI se menciona como antiquísima la costumbre
de las penlas, a cargo de panaderas y horneras. Estas penlas son niñas
ataviadas como ángeles, que se llevan a hombros en la procesión del Corpus,
representando la alegría. Un arzobispo de Santiago quiso prohibirlas en l606
«por ser cosa indecente nociva». En Redondela (Pontevedra), hasta 1600 se
celebraba una batalla entre san Xurxo —san Jorge— y la Coca —el dragón—,
permaneciendo hoy día sólo éste, junto con dos penlas sostenidas por mujeres
fuertes (las burras) que no paran de bailar delante del Santísimo. Estas penlas
pueden emparentarse con las mayas o reinas de la primavera, y sería posible
establecer una relación entre la mujer montada sobre la tarasca y la doncella
rescatada por el caballero, siendo esta doncella una reina primaveral (¿y
también una maga habitante de las cavernas?). En todo caso, descendiente de
arcaicas imágenes míticas, conectadas con la fecundidad.
En la localidad portuguesa de Penafiel (entonces bajo
dominio español), una sentencia judicial de 1639 estipula que para el Corpus:
«los herreros harán una figura de san Jorge que será un caballero vestido de
armas buenas, con una lanza en la mano [...] sobre su hermoso caballo como
siempre fue costumbre», y se mencionan también la figura de
san Miguel, la dama do drago (o de la retorta) y la pella. En la última versión
de la danza, san Jorge moría pero era resucitado por el ángel, y en la
conclusión decía la reina: "Demos fin ao baile / de Jorge sagrado / Salvem
dos gentíos / a dama do drago!".
El dragón, a pesar de su representación fantástica, era un
ser familiar, ya que todos los pueblos grandes tenían el suyo. Su apariencia
era la de un gran saurio acuático. Y tanto su nombre gallego coca como el
catalán cucafer, se pueden derivar del cocadriz de la General Historia del rey
Alfonso X: el cocodrilo. En el claustro de la catedral de Sevilla cuelga del
techo un cocodrilo disecado, que se dice fue capturado en 1260. Y hay más
iglesias que también alojan cuerpos de saurios del río Nilo que pudieron haber
servido como modelos del legendario dragón. Un propagandístico uso de este ser
pluri-simbólico se hizo durante el franquismo inicial, cuando la Enciclopedia
práctica del párvulo enseñaba la historia como un cuento de hadas, donde el
maligno dragón del comunismo fue vencido por ese héroe que era el Caudillo
Franco''. A comienzos del siglo XXI, el habitat del dragón no se reduce «al
país de las hadas», como sugiere Tolkien, sino que también se encuentra en
ritos festivos semirreligiosos y en tan avanzados medios de expresión como el
comic, el cine y los anuncios televisivos. Desde King Kong a Godzilla, pasando
por el vampiro Drácula, los dinosaurios de Spielberg y los extiaterrestres
aliens, una cierta similitud de comportamiento permite agruparlos dentro de la
misma esfera de acción proppiana. Por ello, debe seguir siendo una imagen común
en los sueños, como constató Jung. Los míticos dragones se conservan bien
vivos.
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