jueves, 9 de abril de 2015
El Niño Moro
Cuentan que en cierto lugar en la
región cuyana existía, hace muchos años, un bosque impenetrable
donde habían hecho su guarida unos temibles bandoleros.
Un día,
pasó por las cercanías del bosque un matrimonio de paisanos que
iban haciendo un largo viaje a caballo y llevando consigo un niñito
de pocos meses. El niñito era moro, es decir, todavía sin bautizar.
De improviso, fueron sorprendidos los viajeros, por cuatro forajidos,
los que sin hacer caso a las súplicas del matrimonio, dieron fin con
ellos asesinándolos bárbaramente. En los últimos instantes la
madre les había rogado que respetaran la vida del niño, pues era
moro, sin lograr conmoverlos.
Al contrario, tomando uno de ellos al
niño por las piernitas lo estrelló contra un árbol. Entonces se
oyó desgarrador, un ¡ay! que lanzó al expirar el niñito.
Internáronse los bandoleros en el bosque y al comenzar a repartirse
el botín, vieron aparecer entre las sombras de la tarde que caía un
enorme pájaro negro, totalmente desconocido para ellos y el que,
luego de describir enormes círculos sobre sus cabezas, lanzó un
grito que era como el de un ser humano, repitiendo por tres veces el
¡ay! desgarrador del niñito que acababan de ultimar.
Paralizados de
espanto quedaron los bandoleros. Y cuando quisieron reaccionar, ya el
pájaro había desaparecido. Cuentan que los bandidos ya no tuvieron
sosiego: que a toda hora los perseguía el ¡ay! del niñito moro. Y
que, enloquecidos, fueron muriendo uno tras otro, agotados por la
sed, el hambre y los remordimientos sin atinar a otra cosa que a
taparse los oídos con sus manos para no oír el grito del niñito
sin bautismo al que, junto con sus padres, tan bárbaramente
asesinaron.
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