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viernes, 3 de abril de 2015
Cosakait El Palo Santo
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Su tristeza y desventura lo condujeron
por el sendero de la enfermedad, de la que nunca regresó. "Decidle
que no quiero morir. Mas Yago (Dios) me quita la vida. Pero estaré
siempre con ella. Adornaré su cabeza de flores perfumadas.
Ahuyentaré los parásitos de su lado.
Daré fragancia al agua que beban sus
labios y laven sus ojos. Iré al cielo en el humo aromado de su ruego
en la ceremonia del NAREG. Y estaré donde ella se encuentre y le
dare lo que pida..." Tras estas palabras, la fiebre abrasó su
cuerpo y murió invocando el nombre de su amada.
La tierra que lo sepultó engendró el
árbol cosakait (Palo Santo), apreciado por sus aromáticas flores y
perfumada madera. Apenado por su dolor, su dios le dio vida eterna en
la forma de aquel árbol que luego se expandió por toda la selva,
cumpliendo con las promesas del joven enamorado. Los tobas
consideraron al palo santo como un árbol venerable por su nobleza y
le concedieron el honor de llamarlo cosakait.
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