jueves, 5 de marzo de 2015
Gilles De Rais: El Mariscal Negro
Gilles de Laval, barón de Rais, nació
en noviembre de 1404 en la Torre Negra del castillo de Champtocé, en
Anjou (Francia). Sus padres, el noble Guy II de Laval y la dama Marie
de Croan, provenían de los más rancios linajes franceses, poseyendo
ambos grandes fortunas que se vieron incrementadas tras su unión.
Por lo tanto, era el descendiente de una de las familias más
poderosas y ricas de Francia y desde muy temprana edad recibió una
esmerada formación intelectual y militar.
Apenas cumplidos los 10 años, sufrió
la pérdida de su progenitor y su madre contrajo de nuevo matrimonio,
quedando junto con su hermano pequeño René, bajo la tutela de su
abuelo materno. A los 11 años se convirtió en el heredero de una de
las mayores fortunas de toda Europa, que se incrementó, al casarse
cinco años después (16 años) con su prima inmensamente rica,
Catalina de Thouars. De esta unión nacería en 1429 Marie, su única
hija. Cumplidos los 20 años entra a formar parte como militar al
servicio del Delfín Carlos, primogénito de Carlos VI de Francia e
interviene activamente en el sangriento conflicto enmarcado en la
Guerra de los Cien Años, que enfrentó al propio Delfín, con
Enrique VI de Inglaterra, en su lucha por alcanzar el sitial francés.
En 1429, Gilles fue testigo de la
llegada a Chinón de una doncella de apenas 17 años, con la
exigencia de entrevistarse con el Delfín. Aseguraba ser la enviada
de Dios para derrotar a las tropas inglesas que acampaban cerca de
Orleáns y colocarlo a él en el trono de Francia. Aunque la mayoría
pensaba que la joven estaba loca, consciente de los peligros que
había eludido durante el viaje, él decidió ponerla a prueba. El
Delfín hizo sentar a uno de sus pajes en el trono y él se vistió
con sus ropas, pero la muchacha le reconoció y este acabó
creyéndola.
Carlos VII ordenó a Gilles de Rais que
acompañara a la Doncella de Orleáns. Gilles luchó codo con codo
junto a Juana de Arco, dando muestras de inconmensurable valor en
Orleáns y Patay, derrotando a los ingleses y convirtiendo a ambos en
héroes nacionales. El día de la coronación del Delfín a Gilles de
Rais le fue concedido el honor de ser el depositario del óleo
sagrado con el que el rey fue ungido, y una vez coronado como nuevo
monarca, fue nombrado Mariscal de Francia y le fue permitido incluir
la Flor de Lis en su escudo de armas.
Pero tras la muerte de Juana de Arco en
1430, acusada de brujería y de estar poseída por el diablo, Gilles
se recluyó en sus posesiones de Marchecoul donde, rodeado de una
guardia de 200 caballeros comienza a dilapidar toda su fortuna en
grandes fiestas y absurdas extravagancias. Así nos lo cuenta la
historia. Casi en ruina, intenta recuperar sus riquezas mediante la
obtención de la "piedra filosofal". Conoce a Francesco
Prelatti, sacerdote que había colgado los hábitos, que le adentra
en el mundo de la magia negra y el pacto con el diablo, que le
convence de la necesidad del derramamiento de sangre inocente para
conseguir los favores del maligno.
El 13 de septiembre de 1440 fue
arrestado y acusado de la muerte de entre 140 y 200 niños en el
transcurso de ritos satánicos. En la mañana del 26 de octubre de
1440 fue ejecutado en compañía de dos de sus caballeros. Una vez
ahorcado su cuerpo fue pasto de las llamas. Accediendo a las súplicas
de algunos de sus parientes y amigos, sus restos, parcialmente
quemados, fueron retirados de la hoguera y enterrados en la Iglesia
de Notre-Dame du Carmel en Nantes.
EL ENVÉS DE LA TRAMA
Según nos relata el Dr. Serge Raynaud
de la Ferriere, Gilles de Rais había estudiado Alquimia con Sille,
cura de Saint Malo. Todo y así, se dio cuenta de que sus
conocimientos no eran los suficientes y buscó un alquimista:
encontrándolo a mediados de 1438 en Florencia. Este alquimista, el
sacerdote Franceso Prelatti, era poseedor de profundos estudios
religiosos y había recibido la tonsura por parte del Obispo de
Arezzo. Se dedicaba a la geomancia y poseía profundos conocimientos
de Alquimia, adquiridos gracias a su maestro, el médico florentino
Juan de Fontanel.
Por otro lado, Salomón Reinach, en su
obra de 1912, "Cultos, Mitos y Religiones", plantea el
hecho de que no existió ninguna víctima y todo se debió a un
complot muy bien urdido por parte de la iglesia y la nobleza. Lo que
está claro es que Gilles de Rais, el Mariscal Negro, confesó bajo
la tortura inquisitorial. Fue acusado de herético, conjurador de
demonios, crimen y vicios contra la naturaleza, sodomía, sacrilegio
y violación de inmunidades de la "santa iglesia", y que
además, había ofrecido a un demonio llamado Barón, los ojos y la
sangre de un muchacho para conseguir sus favores.
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