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Desde ya les agradezco a todos y pido disculpas si no se agrega la fuente por que muchos correos no la poseen y para no cometer errores no se agrega pero en este pequeño equipo estamos muy agradecidos para con todos. Muchísimas Gracias a todos en general por su valiosa información y por su cordial atención.

Equipo Infinito.



lunes, 9 de marzo de 2015

Gilgamesh

Hijo de un lillu (demonio) y de Aruru se le consideró dos tercios dios y un tercio humano. Su epopeya nos presenta a Gilgamesh como un rey tirano que tiene subyugado a su pueblo.

Anu (dios supremo) y Aruru cogieron arcilla y modelaron a Endiku, un salvaje que igualaba a Gilgamesh y que se dedicaba a proteger a las fieras de cepos y cazadores. Cuando Gilgamesh se entera de su existencia le envía una mujer para que conozca los placeres amatorios con el fin de atraerlo hacia Uruk. Tras seis días y siete noches, Endiku emprende el camino a dicha ciudad, y durante el camino se va enterando de lo que piensa el pueblo acerca del soberano (explotación, abuso de poder, derecho de pernada…). Cuando llega a la ciudad, el enfrentamiento es ya inevitable. Tras una larga lucha el combate termina en amistad y admiración mutua.

Los nuevos amigos proyectan enfrentarse a Humbaba -gigante que vive en el bosque de los cedros, cuyo grito es el arma de la inundación, su palabra fuego y su aliento es la muerte-, con ayuda de una ofrenda de humo al dios Shamash y la negativa del Consejo de ancianos. Cuando llegan al bosque aprovechan que el monstruo sólo tiene puesta una capa divina, habitualmente llevaba siete, y se lanzan contra él, decapitándolo y sumergiendo su cabeza en el río Eufrates para llevarlo a Nippur. Endiku es quien le asesta el golpe mortal. El bosque todavía llora la muerte de su guardián.

Para celebrar la victoria, Gilgamesh se viste con sus mejores atavíos conquistando a la diosa Ishtar enamorada de su belleza. Esta intenta seducirlo, ofreciéndole toda serie de parabienes pero Gilgamesh la desdeña. Ella, abatida, monta en cólera y crea «el Toro Celeste» para que dé muerte al héroe. Cada vez que el toro bufa se abren simas que se tragan a cientos de personas. Nuevamente interviene Endiku, coge el toro por los cuernos, lo domina y da muerte arrancándole las entrañas. Gilgamesh ordena fabricar vasos oferentes a Lugalbanda, su dios tutelar, con los cuernos del toro y los dos amigos se bañan en el río Eufrates para celebrarlo.

A través de los sueños Endiku sabe que han despreciado a los poderes celestiales matando a Humbaba, al Toro Celeste y por la ofensa a la diosa Ishtar. Esto provoca la muerte y enfermedad de Endiku, bajando a los infiernos, morada de Irkalla, conducido por un extraño ser con garras de águila y zarpas de león.

Gilgamesh, aterrorizado, llora la muerte de su amigo y pretende encontrar la inmortalidad buscando a Utnapishtim -quien sobrevivió al diluvio universal, gracias a Ea, y conoce el secreto de la vida eterna- en los montes Mashu, donde le esperan los hombres-es corpión, guardianes del camino del sol. Pese a ser un itinerario no transitado por mortales, él consigue llegar al paraíso terrestre. Allí encuentra a Siduri quien le recomienda que se aproveche de los placeres de la vida de mortal porque nunca va a conseguir la inmortalidad. No obstante, le indica el camino a seguir: ha de atravesar, ineludiblemente, las «aguas de la muerte». Gilgamesh consigue ser transportado en dichas aguas por el barquero de Utnapishtim y éste le castiga con un insomnio durante siete días y siete noches (período diluviano) como primera prueba, pero nuestro héroe no resiste. Concluye que la inmortalidad es imposible, porque no es patrimonio de los humanos y que la muerte está decidida de antemano por los dioses.


Cuando Gilgamesh regresa a Uruk derriba un árbol (morada de una serpiente, un águila y un buho) para fabricar un trono y un lecho a Inanna-Ishtar. La diosa prefiere fabricar un tambor con dicha madera y se lo regala al propio Gilgamesh. El tambor cae accidentalmente a los infiernos y Gilgamesh implora a todos los dioses poder comunicarse con su gran amigo Enkidu. Nergal, dios de los Infiernos, conmovido le permitió salir por un agujero abierto en la tierra para conversar con él unos breves instantes, quien dará cuenta a Gigamesh de la triste condición de los muertos.

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