martes, 3 de marzo de 2015
El Cementerio Del Diablo
Imaginen por unos instantes un lugar
llano y extenso de poco más de quinientos metros de diámetro,
repleto de hierbas largas y secas que rodean toda la extensión de
tierra que alcanza la vista. Un escenario únicamente manchado por el
afluente de un río, que discurre a través de estos parajes, estando
flanqueado en sus orillas por alguna que otra casa de aspecto
lúgubre. Un inhóspito territorio, donde todos los seres vivos que
lo habitan, incluidos seres humanos, han sufrido diversas mutaciones
y malformaciones extrañas; figuras de aspecto variopinto y grotesco
que se van diseminando por delante de nuestros ojos, haciendo caso
omiso a nuestra presencia.
Aunque lo que nos llamaría enormemente
la atención, es la acción que ejerce sobre estos seres lo que
parece ser un campo energético invisible al ojo humano, capaz de
hacerlos retorcerse de dolor cada vez que tratasen de franquearlo,
llegando incluso a provocarles una muerte dolorosa e inmediata.
Y por si fuera poco, todos los
visitantes que prueban suerte al intentar adentrarse en ese área,
sufren dolores intensos en todo el cuerpo, haciéndoles abandonar la
zona de forma rauda y casi sin dilación.
Puede que suene a fantasía, ciencia
ficción, e incluso a un texto proveniente de la mente de un genio
del género literario de terror, pero curiosamente es una extensión
de tierra real conocida en toda la comunidad rusa como "El
Cementerio del Diablo".
Pero ahondemos un poco más en la
historia de éste singular paraje...
A mediados de 1991, se emprendió una
expedición a cargo de la Asociación Ufológica de Vladivostok, con
el fin de hallar el emplazamiento exacto de dicho "cementerio".
La historia de este lugar, cuenta que su centro geográfico está
situado exactamente en el mismo punto donde supuestamente impactó el
objeto de Tunguska. Y según los científicos que habían realizado
tal campaña de investigación, El Cementerio del Diablo se hallaría
en uno de los múltiples claros de la estepa siberiana, muy cerca de
un afluente del río Angará.
Las habladurías que se extendían por
toda la comarca sobre este lugar, llegaron incluso a oídos de los
estudiosos moscovitas; escucharon como extraños seres merodeaban las
orillas del río Kova. Seres semblantes a lo que describieron como
minotauros, cíclopes y otros espécimenes que todavía hoy asombran
a todos los que han tenido la osadía de adentrarse a observarlos en
su hábitat natural.
Por desgracia, durante la época de la
dictadura de Stalin se procedió a destruir una innumerable cantidad
de poblados diseminados por toda la Taiga. Poblados donde sus gentes
conocían a la perfección el lugar exacto de la situación del
Cementerio del Diablo, pero poco a poco ese conocimiento se fue
perdiendo hasta caer irremediablemente en el oscuro pozo del olvido.
El único resquicio físico que quedó
de aquellos días, es una diseminación de árboles plantados a lo
largo de todo el perímetro de la zona, con muchos símbolos de
advertencia inscritos en sus cortezas, advirtiendo a los visitantes
de los peligros a los que se verían expuestos si decidían atravesar
aquel umbral.
Según la teoría expuesta por los
hermanos Simonov, don científicos de la zona de Taskent, el objeto
que ocasionó el incidente de Tunguska, se hallaba oculto bajo
tierra, específicamente a diez metros bajo el nivel del suelo.
Afortunadamente, la expedición
liderada por el grupo de investigación de Vladivostok halló el
punto concreto donde se encuentra el conocido "cementerio",
aunque desgraciadamente no consiguieron encontrar ninguna evidencia
de que el posible meteorito se hallase en aquel emplazamiento; pues
iban desprovistos (o al menos es lo que describieron en su informe)
de material adecuado para realizar aquella investigación.
Lo que si lograron realizar es una
exhaustiva batida de búsqueda y reconocimiento, tratando de obtener
alguna prueba fehaciente, de que aquel era un terreno habitado por
seres afectados por la radiación residual de un extraño objeto
caído del cielo. Eso sí, sin adentrarse en los límites que lo
delimitaban. Pues las historias que habían logrado recopilar a lo
largo de su travesía, recorriendo los escasos pueblos que se
hallaban diseminados por el camino que seguían, les hablaban de
seres deformes, fuerzas extrañas, luces que se movían a ras de
tierra de forma errática y la muerte de los cazadores que se
atrevían a adentrarse en el lugar. Los cuales, tras sentir como sus
entrañas estaban literalmente ardiendo, caían al suelo fulminados.
Mapa de la zona donde se encuentra el
Cementerio del Diablo
(Foto: home-earthlink.net)
Pero lo único que fueron capaces de
divisar en la zona, fue una extraña niebla grisácea de aspecto
fantasmagórico que se extendía por toda la zona delimitada por los
árboles marcados; una niebla que únicamente habrían podido ver en
este lugar y que afectaba de forma extraña a los escasos
instrumentos de medición que llevaban consigo, haciendo oscilar
todas las mediciones que lograban obtener...
Otras informaciones anexas a ésta,
cuentan que en las cercanías del poblado de Kezhma hay una zona de
tierra yerma en medio de un frondoso bosque, bautizado por sus
habitante como Cementerio del Demonio, siendo un lugar donde pastores
y cazadores locales habían visto como diversos animales entraban
dentro del área sin posibilidad de regresar al exterior; simplemente
morían de forma inmediata, sufriendo convulsiones y hemorragias
violentas que les hacían retorcerse de dolor durante su agónica
expiración.
Las publicaciones realizadas por N.
Savelyev en el periódico Komsomol´skaya Pravda, el 15 de noviembre
de 1987, hablaban sobre las primeras expediciones realizadas a dicho
emplazamiento, realizadas antes de la Segunda Guerra Mundial, donde
relataba con todo lujo de detalles como las gentes que habitaban las
cercanías del "cementerio", habían encontrado que la
tierra mostraba un color grisáceo, sin vegetación y con un gran
número de cadáveres de aves y animales. También destacaban el
hecho de que las ramas de los árboles que estaban situadas más
cerca del centro del lugar, mostraban una corteza totalmente abrasada
por una gran energía calorífica.
Los perros de los cazadores que se
acercaban a olisquear y rastrear dichas tierras, con el tiempo
dejaban de comer, perdían masa muscular y finalmente morían por
inanición, al igual que sus propios dueños que entraban a toda
prisa a buscarlos, intentando evitar que la maldición pudiera llegar
a caer sobre ellos.
Todavía hoy, y tras leer tantos
escritos sobre esta misma temática durante más de cinco décadas,
se desconoce la veracidad de todas estas leyendas y relatos, pero lo
que si sabemos con certeza, es que muchos pueblos de la Rusia
profunda, conocen los efectos que produce a todos los incautos que
deciden adentrarse en sus aledaños, haciéndonos ser conscientes de
que nuestro mundo, es un lugar repleto de zonas y lugares inmersos en
un misterio, que tras el paso de los años (incluso de siglos), se
resisten a desvelar sus secretos.
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