jueves, 5 de septiembre de 2013
La Gorgona y Su Triple Poder Mágico
La figura de Medusa, y sobre todo su cabeza, tenía una gran
potencia preservadora, igual al poder de su fascinación. En Grecia se la
situaba, por ejemplo, en el templo de Atenea Pollada de Atenas, y un cierto número
de figuras parecidas estaban dispuestas alrededor del templo de Apolo en
Delfos. La vemos también en los frontones de los templos, como en el Artemision
de Corcira y otros. La fe en este talismán estaba tan enraizada y propagada por
todo el mundo antiguo que se encuentra la efigie de Gorgona con el mismo
significado al menos desde la Grecia arcaica, y tal vez antes, hasta el Bajo
Imperio romano. Los antiguos, particularmente los militares, y sobre todo los
emperadores romanos y sus soldados, estaban convencidos de que alejaba los
peligros, por lo que sus representaciones son muy numerosas y variadas,
formando parte de los adornos habituales en las prendas militares, pero sobre
todo, como ya dijimos, en carros de guerra, corazas y escudos, como vemos en el
de uno de los guerreros del carro de bronce de Monteleone, en el que figuran
una máscara de felino y una Gorgona.
Al parecer se creía que cuanto más terrible fuese la
expresión de la máscara representada, más grande era la energía protectora que
de ella derivaba. Así, la hemos visto pintada, dibujada, esculpida o cincelada
en toda clase de objetos: rostros exentos para colocar en los edificios,
tumbas, sarcófagos, vestidos, armas, vasos, copas, monedas, paramentos, placas.
También se llevaba colgada al cuello como amuleto y de la misma forma se
entiende su presencia en las joyas, aunque un breve estudio tipológico
diferencia enormemente las piezas griegas y etruscas, más antiguas, que buscan
más la fealdad y el horror de la mueca que las piezas romanas, más modernas
generalmente, cuyas representaciones de Gorgona parecen acentuar más el
patetismo de su destino que el valor apotropaico de la máscara horrorosa y
fiera del monstruo mitológico.
Pero más o menos bella, horrorosa o sólo simbólica, la
cabeza de la Gorgona era, en la Antigüedad, un signo escatológico y
apotropaico, un símbolo de inmortalidad y protección que se situaba en
numerosos lugares, pero sobre todo en los sarcófagos y en las tumbas, como
protección contra los peligros desconocidos del Más Allá. Además, según la
leyenda ampliamente difundida en la Antigüedad, la cabeza de Gorgona daba la
victoria a todo aquel que la poseía, como a Perseo, y, por extensión, a quien
llevaba su representación. Tal vez por eso a veces la encontramos en el centro
de la coraza de las estatuas. Y así, era la figura principal de la Égida de
Minerva, base mágica de su poder y su fuerza, la que le permitió dar a Zeus la
victoria sobre los Gigantes, devolviendo el orden al Olimpo amenazado. De la
cabeza de Gorgona, pues, podemos decir que es un signo mágico por excelencia,
pero no sólo en sí misma, por el terror que infunde en los enemigos de quien la
lleva como protección, sino por la suma de los tres elementos mágicos
fundamentales que la componen.
Estos elementos mágicos, aunados en la figura de Gorgona
para hacer de ella un potente instrumento apotropaico son;
1. Los ojos que fascinan.
2. Las serpientes que la acompañan y las que forman sus
cabellos.
3. El nudo mágico, que se encuentra en sus representaciones
bajo la barbilla o bajo el pecho.
Así pues, la máscara de Gorgona era un signo mágico
«triple», unión de tres elementos poderosos que se juntaban para formar una
figura horrible que fascinaba con la mirada y dejaba petrificados a quienes la
miraban de frente, pero que a la vez protegía por el poder de la magia de las
serpientes que componían su cabellera y por el poder mágico del nudo que
formaban los cabellos recogidos bajo su barbilla o que cerraba su cinturón, a
veces también hecho con serpientes, formando el nudo mágico, también llamado
«nudo de Hércules» que a veces encontramos en diversas joyas, como collares o
brazaletes.
Estas triples representaciones apotropaicas son frecuentes
en la Antigüedad, puesto que el número 3 era cifra mágica por excelencia, como
expresión al mismo tiempo de unidad y dualidad. Recordemos que la vida humana,
según los matemáticos y sus doctrinas, posiblemente importadas por Pitágoras a
Grecia desde Egipto, estaba dirigida por las cifras. Y que los números dos y
tres no son, en realidad, números, sino los principios del Par y el
Impar". Y veremos cómo, a lo largo de nuestro trabajo, el número tres, en
ios conjuros y en los actos de magia, aparece repetidamente, como si las
acciones no estuviesen completas hasta ser realizadas por tres veces.
Recordennos también que la gran diosa de la magia, Hécate, es representada en
forma triple, por lo que su poder se multiplicaba por tres (...).
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