jueves, 5 de septiembre de 2013
Hasta Que La Muerte Nos Una
El minghun o "matrimonio después de la muerte" es
una tradición muy desconocida fuera de China e incluso en el interior de la
misma no son muchos los que la conocen. En primer lugar, porque se trata de una
tradición con diferentes variantes y ubicada en lugares concretos del país. Por
otro lado, la progresiva modernización de China ha llevado a la desaparición o
a la disminución de muchas tradiciones, algunas de las cuáles claramente
discriminatorias según el género, el nivel social, la etnia. La mayoría se han
concentrado en Taiwán.
Parece ser que ya en tiempos de la segunda dinastía de
China, los Shang (1766-1122 a.C.), existía esta forma de matrimonio después de
la muerte, conocido en esa época con los términos chinos de qianzang
(literalmente “reentierro”) o jiashang (que viene a significar “casar a los que
han muertos jóvenes). Dicha práctica continuó a largo de los siglos aunque
parece ser que sólo cobró verdadera importancia a partir de la dinastía Han
(206 a.C. - 220 d.C.), alcanzando su cenit durante la época Tang (618-907). La
arqueología ha descubierto algunos entierros de este tipo.
El nombre en chino deriva de la unión de los términos ming y
hun. El primero significa “oscuro” o “profundo” aunque suele ir asociado al
concepto del mundo de los muertos (y en ocasiones se refiere al infierno). El
segundo significa “casarse” y “ceremonia de boda”. Popularmente conocido como
matrimonio de ultratumba, el minghun va asociado a la idea de la vida en el más
allá, en la existencia de una vida eterna más allá de la muerte física en el
mundo que nosotros conocemos.
La creencia en la vida en el más allá está muy extendida en
China y está enraizada en una tradición muy china como es el culto a los
ancestros. Ello implica que los vivos deben no sólo honrar a los muertos sino
atender a sus necesidades en la otra vida. Descendencia y respeto a los
ancianos y muertos son una parte esencial de la institución familiar. Esta
veneración a los ancestros está estrechamente vinculado al concepto de
identidad familiar. Esta última se apoya en toda una serie de instituciones de
base familiar mediante una serie de rituales que incluyen la creación de
vínculos de linaje. Entre los casos más extremos de vínculos de linajes
destaca, por ejemplo, la llamada “adopción fantasma” (guofang), es decir, un
hombre fallecido “adopta” a un hijo que tomará su apellido. En realidad, es la familia
del hombre muerto sin descendencia que ofrece a un joven ser “adoptado” por
dicho familiar y llevar el apellido de este último. Este “hijo adoptivo” recibe
de este modo la herencia del fallecido y a cambio lleva a cabo las obligaciones
rituales con su “padre” fallecido. En este sentido, el minghun es simplemente
otra forma extrema de de este tipo de linajes y está asociado a esta vida
después de la muerte y a la obligación de atender las necesidades de los
muertos y satisfacer sus deseos ante el temor a exponerse a su ira.
La tradición se basa en la creencia de que un joven muerto
sin haber contraído matrimonio no tendrá una vida feliz en la otra vida y su
alma no estará nunca en paz. En una sociedad como la china donde uno de los
objetivos a cumplir en vida es contraer matrimonio y tener hijos, el hecho de
que un hijo no se case es sinónimo de su infelicidad. La vida de celibato es
considerada una vida incompleta y los padres sufren ante la idea de un hijo
desgraciado en la otra vida. Por ello, su familia debe hacer todo lo posible
para encontrarle una esposa que comparta con él la vida eterna en el más allá.
Esta esposa es lo que se conoce popularmente como “novia fantasma” (que en
chino recibe el nombre de nü gui, literalmente “espíritu femenino”). Hay que
destacar que dicha tradición no implica en teoría la muerte de una chica joven,
a diferencia de lo que sucedía, por ejemplo, antiguamente en la India con la
tradición del sutti, práctica hindú que consistía en inmolar a la viuda junto a
su marido en una pira funeraria. Al contrario, en el minghun, la “esposa” es
una chica soltera también fallecida y unida en matrimonio a su “marido” muerto.
En términos generales, el minghun tiene lugar inmediatamente
después de la muerte del hijo soltero. Los padres del difunto buscan a una
familia que haya perdido recientemente a una hija con el fin de incinerarla o
enterrarla junto a su hijo pues la tradición china insiste en que marido y
esposa compartan la misma tumba. El proceso que conduce al minghun es extremadamente
complejo y costoso. Incluye la búsqueda de una “novia fantasma”, la negociación
con la familia de esta última para una posible unión, el intercambio de
presentes, los preparativos de boda, el desentierro de los dos cuerpos, la
ceremonia en sí y el nuevo enterramiento conjunto (tongxue), lo que asegura la
cohabitación de la pareja en la otra vida. La ceremonia de boda reviste en
muchas ocasiones de todos los detalles de una boda normal con música, comida,
etc. Asimismo, los dos contrayentes también están presentes aunque dentro de
sus ataúdes, colocados uno junto al otro, o en urnas en caso de haber sido
incinerados.
Aunque el deseo de una familia que acaba de perder un hijo
es llevar a cabo el minghun cuanto antes, en ocasiones este último debe esperar.
Por ejemplo si el fallecido es muy joven se esperará a la fecha en que hubiera
alcanzado la edad suficiente para contraer matrimonio (18-20 años) para llevar
a cabo el ritual. Por otro lado, si en el momento de fallecer no hay una pareja
disponible, el hijo es enterrado con una figura que representa a una novia
hecha de paja o de tela a la espera de encontrar una de carne y hueso. Esta
situación se extiende también a las familias pobres ya que el coste total de
una “novia fantasma” puede alcanzar varios años de salario de una familia
campesina. En estos casos, la tradición señala que la mejor fecha para llevar a
cabo el minghun es el Qingming, festival que tiene lugar a comienzos de abril y
donde se conmemora el recuerdo a los muertos (...).
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