Cameron daba detalles como el color de la casa en la que vivía, que estaba cerca de la playa o los colores de su perro. Cuando el niño fue creciendo, estos datos se volvieron más precisos llegando incluso a dar los nombres y apellidos de los que habían sido sus padres en aquella supuesta vida.
Jim B. Tucker, psiquiatra infatil de la Universidad de Virginia que estudia casos de niños que hablan de vidas pasadas se interesó por el tema. Él ya había investigado otros casos similares, pero este le llamó la atención debido a que era muy fácil contrastar si lo que decía Cameron era verdad, tan solo tenía que ir a aquella pequeña isla para averiguarlo y así lo hizo. Viajo hasta Glasgow para ver al niño y a la madre de este y juntos fueron a la isla.
Efectivamente comprobaron que algunos de los datos que Cameron daba coincidían: la casa era blanca y estaba al lado de la playa, también personas con los apellidos que el niño dio habían vivido en aquella casa probablemente en los años 60.
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