jueves, 3 de julio de 2014
Cipitío
Al
Cipitío –también conocido como Cipitio, Cipitillo o Cipit (del
nahuat, “niño”)- se lo hace hijo de la Siguanaba (ver:
Siguanaba), aunque posee un carácter totalmente festivo e inocente
del que su madre carece totalmente, siendo una de las figuras
legendarias más populares de El Salvador. Es un niño pequeño que
nunca creció a causa de una maldición, aunque a pesar de ser
inofensivo, puede llegar a resultar hostigoso y pesado, apareciéndose
por las noches como un espíritu burlón, haciendo bromas, riendo a
carcajadas sonoras y bailando alrededor de su víctima.
El
Cipitío tiene la apariencia de un niño de diez años. Es bajito,
barrigón y tiene los pies vueltos al revés, de modo que sus huellas
engañan: uno cree que va en una dirección cuando en realidad lo
hace exactamente en la contraria. Tiene una vestimenta y costumbres
sumamente peculiares, se le atribuye una diversidad de habilidades,
facultades y poderes sobrenaturales que, sin perjuicio de nadie, usa
para divertirse. A pesar de ser un hijo de dioses, suele vestir
siempre como un niño de baja condición social y económica,
llevando ropa de manta blanca, caites (sandalias) y un sombrero de
palma puntiagudo y de grandes alas que se mueve al ritmo de sus
pasos.
Frecuenta
los trapiches de las moliendas de caña, los ríos, las pozas y las
zonas rurales. Le gusta bañarse con cenizas, de las que también se
alimenta, que quedan en las cocinas de leña de las casas, y come
también guineos (una variedad de plátano pequeña).
Es
un eterno enamorado de las muchachas a las que constantemente espía,
silba, o arroja piedrecitas y flores. Le gusta arrojar piedrecitas a
las muchachas bonitas que van solas a lavar ropa en las pozas de los
ríos. Cuando una chica es objeto de su hostigamiento, la solución
para alejarlo es comer en el baño, frente a la taza de un inodoro;
esto se debe a que se cree que el Cipitío siente asco de los malos
hábitos de las personas, en este caso las mujeres, por eso se supone
que ésta es la solución más efectiva.
El
personaje Cipitío puede estar emparentado con una deidad
precolombina: el XipeTotec. Este dios era el patrono de la
regeneración vegetal, por consiguiente tendrían que ver también
con él los frutos y las flores. De hecho, como ya se ha mencionado,
el Cipitío es hijo de dioses. Nació de la relación que tuvo su
madre Sihuehuet (“Mujer hermosa”, más tarde convertida en la
Siguanaba) con el Dios Lucero de la Mañana, traicionando infielmente
al Dios Sol. Es por eso que el dios Tlaloc condenó tanto a la madre
como al hijo. A la madre la condenó a ser una mujer errante y al
niño a nunca crecer, y conservarse por siempre en la edad de diez
años. Durante siglos, Cipit fue el dios de las relaciones prohibidas
y adulteras, en la actualidad es un icono de la cultura salvadoreña
donde es representado como un niño alegre y que vaga errante.
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