miércoles, 11 de diciembre de 2013
Black Annis, La Ogresa Antropófaga de Leicester
Desesperación, terror, oscuridad… la materia de la que está
hecha Black Annis es la misma que nutre las pesadillas. Ogresa diabólica con
aspecto de vieja bruja, piel azulada, dientes largos y un solo ojo, esta
criatura infernal se deleita desgarrando carne humana, especialmente la de los
niños que atrapa en el bosque. Y después de comérselos crudos, esparce los
huesos por el monte y cuelga de las ramas de los árboles las pieles vacías.
Su morada se encuentra en las Danehills, condado de
Leicester (Inglaterra), en una cueva que ella misma construyó profanando la
roca con sus garras de acero. Cerca de la entrada, invisible debido a un
arbusto de afiladas púas que la tapa, crece un roble viejo en el cual se
oculta, aguardando a que pase por debajo algún niño, o si el hambre aprieta
algún cordero descarriado, sobre el que arrojarse.
Durante ciertas noches, terroríficas para los habitantes de
Leicester, Black Annis abandona la proximidad de su cueva para asediar las
casas de campo. Prueba las cerraduras de las puertas e introduce su brazo por
las rendijas de las ventanas, demasiado estrechas como para que ella pueda
pasar. Afortunadamente, el rechinar de sus dientes o sus aullidos ponen en
alerta a los habitantes de la casa, que se juntan en el centro del salón,
esperando a que la bruja se dé por vencida. Y, aún así, a veces faltaba algún
niño por la mañana…
Cuando no conseguía ninguna presa humana en las casas de
campo, Black Annis saciaba su hambre con el ganado o, en otro tiempo, subía a
acechar las cámaras subterráneas del castillo de Leicester. Según se decía, su
madriguera conectaba con ellas a través de un largo túnel.
Además de en Leicester, ha sido vista también en los páramos
y las laderas de las Tierras Altas de Escocia, a la entrada de alguna cueva,
sentada sobre un montón de huesos, que era lo único que quedaba siempre que una
partida de batidores retornaba al lugar para darle caza. La ogresa se había
marchado en busca de territorios más propicios.
Tampoco en Leicester tenían mejor suerte. Hasta finales del
siglo XVIII todos los domingos de Pascua se realizaba allí una batida con
perros sabuesos en la cual se empleaba como señuelo un gato muerto bañado en
anís. La cacería tenía un carácter simbólico y no hay noticias de que la bruja
apareciese.
La creencia en esta criatura, que según algunos autores
deriva de una deidad celta o prehistórica venida a menos, se mantuvo viva en
Leicester hasta mediados del siglo XX.
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