El primer testimonio acerca de la aparición de sirenas se remonta a La Odisea de Homero, que relata las aventuras tumultuosas del héroe griego Ulises, durante su largo viaje de regreso a Itaca, después de la guerra de Troya: las sirenas de la época no son esos seres mitad mujer, mitad pez, que las leyendas más modernas retuvieron, sino unas aves con cabeza y pecho de mujer.
Un canto melodioso e irresistible
En la mitología griega, las sirenas viven en una isla del Mediterráneo.
Su canto es tan bello que los marinos que las escuchan no pueden resistírseles y arrojan sus naves contra los arrecifes. Los sobrevivientes son asesinados sin piedad. Cuando Ulises abandona la morada de la hechicera Circe, sabe que debe pasar cerca de la isla de las sirenas. Siguiendo los consejos de la hechicera, el astuto héroe recurre a una estratagema que le permitiría oír y no obstante salvar la nave y a sus compañeros. Tapa los oídos de sus hombres con cera después de haberles pedido ser sólidamente atado al mástil. Así podrá saciar su curiosidad escuchando el canto de las sirenas, sin ceder a su encantamiento.
Este canto se revela melodioso y desgarrador y está colmado de bellas promesas. Ulises les grita a sus compañeros que lo desaten, pero por supuesto éstos permanecen sordos a sus gritos. Finalmente, el barco pasa y los héroes escapan al funesto destino de tantos otros marinos.
Sin embargo Ulises no es el único en enfrentar a las sirenas. El poeta mítico Orfeo, que acompaña a Jasón en su búsqueda del vellocino de oro, logra también resistir a su fatal encanto. En el instante en que Jasón y sus hombres, los argonautas, atraídos por las melodiosas voces, cambian de rumbo y se dirigen peligrosamente hacia los arrecifes de la isla, Orfeo toma su lira y entona un canto tan sublime que cubre las melopeas de las sirenas y salva a los marinos arrancándolos de su mortal contemplación.
¿Quiénes son las sirenas?
Las sirenas de la época homérica son tres hermanas, hijas del dios río Aquelaos y de la musa de la poesía Calíope. Lidia toca la flauta. Parteriopea, la lira y Leucosea lee los textos y los cantos. Antiguas compañeras de Perséfone, hija de Zeus y de Deméter, raptada por Hades, el dios de los Infiernos, pidieron a los dioses que les otorgaran alas para poder salvar a la joven y traerla de vuelta sobre la Tierra. Según otra versión, le deben su apariencia a Deméter, que quiso castigarlas por haber sido negligentes en el cuidado de su hija.
Su nombre proviene del término latino sirén, que a su vez proviene del griego seirén, de la palabra seiro, lazo, cuerda, recordando sin duda el poder cautivador de las sirenas.
Manatíes y sirenas
Los científicos contemporáneos piensan que los manatíes son, quizás el origen del mito de las sirenas y que por largo tiempo, los navegantes los confundieron con éstas. Incluso por referencia mito, se le dio el nombre de sirénidos al orden zoológico al que pertenecen estos mamíferos acuáticos. Los dugongs (vacas marinas) y los manatíes son los únicos representantes de este orden y fueron considerados hasta una época reciente como un eslabón entre los cetáceos y las focas. Los manatíes son animales de gran tamaño pudiendo alcanzar hasta 2 ó 3 metros de largo. También se las llama con el nombre menos grato de "ternero marino". Tienen un cuerpo fusiforme y glabro rematado por una cabeza maciza. Sus gritos armoniosos contribuyeron seguramente a la leyenda del canto de las sirenas. Más aún cuando las hembras tienen dos mamas pectorales que de lejos pueden pasar por los senos de una mujer. Habitan los ríos costeros de los Estados Unidos, entre Carolina del Norte y el golfo de México, pero también se las encuentra a lo largo de la costa occidental de África, donde los antiguos pudieron haberlos divisado. Por otra parte, una mayor zona de difusión de la especie en el pasado no debe excluirse. En cuanto a los dugongs éstos se encuentran más bien en el océano Índico y en el norte de Australia. Animales suaves y poco feroces, están, hoy en día, en peligro de extinción.
Mujeres-pájaro, luego mujeres-pez
La apariencia física de las sirenas evolucionó. En la época griega, eran representadas como seres alados con cara humana y cuerpo de ave como lo prueban diferentes vasijas griegas antiguas. Su transformación en criaturas mitad mujer, mitad pez, con la parte inferior recubierta de escamas, se remonta aparentemente a la Edad Media y a las leyendas celtas y germánicas. Pero, ya bajo el Imperio romano, se les confunde con las Nereidas, las cincuenta hijas de Nereo, dios marino, y de Doris, descendiente del Titán Océano. Estas bellas Nereidas son las ninfas del mar y por lo tanto no es sorprendente que se las haya asemejado a las sirenas, también figuras marinas... Como sea, esta leyenda, nacida de la mitología griega y transmitirla a través de los siglos, permanece por largo tiempo vivaz y continua asediando la imaginación de los navegantes del mundo entero.
Las sirenas a través de los tiempos
Aunque las sirenas nacieron de la imaginación de poetas griegos antiguos, la tradición que éstas inspiraron se transformó y se desarrolló con el paso del tiempo, particularmente bajo la influencia del folklore nórdico.
La mitología nórdica. Las leyendas irlandesas e inglesas hacen referencia a la presencia de sirenas a lo largo de sus costas, mientras que la mitología germánica las ve surgir de la espuma de las olas. La tradición bretona relata que Ahez, hija del rey Grallon, habría sido sumergida en las aguas por haber entregado la ciudad de Ys al diablo y a las olas y se habría convertido en sirena. Saxo Grammaticus, un cronista de los siglos XII y XIII, describe por su parte el combate del rey danés Hadding, hijo de Gram, contra un monstruo acuático, mitad hombre, mitad pez.
Donde se pesca a un hombre-sirena. Las representaciones de sirenas se multiplican durante la Edad Media y se transforman en uno de los temas favoritos de decoración de los manuscritos. Hacia el año 1200, el cronista inglés Ralph de Coggeshall hace el siguiente relato: "Durante el siglo pasado, bajo el reinado del rey Enrique II, unos pescadores de Oxford capturaron en el Canal de la Mancha a un hombre desnudo, que nadaba con soltura bajo el agua. Encerrado durante varios días, éste se alimentó principalmente de pescado. No pronunciaba la más mínima palabra, aún bajo las peores torturas. Vuelto al agua, rasgó la red que lo retenía y consiguió hacerse mar adentro. Después de un tiempo, volvió a la orilla y vivió durante dos meses entre la gente de Oxford antes de volver definitivamente a su elemento natural."
Las sirenas de Cristóbal Colón. Mientras se encuentra frente a las Antillas, el navegante genovés cree divisar tres de estas criaturas que bailan en el agua. Son feas y mudas, pero él descubre en su mirada como una "nostalgia de Grecia".
Un encuentro moderno. En 1869, en las Bahamas, seis hombres que se dirigen en canoa hacia una bahía divisan una sirena de una deslumbrante belleza, con los cabellos azules flotando sobre sus hombros y las manos hendidas. Esta emite unos grititos de sorpresa al ver a los marinos y desaparece poco después, sin dejar que se acerquen. Los fabricantes de sirenas. El sentido comercial de algunos pueblos asiáticos contribuyó igualmente al desarrollo de la leyenda. Incluso se edificaron fortunas con la venta de curiosidades a los europeos: monstruos fabricados con la ayuda de pedazos de animales, simio y pez. Asimismo, en Djibuti, el esqueleto de una auténtica sirena es vendido a unos norteamericanos. Por supuesto, se trata de una falsificación hecha por unos comerciantes ingeniosos.
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