Pero de pronto, allá lejos, alcanza a ver un rebaño pastando tranquilamente. No lo puede creer. Están todos juntos. Se va acercando poco a poco para buscar a su presa. Tiene hambre y ganas de cazar, sin embargo hay algo raro en la situación. El hombre presiente que las cosas no están del todo bien.
Se va acercando sigilosamente. Está cada vez más cerca. Cuando ve que los animales están ya a alcance de sus boleadoras, el hombre ve como detrás de una llama aparece un pequeño hombrecito de sombrero de lana, actitud pasiva y un cayado de pastor en su mano. El hombre se atemoriza al darse cuenta que el pequeño lo mira fijamente. Sabe que se ha encontrado con el Coquena.
El Coquena es la deidad protectora de los animales y de los rebaños, especialmente de los camélidos, esto es las llamas, los guanacos, las vicuñas y las alpacas. Es petiso, medio regordete y anda siempre vestido con un gorro típico andino, de lana con orejeras.
Castiga con crueldad a quienes buscan cazar animales con armas de fuego o a quienes cazan sin la necesidad de comer. Por el contrario premia a quienes cazan para comer (siempre y cuando no busquen más de un ejemplar) y con métodos tradicionales.
Del Coquena se cuenta que lleva los rebaños de aquí para allá en busca de los mejores pastos andinos. A veces sucede que se ven rebaños que andan como si alguien los estuviera guiando, y es el Coquena, que está invisible. Se dice que además premia con monedas de oro y plata a los que él considera dignos porque han ayudado a algún animal en peligro, o han protegido alguna cría. Y que estas monedas las guarda en cuevas ocultas, que él solo conoce.
La leyenda del Coquena es antiquísima, y se remonta a las viejas tradiciones del imperio Inca. El relato fue extendiéndose hacia el sur conforme se agrandaba el imperio, y finalmente se estableció en el norte argentino cordillerano, en una región que va desde la provincia de Jujuy hasta la de La Rioja, transformado en una deidad de la cultura diaguita-calchaquí.
Los relatos de sus apariciones son escasos, pero nadie duda de su presencia. Y si se indaga bien, se pueden encontrar a aquellos paisanos que se han topado alguna vez con el Coquena.
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