domingo, 7 de junio de 2015
La Viuda de Campo Caseros
A fines del siglo XIX cuando se
construyó el ramal C-13, las vías cortaron la calle Caseros a la
altura del Alto Molino, aunque éste estaba sobre un callejón que
era la prolongación de la Avenida San Martín.
El hecho es que a poco de la
inauguración del servicio a Cerrillos, en 1898, un matrimonio de
Atocha, luego de una noche de fiesta y alcohol, se peleó en la
cantina de uno de los almacenes de ramos generales de la zona, sobre
la calle Caseros. Por celos, todo terminó en una tragedia, cuando el
hombre aprovechó el paso del tren para tirar a su esposa sobre las
vías. Como es de imaginar, la mujer murió en el acto y su marido
huyó para siempre de Salta y de Atocha, ya que nunca más se lo
volvió a ver.
Al tiempo, los vecinos del lugar
comenzaron a escuchar a determinada hora de ciertas noches, voces e
insultos idénticos a los de aquella noche trágica, incluso -
contaban- se escuchaba hasta el ruido del tren que se acercaba
velózmente.
Atemorizados de que ocurriera otro
asesinato, salían a ver lo que pasaba, pero inmediatamente las voces
y los ruidos del tren se llamaban a silencio.
Cada tanto los ruidos y las voces se
repetía, acompañados en las noches de luna con la aparición de una
señora vestida a la usanza de las paisanas salteñas de la época,
que sentada al borde de la vía lloraba desconsoladamente. La primera
vez, una vecina condolida con esta señora, se acercó a consolarla,
pero cuando ésta levantó su cara, vió que se trataba de una
calavera con los huesos destrozados.
Espantados los vecinos recurrieron al
consejo de un fraile de San Francisco, quien se ocupó de bendecir el
lugar y hacer colocar una cruz a la vera del terraplén ferroviario,
en el mismo lugar donde la mujer había sido arrojada por su marido
hasta las ruedas del tren.
Desde entonces, la Viuda dejó de salir
en Campo Caseros y su cruz fue repuesta varias veces durante décadas,
siempre pegadita al muro de una construcción que después de unos
años, se levantó en el lugar.
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