martes, 9 de junio de 2015
El Cacique Guatavitá
Según cierta leyenda chibcha, vivió
junto a la laguna Guatavitá (Colombia), un príncipe que, disgustado
con su esposa, la castigaba y sometía a crueles humillaciones.
Desesperada la infeliz, arrojose con su
hijita a la laguna, donde se dice que fue acogida por la divinidad en
un prodigioso palacio escondido en el fondo de las aguas. Mortificado
por el arrepentimiento, desde entonces el príncipe solía llegar en
una balsa al medio de la laguna y arrojaba ofrendas de oro y
esmeraldas para desagraviar a su esposa y volver a ganar su corazón.
Evocando ese mito, los muiscas
efectuaban, en ciertas oportunidades, una extraña ceremonia
religiosa. El cacique debía untarse íntegramente el cuerpo con
cierta resina, y espolvoreárselo por completo con un fino polvo de
oro. Después entraba a la laguna con una balsa, efectuaba ricas
ofrendas de oro y piedras preciosas arrojándolas al agua, y él
mismo se sumergía en un baño ritual.
Esta ceremonia del "príncipe
dorado" dejó de practicarse poco antes de la conquista
española, pues los nativos de Guatavitá fueron aniquilados por los
de Bogotá. De todos modos, la fama de su prodigalidad llegó a oídos
de los conquistadores, quienes emprendieron afanosamente su búsqueda,
con el muy humano aliciente del oro.
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