domingo, 7 de junio de 2015
La López Pereyra
...O quizás un cuchillo o vaya uno a
saber de que desgraciada manera fatal, este compositor bohemio y
músico empedernido despenó a la causante de sus descontrolados
celos. Lo indudable es que don Artidorio Cresseri estuvo enamorado
hasta los huesos de la víctima de la demencial actitud. Y si no ha
sido así, cómo pudo recordarla en su forzado encierro de una manera
tal que no recuerdo salteño y muchísimos más que no la cante o la
sepa (mal, regular o bien) y la entone como algo propio y por su
cualidad de innegable himno salteño.
El contexto metafórico no conlleva ni
un dejo de despecho, rabia, indignación o algo muy oculto o “entre
líneas” que deje entrever “algo” de pequeñez o chatura. Todo
el texto es una tristísima elegía de enamoradísimo ser que ante la
adversidad irreversible, derrama su alma en cada verso y como remate
ruega “al Dios piadoso resignación...”
El título de tamaña zamba no tiene
nada que ver con la historia, la leyenda, del cómo, del cuándo y
los por qué del contenido sentimental del poema. El doctor Carlos
López Pereyra, abogado, recibe el agradecido homenaje de Don
Artidorio por haberlo “salvado” quizás de una cadena perpetua
por su demencial delito, al conseguir la absolución del imputado
(Don Artidorio) por “emoción violenta”.
“La López Pereyra”, himno de los
salteños y apropiada por innúmeros conocidos e ignotos intépretes,
sigue viva y con muy buena salud en la memoria del pueblo. Ojalá
todos los dramas pasionales dejaran canciones de este calibre.
La zamba creció sola, no necesitó
de promoción alguna. Se “fue” de Salta como el viento, sin
rumbos. Hasta que ocurrió todo lo conocido como “juicio por
paternidad autoral” cuando un tal Don Andrés la halló sin que Don
Artidorio la perdiera. Pero, el argumento de más peso fue el título
y las constancias legales desbarrancaron cualquier fundamento que
soño fundamentar el “hallador”.
El Dr. López Pereyra vivó en la
ciudad de Salta en la calle “La Florida” al 484 aproximadamente y
se comprobó su actividad y las circunstancias en las que se constató
su activa participación en el triste hecho que le tocó vivir al
pobre Don Artidorio.
Todo lo aquí expresado tiene más de
recopilación versionada generacionalmente y no tiene ninguna otra
intencionalidad que la de hallarle al magnífico texto poético ese
“por qué” fue escrito y cantado.
Sin ningún tipo de “dardo
encubierto” invito a que repasemos su inigual carácter y, porque
no, esa estructura literaria que, asociada a la fantástica melodía,
hacen una obra, diría, insuperable hasta el presente. Vamos pues a
su letra conociendo ya, al menos, una versión más de su historia
¿o leyenda?.
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