jueves, 5 de febrero de 2015
Revelaciones Sobre El Más Allá
Tras la muerte de todo ser humano, éste
habrá de pasar por cada subplano del mundo astral hasta finalmente
llegar al mundo mental una vez que el cuerpo astral se haya
desgastado y entonces su conciencia pase al plano mental. Ahora, esa
destrucción del cuerpo astral no implica la destrucción de todos
los sentimientos y emociones, implica más bien un tipo de
purificación en que evidentemente los afectos elevados y libres de
sujeciones e impurezas permanecen en tanto que elementos
favorecedores de la evolución espiritual.
En cuanto al tiempo en el mundo astral,
aquel suele variar siendo en promedio de20 a30 años, pero puede
durar hasta siglos en ciertos casos
Volviendo al proceso del tránsito
post-mortem, sucede que inmediatamente después de la muerte el
sujeto ve desfilar ante él todas las escenas de la vida que
abandona, pero no de cualquier forma sino de una manera que implica
la comprensión de las causas profundas asociadas a cada hecho vital,
de modo que así pueda lograr la conciencia que brota del
autoconocimiento.
Cabe no obstante mencionar que tras la
muerte la conciencia pasa del cuerpo físico al etérico, donde en
general permanece unas cuantas horas para luego pasar al astral. Una
vez que eso ha pasado tiene lugar un proceso extremadamente
importante, una bifurcación en la que la mayoría de personas
termina yendo por el peor camino.
Ocurre pues que existen distintos
subplanos en el plano astral, siendo que cada subplano se diferencia
del inmediato superior en el hecho de que sus vibraciones energéticas
son más bajas y menos sutiles, espiritualmente menos elevadas, por
así decirlo. Así, cada uno de esos subplanos astrales representa
tendencias, pulsiones y estados de conciencia. La bifurcación
entonces se da a partir de que el Elemental del Deseo intenta
redistribuir la materia astral en un conjunto de capas en que la más
externa es la de menor vibración, la más densa, la de peor
naturaleza.
Si eso ocurre (si el Elemental del
Deseo logra tal redistribución), el sujeto experimentará el peor
camino en la bifurcación anteriormente mencionada, por lo que no
tendrá una visión clara del mundo astral: solo verá lo propio del
subplano en que se encuentre, apareciendo primero en el más inferior
de los subplanos y pudiendo llegar al más elevado subplano sólo
después de haberse deshecho de la materia astral de todos los
anteriores, de esta forma permanece en cada subplano hasta agotar la
capa de su envoltura astral perteneciente al subplano en cuestión,
que a su vez sólo puede lograr mediante un proceso de evolución en
el que supera las tendencias de dicho subplano fijando su atención y
voluntad en cosas espirituales y elevadas (que habrán de mantenerlo
ocupado cuando llegue al plano mental). Lo anterior explica un tanto
aquellas comunicaciones con los muertos que parecerían confirmar la
creencia en el Infierno, ya que lo que en verdad ocurre es que la
mayoría de sujetos, al sufrir el proceso de reordenamiento en capas
y encontrarse en los subplanos más bajos, ven sólo las cosas
negativas —ven, por ejemplo, solo el lado oscuro de los cuerpos
astrales de los vivos, confundiéndolos así con demonios—; y, en
algunas ocasiones, hasta ven exteriorizaciones de sus temores y de
temores ajenos, viendo así muchas ilusiones aterradoras, sobre todo
en los casos de quienes, cargados de remordimientos, mueren pensando
que van al Infierno y entonces en efecto terminan dentro de un
infierno producido por sus propias mentes: aunque claro, ese infierno
es sólo temporal pues durará hasta que se purifiquen de las
tendencias de dicho subplano astral poco elevado o tomen conciencia
de que lo que ven es sólo una ilusión…
Lamentablemente muchos
sujetos se estancan pues se niegan a poner su pensamiento en cosas
elevadas y se aferran a lo terrenal aunque, por más que persistan en
su necedad, la propia naturaleza del proceso de desgaste astral hará
que vayan perdiendo contacto con los mundos inferiores. Cabe en este
punto recalcar que la cremación es muy útil para ayudar al espíritu
del difunto, ya que un cadáver (que afortunadamente se va
desgastando solo) representa un cierto grado de vinculación astral
con el mundo físico.
El que la redistribución quede
inoperante puede darse de dos formas: 1. En la primera el sujeto
tiene conocimientos de la enseñanza sobre las condiciones del plano
astral y sobre lo que ocurre con respecto a la redistribución y
mantiene una firme determinación en contra del Elemental del Deseo
para que la redistribución no opere, consiguiendo así que las
partículas astrales se mantengan entremezcladas tal como estuvieron
en vida y, de ese modo, no se confina a un solo subplano sino que
tiene conciencia y libertad de todos los subplanos según sea la
naturaleza de su cuerpo astral.
Evidentemente el Elemental intentará
infundir en el individuo el temor en torno a evitar la
redistribución; mas, si el hombre tiene conocimiento de la claridad
de visión y de la libertad que conllevaría impedir la
redistribución, lógicamente tratará de hacer “oídos sordos”
de dicho temor y persistirá en su resolución. 2. La redistribución
ya se ha dado pero una o más personas vivas le prestan ayuda al
difunto y logran hacer un trabajo astral lo suficientemente poderoso
como para invertir la redistribución.
Llegados a este punto podemos
preguntarnos: ¿cuáles son los diversos subplanos astrales y en qué
consiste cada uno? Los subplanos son siete y se puede decir lo
siguiente en torno a ellos:
Séptimo subplano: este subplano tiene
al mundo físico como telón de fondo aunque a veces se lo ve
parcialmente deformado y en sus zonas más densas ni siquiera se
ve nada porque todo es oscuridad; es, como nos dijo Arthur Powell,
“como si uno se abriera camino a través de un fluido viscoso
negro”. Afortunadamente la mayoría de la gente, después de la
redistribución del cuerpo astral, pasa inconsciente en todo el
tiempo que está en éste subplano, razón por la cual no sufre ya
que no puede estar consciente pues en vida su conciencia no llegó a
estados tan bajos de la condición humana como los asociados a las
vibraciones de éste subplano.
Es un lugar realmente terrible y
sombrío, es el lugar que mucha gente (mala) que ha estado a punto de
morir y no ha muerto ha descrito como el Infierno. Allí permanecen
mucho tiempo las almas de los asesinos, de los violadores, de los
drogadictos impenitentes y borrachos consumados, de los ladrones y
otras alimañas: allí pululan los rostros malditos de quienes en
vida conformaron la escoria de la Humanidad… Para hacernos una idea
de cómo es, veamos lo que cuatro mil años atrás escribió el
Escriba Ani (quien deliberadamente lo visitó en viajes astrales):
“¿Qué clase de lugar es éste al que he venido? No tiene agua, ni
aire; es profundo y sin fondo; es negro como la noche más oscura;
los hombres vagan sin rumbo; en él un hombre no puede vivir con el
corazón tranquilo”.
Sexto subplano: la inmensa mayoría de
los hombres permanece aunque sea un tiempo en este subplano de manera
consciente. ¿Por qué? Pues porque este es el subplano cuyas
vibraciones, si bien ya no están asociadas a pulsiones malvadas o
viciosas como las del subplano anterior, sí están asociadas en
esencia a aquellas actitudes en virtud de las cuales los hombres
concentran sus deseos y pensamientos en cosas mundanas,
materialistas, superficiales, vacías… Y claro: casi toda la gente
adolece de cierta superficialidad y mundanidad, por lo cual casi
todos pasan aquí aunque sea un tiempo.
Ahora, al igual que en el
anterior, aquí se percibe el mundo en el cual se existía en vida,
aunque lo que se ve ya no es ese mundo en sí mismo sino solo su
duplicado o contraparte astral; mas, y esto hay que aclararlo, ya no
en una suerte de versión siniestra como sucedía en el séptimo
subplano. Arthur Powell nos dice que los habitantes de este subplano
suelen estar en los lugares donde habitaban o habitan aquellos con
quienes más estaban vinculados en sus vidas terrenas. Esto podría
explicar multitud de casos en los que la gente ha visto a los
espíritus de sus familiares fallecidos, lo cual es posible ya que
este subplano muestra a la perfección la superposición entre el
mundo astral y el físico; pues, como vemos, a un punto dado de la
Tierra le corresponde un punto (superpuesto) de este subplano.
Subplanos quinto y cuarto: Estos
subplanos también tienen por fondo al plano físico (al igual que
los anteriores), solo que en ellos las vibraciones se corresponden
con actitudes que ya no son mundanas o viles como en el sexto y
séptimo subplano, siendo por ello que sus habitantes se sienten más
ligeros, menos densos, más alejados del mundo de la materia y
cercanos al mundo de la mente. Ahora, hay algo muy importante que
empieza a darse en estos dos subplanos con gran fuerza: la entrada de
la subjetividad y de la intersubjetividad en la construcción del
entorno. Lo que queremos decir es que quienes viven aquí (sobre todo
en el cuarto subplano) pueden modificar (consciente o
inconscientemente) hasta cierto punto su entorno de acuerdo con lo
más persistente de sus contenidos mentales (recuerdos, creencias,
etc). Cabe decir que aquí la percepción de lo que sucede en el
mundo de los vivos es menor que en los planos anteriores…
Subplanos tercero, segundo y primero:
En estos subplanos lo subjetivo y lo intersubjetivo desplazan a lo
objetivo. Aquí la distancia con el mundo físico se ha hecho tan
grande que se requiere de los médiums para comunicarse con los
vivos, siendo casi imposible dicha comunicación en el primer
subplano; aquí ya no se ve nada del mundo de los vivos y los lugares
que uno ve pueden ser de los siguientes tipos: 1) los creados por uno
mismo, 2) los creados por otra persona particular, 3) los creados por
un grupo humano, grupo que generalmente contiene un conjunto de
generaciones que durante siglos han mantenido creencias comunes que
se han plasmado en lugares estables dentro de estos subplanos. Un
pintor lloraría de felicidad al llegar a estos subplanos pues podría
vivir en sus propios cuadros y, si se encuentra con otro pintor,
podría visitar los cuadros del otro pintor…En estos subplanos,
sobre todo aquellos que han asimilado las enseñanzas ocultistas
relativas a la naturaleza del mundo astral, suelen proporcionarse a
su antojo el entorno en el que viven. Así, si uno es un gran fan de
The Legend of Zelda o Final Fantasy, podría vivir voluntariamente en
cualquiera de los paisajes de ambos juegos: aunque claro, no tanto en
los paisajes como realmente son sino como uno los recordaría… Pero
hay algo que cabe resaltar y es que los lugares construidos por uno o
pocos sujetos no tienen el mismo grado de estabilidad que los lugares
construidos por generaciones de seres humanos. Por ello, si llegas a
estar allí y recuerdas estas líneas, no te esperances mucho de
dejar construido un lugar para los otros que pueda ser usado un
tiempo considerable luego de que tú hayas dejado el mundo astral y
pasado al mental. Y es que los únicos escenarios que sobreviven al
tiempo son, como ya dije, los construidos por grandes grupos humanos.
Por eso ocurrirá lo siguiente si se desconocen estas enseñanzas
ocultistas y se es un hombre de fe: el judío verá su Jerusalén
Dorada y creerá que el judaísmo estaba en lo cierto; el creyente
del Islam verá palacios de oro y plata, caballos de blancura
inigualable y jardines deslumbrantes, y creerá que su religión
estaba cierta; etc. En síntesis, toda persona de fe verá el cielo
de su respectiva religión en la medida en que la naturaleza de los
planos astrales superiores lo permitan. Pero hay algo muy importante
que debemos tener en cuenta y es que todo esto en gran parte es
posible porque, como indican los espiritistas en eso que llaman
“Tierra de Verano”, la gente en los planos astrales tiende a
agruparse según características como el idioma, la nacionalidad y
aún más el credo: de allí que, si eres testigo de Jehová de habla
hispana y te topas con esos campos llenos de belleza y animales que
conviven tranquilamente con la gente, seguramente encontrarás
personas que hablen español… Ahora, si alguien muere y no tiene
credo alguno o sabe de estas enseñanzas y en consecuencia de la
naturaleza en cierto modo artificial de los distintos paraísos, eso
no impide que pueda visitarlos…
Reencarnación
Después de abandonar el mundo astral,
pasar al mundo mental y terminar el periodo prescrito (que varía de
individuo a individuo) en el mundo mental, el Ego[6] debe volver al
mundo físico a través de otra encarnación. Como todos saben, a la
hora de elegir un nuevo cuerpo (que incluye un nuevo cerebro…) el
Ego tiene una carga kármika y arrastra los gérmenes y simientes de
su última vida (llamados “skandhas” por los budistas), los
cuales habrán de manifestarse en cualidades físicas, ideas
abstractas, facultades mentales, tendencias de la mente, etc. No
obstante cabe resaltar que lo anterior no es suficiente para
determinar las características que tendrá el nuevo sujeto ya que
como en realidad comienza no es como estaba al morir en su anterior
encarnación sino como estaba al termino de su vida en el plano
mental luego de haber muerto en su anterior encarnación…De allí
que los gérmenes de su vida anterior solo habrán de operar en la
medida en que estuvieron presentes en el susodicho último estado
dentro del plano mental; además de que, por otra parte, el sujeto
bien pudo haber desarrollado ciertas cualidades en el plano mental y
en los astrales superiores que le precedieron, incorporando así
elementos adquiridos post mortem en su siguiente encarnación.
Una vez que la encarnación se ha
consumado hay que advertir que las tendencias con que se viene son
más tendencias latentes que tendencias en pleno funcionamiento. En
cuanto a las facultades que tiene como producto del karma, o bien
puede desarrollarlas al punto de hacer que jueguen un papel mucho más
importante que en vidas anteriores, o bien puede ser que, en parte
por el entorno, las deje en un estado de latencia y quietud tal que
acaben por atrofiarse al punto de no volver a aparecer en la próxima
encarnación… Así que ya saben: tengan cuidado con no utilizar los
talentos que tienen…
En cuanto a la belleza o fealdad con
que se nace, A. Powell nos da un dato curioso cuando dice que muchos
rostros horribles (o incluso amorfos o monstruosos) con rasgos
animales son el producto kármico de que su portador haya tenido
demasiado exacerbado su lado instintivo o ciertas características
ligadas a la animalidad como, por ejemplo, el ser iracundo… Y no es
un disparate, sobre todo si tenemos en cuenta que las personas con
caras horriblemente fieras son por lo general violentas…
Finalmente, hay algo muy importante que
debe decirse y es que tanto en A. Powell como en el libro de Urantia,
la reencarnación no solo puede ir en vía ascendente (evolución) y
lograr que el Ego deje de reencarnarse en la Tierra y continúe su
ciclo evolutivo en mundos superiores sino que, y esto es de funesta
gravedad, la reencarnación puede ir en vía descendente (involución)
y culminar con la disolución del alma… ¿Cuándo sucede eso?
Sucede cuando todo rastro de bondad y amor por las cosas sublimes
(arte, ciencia, filosofía, espiritualidad, valores éticos
universales, etc) ha desaparecido, cuando el sujeto ha perdido toda
posibilidad de arrepentirse y cambiar su rumbo: cuando ha perdido lo
necesario para que sea posible que lo salven o él mismo se
salve…Siendo más técnico, podría explicarse la situación
diciendo que lo anterior equivale a que el sujeto llega a un punto en
el cual la parte divina del individuo ya no puede comunicarse con la
mente consciente, lo cual implica que el llamado “hilo de plata”[7]
se ha roto y el alma se ha perdido…El que un ser humano (si se le
puede llamar así a lo que queda después de aquello…) llegue a ese
punto es nefasto porque no es que le llegará la muerte biológica y
nos libraremos del malvado que ha perdido su alma; no. Cuando eso
ocurra quedará de él una entidad astral capaz de reencarnar con
cuerpo humano, una entidad astral formada de pura energía negativa a
la cual se conoce como Elemental Humano[8]. Afortunadamente ese
Elemental Humano dejará de reencarnarse tras unas cuantas
encarnaciones en las cuales se haya agotado por completo su energía.
Cuando eso pase simplemente el Elemental Humano dejará de existir…
Arthur Powell fue un teósofo cuyas
obras se publicaron a principios del siglo XX. Su conocimiento fue
muy amplio, llegando a estudiar a profundidad la obra completa de
importantes ocultistas como Helena Blavatsky, Charles Webster
Leadbeater y Annie Besant.
Aquí se puede acotar que el muerto
conserva sus recuerdos y el mismo grado de inteligencia que tenía de
vivo cuando estaba en la plenitud de sus facultades intelectuales (de
modo que si alguien con Alzheimer muere, al morir recobrará su
lucidez); incluso conserva su personalidad y sus tendencias; pero,
como se verá luego, irá depurándose de muchas de esas tendencias y
de ciertos aspectos de su personalidad.
Una especie de entidad energética
relativamente autofuncional ligada a la naturaleza de las tendencias
y deseos del sujeto y condicionada por dicha naturaleza. Como todo
elemental, el Elemental del Deseo tiende a una fusión con la
material, razón por la cual el Elemental del Deseo intenta, luego de
la muerte, hacer que el sujeto se apegue a sus deseos terrenos para
de ese modo sumergirlo en la materialidad ligada a lo más bajo del
astral (donde imperan las bajas pasiones típicas del materialismo
del hombre: lujuria, avaricia, apego a las posesiones, etc)
Diversas experiencias han demostrado
que en realidad la comprensión ocultista de este tipo de cuestiones
tiene gran utilidad práctica en el más allá, incluso si en vida se
las tenía en cuenta como meras hipótesis de probabilidad.
[Esto explica que, en tantas
experiencias de desdoblamiento astral entre los vivos, el sujeto que
viaja astralmente haya hablado de lugares muy parecidos a lugares de
la tierra, lugares que suelen ser como versiones macabras o
siniestras con ligeras alteraciones: esto, claro está, si hablamos
del séptimo subplano.
El Yo inmortal y divino que habita en
el cuerpo causal (cuerpo sutil que es el que guarda las experiencias
de vida en vida en el proceso de encarnaciones)
Este hilo de sustancia sutil conecta
al sujeto con su alma
El Elemental Humano puede explicar la
existencia de monstruos como Gille de Rais que, desde niños,
mostraron una incomprensible tendencia a la maldad y una ausencia
total de humanidad…
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