lunes, 7 de abril de 2014
Novelas Escritas Desde La Tumba
La señora J. H. Curran, de Saint Louis (Missouri), no era
ninguna erudita. Tenía escasos conocimientos de historia, muy leve interés por
los libros e incluso menos idea aún de las complejidades de la historia del
lenguaje.
Sin embargo, de su pluma salieron una serie de trabajos que
sorprendieron a los académicos más eminentes de ambos lados del Atlántico.
No obstante su aversión hacia el espiritismo y los médiums,
la señora Curran fue convencida para que participase en una sesión. El 8 de
julio de 1913, su mano trazó sobre la uija o tabla de escritura espiritista el
nombre de Patience Worth. Desde entonces, la señora Curran y Patience Worth
—quienquiera que fuese— se convirtieron en excelentes e inseparables amigas.
Por medio de la voz o de la escritura de la señora Curran,
cuando se hallaba en estado de trance, Patience Worth refirió, primero, su
nacimiento en Dorset (Inglaterra), en el siglo xvn. Relató luego la emigración
de sus padres a América, y su muerte a manos de una partida de indios en son de
guerra. Luego, en frecuentes sesiones durante muchos años, Patience dictó una
serie de novelas históricas en diversos estilos literarios. Variaban desde El
Cuento Triste, que se desarrolla en los tiempos de Jesucristo, hasta Hope
Trueblood, novela del siglo XIX.
Hope Trueblood obtuvo el aplauso general de los críticos. El
corresponsal de The Athenaeum, que ignoraba la forma en que se escribió el
libro, elogió entusiasmado su «clara y definida caracterización, buen diálogo,
impresionantes giros y profundo pero moderado sentimiento».
La señora Curran podía escribir dos o más novelas
simultáneamente, tal como eran «dictadas» por Patience Worth. Podía escribir un
capítulo de un libro y pasar a otro tema totalmente distinto, volviendo al
primer libro sin perder ilación.
Tampoco se limitaba a crear novelas. Podía redactar a
voluntad y contestar en prosa de época a los diversos temas que se le
proponían. Ese notable conocimiento del idioma y del estilo hizo posible su más
aplaudida obra, Telka, novela enmarcada en la Inglaterra medieval, escrita en
el inglés de la época, que jamás había estudiado la señora Curran.
La inteligencia y talento de Patience Worth continuaron
sorprendiendo a los psicólogos. Pero para la señora Curran no se trataba más
que de una amiga maravillosa que le contaba fascinantes historias de tiempos ya
olvidados.
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