jueves, 9 de julio de 2015
Las Grayas
Las Grayas o Greas (en griego antiguo
Γραῖαι Graĩai, ‘viejas’) eran deidades preolímpicas,
tres hermanas hijas de Forcis, uno de los aspectos del ‘anciano
hombre del mar’ (halios geron), y Ceto, por lo que se cuentan entre
los Fórcides (siendo a veces consideradas deidades marinas,
personificaciones de la espuma del mar). Las Grayas nacieron ya
ancianas y con cabellos grises, aunque los poetas las designaban a
veces eufemísticamente como «hermosas», y fueron haciéndose más
y más viejas.
Sus nombres eran Dino (‘temor’, la
anticipación del horror), Enio (‘horror’, la «Destructora de
Ciudades» que tenía una identidad separada de sus hermanas) y
Pefredo o Penfredo (‘alarma’). Como otros conjuntos de viejas
brujas de los niveles más antiguos de las mitologías germánicas y
nórdicas, tenían un solo ojo y un único diente para todas, que
compartían y usaban por turnos, durmiendo las dos a las que no les
toca. Vivían en una cueva situada muy lejos hacia el ocaso, en un
lugar donde siempre era de noche.
Las Grayas pueden ser comparadas con
las tres hilanderas del destino (las Moiras), las Nornas noreuropeas,
o con la diosa báltica Laima y sus dos hermanas.
Dentro de la mitología se habla de
ellas cuando se relata el itinerario que el héroe Perseo realizó
para matar a Medusa. Este sabía que las Grayas guardaban en secreto
la única manera de matar a la Górgona y que consistía en conseguir
unas sandalias aladas, el casco de invisibilidad de Hades y la
kibisis (una especie de bolsa en donde guardar la cabeza de Medusa).
Todos estos objetos los poseían las ninfas y precisamente las Grayas
también conocían el lugar en donde éstas se hallaban. Dado el
carácter esquivo y poco amable de las tres hermanas para con los
extraños Perseo era consciente que no le facilitarían sus
conocimientos a no ser que las obligase. El héroe obtuvo la
información gracias a la idea de tomar el ojo cuando una de las
hermanas se lo pasaba a otra y así logró forzarlas a revelar los
datos so pena de no devolverles el órgano de visión. Una vez que
contaron a Perseo todo lo que sabían al respecto este les devolvió
el ojo que aun comparten y guardan.
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