viernes, 3 de julio de 2015
Atracción Enfermiza y Letal
El sargento Bertrand es un hombre de
constitución delicada, carácter extraño, desde la niñez reservado
y amante de la soledad. Los antecedentes sanitarios de la familia no
se conocen suficientemente, aunque consta que ha habido casos de
enfermedad mental entre sus ascendientes. Parece ser que ya desde
niño estaba poseído por un inexplicable impulso destructivo. Rompía
todo lo que se le ponía por delante. Ya en la infancia descubrió el
onanismo sin necesidad de incitación alguna.
Con 9 años empezó a
sentir inclinación por personas del sexo opuesto. Con 13 años se
despertó en él un poderoso deseo de obtener satisfacción sexual
con mujeres; se masturbaba con frecuencia. Mientras lo hacía se
representaba siempre en su fantasía una habitación llena de
mujeres. Imaginaba que realizaba el acto sexual con ellas y que
mancillaba sus cadáveres. Ocasionalmente surgía en tales
situaciones también la idea de hacer algo con cadáveres masculinos,
pero acompañada de una marcada repugnancia.
Con el tiempo sintió la necesidad de
llevar a la práctica tales situaciones con cadáveres reales. A
falta de cadáveres humanos, se hacía con cadáveres de animales,
les abría el cuerpo, extraía las entrañas y se masturbaba al mismo
tiempo. Afirma haber obtenido así un placer indescriptible. En 1846
ya no le bastaban los cadáveres. Empezó a matar perros y a proceder
con ellos de la manera descrita. A finales de 1846 sintió por
primera vez deseos de utilizar cadáveres humanos. Al principio no se
atrevía. En 1847, al percatarse por casualidad de que había en el
cementerio una tumba con un cadáver recién enterrado, sintió esta
necesidad (acompañada de dolor de cabeza y palpitaciones) con tal
fuerza que desenterró el cadáver aunque había gente en los
alrededores y corría el peligro de ser descubierto. A falta de un
instrumento adecuado para descuartizarlo, se conformó con golpearlo
furiosamente con la pala del enterrador.
En 1847 y 1848 al parecer en intervalos
de unos 14 días y acompañado de un violento dolor de cabeza, se vio
empujado a cometer actos brutales con cadáveres. Corriendo un
peligro extremo y con las mayores dificultades, satisfizo unas 15
veces este impulso. Desenterraba los cadáveres con las manos y de
pura excitación ni siquiera sentía las heridas que se hacía. Una
vez dueño del cadáver, lo abría con sable o navaja, le sacaba las
entrañas y se masturbaba en esta situación. Al parecer, el sexo de
los cadáveres le era totalmente indiferente, aunque se constató que
este vampiro moderno desenterró más cadáveres femeninos que
masculinos. En el transcurso de estos actos se hallaba en un estado
de indescriptible excitación sexual. Tras despedazarlos, volvía a
enterrar los cadáveres.
En julio de 1848 dio por casualidad con
el cadáver de una joven de unos 16 años. Se despertó entonces en
él por primera vez el deseo de realizar el coito con el cadáver.
“Lo cubrí de besos por todas partes,
lo apreté como enloquecido contra mi corazón. Todo lo que pueda uno
disfrutar con una mujer viva no era nada en comparación con el
placer que sentí. Después de disfrutar del cadáver durante un
cuarto de hora aproximadamente, lo despedacé como de costumbre y lo
destripé. Luego lo enterré de nuevo”.
B. afirma que a partir de este atentado
empezó a sentir por primera vez la necesidad de servirse sexualmente
de los cadáveres antes de despedazarlos y que posteriormente lo
llevó a la práctica con los cuerpos sin vida de unas tres mujeres.
Pero el verdadero motivo de la exhumación seguía siendo el
descuartizamiento, y el placer obtenido con esta práctica seguía
siendo mayor que usando sexualmente los cadáveres. Esto último no
representaba sino un simple episodio del acto principal y nunca llegó
a calmar su apetito, por lo que siempre despedazaba a continuación
ese mismo cadáver u otro. Los médicos forenses diagnosticaron
“monomanía”. El Consejo de Guerra condenó a B. a 1 año de
calabozo. (Michea, Union méd. 1849. – Lunier, Annal. méd.
psychol. 1849, p. 153. – Tardieu, Attentats aux moeurs, 1878, p.
114. – Legrand, La folie devant les tribun. p. 524.).
Este es un tema tan espeluznante como
real, y es precisamente el hecho de ser real y pensar que esto sucede
con personas verdaderas lo que hace el asunto más sobrecogedor. Hoy
hablaremos un poco sobre una parafilia caracterizada por la atracción
sexual hacia los cadáveres: necrofilia.
Es un tipo de patología sexual que
consiste en la excitación erótica causada por la contemplación, el
contacto, la mutilación o la evocación mental de un cadáver. La
necrofilia, término acuñado por el doctor Alexis Epaulard en 1901,
es sádica cuando el afectado mata primero a la víctima para después
violarla o sodomizarla. Algunos personajes históricos practicaron la
necrofilia.
Por ejemplo, Periandro (627 a.C.),
tirano de Corinto, vivió durante años con el cadáver de su esposa,
Melissa; y Juana I la Loca conservó durante tres años el cuerpo sin
vida de su amado Felipe I el Hermoso, tras su muerte en 1506.
El Código Penal de España establece
en el artículo 526 que:
“El que, faltando al respeto debido a
la memoria de los muertos, violare los sepulcros o sepulturas,
profanare un cadáver o sus cenizas o, con ánimo de ultraje,
destruyere, alterare o dañare las urnas funerarias, panteones,
lápidas o nichos será castigado con la pena de prisión de tres a
cinco meses o multa de seis a 10 meses. ”
En los Estados Unidos, la mayoría de
los Estados proscriben esta práctica, aunque formulan la mayor parte
del tiempo la prohibición con el término más borroso de "abuso
sobre un cadáver". Hasta 2004, California poseía leyes contra
la mutilación de cadáveres y la profanación de tumbas, pero nada
específico acerca del acto sexual con un cadáver. El 10 de
septiembre de 2004, el gobernador Arnold Schwarzenegger firmó un
proyecto de ley que criminaliza tales actos, con una pena máxima de
ocho años de prisión.
El acto sexual con cadáveres
generalmente está considerado como algo socialmente inaceptable; se
presume que la persona no habría consentido ese acto cuando estaba
viva. Virtualmente todas las sociedades humanas consideran este acto
como una falta de respeto simbólica. En algunos casos sin embargo,
los actos de necrofilia pueden ser consensuales, Por ejemplo en el
caso de Armin Meiwes en el que la víctima dio su consentimiento a la
mutilación y muerte infligidas hacia él.
En la psicología social analítica de
Erich Fromm, se explica el gusto por la violencia y la destrucción,
el deseo de matar y la atracción por el suicidio y el sadismo. En un
sentido no sexual, Fromm entendía la necrofilia no como la expresión
de un instinto sexual derivado de la muerte, sino como la
consecuencia de llevar una vida sin estar realmente vivo. Para Erich
Fromm la necrofilia es lo opuesto a la biofilia, y es junto con la
fijación simbiótica y el narcisismo, uno de los tres mayores males
de la humanidad. Según Fromm, la carencia de amor en la sociedad
occidental conduce a la necrofilia. El necrófilo vive mecánicamente,
convierte los sentimientos, procesos y pensamientos en cosas. Tiende
a querer controlar la vida, a hacerla de cierto modo predecible.
Erich Fromm afirma que, puesto que la única seguridad de la vida es
la muerte para el necrófilo, éste anhela la muerte, la adora. Para
Fromm, la necrofilia se observa en el actual mundo occidental en las
fachadas hechas de hormigón y acero, en el armamento moderno y la
carrera nuclear, en la idolatría hacia la tecnología de las grandes
máquinas (tecnofilia), la pérdida de recursos con elconsumismo y el
trato hacia las personas como cosas (burocracia).
Ciertamente, el ser humano es capaz de
llegar a extremos inimaginables. Todos somos igual de débiles y
debemos tener cuidado.
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