viernes, 3 de julio de 2015
El Hijo
En los confines de Francia habitaba un
piadoso matrimonio de grandes virtudes y profunda religiosidad,
siendo los dos muy devotos de la Virgen María. Hacía quince años
que se habían casado y no tenían hijos, por lo que, aunque dichosos
en su Matrimonio, su anhelo constante era tener un hijo, y
continuamente se lo imploraban a Dios y a su Madre divina, sin que
hasta entonces hubiesen conseguido el sueño de su vida, en el que
cifraban todas sus ilusiones.
No habían perdido, sin embargo, la
esperanza de tenerlo, y seguían pidiéndoselo a Dios
encarecidamente. Una noche, cuando dormían, se les apareció en
sueños santa María anunciándoles que Dios les concedería un hijo,
pero con la condición de que le llevasen, cuando fuese mayor, en
peregrinación al sepulcro del apóstol Santiago.
Al despertar el matrimonio, con inmenso
gozo, se comunicaron sus sueños, convenciéndose, al ver que los dos
habían tenido el mismo, de que era una aparición divina, y juntos
fueron a dar gracias por ello a la Madre de Dios. Pasados unos meses,
la mujer dio a la luz un hijo, varón, al que impusieron el nombre de
Jacobo, por devoción al apóstol Santiago, considerándose el
matrimonio más dichoso del mundo con aquel hijo que Dios les había
concedido.
EI niño se criaba hermoso y guapo, y a
medida ,que iba creciendo, iba despertándose su gran inteligencia y
aumentándole su bondad, haciendo de él un conjunto de perfecciones
que constituía el orgullo de sus padres y el encanto de cuantos le
conocían. Cuando ya tuvo quince años, los padres decidieron cumplir
el mandato divino, y emprendieron con su hijo la peregrinación a
Santiago de Galicia, para postrarse ante el sepulcro del apóstol y
darle gracias por su merced.
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