domingo, 5 de julio de 2015
La Quemada
En el siglo XVI, vivía en México un
español llamado Gonzalo Espinosa de Guevara, llegado a estas tierras
con fortuna y con una hija de cerca de 20 años de nombre Beatriz.
Enorme fortuna, belleza y virtud le
agenciaron a la muchacha innumerables suplicantes, que nunca lograron
su amor.
Hasta que llegó don Martín de
Seópolli, noble italiano que se enamoró locamente de ella al punto
de no permitir el paso de ningún caballero por la calle donde vivía
Beatriz. Lo que evidentemente no les pareció justo a los demás
pretendientes. Muchas veces se discutió al ritmo de las espadas,
saliendo vencedor siempre el italiano. Todas las mañanas se
encontraba el cuerpo herido o sin vida del osado que pretendió
acercarse a la casa y ella, aunque amaba a Martín, sufría porque se
derramaba tanta sangre por su culpa y también por los celos de su
amado.
Una noche en ausencia de su padre e
inspirada por el martirio de Santa Lucía -que entregó lo más
preciado de su rostro, sus ojos, al pretendiente que con su
insistencia trataba de alejarla de la virtud-, llevó a su recámara
un brasero encendido, y mientras lloraba y pedía fuerza a la Santa,
hundió su rostro en el fuego, pensando que no podía permitir que
don Martín siguiera matando a más inocentes, hasta que cayó sin
conocimiento.
Un fraile al escuchar su grito de dolor
entró a la casa, la auxilió con remedios caseros mientras le
preguntaba qué había pasado. Beatriz le explicó y dijo que
esperaba que cuando don Martín viera su rostro dejaría de celarla,
amarla y de matar a tantos caballeros. La reacción de don Martín al
retirar el velo con el que se había cubierto la cara y mirar el
hermoso rostro desfigurado fue arrodillarse y declarar su amor. Pidió
su mano a Don Gonzalo y días más tarde se casó. Ella entró a la
iglesia con la cara cubierta por un tupido velo blanco y después,
las pocas veces que salía, siempre lo hizo con el rostro tapado.
Nadie volvió a ver el hermoso rostro de Beatriz, que Don Martín,
calmado en su amor propio, guardó en el pensamiento.
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