Hasta ahora, los arqueólogos pensaban que la historia escrita y las primeras tentativas de organización social no se habían iniciado realmente sino con la dinastía Zhu (entre los siglos XI y III antes de Cristo).
Un remedio contra el olvido
Un día de 1899, en Pekín, un médico prescribe a la familia de un tal Wang I-yung un remedio contra el paludismo. Uno de los ingredientes es lo que se denomina desde siempre "huesos de dragón" reducido a polvo. Al momento de triturarlos, Wang se percata que son, en realidad, pedazos de caparazón de tortuga decorados con extrañas marcas. Experto en escrituras antiguas, Wang constata que estos signos son pictogramas, es decir, representaciones simbólicas e ideogramas como los utilizados en la lengua china y japonesa.
Seguro de haber descubierto algo excepcional, Wang se apura en comprar todos los huesos de dragón" que encuentra, ya sea fragmentos de esqueletos de animales o nuevamente caparazones de tortuga. Al mismo tiempo, trata de obtener información acerca del origen de estos huesos y descubre que los fragmentos de tortuga provienen, en su mayoría, del yacimiento de Xiaotun, en las cercanías de Anyang, en la provincia de Henan, ubicada en la cuenca del río Amarillo.
La adivinación mediante fisura de huesos
Desde el descubrimiento de la verdadera naturaleza de los "huesos de dragón”, los arqueólogos están intrigados por la omnipresencia de fisuras que no tienen, según los análisis, nada de accidental. Terminaron por establecer la manera de proceder de los adivinos para tomar las decisiones que regían la vida del pueblo y de los soberanos. Estos grababan la pregunta sobre el hueso, luego practicaban una muesca cerca de la inscripción. La aplicación de una punta metálica calentada al rojo provocaba la aparición de fisuras que el adivino se apuraba en descifrar para conocer la reacción de los poderes sobrenaturales. En seguida, el adivino grababa sobre el hueso una respuesta más o menos larga que comunicaba al solicitante.
La dinastía perdida
Este yacimiento es conocido desde el siglo XI por aficionados a las antigüedades de la corte imperial china, por las vasijas rituales de bronce y los jades que allí se encuentran. Con el paso de los siglos, los coleccionistas y los comerciantes continúan explotando estos tesoros, seguros de su valor histórico. Después del descubrimiento de Wang, los arqueólogos buscan con éxito los "huesos de dragón" y se convencen rápidamente que estos son la prueba que la escritura en China es mucho más antigua de lo que se creía. En 1915, Luo Zhenyu determina que los signos fueron grabados en los huesos y en las caparazones de tortuga para ser usados en la adivinación y que se remontan a la semi-mítica dinastía Shang.
La China de esa época, que se dedica sobre todo a la agricultura, ya conocía el carro a timón enganchado a dos caballos. En el campo arquitectónico sabía edificar palacios y templos de ladrillo sobre cimientos de piedra y murallas para proteger sus ciudades. Su cuerpo social ya está fuertemente estructurado y encabezado por una casta noble constituida por los parientes y los aliados del rey. La religión está dominada por el culto a los antepasados y la importancia atribuida a la vida en el más allá, como lo atestiguan las grandes riquezas encontradas en las tumbas. Arqueológicamente hablando, estos yacimientos chinos no tienen parangón sino con los del Cercano Oriente antiguo.
La escritura china más antigua
El poder real era asistido en sus actividades administrativas y religiosas por un cuerpo de escribas y de adivinos. Junto con la escritura ya evolucionada, encontramos también un sistema de numeración decimal.
Pero lo que hace original a esta cultura es el uso intensivo de las artes adivinatorias (en las que la escritura juega un papel fundamental), tanto en la vida cotidiana como en el manejo de los asuntos del Estado. Los textos grabados sobre estos huesos son muy cortos, pero existen otros más largos, sobre las vasijas rituales de bronce. Cualesquiera que hayan sido las consecuencias políticas y militares, esta influencia de la religión permitió la constitución de cuerpos de especialistas de la escritura, aunque carecemos de cualquier prueba que hayan existido verdaderas obras literarias. Hay que esperar el final de la dinastía de los Zhu occidentales (hacia 800 años antes de Cristo) para ver aparecer las obras originales de la tradición literaria china.
A pesar de la importancia de ciertos yacimientos de huesos grabados (se han encontrado hasta 17.000 en un mismo lugar en Qishan, en el Shoanxi, y que datan del principio de la época Zhu), ¿quién sabe cuántos datos históricos han desaparecido con el transcurso de los siglos bajo el mortero de los boticarios? Un interrogante para plantear sin duda, a un hueso adivinatorio...
La dinastía de los Shang
El reino de la dinastía Shang (siglos XVIII al Xl antes de Cristo) marca la entrada de la China en la Edad de Bronce. Establecidos en el valle del río Amarillo, los Shang reinan sobre un pueblo de aldeanos y han organizado su sociedad según estructuradas de clanes que descansan sobre el culto a los antepasados y la sumisión a las órdenes reales, inspiradas por los oráculos de los huesos adivinatorios de los sacerdotes. Su civilización está admirablemente avanzada, particularmente en los ámbitos de las artes, la astronomía y el cálculo. Conquistadores empedernidos, los Shang son, sin embargo, derrocados por una de sus antiguas colonias, la ciudad de Zhu, que da lugar a la dinastía del mismo nombre.
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