Un día el pobre salió en busca de trabajo pues las necesidades eran muchas y los dinerillos pocos… pero esta vez salió con un rumbo distinto al de siempre.
- “Puede que me cambie la suerte” – pensó y se puso en marcha.
Anduvo hasta casi la oración (crepúsculo) y ya perdía las esperanzas en el momento que a lo lejos divisó un rancho….
Al llegar comprobó que estaba abandonado y sentenció volverse antes de que anocheciera. De pronto sintió que venía gente. El susto lo desarrolló dar un salto y se escondió en un tirante del techo.
Eran unos paisanos que el nunca vio. Entraron en la casa, prendieron un fueguito y entre vino y vino iniciaron a cantar:
- Lunes y martes,
y miércoles tres,
jueves y viernes,
y sábado seis…
La convocón se iba animando cada vez más y se largaron a bailar, siempre con los mismos versos.
El pobre Beto se divertía de lo lindo pero con el pasar de las horas y siempre la misma canción se inició a aburrir así pues en el momento que los cantores llegaron a “sábado seis”, el gritó:
- A las cuatro semanas
se ajusta el mes….!
Los hombres pararon de cantar; miraron al lugar desde donde salió la voz y dijeron: – Baje, amigo, ¿que hace allí?…
- Los oí llegar y me asusté.
- No se preocupe compadre, le estamos muy agradecido puesto que nos ayudó a alargar un poco nuestra canción – y en recompensa le dieron una gran cantidad de dinero en oro.
Al llegar a su casa pasao de contento, Beto le comentó a su mujer que fuera a los de Cosme a solicitarle prestado una balanza para medir las onzas regaladas.
Cosme, intrigado por el pedido, untó un plato de la balanza con grasa con la intención de que un poco de lo que fuera pesado quedara en el plato. Al regresar el aparato, notó que en la grasa había polvo de oro y fue inmediatamente a lo de Beto y le cuestionó:
- ¿De donde has sacado oro?
Entretanto Beto le contaba, Cosme planeaba desarrollar lo mismo para ampliar sus arcas; y así lo desarrolló… fue al mismo rancho, se trepó en la misma viga y llegaron los gauchos cantores que prendieron fuego y descorcharon los vinitos y entonaron:
- Lunes y martes,
y miércoles tres,
jueves y viernes,
y sábado seis,
a las cuatro semanas
se ajusta el mes…
La repetición del canto empezó a impacientarlo y en el momento que llegaron a “sábado seis” pegó el grito:
-¡Falta domingo siete!
Los paisanos enardecidos bajaron a Cosme de la viga y en cuanto comenzaron a propinarle una paliza, éste logro zafar y salió como alma que lleva el diablo.
La historia se propagó como un secreto a gritos y así en el momento que alguien comenta algo inoportuno se exclama: “¡ya salió con un Domingo Siete!”.
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