Como se mencionaba, se trata de un modo de crear energía nuclear, sin embargo, no es la única manera. Existen dos maneras de hacerlo, la fisión de átomos y la fusión de estos mismos. La fisión de átomos es la manera más utilizada en las centrales nucleares, ya que la tecnología para trabajar con fusión de átomos aún no está muy desarrollada, de igual modo se han encontrado dos procedimientos de fusión, la fusión en caliente y la fusión en frío.
La fusión en caliente básicamente se realiza a partir de la unión de dos átomos. Entre los que se más se utilizan se encuentran el deuterio y el tritio, que se configuran como isótopos del hidrógeno. Para lograr la unión de los átomos resulta necesario recurrir al calor o aumento de temperatura, teniendo que alcanzar hasta los 100 millones de grados centígrados, lo que da como resultado la producción de helio. La energía liberada, tanto por este como otros procedimientos, es usada por lo general para generar electricidad.
Por otra parte, la fusión en frío, aún en pañales, permitiría solucionar el problema que presenta la fusión en caliente, la dificultad para alcanzar temperaturas tan altas.
En los años 80, gracias a dos investigadores de los Estados Unidos fue posible realizar la fusión en frío gracias a un simple proceso de electrólisis. Sin embargo, este gran suceso no pudo ser realizado otra vez, lo que produjo cierta frustración entre los científicos, haciendo que muchos de ellos dejaran de lado sus investigaciones en torno a la fusión frío. Aún hay disputas entre los científicos sobre si realmente es posible el procedimiento.
En caso de que esta técnica sea desarrollada en un mayor nivel, y logra llegar a los mismos niveles de producción que la fusión en caliente, entonces nos veríamos frente a una posible revolución energética. Este tipo de producción de energía realiza sus procesos sin producir ningún tipo de contaminación y con un coste muchísimo menor, esto hace de la fusión en frío algo tan revolucionario.
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