La posibilidad ha sido planteada, aunque hasta el momento solo se han hecho estudios en ratas. En uno de ellos, realizados en la universidad Clark, de Massachusetts, Estados Unidos, se enseño a un grupo de roedores como salir de un laberinto en forma de T, cuya salida era una vez a la izquierda y otra a la derecha. Lo lograron a cabo de 25 intentos.
Luego una parte de ellos se les elimino la región media del lóbulo frontal, donde radican las funciones de aprendizaje. Al ponerlos en el laberinto, algunos nunca lograron encontrar la salida y otros lo hicieron luego de 180 intentos.Finalmente, algunas de estas ratas fueron sometidas a un trasplante de células del lóbulo frontal de un ejemplar adulto y otras, de células de cerebelo provenientes de embriones. Las conclusiones del estudio fueron que el injerto de células del lóbulo frontal aumento la capacidad de aprendizaje de las ratas, y aunque no les restituyo a las mutiladas su capacidad original, si les mejoro sus aptitudes.
Luego una parte de ellos se les elimino la región media del lóbulo frontal, donde radican las funciones de aprendizaje. Al ponerlos en el laberinto, algunos nunca lograron encontrar la salida y otros lo hicieron luego de 180 intentos.Finalmente, algunas de estas ratas fueron sometidas a un trasplante de células del lóbulo frontal de un ejemplar adulto y otras, de células de cerebelo provenientes de embriones. Las conclusiones del estudio fueron que el injerto de células del lóbulo frontal aumento la capacidad de aprendizaje de las ratas, y aunque no les restituyo a las mutiladas su capacidad original, si les mejoro sus aptitudes.
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