domingo, 9 de noviembre de 2014
El Mito Desconocido Del Lago de Tota
La
laguna no siempre existió, antes de que las masas de agua cubrieran
amplios terrenos, el lugar no era más que un hueco árido en el que
no crecía yerba alguna.
Una
bola de fuego la recorría en las noches para luego hundirse en lo
más profundo y llegaba a la morada de Busiraco, dios de los
infiernos.
En
ese tiempo llegó Bochica, profeta y hombre sabio, venerado por los
muiscas, quien enseñó a la gente del poblado el arte de la cerámica
y el uso de dos plantas quijisa (algodón) y chihize (fique) para
hilar y hacer diversos tejidos.
Bochica
también infundió en los indígenas el respeto y comunicación con
los dioses, por eso escogió a un sacerdote que debería ser el
mediador entre los dioses y la gente y el líder de las comunidades.
Este sacerdote recibió del profeta una piedra verde y clara
(esmeralda), que se convertiría en el símbolo de pureza y suprema
majestad, esta piedra la debían portar todos los sacerdotes que
sucedieran al primero.
Pasaron
varios años y el hueco árido albergó no sólo al malvado Busiraco,
sino también a una serpiente negra, guardiana del lugar. La aridez
del inmenso hueco se fue trasladando a los poblados. La escasez, la
sequí, el hambre, la sed y las enfermedades mataban a animales y a
humanos.
El
sacerdote de ese momento, se llamaba Monetá y al ver la terrible
situación de su pueblo, decidió ponerse en penitencia, ayuno y
oración continua para que los dioses lo escucharan y ayudara a la
gente. Sin embargo, la situación era cada día peor y ni una sola
gota de agua tocaba la tierra. Cuando aparecían nubes, los ojos
esperanzados de los indígenas las admiraban, mientras desde el hueco
Busiraco lanzaba un viento con polvo que las disipaba.
Un
día, el sacerdote Monetá convocó a toda la gente en Suamox, ciudad
sagrada, llegaron allí de todas las poblaciones cercanas, gente mal
nutrida y cansada. El líder se pronunció al a multitud con sólo
una túnica blanca y la piedra verde en el pecho, les dijo que sus
plegarias habían sido escuchadas por Chiminigagua, quien le dijo que
reuniera a la gente e hiciera una peregrinación hasta la cúspide de
la roca que quedaba cerca al hueco árido y que allí hicieran
homenaje a Bachué, diosa que representa lo femenino, las aguas y la
fertilidad.
El
pueblo siguió a Monetá hasta la roca y varios hicieron pinturas,
ofrecieron a la diosa avecillas y luego todos se sentaron para el
baile ceremonial. Mientras los tambores sonaban y los bailarines
danzaban, la serpiente negra se retorcía y hacía ruidos de dolor y
descontento, cuando el grupo finalizó su baile, entró en escena la
bailarina principal usando una máscara negra y roja, bailó
pegándole fuerte al piso, mientras la serpiente chillaba, luego
ofreció a Bachué un disco de oro y lo lanzó al hueco árido,
hiriendo de muerte a la serpiente negra. Todos celebraron el éxito y
se repartió la comida, quedando ínfimas porciones para cada uno.
Mientras
todos comían y dormían, el sacerdote oraba a los dioses. Al día
siguiente presentó a su pueblo una nueva revelación. Arrancó de su
pecho la piedra que había dado Bochica en antaño y la lanzó sobre
el cadáver de la serpiente. De allí surgieron las aguas
verdeazuladas que llenan el Lago de Tota.
Así
se dio fin al hambre y la sed en la región.
Las
islas que sobresalen son algunas de las partes petrificadas de la
serpiente muerta.
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