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Un pigmento de color ambarino (podía ir del claro al oscuro), rico en betún —también llamado bitumen— que se preparaba en los siglos XVI y XVII con diversos ingredientes como resina, mirra y, sobre todo, fragmentos de momias egipcias, humanas y felinas. De acuerdo con un especialista londinense en pigmentos, bas¬taba una momia humana de buen tamaño para abastecer a sus clientes durante veinte años. Poco a poco fue cayendo en desuso, pues los artistas se enteraron de su composición y, además, su fórmula era bastante irregular y no garantizaba siempre resultados uniformes. Sin embargo, los pintores prerrafaelitas, en el siglo XIX. volvieron a emplearlo probablemente por sus implicaciones simbólicas, más que por sus características tangibles. A fines del siglo XX aún quedaban algunas reservas en las trastiendas londinenses.
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